lunes, 21 de septiembre de 2009

La Nación: Por favor cambien al titulista

Uno de los trabajos más divertidos, y a la vez más difíciles, de escribir, es escoger el título de lo que sea que uno escribe. En los principales diarios, donde tienen gente especializada hasta en escribir obituarios, uno ha de suponer que existe un puesto de trabajo cuya responsabilidad es poner títulos a los artículos y a la portada. El titular de la portada puede mejorar la venta de periódicos, pero la ética periodística exige que no se sacrifique la veracidad en el altar del márquetin. El responsable de los títulos de primera plana de La Nación se ha olvidado de ese compromiso ético (¿o será un mandato de la Gerencia o de la Junta Directiva?), y debe de ser destituido. Un par de ejemplos recientes nos demuestran por qué.

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El día de hoy el titular principal de la portada proclama que “Crisis económica obliga a reducir fondos de Avancemos. Gobierno desiste de dar beca a 40.000 estudiantes pobres.” Mientras se bañaba, Dean CóRnito ya estaba redactando mentalmente lo que iba a ser el post de hoy, criticando con toda la acidez del mundo al gobierno de la República por su irresponsabilidad, con el argumento de que dejar de dar becas a estudiantes pobres los podría obligar a desertar y que eso los introduce en una espiral de pobreza de la que resulta imposible salirse. Tal como sucedió durante la crisis económica de principios de los años ochenta (durante el Carazato), producto de la cual la matrícula en secundaria cayó a casi la mitad y pasaron más de 20 años hasta que los niveles de matriculación volvieron a los de los años previos a la crisis. Y de paso una generación de costarricenses se sumió en ese ciclo de pobreza al cual están condenados de por vida, por no poseer ninguna de las habilidades que demanda el mercado laboral hoy en día.

Ya desayunando me leí el reportaje en cuestión, y resulta que la historia no es como el titular la pintaba. El programa Avancemos llegó en este año 2009 a dar 150.000 becas a estudiantes de secundaria, y para el próximo año los fondos van a alcanzar para dar unas 160.000 becas, en vez de las 200.000 que en principio el gobierno hubiera deseado. En realidad los fondos del programa van a crecer con respecto al 2009, aunque serán menores que los originalmente presupuestados. Lo cual resulta lógico dada la precaria situación fiscal en que nos encontramos. Más aún, según datos del IMAS y del MEP, el programa Avancemos ya cubre al 47% de los estudiantes de los colegios secundarios públicos del país, con lo cual están más que atendidos los estudiantes pobres en riesgo de deserción. Aunque el titular en si no miente, lo deja a uno con la impresión de que más bien 40.000 estudiantes iban a dejar de recibir una beca que ya estaban recibiendo. Si bien en este blog nos encanta criticar a nuestros gobernantes, no nos gusta hacerlo por el mero arte de criticar. El titular de La Nación parece estar diseñado para que un porcentaje importante de la población que únicamente lee los encabezados y no los artículos se quede con la idea equivocada. Y eso definitivamente sobrepasa la fina línea que separa al mercadeo ingenioso del amarillismo desvergonzado.

Un segundo y más lamentable ejemplo lo fue el titular del viernes pasado: TSE abre portillo para encubrir donaciones. Aquí ya ni siquiera se trata de un titular confuso, es simple y sencillamente engañoso y mentiroso. Lo que pasó fue que al Tribunal se le pidió una interpretación de una norma contenida en el nuevo Código Electoral – que entró en vigencia a principios de este mes – que habla de la compra de bonos de la deuda política por parte de sociedades anónimas. El TSE las califica – correctamente, en la opinión de este autor – de inversiones, no donaciones, pero reconoce que se podrían prestar para hacer donaciones encubiertas (bonos que se compran y luego no se cobran ó, más claro aún, bonos que se compran a partidos que probablemente no alcanzarán el porcentaje de votación necesario para hacerse acreedores de la deuda política). El Tribunal reconoce que a priori no se puede considerar que toda adquisición de un bono sea una donación encubierta, y el TSE aclara que esas situaciones se verán caso por caso. Como lo dijo don Constantino Urcuyo en el programa de Amelia Rueda en Monumental el mismo viernes, las normas son generales, y los tribunales ven casos específicos. Pero el titular de La Nación de una vez se va a la yugular del TSE, echándole las culpas de algo que está en una ley, aprobada por la Asamblea Legislativa y no por el Tribunal Supremo de Elecciones. Con esta irreflexiva actitud, contribuye La Nación innecesariamente a desprestigiar al tribunal electoral, de lo cual luego se valen fuerzas marginales y de posiciones extremistas para atacar a la democracia costarricense o desconocer los resultados de unas elecciones generalmente limpias y ejemplares.

Son solo dos ejemplos, pero se trata de dos de los últimos cuatro titulares de La Nación. Si nos ponemos a buscar más, estoy seguro de que los encontraremos. En los círculos blogueros a La Nación se le considera un medio esnobista, elitista, y mentiroso. Incluso a quienes la leemos nos critican por hacerlo o por basar nuestros escritos en artículos o reportajes aparecidos en dicho diario. Lo que nadie puede negar es que La Nación es un formador de opinión pública, labor que sus altos ejecutivos y principales articulistas reconocen y en el que parecen deleitarse. El punto es que un periódico de la estatura moral que cree o pretende tener La Nación no puede violar de una manera tan descarada los principios del periodismo ético sin que ello traiga consecuencias.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Sin huevos no hay Presidente

No, este no es un artículo sexista, chovinista, ni mucho menos. Esta no es una serruchada de piso a Laura Chinchilla, por aquello de que es la primera mujer candidata presidencial por un partido grande y con posibilidades reales de ganar. Es más, este artículo nada tiene que ver con ella. Me refiero a los proverbiales huevos, no a los huevos físicos. A aquellos huevos que, nos gusten o no los personajes, tenían bien puestos Margaret Thatcher y Golda Meir, sólo para citar dos ejemplos. El tipo de huevos que en este país escasean, porque no los ponen las gallinas. El tipo de huevos que Oscar Arias, al igual que Abel Pacheco antes que él, evidentemente no tiene. Pero no el tipo de huevos que la gente, confundida, piensa que tenían maricones como Pinochet, Videla, o Trujillo, o que creen hoy que tienen mangantes como Chávez, Morales o Ahmadineyad.

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En este país de educación lamentable, la gente confunde autoridad – entendida en este contexto como la potestad, facultad, o legitimidad de un gobernante para actuar de acuerdo con el mandato constitucional y electoral – con autoritarismo, que no es más que la actitud de quien ejerce con exceso su autoridad. El Presidente de la República es elegido para actuar, en nombre del pueblo y dentro de los confines que le establece el marco jurídico, en aras del beneficio de la población. Desde José María Figueres (1994-1998) hasta hoy, todos los Presidentes de Costa Rica han repetido la cantaleta de la ingobernabilidad para justificar su propia pasividad o incompetencia. Y en los últimos meses Oscar Arias ya cansa con el cuento. Pero, ¿qué ha hecho él para mejorar la gobernabilidad?

Uno se pregunta dónde está o estaba el Presidente cuando, mientras su Ministerio de Obras Públicas anunciaba la necesarísima ampliación de la Radial de Sabana Sur, el AyA se negaba a reubicar (unos centímetros hacia abajo) la tubería de agua potable que pasaba por allí, lo cual obligó a dejar un desnivel de hasta 24 centímetros entre el nivel de la calzada y el de las aceras y propiedades que tienen frente a esa vía. ¿Cómo puede ser que si se establece como prioridad de gobierno ampliar y cambiar la superficie de rodamiento de esa radial, una institución pública cuyo Presidente Ejecutivo y la mayoría (sino la totalidad) de su Junta Directiva han sido nombrados por el Presidente actual de la República se niegue a colaborar con semejante obra? ¿Es que pueden hacer lo que les venga en gana? ¿Para qué sirve la autoridad del Presidente si ni siquiera aquellos que él ha nombrado colaboran con sus planes y proyectos? Esto no es culpa ni de la constitución, ni de una malentendida ingobernabilidad que aparentemente flota en el aire y se transmite como la fiebre AH1N1. Es falta de huevitos presidenciales.

En la misma dirección, uno debe cuestionar el juicio de nuestro Presidente al escoger hace menos de tres meses a un tal Agustín Mourelo como Presidente Ejecutivo del INVU. Es legítimo preguntarse qué proceso de revisión de antecedentes y selección utilizó el Presidente para nombrar en un puesto de confianza a un funcionario que a los dos meses se ha convertido en enemigo de la Administración al plantearle un recurso de amparo exigiendo – en plena crisis fiscal – el traslado de 38.000 millones de colones de Hacienda al INVU. Y no es que don Agustín no tenga razón; según lo que reporta la prensa, desde 1964 el Gobierno Central no ha girado una subvención establecida en la propia Ley del INVU, y que las actuales autoridades de ese Instituto estiman en 38.000 millones de colones el valor actual de lo adeudado. Sin embargo, entre bomberos no se majan la manguera, que es justamente lo que está haciendo el Presidente Ejecutivo del INVU. Nuevamente, este no es un asunto que se resuelve convocando una constituyente – el nuevo discurso presidencial – sino amarrándose los pantalones y asegurándose de nombrar en los puestos de confianza a personas que vayan a jugar para el propio equipo, defendiendo la camiseta nacional por encima de cualquier otro interés. Esto evidencia, una vez más, falta de autoridad, falta de los proverbiales huevitos en nuestro Presidente.

Ejemplos como este hay muchos más. El ICE dándole largas injustificadamente a la definición de las bandas a liberar del espectro celular para la entrada de competidores. El ICE negándose a pagar el canon de regulación para la creación de la SUTEL, una vez aprobada la ley de apertura en telecomunicaciones. El ICE negándose a cumplir con las resoluciones tarifarias de la ARESEP, empleando toda clase de artilugios jurídicos. ¿Dónde estaba el Presidente de la República en todos estos casos para exigir al Presidente Ejecutivo del ICE – nombrado por él mismo – ponerse a tono con las prioridades del propio gobierno? ¿No fue acaso este gobierno el que dio la lucha por la aprobación del TLC y sus leyes conexas, incluida la de apertura en telecomunicaciones? O cuando toda la Junta Directiva del Bahnvi, Ministra de Vivienda incluida, se fueron a almorcenar en Cerrutti, y el asunto se resolvió rompiendo la cuerda por lo más delgado (la renuncia del Gerente del Bahnvi), sin que el Presidente trajera a cuentas a la Ministra ni a ningún otro directivo de los nombrados por él. ¿Dónde estaba el Presidente para exigir a sus funcionarios del sector Vivienda, los de confianza especialmente, cumplir con el código de ética que la propia Administración anunció con bombos y platillos?

Al igual que Kenton, Oscar Arias es un director técnico con mucha preparación. Al igual que a Kenton, se lo comió el manejo del camerino. Demasiadas estrellas buscando brillar por su propia cuenta, y no por el interés superior de la patria. Lo que le falta es relleno en los calzoncillos presidenciales. Costa Rica no necesita una nueva constitución. Costa Rica necesita un líder con huevos, que sepa movilizar – con absoluto apego y respeto al marco democrático – a su equipo de trabajo y a todo el país para conseguir las metas trazadas en el plan de gobierno y en el plan nacional de desarrollo. Lo demás es cuento.

martes, 15 de septiembre de 2009

¿Independientes?

Es evidente que en Costa Rica mucha gente no sabe qué exactamente es lo que se celebra en el Día de la Independencia. El problema pasa por la abyecta ignorancia en que nos ha sumido un mediocre sistema educativo diseñado a principios de la década de los 70s del siglo pasado para – así como lo dijeron nuestros entonces gobernantes, sin pelos en la lengua ni un dejo de vergüenza en su discurso – domesticar a la ciudadanía. Un triste ejemplo de esta ignorancia nos salta a la cara desde la página 7A de La Nación de hoy, en un anuncio del Banco Nacional. Por no tener escáner en mi casa, transcribo el texto: “Algunos creyeron alguna vez que tú merecías nacer en una nación libre… Otros lucharon por hacerlo posible… Y hace 188 años alguien lo logró.

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¿Alguien? ¿Un desconocido? ¿Una sola persona? ¿Acaso no conocemos los nombres de nuestros próceres? Me disculpan si me encuentran algo sensible, pero la redacción en cuestión me parece ofensiva, en primer lugar porque revela la ignorancia de quienes hayan tenido la responsabilidad de redactar y de aprobar la publicidad mencionada, pero más importante aún, porque en su ignorancia, los responsables de este mensaje glorifican La Ignorancia, desvirtúan el significado de la independencia, y demeritan la labor de los prohombres que en los primeros años de nuestra existencia como nación libre tuvieron que luchar contra fuerzas externas y, sobre todo, fuerzas internas que deseaban mantener el sometimiento a la corona española o crear uno nuevo hacia el Imperio Mexicano. Porque, si bien es cierto la independencia llegó a Costa Rica por correo, la verdadera lucha por esa independencia caída del cielo sobrevino una vez que nos vimos en la condición de país libre.

No es mi intención extenderme sobre hechos históricos fácilmente verificables, así que los dejo con tres comentarios cortos /reflexiones sobre temas de actualidad, aparentemente sin relación entre si, pero unidos por el eje central de la malentendida independencia.

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Algunos trasnochados creen que la principal amenaza a nuestra independencia proviene del “imperio del norte”, del gran satán americano. Pero no es así. La principal amenaza a nuestra existencia como país democrático e independiente proviene de un imperio de otro tipo y de otra la latitud. Se trata de un imperio comercial, que proviene del sur. Hablo, para los escasos de entendederas, del Narcotráfico. Como lo demuestran las noticias de los últimos 25 años, poco a poco se ha ido colando y asentando en nuestra sociedad, en nuestro sistema político, y en nuestro poder judicial. Aparentamos sorpresa cuando un vecino en un barrio otrora decente es llevado preso después de un operativo a las 5 de la mañana ejecutado por decenas de policías enmascarados, y más bien decimos a la prensa que “era un buen vecino, con nadie se metía, no tenía problemas con nadie”, pero olvidamos que ese mismo buen vecino fue el que de la noche a la mañana cambió el transporte público por una flotilla de “últimos-modelos” en su garaje, su casita de barrio por una mansión fuera de toda proporción, y el radio de transistores por pantallas de plasma en todas las habitaciones. Y que dependemos de ellos es más que evidente cuando vemos que 70 policías metropolitanos de San José cobraban a los malhechores por permitirles seguir operando con impunidad, o cuando varios policías y ex -policías de la zona sur son detenidos porque se descubrió que eran en realidad operativos de una banda de distribución de drogas. Y peor aún cuando vemos que el Despacho del Presidente de la Corte Suprema nombra jueza interina a una muchacha de 23 años con menos de dos meses de haberse incorporado al Colegio de Abogados, y que ésta se toma la atribución de liberar a los acusados a pesar de que, siendo policías o ex -policías, están en perfecta posición para obstruir cualquier investigación, destruir o hacer desaparecer evidencia, e intimidar o eliminar a los testigos. Y no es, lamentablemente, ni el primer caso de un juez que responde a los intereses del narcotráfico, ni un caso aislado de policías que trabajan para las redes del narcotráfico.

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De libertaria a liberacionista. La diputada Evita Arguedas, que se valió del Movimiento Libertario para llegar a la Asamblea, que una vez allí evidenció no conocer ni compartir la doctrina liberal, y que se declaró “diputada ¿independiente?”, revela ahora que de independiente no tenía más que el adjetivo. Como otros calientasillas de la actual legislatura, corrió a dar su adhesión a Laura Chinchilla, pero para distinguirse de aquellos, orgullosamente declara y aclara que “ahora también es militante del Partido Liberación Nacional”. O sea, no somos nada. Evita Arguedas ha demostrado que la única libertad en la que cree es la libertad de arrimarse donde mejor le caliente el sol, y que eso puede ser en las playas del ML si eso le permitirá alcanzar un puesto para figurar, o en las costas del socialdemócrata PLN si se vislumbra que por ahí pasa ahora la procesión del poder. ¿Independiente? Ni por asomo. La tercera acepción del vocablo independencia en el Diccionario de la RAE dice: Entereza, firmeza de carácter. No confundamos firmeza de carácter con personalidad fuerte. No se puede decir que se distinga por su entereza una persona que hoy se dice libertaria y mañana milita en un partido que propone una importante intervención estatal en los asuntos privados de los ciudadanos, sean en el ámbito de la economía o de la libertad religiosa. Firmeza de carácter es mantener lo que uno piensa y cree a pesar de las modas, de los popularímetros, o de qué tan cerca o lejos esté uno del centro de poder por causa de sus ideales.

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Otro ámbito en el que definitivamente nuestro país no es independiente es el de la libertad religiosa. Monseñor Ulloa no hizo más que abrir la bocota, con profundo irrespeto para la democracia costarricense, y ya corrieron los candidatos a diputados por el PLN a enterrar no esta, sino cualquier propuesta de reforma constitucional tendiente a eliminar el carácter confesional del Estado Costarricense que se pueda presentar en los próximos cuatro años. El argumento de que la reforma del Artículo 75 debe de ser consultada previamente con la Iglesia Católica es patético y demuestra un irreflexivo y vergonzoso sometimiento - en materia política - a los dictados de los clérigos locales. Es como preguntar a un drogadicto si quiere que le quiten la droga, o a un gordo patológico si quiere que le quiten la comida. Dicho argumento, no lo perdamos de vista, fue esbozado originalmente por la candidata paños tibios de Liberación Nacional, Laura Chinchilla, después de que el Obispo de Cartago exhortara a la feligresía a no apoyar a los candidatos que piensen diferente de él y de la Iglesia Católica Costarricense. Lástima que aquí nadie se interesó por averiguar que la mismitica Iglesia Católica de Roma, representada por el usualmente vilipendiado Papa Benedicto XVI, se ha pronunciado hace exactamente un año a favor de un estado laico que sea garante de la libertad religiosa de los ciudadanos, cuando dijo que “es fundamental insistir en la distinción entre el ámbito político y el religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos". Lo de la Iglesia local no es más que el revoloteo habitual de quien ve amenazada su posición de poder; lo de Laura Chinchilla y sus candidatos a diputados es producto de la ignorancia – nuestra independencia nuevamente amenazada por La Ignorancia – y del cálculo político oportunista y empequeñecedor. Porque no hay peor violación a nuestra libertad – a nuestra verdadera independencia – que cerrar las puertas a la sana discusión de ideas.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Iglesia y Estado

Un grupo llamado Movimiento por un Estado Laico en Costa Rica propuso una reforma constitucional que haría al Estado costarricense neutral en materia religiosa, dándole el deber de garantizar la libertad de las personas de escoger cualquier religión que sea respetuosa de los derechos humanos, o de no adoptar ninguna, si tal es su preferencia. La propuesta consiguió el apoyo de la cantidad necesaria de Diputados para que pueda ingresar a la corriente legislativa, así que quedará ahora en manos de la Asamblea decidir si acoge la reforma o no. Hace exactamente cuatro años y un mes publiqué en este blog un artículo sobre este tema, y hoy lo reciclo por haberse puesto de moda nuevamente. Ojo que hace referencia a algunos eventos de hace cuatro años, lo cual no invalida el fondo ni el mensaje.

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3 de agosto de 2005.

Como regla general, a Dean CóRnito no le gusta hablar de religión, por muchas razones que no vienen al caso y una que sí: que escribiendo sobre política se echa encima suficientes enemigos gratuitos como para además provocar la ira de curitas, pastores, reverendos, ministros, rabinos, imanes, mulás y demás sacerdotes de las religiones, sectas y denominaciones que abundan en el mundo. Así que no vamos a hacer una excepción en este caso, y al hablar de la Iglesia Católica en este artículo, nos limitaremos a los aspectos político-financieros de su relación con el Estado costarricense. Allá cada quien con sus creencias y preferencias; aquí las respetamos todas.

Costa Rica es uno de los pocos países del hemisferio occidental que tienen una religión oficial de Estado. Y aunque en la práctica Costa Rica es bastante tolerante de las religiones “no oficiales”, el solo hecho de que haya una religión de Estado ya es discriminatorio para quienes no practican esa religión.

Creciendo en este bello país, nunca entendí el concepto de religión oficial de Estado. Las preguntas que me hacía, infantiles como era de esperar, eran del tipo: ¿Acaso la Corte Suprema de Justicia va a misa?, ¿Se confiesa la Asamblea Legislativa?, cuando se clausura una entidad pública, ¿recibe la extremaunción?, y otras por el estilo. Cuando fui creciendo y entrando en contacto con gente de otras religiones, me di cuenta de lo que en términos prácticos significaba: si usted es católico, casi nunca va a tener que hacer tediosas filas en el Registro Civil. Por ejemplo, su matrimonio por la Iglesia queda automáticamente inscrito en el Registro, ya que el acto del cura tiene validez religiosa y legal a la vez. Si usted es de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y se casa por la religión, si se olvida de inscribir el matrimonio en el Registro Civil, el día que usted tenga hijos, ellos serán considerados “hijos naturales”, un eufemismo legal equivalente a “bastardos” en la jerga religiosa (hijos concebidos fuera del matrimonio).

No es el único ejemplo, pero con ese nos basta para ilustrar por qué consideramos discriminatoria la existencia de una religión oficial del Estado. Mucho se habla de la necesaria separación de Iglesia y Estado, pero mientras el Estado siga teniendo una religión oficial, esa separación no existe ni siquiera en el papel. Por eso, cuando el Ministerio de Educación quiere incluir una guía de educación sexual en los programas educativos, no se puede enseñar a los jóvenes colegiales del peligro de las enfermedades de transmisión sexual y cómo evitarlas con el condón, ya que la Iglesia únicamente permite hablar de la abstinencia como opción para las personas solteras. Muy loable objetivo, pero completamente ilusorio e irreal. Por la misma razón, no se puede enseñar a las muchachitas a prevenir embarazos no deseados, porque sólo se les puede hablar de abstinencia y no de prevención ni de planificación.

Hace poco el Ministerio de Salud propuso una reforma integral a la Ley General de Salud, ya que la vigente data de mediados del siglo pasado. La Iglesia procedió a armar un revuelo porque el texto mencionaba la palabra aborto. Aunque, según aseguraron entonces los representantes del Ministerio, la reforma no pretendía legalizar el aborto, para la Iglesia resultó inaceptable que en el contexto de una Ley General de Salud se hablara del tema. Sobran los comentarios.

Todo esto es relevante porque, además de lo discriminatorio que resulta tener una religión oficial, la Iglesia Católica de Costa Rica, por ser la representante de la religión oficial del Estado, recibe anualmente una contribución del Presupuesto Nacional (de monto ignorado por este autor). El Artículo 75 de la Constitución Política dice que “La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres”.

No soy experto en la materia, pero tengo entendido que el Vaticano es uno de los estados más ricos del mundo, y que la Iglesia Católica tiene riquezas insospechadas. De ser así, y siendo el nuestro un país relativamente pobre y con tremendo déficit fiscal, la política de tener una religión oficial es inconveniente por partida triple. Para colmo de males, según lo reveló el Diario Extra ayer, la Iglesia Católica de Costa Rica figura en el “top 10” de patronos morosos con la Caja Costarricense del Seguro Social.

Eso si que es tenerla bonita: una institución inmensamente rica recibe un subsidio de un país pobre, y mientras en el país pobre vemos cómo la entidad estatal de medicina universalizada y seguridad social se nos desmorona, esa millonaria institución se da el taco de no pagar sus cuotas patronales. Yo no se cómo se verá eso el Día del Juicio Final, pero ante los limitados ojos de este ser terrenal, la cosa no pinta nada bien.