martes, 24 de agosto de 2010

Doble ultraje: los últimos aleteos de un monopolio en vías de extinción

Ayer hace dos semanas tuve un accidente automovilístico. Una moto me chocó por detrás, causando daños importantes al carro, e inmediatamente se dio a la fuga. En su intento por evitar el golpe, la moto patinó y lo que hizo fue restregarse por toda la parte trasera de mi carro, de derecha a izquierda, quebrando los dos “stops” y arruinado bumper, compuerta trasera, y un guardabarros. Inmediatamente llamé a la Policía de Tránsito y al INS a reportar el choque, y más de media hora después finalmente apareció el tombo. El inspector del INS llegó casi una hora después del choque, cuando ya el policía se había dado por vencido y se estaba montando en su moto para desaparecer.

Seguir leyendo...

El policía de Tránsito muy amablemente me sugirió no hacer un parte, ya que al haberse dado a la fuga el motociclista, y no habiendo tenido chance de ver su placa (era de noche y estaba oscuro) – es decir, al no haber a quién denunciar – el parte únicamente hubiera producido como efecto que el Juzgado pusiera un gravamen sobre mi propio carro. Sin embargo, eso significa que el Policía tampoco hizo un croquis del accidente. Ahora el INS no me quiere reconocer parte de los daños, amparados en la ausencia del tal croquis.

A la mañana siguiente al choque, llevé mi carro a un taller autorizado. Antes de hacerlo llamé a varios amigos y familiares con más experiencia en estas lides, y me recomendaron usar un taller que tuviera conexión vía Internet con el INS, porque se supone que de esa manera se puede hacer un avalúo remoto, viendo las imágenes transmitidas por el WebCam del taller, lo cual – se supone también – acelera el trámite. Así lo hice. El avalúo remoto – que no requiere ni el traslado del carro a las instalaciones del INS ni el traslado de peritos del INS al taller – tomó una semana exacta. ¿Por qué? Porque si. Nadie me ha podido dar una explicación satisfactoria. El resultado, como ya adelanté, fue que el INS decidió no reconocer parte de los daños. Esa batalla ya la perdí, pero con tal de que me puedan arreglar el carro y me lo devuelvan, no me quedó más que aceptar la arbitraria decisión del INS. A mi me toca comprar de mi propio bolsillo uno de los dos “stops” traseros, además de pagar el deducible de un choque en el que no tuve culpa alguna.

Hoy se cumplieron dos semanas desde que llevé el carro al taller. Los repuestos aún no han sido comprados por el INS, de manera que mi carro no puede ser arreglado. En el taller me informan que el INS tiene programado emitir la orden de compra el jueves. ¿Por qué? Porque si. Mientras tanto, ahí me la tengo que jugar como un vikingo en taxi, en bus, o dejando a mi doña sin carro, lo cual además implica que a media jornada laboral tengo que salir corriendo para llevar al carajillo a su clase de taekwondo o a recoger a la otra del Jazz.

No me queda más que seguir esperando como idiota… a que se me venza el malparido seguro para ir a contratar uno nuevo con alguna otra empresa. No se si la experiencia vaya a ser mejor que con el INS, pero al menos me podré dar el gusto de dejar de contratar al cochino monopolio al que siempre pagué puntual las primas, pero que cuando necesité la cobertura, escogieron vacilarme con un servicio peor que pésimo y una arbitrariedad que ya, ante la presencia de competidores, es difícil de comprender. Old habits die hard.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Gobernar, doña Laura, es cuestión de prioridades

Resulta que doña Laura Chinchilla no aparecía en escena porque andaba encuevada preparando su Plan Nacional de Desarrollo y su discurso de los 100 días. Pero ahora que se apareció, no ha hecho más que incrementar las dudas y preocupaciones que manifestamos en la carta abierta que le dirigimos la semana pasada. Permítame, amable y paciente lector, continuar con el diálogo imaginario que planteamos con nuestra señora Presidenta a partir de dicha carta.

Seguir leyendo...


En primer lugar, doña Laura, permítame felicitarla por haber anunciado su Plan de Desarrollo en poco más de tres meses, en vez de tomarse el 25% de su período presidencial ponderando lo imponderable, como han hecho muchos otros gobiernos antes que el suyo. Como le dijimos en nuestra anterior carta, no estaremos de acuerdo en todo, pero ahora por lo menos sabemos por dónde vienen los balazos. Acto seguido, permítame también manifestarle algunas dudas que me surgen de lo que su gobierno nos plantea, no porque esté en desacuerdo con ello, sino porque me parece que no hay coherencia entre las metas propuestas, las herramientas escogidas para buscarlas, y los resultados que podemos esperar alcanzar con dichas herramientas.

Usted reconoce correctamente que hay mucho más por hacer que lo que se puede razonablemente exigir en un plazo de cuatro años, que son los que le toca andar montada sobre el Chirrite. Por ello le recuerdo, doña Laura, que gobernar se trata justamente de establecer prioridades y trabajar para lograrlas, aunque ello signifique tácitamente que será necesario sacrificar otras áreas. Hoy no voy a entrar a discutir sus prioridades, porque usted es la Presidenta que escogió el pueblo justamente para tomar esas decisiones. Lo que le voy a rebatir son las incongruencias que referí en el párrafo anterior.

Una de las áreas en que su campaña generó grandes expectativas fue en la de la seguridad ciudadana. Si nos guiamos por las más recientes encuestas de opinión, es también la principal preocupación de la población costarricense. Siendo entonces que esta es un área de la más alta prioridad, me perdonará que le diga que me sorprende y me asquea el cinismo que exhibe en la entrevista que publica hoy La Nación, donde dice usted que “En la más ambiciosa de todas, que es la de seguridad, hemos sido muy claros de que requeríamos recursos adicionales. Si no se nos dan los recursos, va a ser muy difícil cumplir eso, pero desde la misma campaña lo sabíamos”. Lo sabíamos, pero no lo dijimos… En todo caso, doña Laura, y volviendo al tema, si esta es una de las principales prioridades, pienso que no debería quedar su cumplimiento sujeto a la eventual aprobación de más impuestos o de un paquete fiscal. A las prioridades se les asignan recursos existentes; lo demás lo podemos amarrar a la mejora de la situación fiscal.

Seamos realistas, doña Laura, ninguno de los dos gobiernos anteriores logró convencer al país o a la Asamblea Legislativa de la necesidad de crear más impuestos. Usted alcanza un índice de aprobación de apenas 38% de la población a 3 meses de iniciada su gestión, lo cual no le da la fuerza “popular” necesaria para imponer nuevos tributos. Y el mundo está sumido en una severa recesión, cuando lo recomendable es hacer justamente lo contrario a subir los impuestos. Así que me parece que nos ha cantado usted la crónica de una muerte anunciada, y no vamos a tener grandes avances en la principal de sus prioridades y de las exigencias ciudadanas, como lo es reducir la inseguridad.

Y ya que hablamos del tema fiscal, me angustia su actitud. Nos dice que usted creyó “que el déficit para este año podría ser del 3% y para el próximo podría ser del 4%, pero estamos hablando de que este año va a cerrar cerca del 5% y el próximo, si no hacemos nada, podría estar cerrando en un 6%. ¡Si no hacemos nada! Eso, justamente, es lo que me preocupa. Que usted parece haberse casado desde ya con la idea del paquete tributario, y en eso se parece ominosamente a Abel Pacheco, que se pasó los 4 años clamando por uno, sin hacer absolutamente nada más. Si conseguir las metas propuestas en el PND va a depender de la aprobación de una “reforma fiscal”, estamos muy mal encaminados.

Abel Pacheco no hizo nada en 4 años. En el gobierno de Oscar Arias, don Guillermo Zúñiga al menos le entró en serio a apretar las tuercas de la recaudación, lo cual combinado con un dinámico crecimiento económico, permitió aumentar la recaudación significativamente. Y a pesar de ello, con niveles de evasión calculados en más del 50% en cada uno de los principales impuestos (venta, renta), queda mucho espacio para mejorar. Lo que nadie ha hecho en los últimos 8 años es entrarle al lado del gasto: a revisar cuáles programas cuestan más que los beneficios que producen, o cuáles instituciones gastan el 95% de su presupuesto en salarios y sólo el 5% para invertir en lo que la ley establece como su cometido. Doña Laura, no se confíe con la reforma fiscal, la probabilidad de que la logre no es alta.

Por último quiero llamar la atención sobre otra incongruencia de su discurso. Nos dice en la misma entrevista que su principal error de estos primeros 100 días fue no haber sido “más clara y contundente con el tema de los salarios de diputados”, y que si hubiera “transmitido con más oportunidad instrucciones claras, habría economizado mucho desgaste.” Me parece muy sana su honestidad para reconocer errores, y por eso la aplaudo. Por lo mismo, me causa desasosiego que seis preguntas más tarde vuelva usted con los paños tibios, al responder como Cantinflas, es decir, al responder sin responder, la pregunta sobre el proyecto de ley que reconocería las uniones homosexuales. Que la Presidenta de la República se atreva a decir “No, yo no me voy a pronunciar sobre eso, esa es una decisión que está en manos de los diputados”, como si no existiera toda una dinámica entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, y muy en particular entre la Presidencia de la República y la Asamblea, es evidencia de que usted, si bien puede reconocer sus errores, no es capaz de aprender de ellos.

Doña Laura, acépteme un pequeño pero fundamental consejo: la Presidencia de la República se debe de ejercer con liderazgo.

martes, 17 de agosto de 2010

¿Por qué Costa Rica no progresa?

Desde hace mucho tiempo vengo insistiendo en que el subdesarrollo es un estado mental. Si estamos haciendo una carretera nueva, ¿tan difícil es coordinar para que los cables eléctricos y telefónicos y las tuberías potables, pluviales y sanitarias queden enterrados antes de construirla? No los aburro con mis palabras; les dejo la evidencia audiovisual para que juzguen por sus propios medios. Dada la impericia tecnológica del autor, la parte audiovisual va sin audio, pero dicen que una imagen vale más que mil palabras.


martes, 10 de agosto de 2010

Carta abierta a Laura Chinchilla

Estimada doña Laura:

Usted es el tercer Presidente de Costa Rica desde que empecé a escribir en La Suiza Centroamericana hace casi 5 años y medio. Mi motivación original para escribir un blog me la proporcionó justamente don Abel Pacheco, o mejor dicho, la inopia de iniciativa y la inacción de su lamentable gobierno. Luego vino el período de Oscar Arias, y aunque no estuve de acuerdo con muchas de sus decisiones, al menos el país empezó a tomar un rumbo claro que a quienes laboramos en el sector privado nos permitió volver a trabajar, invertir, y crecer. Si a Abel Pacheco le dedicaba 4 y hasta 5 comentarios semanales, a su sucesor don Oscar le dediqué, en los mejores tiempos, 3 ó 4 artículos al mes. Usted está a punto de cumplir 100 días en la silla presidencial, y la verdad es que estoy muy preocupado. Si las cosas siguen como hasta ahora, doña Laura, voy a tener que volver a escribir 4 y 5 veces por semana, y a usted no le va a gustar.

Seguir leyendo...


No se si usted ya se dio cuenta, pero su período presidencial ya comenzó. La cuenta regresiva arrancó desde el propio 8 de mayo, y ni siquiera en su propio partido la han querido respetar, echando las campanas electoreras al viento desde tan temprano en su gestión. O debo decir más bien que han arrancado la carrera electoral desde antes de que su gobierno empiece. Y no lo digo ni en sentido figurado ni en el sentido cronológico de la expresión, sino en sentido absolutamente literal. El 8 de mayo inició la cuenta regresiva, pero a hoy 10 de agosto, no parece que su gobierno haya arrancado. Su gobierno, doña Laura, está dando palos de ciego porque usted – que debería de ser su cabeza y los ojos que lo guían – usted, señora Presidenta, está lo que los gringos llaman M.I.A. – missing in action.

Una de las principales razones por las que firmo con un seudónimo, doña Laura, es un triste resultado de la descomposición social y política que vivimos en nuestro país. La verdad, señora Presidenta, es que tengo miedo, y lo poco que he visto de su gobierno hasta ahora me da más miedo aún. Tengo miedo de revelar mi identidad porque es mucho lo que tengo que perder y muy poco lo que podría ganar al hacerlo. Tengo miedo porque en este país es costumbre atacar al mensajero, no al mensaje. Tengo miedo porque he vivido en carne propia y de primera mano esa persecución, porque cuando me atrevía a decir públicamente lo que pienso, fui investigado, intimidado y amedrentado, únicamente por tener diferencias ideológicas – como fue descaradamente reconocido en una entrevista que un diario de circulación nacional efectuó a mi Torquemada personal (y actual miembro de su gabinete extendido) por aquellos años. En un principio creí, doña Laura, que con alejarme de la palestra pública y dejar pasar unos años todo cambiaría, pero no ha sido así.

Me asusta tremendamente que una mujer exitosa como usted, una mujer que ha luchado contra la discriminación de género, que ha luchado contra los estereotipos y el machismo de nuestra sociedad, que ha tenido un hijo fuera del matrimonio – por lo cual no la juzgo – sea ahora tan dócil y cobarde frente a la Iglesia y sus designios ultraconservadores. Me preocupa que una persona que ha luchado por la igualdad de las mujeres, no haya levantado su voz en defensa de los derechos de una minoría como la homosexual, que nuestras leyes tratan como ciudadanos de segunda categoría. Me preocupa porque no sabemos si el día de mañana otro grupo de ilustres ciudadanos va a proponer un referendo para limitar los derechos de alguna otra minoría – indígenas, negros, chinos, mormones – pero sí tenemos la lamentable certeza de que nuestra primera Presidenta mujer no moverá un dedo por ellos.

Se decía que al país le vendría bien una mujer Presidente, porque vendría a cambiar la cara de la política: más solidaridad, honestidad, compasión, y menos chanchullo, injusticia y maldad. Lo que no sabíamos, doña Laura, es que incluido en el paquete – el suyo, no el de “la mujer” – también comprábamos la indecisión. No sabemos a estas alturas si su indecisión se debe a pendejera, vil cálculo político, o a que la camisa le quedó demasiado grande. Pero ya vivimos 4 años de eso bajo Abel Pacheco, y sabemos que es tremendamente nocivo para el país.

Doña Laura, como costarricense preocupado se lo digo con sinceridad: necesitamos que usted nos guíe, que de la cara, que azuce a su gabinete, que lidere con el ejemplo, y que ponga las cosas a trabajar. Necesitamos que tome decisiones y las implemente, no que se dedique a masticar información y a posponer la toma de decisiones. Necesitamos que se olvide del cálculo político y muestre esa compasión que todo Costa Rica espera de usted y desea con muchas ansias. Sobre todo, doña Laura, necesitamos que usted nos diga hacia dónde nos quiere llevar, y cómo lo va a hacer. No siempre estaremos de acuerdo, pero mientras haya un rumbo claro y sepamos a qué atenernos, las cosas van a funcionar. Mientras no tengamos esa visión de conjunto, las acciones aisladas de sus ministros y vicepresidentes no nos parecerán más que una colección de ocurrencias sin ton ni son, y sin rumbo ni razón.

Atentamente,


Dean CóRnito