viernes, 4 de diciembre de 2009

La Costa Rica que queremos… nunca gobernar

Para tener hijos no basta con masturbarse. Para ser Presidente no basta con hacer una campaña de altura. Ottón Solís no estará dispuesto a sacrificar sus principios (los referentes al tipo de campaña que hace, porque otras veces y en otros campos no ha tenido reparo en hacerlo), y el precio que pagará será el de nunca llegar a la Presidencia de la República.

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Hace poco más de cuatro años opinábamos casi lo mismo de Ottón Solís: que no quiere ser Presidente. Luego dio un viraje extraordinario a su campaña, y casi da la sorpresa en la recta final. Al contrario de Otto Guevara, Solís ha hecho dos excelentes campañas, pero no parece haber aprendido las lecciones de los errores que pueda haber cometido.

Como lo dije en mi más reciente post, algunos mojigatos se ruborizan por los ataques de un candidato a otro, sobre todo cuando los ataques son al candidato de su preferencia. Pero nadie que se meta en política es una santa paloma, y casi todos tienen esqueletos en el armario. Los choques entre candidatos – eso que la gente tiende a confundir con “campaña negativa” –pueden ayudar al público a conocer detalles no necesariamente atractivos que los candidatos preferirían esconder, siempre y cuando se basen en pruebas y fundamentos. Estos detalles ocultos pueden tener que ver con actividades pasadas de los candidatos, con posiciones sobre temas álgidos que en campaña es mejor no tocar, con cambios de opinión por parte de algunos candidatos tan frecuentes como sea necesario para agradar a dios y al diablo, o con las fuentes de financiamiento de la campaña.

También dije en mis últimos posts que tengo la firme convicción de que la mayoría de los votantes se deja llevar por la campaña, y no se toma el tiempo ni la molestia de leer programas de gobierno, propuestas de política, ni nada que le demande más esfuerzo que no levantarse del sillón durante los anuncios de la telenovela. Así las cosas, si Ottón Solís quisiera ser Presidente, se dejaría de mamadas tipo “las encuestas no reflejan lo que está sucediendo en la realidad”, y se pondría a hacer una campaña más efectiva, que en algún momento lo llevaría a sacar los trapos sucios de sus contrincantes. Si quiere hablar de ética en la política, pues que no se le ocurra inventarse los ataques, pero nada tiene de incorrecto advertir al electorado de los pecadillos que sus contrincantes preferirían esconder. Ponerse de mojigato – arriesgando sus probabilidades de éxito - cuando centenares de miles de personas confían en él para alcanzar la Presidencia y desde allí corregir el rumbo del país, no es muestra de altos principios éticos, sino reflejo de la soberbia que caracteriza a Ottón Solís. Y un poco de falta de astucia. Y esa combinación de soberbia y estulticia en un candidato no es una buena combinación para un Presidente.

En lugar de lo anterior, Ottón Solís ha conducido una campaña insulsa, con anuncios tan llenos de texto que probablemente más del 95% de la población no se los ha leído. Es además una campaña que denota confusión: el PAC casi no es mencionado, dando preponderancia al candidato (cuya foto figura en las vallas carreteras), pero el mismo Ottón Solís ha dicho que la campaña gira en torno a ideas y no a personas, y suponemos que por eso en muchos de los anuncios en periódicos sale la foto de algún ilustre desconocido. Al no aparecer ni la foto del candidato, ni el nombre ni la bandera del partido, a veces cuesta darse cuenta de lo que se trata. Y como usualmente tienen tanto texto, da pereza leerse el misal completo para saber de qué le están hablando a uno.

En anteriores torneos electorales el PAC hizo campañas muy creativas, atractivas, y generalmente propositivas. La actual es una campaña propositiva, es cierto, pero empacada en el más soberano aburrimiento. Y viola uno de los más importantes principios de la mercadotecnia: el de ser congruente entre el mensaje y las cualidades del producto anunciado. Ottón Solís quiere vender la imagen de partido ético y serio que hace una campaña propositiva de altura, para proyectarse a si mismo como el más presidenciable de los candidatos. Pero su partido, en los ocho años que tiene de estar representado en la Asamblea, ha demostrado no conocer las reglas del juego político, lo cual lo ha llevado a hacer una desastrosa – por ineficaz – labor de oposición y, peor aún, proyectar una imagen de oponerse por el arte de oponerse. Y en eso no hay nada de propositivo. Además, empezando no más la campaña se descubrió que en su programa de gobierno se machetearon 19 párrafos de un documento de la CCSS, sin atribución de autoría u origen. En otras palabras, en la elaboración del programa de gobierno del PAC incurrieron en el delito de plagio. Y en eso no hay nada de ético.

Que un 30% de quienes dicen haber votado NO al TLC apoyen ahora a Otto Guevara, es un premonitorio testamento a la inutilidad de la campaña del PAC. Rest in peace, Ottón Solís.



jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Haremos el cambio ya?

Otto Guevara, señores y señoras, ya hizo el cambio. Pero, ¿estaremos los ticos dispuestos a hacer el cambio ya, y si no ya, en el 2010? ¿Qué cual es el cambio que hizo Otto Guevara, se pregunta usted? Siga leyendo, y aquí se lo diremos.

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Después de dos campañas de mucho ruido y pocas nueces, Otto Guevara - o sus asesores - finalmente han aprendido a hacer una campaña efectiva. Atrás quedaron los eslóganes vacíos (donde hay permiso hay chorizo, etc.), y ahora nos recetan mensajes simples, que van al corazón de las principales preocupaciones del tico, y que revelan una intención de cambio en campos en que durante décadas las cosas han ido de mal en peor. La más reciente encuesta de Unimer para La Nación confirma la efectividad de la campaña guevarista, poniendo a Otto en un claro segundo lugar, duplicando su caudal de potenciales votos en tan solo dos meses, y con una tendencia ascendente que a muchos habrá tomado por sorpresa. Pero no debería sorprendernos.

La campaña de Otto Guevara ha recibido muchos calificativos: baja, vacía, simplista, populista, etc. Pero lo que hay que reconocer es que ha sido una campaña efectiva. Algunos mojigatos se abochornan por los ataques a Laura Chinchilla, pero ni esto es nuevo en la política, ni Otto Guevara ha descubierto el agua tibia. Atacar al contrincante es una excelente estrategia cuando uno está en el segundo lugar. Sobre todo cuando el segundo lugar se lo disputa un pelotón de candidatos indistinguibles, entre los cuales hay que sobresalir. El tico es por naturaleza serruchapisos, y no hay por qué creer que usar esa misma táctica en campaña vaya a dar un resultado negativo.

Pero la campaña de Otto, a diferencia de la de Laura, ha sido efectiva por mucho, muchísimo más que los ataques a su contrincante. Hoy veía yo una valla publicitaria con una foto grande de Laura Chinchilla a la izquierda, la palabra Adelante arriba a la derecha, el símbolo de play de las grabadoras que ha usado la campaña liberacionista como una especie de trademark, un poco más abajo la palabra Seguridad en letras azules, y más abajo y a la derecha el eslogan “Laura, Firme y Honesta”. ¿Qué me dice ese letrero? Absolutamente nada. ¿Seguridad? ¿Si, qué? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es una mujer muy segura de si misma? ¿Qué nos va a dar seguridad sin hacer un cambio fundamental en las leyes penales y el sistema carcelario? ¿O qué? A esto, justamente, es a lo que me refiero cuando hablo de eslóganes vacíos. ¡Adelante! ¿Pero hacia adónde?

Los anuncios de Otto, en cambio, si bien no proponen soluciones, al menos si denotan intenciones: cero tolerancia con la delincuencia, el que la hace la paga, etc. Y es lo que la gente quiere: un Presidente con huevitos. La triste realidad es que al votante común poco o nada le interesa cómo se van a hacer las cosas, sino que llegue alguien con las intenciones de cambiar lo que no anda bien, y con la fortaleza da carácter para lograrlo. ¿O alguien verdaderamente cree que uno puede hacer un “encuentro ciudadano” en Purral y poner a las amas de casa a discutir si penas más fuertes van a funcionar mejor que campañas de prevención del delito? La campaña de Otto Guevara ha sabido interpretar y capitalizar muy bien ese sentimiento popular, y ha transmitido su empatía de una manera simple, fácil de entender, y que permite a la gente identificarse. El tipo que corre chingo por la calle, la doñita que se asusta cada vez que alguien le pasa a la par, etc., ellos somos nosotros, porque en algún momento u otro, todos, o nuestros conocidos, nos hemos sentido de esa forma.

Entonces, la campaña de Otto Guevara se saca un diez. Antes de que me caigan como langostas, repito lo que dije en mi post anterior: hablo únicamente de la campaña, no del programa de gobierno, que aún no me he leído. A todo lo cual, cabe preguntarse: ¿hasta dónde puede crecer Otto Guevara? ¿Habrá llegado a su techo, como algunos han sugerido? ¿Será una calentura pasajera de los electores respondiendo visceralmente a una campaña bien planteada versus otras campañas pésimamente desarrolladas? ¿Sobrevivirá esa tendencia al escrutinio detallado de las propuestas de gobierno del Movimiento Libertario? Las respuestas, como en la teleserie original de Batman, están por verse en un próximo episodio (de la campaña, no del blog, donde aún no las tenemos). Pero hay que reconocerle a Otto que le ha puesto sazón y calor a una campaña que hasta esta semana estaba más fría que una noche navideña en el Volcán Irazú.

martes, 1 de diciembre de 2009

Avancemos > como el cangrejo

Laura Chinchilla parece estar dando palos de ciego. Ella avanza, pero no ve las paredes con las que choca, y la obligan a retroceder. Al ritmo de 20 puntos porcentuales en las preferencias de voto en los últimos dos meses. Si hay algo de lo que se deben de preocupar en Liberación Nacional es de la gente que les ha manejado las últimas tres campañas: la de Oscar Arias, la del TLC, y la de Laura. Porque las tres empezaron con amplias ventajas que luego fueron dilapidadas en medio de campañas insulsas y poco creativas. Todavía falta mucho tiempo para las elecciones, y muchas cosas pueden cambiar. Pero de momento la tendencia de la candidatura Laurista es negativa.

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Muchos han criticado a Otto Guevara por hacer una campaña "populista", aunque luego de haberme leído los artículos sobre populismo publicados en Agora, la nueva sección de La Nación, del domingo recién pasado, creo más bien que la gente confunde simplismo con populismo. La campaña de Guevara se ha concentrado en mensajes simples y directos, a veces sobresimplificaciones de la compleja realidad que se esconde tras las afirmaciones, pero son mensajes claros, cortos, directos y fáciles de entender. Sin embargo, la campaña del Movimiento Libertario será tema para otro artículo. Por razones que más adelante explicaré, la campaña de Laura hoy se parece mucho a la campaña de Oscar Arias hace 4 años: es una campaña simplista pero inefectiva. Y la tendencia de las encuestas también se parece. En agosto del 2005 Oscar Arias aparecía con un 62% de apoyo, y a finales de enero del 2006 su caudal había bajado a 42%. En setiembre del 2009 Laura contaba con un 63% de apoyo, y hoy ha caído a un 43%. La diferencia es que el desplome de la paloma se dio en las últimas dos o tres semanas de la campaña, mientras que el de la Chinchilla se está dando mucho más temprano. Esto plantea oportunidades y amenazas para Laura, y de su equipo de campaña depende convertir las amenazas en oportunidades, o dejar que se conviertan en la antesala del fracaso.

Hace cuatro años Oscar Arias inundaba los periódicos y las pantallas de televisión con mensajes que básicamente contenían dos elementos: la foto de Arias, y un Si grandote en verde. Ocasionalmente aparecía por ahí el ahora famoso "el barco necesita capitán". Pero no mucho más que eso. Toda la campaña giraba en torno a la imagen del candidato y el mensaje simple del optimismo, desapareciendo casi por completo la mención al partido cuya plataforma electoral estaba usando. La apuesta fue interesante: los partidos políticos, y en especial los tradicionales, estaban (y están) muy desprestigiados, y el PLN tenía la ventaja de presentar a un candidato fuerte, comprobado, y con un "track record" indiscutible y en muchas dimensiones superior al del propio partido. Pero al final de cuentas fue una apuesta equivocada y, aunque lograron ganar la Presidencia, se perdieron de la oportunidad de además lograr una mayoría importante en la Asamblea Legislativa, que le permitiera gobernar con mayor holgura.

Como lo dije dos párrafos arriba, la campaña de Laura Chinchilla en el 2009 se parece mucho a la de Arias en el 2005-2006. Las páginas de los periódicos y las pantallas de televisión están inundadas de la foto de la candidata, y una palabra, Avancemos. Ocasionalmente aparecen anuncios de otro tipo, pero con tanto texto que terminan pasando desapercibidos para la mayoría del público. Los "genios propagandísticos" de Laura no han dado con ese equilibrio de simplismo y efectividad que tanto le critican a Otto Guevara, más por envidia que por sincera desaprobación. Y tampoco aparece, prácticamente, mención al partido que les permite usar su plataforma para correr su campaña. Lo que no logramos entender es cómo - si la misma estrategia no funcionó (a menos de que el objetivo sea ganar dejando los pelos en el alambre) hace cuatro años con un candidato más grande que el propio Partido - pretenden ahora con una candidata que en reputación, renombre, y "track record" no le llega a los tobillos a Oscar Arias, que funcione la misma estrategia que depende justamente de la fortaleza del candidato?

No he hecho hasta ahora, ni lo voy a hacer en este artículo, un análisis de las propuestas de campaña de Laura Chinchilla, cosa que hago cada cuatro años con los principales candidatos para definir mi voto. En todo caso, tengo la firme convicción de que los programas de gobierno son leídos por una minoría, y la mayoría decide cómo votar por razones que más tienen que ver con tradición familiar, coyuntura, atracción del candidato, y efectividad de la campaña que con las propuestas de fondo. En este ámbito tan limitado - el de la efectividad de la campaña - Laura Chinchilla definitivamente está avanzando. ¡Como los cangrejos!