martes, 26 de agosto de 2008

Más perdido que el hijo de Lindbergh

La encerrona del Gobierno del fin de semana recién pasado terminó por confirmarnos lo que ya nos olíamos: este gobierno anda como tonto sin Mama, más perdido que el hijo de la Llorona. Para sustentar esta afirmación, basta con analizar las palabras del Presidente Arias en la conferencia de prensa posterior a la encerrona. Allí confesó cuáles son las áreas en las que el Gobierno ha quedado debiendo, y qué es lo que van a hacer al respecto.

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Hubo tres áreas principales a las que don Oscar hizo referencia: erradicación de tugurios, seguridad ciudadana, e inflación. En el primero de los temas, transcurridos 27 meses de gobierno (56% del período presidencial), apenas se ha cumplido un 26% de la meta propuesta al principio. En cuanto a seguridad ciudadana, el discurso se centró en los drogadictos “rompeventanas” de los cuales mi esposa fue víctima recientemente (ver Carta a la Ministra de Seguridad), ignorando de cuajo los asesinatos, asaltos, estafas y demás fechorías que todos los días victimizan a la ciudadanía costarricense. Y en cuanto a inflación, para este año la meta original era de bajarla a alrededor de un 6% a 8%, y sin embargo vamos directo hacia la mayor inflación de los últimos quince años, superando probablemente el 14% anual. El problema, sin embargo, no es la enumeración de los males (con la cual estamos en principio de acuerdo, aunque agregaríamos infraestructura, otro rubro en que el gobierno queda debiendo), sino en las soluciones propuestas.

Para erradicar tugurios en realidad no fue gran cosa lo que se propuso. Hemos de reconocer que el nombramiento hace unos días de la Ing. Clara Zomer como Ministra de Vivienda es un paso positivo, ya que por fin se da un nombramiento por mérito y no por amiguismo. Doña Clara fue la primera mujer en obtener el título de Ingeniero en Costa Rica, ha sido Presidente Ejecutiva del INVU y del INA, y ha ocupado, con éxito, cargos gerenciales y ejecutivos en el sector privado también. Pero no basta con tener una buena ministra si la burocracia del sector decide no cooperar y si los recursos para trabajar no están disponibles. Y en cuanto a esto último, el éxito del programa de erradicación de tugurios va a depender de la creación de un nuevo impuesto a las residencias de lujo, cosa que puede tomar varios meses, y luego otra cantidad más de tiempo hasta que se haga efectivo su cobro. Y eso asumiendo que no entremos en año electoral y entonces ninguna fracción legislativa de oposición que se quiera ver ayudando al gobierno de turno a subir impuestos en esa coyuntura.

Con respecto a la seguridad ciudadana, como dije, don Oscar se concentró en hablar de los “piedrerillos” que asaltan para poder comprar un poquito más de crack, y para ellos la solución será crear un hospital especializado en la desintoxicación y la recuperación de los drogadictos. Ninguna persona en su sano juicio podrá oponerse a la creación de semejante institución, pero hay que estar muy perdido para creer que esa va a ser la solución al problema que enfrenta la sociedad costarricense. En primer lugar, se necesitan muchos recursos y mucho tiempo para echar ese hospital a andar. En segundo lugar, y por naturaleza, los hospitales hacen labor curativa, no preventiva. Nada hacemos con curar a los drogadictos actuales si no erradicamos las condiciones de miseria que cada día llevan a más jóvenes a consumir drogas, si no hacemos una verdadera campaña preventiva, y si no dotamos a la policía de más recursos y a los jueces de mejores leyes para combatir la venta de drogas y también el consumo reiterativo de gente que se rehúsa a rehabilitarse. Además, y como lo sugerí dos párrafos arriba, el problema de la seguridad ciudadana es mucho más complejo que el de la rehabilitación de los drogadictos. El crimen organizado se ha adueñado de nuestro país, y sin embargo ayer los periódicos nos dieron la triste noticia de que los diputados han decidido excluirlo de la reforma al Código Penal porque la propuesta por el Gobierno era demasiado compleja. O sea, no estamos en nada.

Por último, con respecto a la inflación, la “solución” propuesta por Arias es hacer aumentos salariales que compensen la inflación. No discutimos la justicia de semejante propuesta; si el poder adquisitivo de los salarios se ha erosionado, algo debe de hacer la sociedad por ayudar a recuperarlo. El problema es que siendo esa la gran estrategia emanada de una encerrona del gobierno, el resultado será que la inflación en vez de llegar a ser controlada, será mucho mayor en años posteriores. Es bien sabido - y esto no es solamente teoría económica, sino que está claramente comprobado en el “mundo real” – que los aumentos salariales no correspondientes a aumentos en la productividad de los trabajadores son un disparador de la inflación. Tanto así, que una de las políticas “ortodoxas” del FMI para combatir la inflación es no aumentar los salarios o aumentarlos en proporción menor a la inflación, para cortar el ciclo inflacionario. En La Suiza Centroamericana no somos, ni nunca hemos sido, defensores del FMI ni de sus erradas políticas económicas, así que no estamos abogando por un recorte de los salarios reales. Simplemente estamos advirtiendo que la política propuesta por el gobierno va a producir resultados contrarios a los deseados. Otras políticas para combatir la inflación que supuestamente ha adoptado este gobierno han fallado; es una irresponsabilidad anunciar ahora que la solución es aumentar los salarios. Reconozcámoslo por lo que es: la decisión de aumentar salarios es demagógica y politiquera, y va a atizar la inflación del 2009 y 2010. La verdadera solución es mucho más compleja, y pasa por parar la expansión monetaria, eliminar las pérdidas del Banco Central, y controlar el gasto público, tres campos en los que este gobierno no ha hecho lo suficiente.

viernes, 22 de agosto de 2008

La Sele de Kenton

Es muy temprano para emitir un juicio definitivo, pero en el balance general no me gustó la Sele de Kenton. Habrá que darle más tiempo para que los jugadores asimilen el esquema y el técnico se de cuenta de cuáles turulatos no tienen que estar en el "equipo de todos", pero me parece que el tema no pasa necesariamente por la falta de tiempo.

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Permítanme resaltar primero lo positivo. El planteamiento claramente ofensivo, al menos en el papel, es de alabar. En otras ocasiones me he quejado de la actitud temerosa y timorata de nuestros equipos, y eso empieza desde los planteamientos ultradefensivos y el conformismo de los técnicos que piensan que no arriesgar y no perder es un buen resultado. El planteamiento de Kenton fue evidentemente agresivo, jugando con cuatro defensas, un contención que realmente suma en el ataque (Celso Borges), y cinco jugadores del medio campo para arriba de verdadera vocación ofensiva. Lamentablemente la agresividad teórica del planteamiento naufragó en la ineficacia del sistema de juego observado sobre el terreno.

El planteamiento, además de ofensivo, fue confuso. La defensa jugó con línea de cuatro, pero cometió reiteradamente un pecado cardinal: enviar a los dos laterales simultáneamente al ataque, sumándose muchas veces el contención y algunas veces también alguno de los centrales, dejando la retaguardia totalmente vulnerable. El Salvador no hizo goles porque no los fue a buscar y porque Quintanilla no llegó en su mejor noche. Otro equipo con más oficio nos hubiera podido golear.

En el ataque el planteamiento también fue confuso. Teniendo en la alineación a dos jugadores acostumbrados a jugar de centrodelanteros (Saborío y Alpízar), puso en ese puesto a Bryan Ruiz, que lleva años jugando de volante. Kenton mandó a Saborío a acarrear balones fuera del área, y a Alpízar a volantear por la izquierda. Sin embargo, Sabo nunca ha tenido buen manejo en el acarreo del balón, y Alpízar jugó tan abierto por la izquierda, que nunca pudo usar su pierna fuerte en los remates. Y Bryan, que usualmente hace un excelente papel como enganche o volante de llegada, demostró no sentirse bien ubicado en el puesto de centrodelantero. A Alonso Solís le pasó lo mismo por la derecha que a Alpízar por la izquierda. Y con una media cancha tan poblada y tan abierta, Costa Rica se perdió en un ineficaz juego de pases horizontales y en corto, olvidándose de la verticalidad y del vértigo.

No hay que confundir el planteamiento que ocasionalmente usa Jeaustin Campos en el Saprissa con el de Kenton de antenoche. Aunque en ambos casos Solís y Alpízar volantean con perfil cambiado, en el Saprissa juegan un poco más atrás y antes de entrar al área cortan hacia el centro para rematar con el perfil natural del jugador. En el partido contra El Salvador, el derecho jugó prácticamente como delantero izquierdo, mientras que el zurdo jugaba como delantero derecho. Eran paradójicamente Wallace y Junior los que hacían los cortes hacia el centro, quedando cada uno de ellos en posición de rematar con su pierna débil.

La escogencia (convocatoria) de jugadores tampoco me dejó muy satisfecho, aunque aplaudo el relativo rejuvenecimiento de la selección. En la portería tenemos un serio problema, porque no hay en Costa Rica un verdadero portero de Selección. Porritas está banqueado en el Saprissa, y en todo caso ya es un jugador que va de salida. Los tres convocados son los mejorcitos, pero Navas está muy joven y le falta experiencia, Wardy nunca ha tenido verdaderos retos al frente como para demostrar de qué madera está hecho, y Ricardo González, que tiene unos reflejos felinos, tiene un pésimo juego aéreo y peor dominio del área chica (y metió los escarpines un par de veces en el partido contra El Salvador con malas salidas que dichosamente no pasaron a más). En defensa, de los cuatro que jugaron desdel el principio, sólo Cristian Montero merece continuar como titular. Lástima que se lesionara, pero parece que la recuperación no va a ser prolongada. Segares no ha demostrado nada bueno con la Selección, ni en este partido ni en los anteriores con Medford, y esta vez más bien entró como desencanchado, cometiendo dos penales estúpidos que pudieron haber costado muy caro (el árbitro dichosamente no vio el primero). Wallace hace rato que está muy lejos de su mejor nivel; luce lento, impreciso en los pases, e incapaz de hacer un buen centro cuando pasa al ataque. Junior Díaz evidentemente está pasando por un bache; se nota que le afectó la bailada que le pegó Eto'o la semana pasada. Luce frágil en defensa y alocado en el ataque. De la media cancha para arriba, Alonso Solís, un jugadorazo en su club, tiene pendiente demostrar que es también jugador para Selección. Lo mismo podría decir de Alpízar, reconociendo que a ambos el planteamiento de Kenton les perjudicó. A Froylán no se le vio nada en el juego, excepto por la malacrianza para reclamar, lo cual nos recuerda que no merece estar en la Selección: ha desperdiciado todas las oportunidades que
la vida le ha dado, y ahora ni siquiera está muy activo y en un equipo como de tercera división.

Por último, me preocupó la falta de decisión de Kenton para hacer los cambios. El cambio de Ledezma por Bryan Ruíz si lo hizo a tiempo, pero se quedó ahí. Con Saborío amonestado y un árbitro que no le aguantó nada en toda la noche, lo debió cambiar y no arriesgar la expulsión, que era como la crónica de una muerte anunciada. Finalmente, con la expulsión de Saborío debió pasar el candado en defensa, y sin embargo tardó demasiado en hacerlo, arriesgando innecesariamente el resultado.

En resumen, cambió el entrenador, cambiaron algunos jugadores, pero seguimos teniendo serios problemas. Este partido, en casa y con el insulso planteamiento salvadoreño, era para golear. De visita las cosas van a ser más difíciles. Kenton quedó debiendo.

sábado, 9 de agosto de 2008

Iguales, pero no tanto

La Constitución Política costarricense garantiza la igualdad ante la ley a todos los ciudadanos, sin distingo de raza, sexo, credo, u orientación sexual. O al menos eso creíamos hasta ayer. Hoy todo es diferente.

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La Sala IV rechazó un recurso de amparo interpuesto por un homosexual que solicitaba el derecho a hacer visitas conyugales a su novio en prisión. Por lo que relata La Nación, pareciera que la Sala IV resolvió como si se tratara de un asunto de legalidad y no de constitucionalidad al considerar que "la actuación de la administración penitenciaria está ajustado [sic] a derecho y se enmarca dentro de sus competencias y atribuciones", ya que el Reglamento Técnico Penitenciario limita las visitas conyugales a parejas de distinto sexo. No soy abogado, así que de antemano reconozco que puedo estar equivocado en esta apreciación. El tema de fondo, en cualquier caso, no es este. El verdadero asunto es que de golpe y porrazo se ha negado a los homosexuales un derecho que, si bien no creo que sea fundamental, si tenemos los demás mortales en este país.

No estoy hablando de religión, ni tiene vela en este entierro. Estamos hablando de los derechos civiles de la gente. Las religiones se basan en principios "morales" y "éticos" que resultan de sus propias interpretaciones de la palabra divina, y aquí nadie, al menos no el autor de este blog, les niega el derecho a definir el matrimonio y la institución de la familia como mejor les parezca. Pero de lo que estamos hablando, por favor no lo pierdan de vista, es de derechos civiles.

Una sociedad liberal democrática no se puede basar en otro principio que la igualdad de derechos y oportunidades para todos sus ciudadanos, quienes deben tener libertad de elegir de acuerdo con sus preferencias, en el tanto que su escogencia no infrinja las libertades de los demás. Aunque esas escogencias sean contrarias a las creencias religiosas de otros.

En una sociedad liberal democrática como la nuestra, negar los derechos civiles de los homosexuales en aras de una ética basada en la religión o en la palabra de Dios, es pretender tapar el sol con un dedo. Como bien lo dijo Bob Marley, you can make it illegal, but you can´t make it impopular. Las relaciones homosexuales han existido y van a seguir existiendo independientemente de su estatus legal, así como siguen existiendo las pre-maritales, las extra-maritales, y la concepción de hijos fuera del matrimonio, todo lo cual hace más daño a la sociedad que la unión de parejas de un mismo sexo.

Algunos opositores a la aprobación de una ley que daría a los homosexuales el derecho de casarse en una unión civil legalmente reconocida alegan la supuesta tendencia de los gais a la promiscuidad. No me consta que exista evidencia científica de esta supuesta promiscuidad, pero aún si fuera cierta, el argumento no deja de ser un oxímoron. Si a alguien molesta esa supuesta promiscuidad, ¿por qué negarles entonces un instrumento legal que podría fomentar la lealtad de pareja entre ellos?

Más allá del tema fundamental de los derechos individuales, existen argumentos prácticos para dar a las parejas homosexuales derechos similares a los de un matrimonio civil. La línea argumental es prácticamente idéntica a la que defiende las uniones de hecho entre parejas de distinto sexo. La oposición a la unión civil homosexual es igual de visceral a la que en su momento enfrentó la reforma legal que dio estatus legal a las uniones de hecho. Es una oposición basada en el prejuicio, en el temor a las diferencias, y en el desconocimiento.

Así como muchas mujeres (en la mayoría de los casos) quedaban desamparadas cuando se separanban de un hombre con el que habían convivido en "concubinato escandaloso", o cuando él moría y no podían reclamar una pensión, así también en una relación homosexual monogámica las personas necesitan amparar a sus parejas con cuestiones tan básicas como el seguro médico universal, los derechos de herencia, y una pensión que permita vivir dignamente al que sobreviva al otro. Todas estas son cosas que harán más atractivo el formar relaciones estables y duraderas. Y reconocería sus derechos civiles a una minoría que se los merece.



sábado, 2 de agosto de 2008

Carta a la Ministra de Seguridad

Licda. Janina del Vecchio
Ministra de Seguridad
Presente

Estimada Señora Ministra:

Me atrevo a molestarla y distraerla de su apretada agenda, para expresarle ciertas molestias y temores que siento y que mucho tienen que ver con su actual trabajo. Lo que procedo a contarle no es un extracto de la sección de Sucesos de un periódico nacional. Son las experiencias de una familia común y silvestre que no ha descubierto la tecnología de la teletransportación y que por ende debe de salir a la calle todos los días para ir a trabajar, a la escuela, al doctor, al supermercado, a la gasolinera, etc. Y es que la gota que derramó el vaso fue el asalto que sufrió mi esposa esta semana en plena vía pública.

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Saliendo del Hospital CIMA, dirigiéndose hacia la pista en dirección a San José, con nuestros hijos en el carro, un tipo se acercó, rompió la ventana lateral con una piedra, y se llevó la cartera de mi esposa y una bolsa de compras que anteriormente había hecho en Price Smart. Las pérdidas materiales son lo de menos: teléfono celular TDMA que de por sí ya pronto iba a quedar obsoleto, unos ¢30.000 en compras de supermercado, aproximadamente ¢18.000 en efectivo, ¢200.000 de la reposición de la ventana quebrada (que el INS aparentemente se va a negar a cubrir porque mi esposa no llamó al OIJ desde el sitio del asalto ni se quedó esperando en una calle oscura a que apareciera el perito del INS, sin importar que no tenía cómo llamar porque le robaron el celular), unos cuantos lápices labiales, las tonteras usuales que lleva toda mujer en su cartera, tarjetas de crédito, chequera, cédula y licencia. La carrera frenética para cancelar las tarjetas de crédito y congelar los fondos de la cuenta corriente, así como suspender la línea del celular, todo después de las 7:00 p.m. cuando ni las contestadoras automáticas están trabajando. Dos días enteros perdidos presentando denuncia en el OIJ (para nada sirve, porque al ratero ni lo vieron y no hay manera de identificarlo), denuncia en el INS, dando de baja el servicio celular, descongelando los fondos de la cuenta corriente, solicitando cédula, haciendo examen médico para la licencia, solicitando licencia. Todo ello se reduce a tiempo y dinero perdido, y aunque el tiempo no se devuelve, lo material es todo recuperable.

Lo que si duele, señora Ministra, es que mis hijos lleven tres noches sin dormir bien, porque siguen aterrorizados. Que no se quieran subir al carro de su mamá, ni siquiera después de haberlo arreglado. Que no quieran subirse a la Autopista Próspero Fernández para ir a visitar a sus tíos y primos en Ciudad Colón porque hay que pasar frente al lugar del asalto. Nos han robado la paz, y a mis hijos, la inocencia propia de su edad.

Lo más lamentable, doña Janina, es que este no fue un hecho aislado. En esta última semana el pediatra de mis hijos se encontró un ladrón dentro de su casa, que queda justo en frente de una caseta de seguridad privada, en Escazú. Por suerte no pasó a más, pero ya nadie duerme tranquilo en esa casa. También esta semana a mi compañero de trabajo T. lo bajaron del carro y le robaron todo lo que traía, en Ipís. No sólo le quitaron sus pertenencias, sino también la tranquilidad. Después de sacarle el dinero y las llaves del carro, un ratero le decía al otro: ¿Qué, mae, quemamos a este hijueputa? ¿O lo dejamos en silla de ruedas? El pobre hombre tuvo que rogar por su vida, apelar a lo poco de humano que queda en estos animales urbanos para que no le hicieran daño por el bien de sus hijos, y para colmo de males, cuando lo dejaron tirado en un charral el pobre de T. se dio cuenta que se había orinado en los pantalones. Hasta la dignidad le habían robado.

En los últimos dos años, a mi amigo C. lo han bajado cuatro veces para robarle la bicicleta que usa para hacer ejercicios. Como compite en carreras, antes usaba bicicletas profesionales casi tan caras como un carro pequeño. Luego se cambió a entrenarse con baratijas compradas en el Hipermás, pero igual lo siguieron asaltando. Incluyendo la vez que, allá por El Rodeo, por la UPAZ, un carro lo embistió por detrás, de él se bajaron un par de tipos que se llevaron la bicicleta sin importar que ellos mismos la habían hecho mierda, y a C. lo dejaron sangrando y magullado en una cuneta.

Hace menos de dos meses asaltaron en la Avenida Central y a plena luz del día al papá de mi amigo Marcelo, el che, un viejito apacible de setenta y altos años, que finalmente había podido visitar Costa Rica cinco años después de que su hijo se viniera para acá. Cuando describió a la asaltante, inmediatamente los policías supieron quién es y dónde vive, y la fueron a buscar a la casa, donde encontraron los artículos robados. Yo me pregunto: si tan identificados tienen a algunos raterillos, cómo es que no los sacan de circulación?

En esos mismos días, un drogadicto rayó con un cuchillo el carro de mi mamá, de punta a punta, a plena luz del día, en Avenida 10 en San José, donde siempre están parados los drogadictos y nadie hace nada por sacarlos de la calle, mientras mi mamá observaba aterrorizada desde el interior del carro y rogando que únicamente contra el carro fuera el ensañamiento.

Hace cinco o seis meses le robaron la cartera a mi esposa, la misma que esta semana sufrió el “ventanazo”. Esto fue obra de profesionales. Sentada en un restaurante, dejó la cartera colgada en el respaldo de la silla, y cuando fue a pagar, la cartera estaba pero la billetera había desaparecido. En el rato que ella se tomó en comer, le metieron más de ¢450.000 en cargos fraudulentos a la tarjeta (que tuvimos que pagar, porque como le robaron la cartera completa, los rateros presentaron la cédula de mi esposa al pagar, y aunque en el video de seguridad de la tienda se ve que la “compradora” en nada se parecía a mi esposa, la compañía de crédito se lavó las manos). También aquella vez hubo que perder un día entero interponiendo denuncia en el OIJ, solicitando cédula y licencia, etc. Y para nada porque ni siquiera con el video de seguridad disponible los del OIJ lograron dar con los asaltantes.

También por esa época, a mi sobrino le robaron billetera y celular en las fiestas de Palmares. Algunos dirán que se la buscó; andaba en un molote y probablemente tapis. Pero nada de ello ayuda a disminuir la sensación de inseguridad imperante, que es a lo que quería llegar. Porque cuando usted asumió el cargo que hoy ocupa, y para el cual no está preparada de ninguna manera que se le mire, en sus primeras declaraciones públicas se dejó decir que el problema de inseguridad era más uno de percepción que de realidad. Como escribió alguna vez Ortega, no existe mayor traición a la realidad que conceder valor absoluto a una perspectiva, impidiéndole la integración con otras que son negadas. No pretendo entonces que mi experiencia o la de mi familia y nuestro entorno sea representativa de la realidad nacional, pero por lo que lee uno a diario en los periódicos, y lo que oye de amistades y familiares, nos parece que existen otras “perspectivas” más graves, que al ser integradas con la propia, nos arroja una triste interpretación de la realidad: el hampa se ha adueñado de nuestro país.

Vivimos en el siglo XXI, donde en un día cualquiera tenemos acceso casi instantáneo a una cantidad de información que hace apenas 25 años era imposible de obtener en un mes. Con la televisión, internet, prensa escrita y radio, a todas horas somos bombardeados por información de asaltos, asesinatos, choferes borrachos, etc. Puede ser que a eso se refería usted cuando hizo tan desafortunadas declaraciones. Pero la realidad es la que se ve en esos noticieros, y aún si dejaran de reportar tanto incidente, la realidad seguiría allí escondida y acechando a los ciudadanos de bien a la vuelta de cada esquina.

Doña Janina, usted fue precedida en su puesto por un señor cuyo único objetivo era robar segundos de cámara para lanzar una eventual candidatura. Él, a su vez, fue precedido por otro señor que en su momento, antes del descalabro del PUSC, guardaba similares esperanzas. Llevamos como mínimo ocho años de no tener un verdadero Ministro de Seguridad y usted, reconocida catedrática y excelente profesora, tampoco lo es. Por el bien de Costa Rica, por nuestra seguridad, apelo a su dignidad profesional. Si usted sigue creyendo que la inseguridad es un problema de percepción, por favor renuncie y pida a su Presidente que nombre a un Ministro que sepa verdaderamente cómo combatir este flagelo. Una ola de criminalidad como la que estamos viviendo hoy, si no se elimina de raíz, se convierte en bola de nieve. Así empezó México a mediados de los años 90, y hoy está desplazando a Colombia como la capital mundial del secuestro y otros no muy honrosos títulos. El país se nos está yendo de las manos, y más adelante será muy tarde.