domingo, 18 de junio de 2006

No le pidamos peras al olmo

La semana pasada nos tocó despertar a la realidad. No porque la Asamblea Legislativa haya refrendado el nombramiento de un nuevo Regulador General, con lo cual se avecina una tremenda ola de alzas de precios, sino porque la flojita Selección de Fútbol de Ecuador nos puso en nuestro lugar en el firmamento futbolístico mundial. Antes de que continúen circulando los chistes de que la Asociación Canina Nacional invita al acto en el Aeropuerto Juan Santamaría en que 23 perras y su entrenador bajarán de un avión en saco y corbata, pongamos las barbas en remojo. La culpa no es del todo de los jugadores. Tampoco del director técnico. Esta no es una columna sobre táctica futbolera; de eso no sabemos gran cosa. Es, para no perder la costumbre, un discurso sobre mentalidad y responsabilidad.

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Aparentemente, una impresionante mayoría de ticos tenía la ilusión de que nuestra Selección Nacional hiciera un buen papel en este Mundial y pasara tal vez a la segunda ronda. Sin ánimo de ofender, son unos ilusos (nótese el coincidente origen etimológico de las palabras iluso e ilusión). Hace cuatro años fuimos al Mundial con el mismo entrenador y prácticamente los mismos jugadores titulares, y no pasamos a segunda ronda. En el 2006, con una alineación que más parecía el listado de pacientes del hospital geriátrico que una verdadera selección nacional de fútbol, no podíamos esperar ni siquiera un resultado igual al de Corea-Japón. Y con esto no quiero decir que habían mejores jugadores para llevar al Mundial, porque no podría nombrar más que un par de ellos que me hubiera gustado ver en la Sele.

El tico de la segunda mitad del siglo XX y de este inicio del siglo XXI es por naturaleza temeroso al cambio. Apuesta por la seguridad de lo viejo y conocido antes que por lo nuevo y prometedor. Esa es una mentalidad que prevalece entre nuestros políticos y por supuesto, entre nuestros “dirigentes” deportivos. No es un mal exclusivo del fútbol: el Presidente del Comité Olímpico Nacional es un señor que lleva unos 30 años en ese puesto y, ¿qué resultados ha obtenido? Ninguno, pero igual nadie le pide cuentas. Y que no me venga nadie con las medallas de las hermanas Poll como muestra de su éxito, ya que ellas ganaron sus medallas a pesar de, y no gracias a, el Comité Olímpico Nacional. Las ganaron en un deporte individual, gracias a sus cualidades personales y atributos físicos, y a la experiencia y sapiencia de su entrenador. Los que estamos algo más rocos que el promedio de los blogueros, recordamos que ya antes don Francisco Rivas había hecho a otra gran nadadora – María del Milagro París – quien representó al país con buen nivel en la década de 1970, logrando un quinto lugar en un Campeonato Mundial.

Pero volvamos al fútbol, que es lo que motiva esta columna. Otro rasgo del tico actual es su incapacidad para planificar a largo plazo; preferimos la improvisación. Selecciones nacionales juveniles e infantiles van casi todos los años a los respectivos Campeonatos Mundiales de sus categorías. Pero a la hora de llegar a las Olimpiadas, casi siempre nos pelamos el nance. Y en el Mundial, ni hablar. ¿Por qué? Por una muy buena razón: rara vez los jugadores que van a un Campeonato Mundial en categoría infantil van luego a un Campeonato Mundial en categoría juvenil. No hay continuidad, porque no hay planificación. Y al no haber continuidad, hay desperdicio de recursos. La experiencia que obtiene un jugador juvenil o infantil en un Campeonato Mundial es valiosísima, ya que – guardando las distancias – aprenden lo que es una concentración de varias semanas, estando lejos de sus hogares, en un país de horarios, costumbres y alimentos “extraños”, y con la presión de saltar a la cancha a representar al país al más alto nivel en su respectiva categoría. Cada vez que tenemos la oportunidad, improvisamos un nuevo equipo, en vez de darle continuidad al que ya ha venido haciendo un trabajo razonable. En otras palabras, no hay un verdadero proceso de selecciones.

Otro rasgo del tico, producto de la ausencia de planificación y de la improvisación, es la tendencia a buscar la gratificación instantánea. El equivalente, en el ámbito de la actividad económica, de querer hacerse rico de la noche a la mañana. Cuando en el Mundial de Corea y Japón el representativo patrio no cumplió las expectativas, una sociedad compuesta por individuos con capacidad de planificación de largo plazo y paciencia para cosechar los beneficios de sus acciones hubiera optado por conformar una nueva selección nacional con jugadores mayoritariamente jóvenes salpicada con algunos de experiencia, a los que hubiera brindado fogueos de alto nivel a lo largo de cuatro años, con la expectativa de llegar al siguiente Mundial (Alemania) únicamente a acumular experiencia para que, cuatro años después (en Sudáfrica), con la misma base pero con constante remozamiento, pudiera aspirar a hacer un verdadero buen papel, clasificando más allá de la segunda ronda. Lamentablemente, la escogencia de Costa Rica fue la esperada: apostamos por lo viejo y conocido, y llevamos al Mundial al equipo más lento y con menor movilidad de todos los que asistieron. Y de paso, dejamos a una generación de jugadores jóvenes sin la posibilidad de obtener el roce internacional necesario para tener alguna medida de éxito en el próximo Mundial.

Nuestro campeonato nacional da vergüenza, no nos engañemos. Luis Marín será un excelente defensa en Alajuela, pero una viejita en silla de ruedas y cuesta arriba se lo lleva en velocidad. Walter Centeno será el mejor jugador creativo del país, pero ya no está para jugar más de 60 minutos. Wanchope habrá pasado por un montón de equipos europeos, pero la misma indisciplina que nunca le permitió tener éxito con ningún equipo (razón por la cual se lo pasaban como papa caliente a pesar de sus goles), ha hecho de él una momia a una relativa temprana edad. Mauricio Solís ya no es titular ni siquiera en una liga tan poco competitiva como la guatemalteca. Y Guima es de los mejores directores técnicos que hay en el país, pero eso y nada más; en el ámbito internacional nunca ha tenido éxito.

Cuando queramos de verdad tener éxito en un Mundial, empezaremos por dar continuidad al proceso de selecciones, para que una misma base de jugadores se acostumbre a jugar juntos durante años; seguiremos con la contratación de un verdadero técnico de calidad internacional (y no de fracasados como Steve Sampson, cuyo currículum es haber llevado a Estados Unidos a su peor presentación en un Mundial, ni de payasos como aquel dentista colombiano que únicamente vino a vaciar las arcas de nuestra Federación), y le permitiremos hacer una planificación de ocho años con vista a obtener resultados en el segundo mundial que le toque.

Los responsables del fracaso somos todos los ticos, es nuestra manera de ser. Dicen en algún país suramericano que cada país tiene el gobierno que se le parece. No se si sea cierto, pero sí que lo es si lo aplicamos a nuestra “dirigencia” futbolera. Porque tienen la misma mentalidad que la mayoría de nosotros, es que nuestro fútbol no avanza. Si no logramos sacudirnos los temores para permitir que el país avance, menos lo vamos a lograr en el ámbito futbolístico. Si en algo más somos especialistas los ticos, es en buscar culpables y nunca asumir nuestras propias responsabilidades. Ya los dirigentes de los clubes de Primera División andan pidiendo la cabeza de Guimaraes. Pero además en pocas semanas empezará un campeonato nacional aún más largo que el anterior, que no deja espacio para un eventual calendario de fogueos de la Selección Nacional. Para mayor mediocridad, en el próximo campeonato nacional participarán 12 equipos, ocho de los cuales se clasificarán a la etapa final. En vez de tener un campeonato que dirima quién es el mejor, vamos a tener uno que premia a los menos malos. Señores: a Guima no hay que echarlo ni vilipendiarlo; una persona que pasó por un mundial como jugador y nos llevó a dos Mundiales como director técnico, puede ser un excelente coordinador del proceso de selecciones. En todo caso, la responsabilidad de lo sucedido en Alemania 2006 no es sólo suya, si Guima fracasó fue porque es igual que la mayoría de nosotros. Si los dirigentes creen necesario despedirlo, lo lógico y consecuente es que ellos también se separen de sus cargos.

En los últimos años, además de las participaciones de las Selecciones infantiles y juveniles en sus respectivos Mundiales, equipos como Alajuela y Saprissa han tenido la oportunidad de participar en torneos suramericanos y hasta mundiales, de mucho mayor nivel que el insulso y poco competitivo campeonato nacional. Hoy en día la “Liga” y la “S” tienen en sus planillas cantidad de jóvenes con importante roce internacional, que tuvieron poca o ninguna oportunidad en el Mundial de Alemania. Ellos serán la base de nuestra futura selección mayor, y es lamentable que se haya desperdiciado la oportunidad de ponerlos a competir al más alto nivel. El resultado no hubiera sido peor que el alcanzado en Alemania, pero tendríamos mejores posibilidades de cara al próximo Mundial. Ahora tendremos que enfrentar la próxima eliminatoria mundialista con jugadores jóvenes y con poca experiencia internacional, y si clasificamos a Sudáfrica 2010, no seamos tan ilusos de esperar nuevamente peras del olmo.

Ojalá que por lo menos Guima les de la oportunidad de empezar a foguearse contra Polonia, en vez de ponerse en tonteras nostálgicas de permitir a los veteranos despedirse. Para eso, podemos organizarles un partido en el Estadio Nacional contra el Hospital Blanco Cervantes.