miércoles, 15 de febrero de 2006

Mitos electorales

A raíz del resultado de las elecciones presidenciales recién pasadas, ha surgido una serie de mitos que pretende elevar dichos resultados a la categoría de hito histórico sin precedentes en la historia patria. La cuarta acepción del vocablo mito en el Diccionario de la Real Academia Española es: “Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen”. A esto, y no a otra cosa, me refiero cuando hablo de mitos electorales, y aquí pretendo exhibirlos por lo que son.

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Mito #1: La población está dividida 50-50 entre dos visiones de mundo radicalmente diferentes.

Sin entrar a hablar de filosofía e ideología – las diferencias entre la socialdemocracia a la Tercera Vía profesada por Oscar Arias y la socialdemocracia tradicional de Otón Solís son cuestiones de matiz más que de fondo – la realidad de los resultados de las elecciones no sustenta la afirmación. Aunque no conocemos aún los resultados definitivos, nadie me discutirá que los resultados fueron, a grandes rasgos y decimales más o decimales menos, 40% para el PAC, 40% para el PLN, y 20% repartido entre 12 otros partidos, votos en blanco y votos nulos. Desde aquí, la premisa del 50-50 va mal, ya que la “partición” es más bien 40-40-8-x-x-x-x. Pero, si tomamos en consideración el abstencionismo, que ronda el 35%, llegamos a la conclusión de que el 40% obtenido por cada uno de los dos candidatos mayoritarios representa en realidad el apoyo de apenas el 26% del electorado. De manera que, si hay algo que se aproxima a una división 50-50 es aquella entre quienes votaron por Arias o Solís (52%), y aquellos quienes no votaron por ninguno de ellos (48%, ya sea porque votaron por otros o porque se abstuvieron de votar). Lamentablemente, de ese 35% del electorado que decidió no ejercer su derecho al voto, no podemos hacer conjeturas del tipo “hubieran votado en la misma proporción que el resto de los electores” ó “se hubieran inclinado mayoritariamente hacia Otón Solís”, etc., por lo que no podemos incluirlos en la licuadora que significa asegurar que la población está dividida 50-50.

Mito #2: Las elecciones fueron un referendum sobre el TLC.

Más allá de lo evidente – las elecciones fueron para elegir gobernantes, no para decidir sobre el TLC – esta es otra afirmación que no encuentra sustento en la realidad. La gente tiene muchas razones para votar por éste o aquel candidato, y casi nunca se está de acuerdo con el 100% de la plataforma política de aquel por quien uno vota. Hay temas que resultan “decisivos” y otros que no lo son. Para mucha gente, las preferencias de uno u otro candidato con respecto al TLC no fueron el factor determinante en su decisión de voto. Algunas personas que creen en el TLC consideraron más importante la propuesta anti-corrupción de Otón Solís, y de ahí que dieran su voto al PAC. A otras personas Solís les cae mal, y eso los inclinó a votar por Arias, a pesar de oponerse al TLC. Mucha gente - tanto entre quienes se oponen como entre quienes apoyan el TLC - cree que el TLC no es cuestión de si se aprueba o no, sino de cuándo se aprueba, y por ende el tema tampoco les resultó decisivo en su elección. De manera que no se pude identificar el voto por Arias como un voto pro-TLC, como tampoco se puede identificar el voto por Solís como uno anti-TLC.

Más aún, la pendejera de Oscar Arias en campaña – en La Suiza Centroamericana creemos que eso le terminó costando muchos votos – y la ausencia de debate impidieron que el TLC tomara importancia como tema de campaña, por lo que las elecciones nunca se elevaron al nivel de referendum sobre el destino del tratado comercial. Si bien es cierto Liberación Nacional anunció durante la campaña su apoyo al TLC y Acción Ciudadana su oposición a la versión actual del TLC, no podemos inferir que las elecciones presidenciales se hayan convertido en un referendum sobre el TLC.

Mito #3: En las actuales elecciones ha habido más irregularidades que en el pasado.

Desde antes de las elecciones ya se hablaba – irresponsablemente, si me piden mi opinión – de la posibilidad de un fraude. Los sorprendentes resultados han dejado sin argumento a quienes creían que el fraude electoral era inminente. Pero justamente la cercanía en votos entre los dos candidatos presidenciales mayoritarios ha provocado que fiscales de ambos partidos estén dando un seguimiento mucho más cuidadoso al conteo de boletas de lo que se dio en el pasado. La razón es muy sencilla: en todas las elecciones, siempre hay diferencias entre el conteo provisional y el definitivo, en el orden del par de miles de votos. En las actuales elecciones, cuando hasta el último corte provisional la diferencia entre Arias y Solís rondaba los 3.000 votos, una revisión cuidadosa de las papeletas presidenciales podría cambiar el resultado definitivo. Por lo tanto, es lógico que en el conteo manual se encuentren inconsistencias, irregularidades, errores, etc. Siendo que la organización de las elecciones es una obra humana, es de esperar que se hayan dado estas situaciones. Y si bien el voto es un derecho casi sagrado, por el que sangre ha sido derramada en nuestro país, mientras esas irregularidades se presenten en pequeña escala, no empañan la pureza del sufragio como proceso. Así, si bien han sido encontradas hasta ahora 5 papeletas en basureros de escuelas, una golondrina no hace primavera. La cantidad de irregularidades descubierta hasta ahora no es mayor que la de otros procesos electorales anteriores, ni pone en riesgo la manifestación de la voluntad popular en las urnas.

Antes de concluir, no quisiera dejar la sensación de que para este autor el voto es una cuestión tan sólo más o menos importante y que por ello las pequeñas irregularidades no deban de preocupar. Nada estaría más alejado de la realidad. Todo voto debe de contar, y hay que hacer el máximo esfuerzo para asegurar que así sea. Pero no podemos tampoco olvidar que “errare humanum est”, y que dichos errores – sean malintencionados o inconscientes – no afectan el resultado global ni desvirtúan el mandato del elector.

Quisiera, para no quedarme en la mera crítica, hacer una propuesta en aras de mejorar el control de este tipo de situaciones. El Tribunal Supremo de Elecciones reconoce como un gasto legítimo de los partidos las actividades de “capacitación política”. Son incluso aceptables las donaciones provenientes del extranjero, siempre y cuando se destinen exclusivamente a este tipo de capacitación y no a gastos publicitarios ni de organización de la campaña. La triste realidad es que los partidos hoy por hoy casi no hacen “capacitación política”, y cuando cobran la “deuda política”, es mayoritariamente por conceptos de publicidad y organización. Mi propuesta es que para futuros procesos electorales se permita al TSE deducir un porcentaje (podría ser el 10%, aunque amerita mayor análisis) de la deuda política que se pague a los partidos, para ser utilizado en la capacitación – brindada por el mismo TSE – de todos los fiscales y miembros de mesa y de centro de votación. Ello no eliminará el carácter humano de quienes sean llamados a fiscalizar el proceso de votación, pero si reducirá la probabilidad de que cometan errores como los mencionados.

jueves, 9 de febrero de 2006

Sour grapes

Después del sorprendente resultado obtenido por el Partido Acción Ciudadana en las elecciones, la actitud de su alta dirigencia ha sido muy decepcionante. Han demostrado una falta de madurez política preocupante en una organización que estuvo a punto de alcanzar la Presidencia de la República y que se ha convertido, por mérito propio, en la segunda fuerza política del país.

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Es cierto que los resultados de las elecciones son inéditos en la historia moderna de nuestro país, y tal vez algunos no han sabido cómo reaccionar ante la incertidumbre. Decíamos en un artículo anterior que, una vez concluida la votación, continuábamos escuchando encendidos discursos de plaza pública, en lugar de los típicos discursos conciliatorios de “día después de las elecciones”. En esa ocasión nos referíamos a ambos partidos. Lamentablemente, el PAC ha continuado con esta tónica, que no le hace ningún favor a la gobernabilidad.

En estos días he tenido la suerte (buena o mala, no sé) de escuchar las palabras dirigidas por doña Epsy Campbell, candidata a Vicepresidente y actual Diputada, al Plenario Legislativo el día lunes 6 de febrero; los exabruptos de Marta Zamora, otra diputada del PAC, ante el Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones; y una mini entrevista que le hiciera un periodista de Telenoticias a Otón Solís, en vivo, durante el programa de las 10:00 p.m. de anoche. También leí acerca de la carta dirigida por el PAC al TSE con algunas exigencias.

El discurso de doña Epsy, en general la más ecuánime vocera del PAC, parecía pretender convencer a los votantes indecisos de la necesidad de votar por el PAC. El problema es que el discurso fue pronunciado en la Asamblea Legislativa un día después de las elecciones, cuando la suerte ya estaba echada. Pequeño detalle. El discurso contenía comparaciones, reclamos y acusaciones comprensibles en plena campaña, pero carentes de sentido en un momento en que lo que se debería de estar buscando es un acercamiento con la otra fuerza política mayoritaria con la cual habrá que trabajar por el bien del país, ya sea como oposición o desde el gobierno. ¿Qué necesidad había de hacer comparaciones – en ese momento específico, que no me refiero a otro – de los gastos de campaña de ambos partidos mayoritarios? Quisiera ser claro en esto: el argumento me parecía bueno en campaña; de hecho a mucha gente nos pareció que la campaña de Oscar Arias fue un despilfarro. Pero al momento del discurso la campaña ya había concluido.

La falta de respeto de doña Marta Zamora al Magistrado Oscar Fonseca, y la injerencia de un miembro de un Poder de la República en el Tribunal Supremo de Elecciones, son actos simplemente inaceptables. Las palabras de doña Marta, y su grosero tono, no merecen ser reproducidas. Poner en tela de duda la honorabilidad, honestidad y transparencia de una institución que ha garantizado la pureza del sufragio durante casi seis décadas, no es ni siquiera la lastimera reacción de alguien desesperado, sino un acto de prepotencia y pachuquismo poco digno de una representante del que se supone el Primer Poder de la República.

En la entrevista de anoche en Telenoticias, el mero candidato presidencial – que hasta ahora había mantenido una posición de respeto y expectativa en la post-elección – se dedicó a criticar a Oscar Arias por creer que con una palabra se resuelven los problemas del país (en clara alusión a la campaña del Sí), cuando lo que el reportero preguntó fue que si, en caso de que Otón Solís resultara electo Presidente, buscaría a Oscar Arias para pedirle ayuda, como el Palomo sugirió que haría en caso de resultar él electo. Voy de nuevo: la crítica a la superflua y vacía campaña del Sí del contrincante era buena y válida en plena campaña, pero la campaña ya terminó. Ahora, si en Liberación Nacional quieren analizar qué les salió mal, o si los politólogos profesionales quieren hacer un análisis de la campaña, vale. Pero viniendo del rival, suena a que no hay en él espíritu de trabajar en conjunto por el bien del país.

La “exigencia” hecha por el Partido Acción Ciudadana, representado en el acto por su Presidenta y candidata a Vicepresidente, de que el TSE realice el conteo manual antes de declarar ganador a uno de los candidatos, no sólo es una falta de respeto, sino también una muestra de desconocimiento de la normativa y de los procedimientos usuales del Tribunal. Nunca se ha hecho una declaratoria oficial ANTES de concluir el conteo manual de los votos, NUNCA. Lo que pasa es que cuando los resultados no han sido tan apretados como en esta ocasión, y la diferencia entre ganador y segundo lugar ha sido amplia, se ha sabido desde el primer día quien sería Presidente. Pero ello no es equivalente a hacer la declaratoria oficial, que siempre se ha hecho al concluir el conteo manual.

Peor aún, la exigencia hecha por el PAC en el sentido de que no se dieran a conocer los resultados de los cortes del conteo definitivo, no sólo demuestra una vez más su desconocimiento de la normativa y los procedimientos (las actas del conteo son, y siempre han sido, documentos públicos cuya divulgación no se puede impedir), sino que además contradice la filosofía del Partido Acción Ciudadana, que en su programa de gobierno dice:
“El modelo de desarrollo integral y solidario de largo plazo que impulsamos, así como la gobernabilidad, solo pueden ser alcanzados si nuestras acciones se basan en sólidos principios. Por eso abogamos por la ética, la transparencia y la rendición de cuentas; el respeto a la diversidad; la solidaridad y la responsabilidad personal; la acción ciudadana; la equidad; y el desarrollo sostenible.
[…]
En el PAC impulsamos la rendición de cuentas de los funcionarios públicos y la transparencia de sus gestiones.”
Nada de esto parece importar a los altos personeros PAC que, insisto, además no parecen percatarse de que la campaña ya terminó y que no importa lo que digan o hagan, los resultados de las elecciones no van a cambiar. Es muy probable que el PAC llegue algún día a gobernar; siendo que su plataforma política se basa en la ética y los principios, antes de que ello suceda es necesario que sus dirigentes incorporen esos principios en sus actuaciones, no solamente en el discurso.

miércoles, 8 de febrero de 2006

Dean CóRnito y las encuestas

En mi último artículo me dediqué a hablar sobre quiénes yo consideraba habían salido perdiendo en las elecciones recién pasadas (y todavía hoy no sabemos quién ha salido electo Presidente). Como bien me lo indicó el buen Xtian, dejé por fuera de ese comentario la credibilidad de las firmas encuestadoras, que se pegaron la segunda más monumental pelada de nance de las elecciones (la primera fue la de Humberto Arce, con menos de 2,000 votos en el conteo provisional). No sólo las encuestadoras se pelaron el rabillo. Dean CóRnito también, al manifestar repetidamente su confianza en las encuestas. Y por ello este artículo.

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El día de las elecciones, escuché en Telenoticias a don Víctor Borge, de Borge y Asociados, diciendo algo que debió haber aclarado desde mucho antes: que al hacer las encuestas tuvieron un altísimo porcentaje de personas que se rehusaron a contestar. Antes las encuestadoras tenían la buena costumbre de incluir la famosa categoría NS/NR (no sabe / no responde), que curiosamente omitieron mayoritariamente en el torneo electoral recién concluido. De haber sabido que el porcentaje de NR era muy alto, hubiéramos tomado los resultados con mayor cautela. En alguna medida, me siento defraudado y engañado, pero mi falta de curiosidad impide exonerarme de culpa por completo. Resulta que el fenómeno del voto silencioso no era un cuento de hadas.

En todo caso, y para intentar salvar la reputación, he de decir que si bien creí en los resultados de las encuestas, fui también claro al decir que no creía que las encuestas fueran necesariamente buenas predictoras de los resultados de las elecciones, ya que, en el mejor de los casos (y este no lo fue), presentan una “fotografía” de la opinión de los votantes en un momento específico que no es el del día de las elecciones. Por ejemplo, en De encuestas, fraudes, y la falacia de composición, dije:
“Una encuesta realizada dos semanas antes de las elecciones nos muestra una imagen de la opinión del electorado dos semanas antes de las elecciones, no el día mismo de la votación. De manera que, en la medida en que se presenten eventos que puedan modificar las preferencias de los votantes en las dos semanas transcurridas entre la elaboración de la encuesta y el día “E”, los resultados de las elecciones podrían ser significativamente diferentes de los de la encuesta...”
Más aún, en El desplome de la paloma sugerí indirectamente la posibilidad de un resultado tan ajustado como el que en efecto se dio, aunque a decir verdad no me lo esperaba, y más bien creía que ninguno llegaría al 40%. En ese artículo dije lo siguiente, basado en las encuestas que se publicaron el último día que era legal hacerlo:
“...las nuevas encuestas demuestran una tendencia que también se dio en las elecciones de hace cuatro años: en las últimas semanas, el candidato del PLN cayó en picada, mientras que el PAC tenía un repunte sorprendente.”
Y concluí ese mismo artículo con lo siguiente:
“Una cosa debería de estar clara, y es que los resultados de estas nuevas encuestas pueden provocar nuevas reacciones entre el electorado. Aunque a muchos les cueste creerlo, existe mucha gente que vota “estratégicamente”; es decir, gente cuya decisión depende de un cálculo de las posibilidades reales de ganar de cada candidato. Así las cosas, gente que tal vez estaba pensando votar anti-Arias pero no necesariamente por Otón Solís, podría cambiar su decisión y darle el apoyo “de último minuto” al PAC. Lo mismo podría suceder con gente que se iba a abstener de votar “porque ya todo estaba decidido e iban a ganar los mismos de siempre”. Otra posibilidad, muy real también, es que las nuevas cifras despierten a los pericos, que dejarían el triunfalismo de lado y saldrían a votar en masa. Es probable que se de una combinación de ambos efectos. Los resultados finales dependerán de qué tan fuerte se mantenga la tendencia decreciente de Oscar Arias, y de la organización de los partidos el día de las elecciones. Si fuera por lo primero, Dean CóRnito cree que esta paloma no se levanta ni con Viagra; si por lo segundo, lleva alguna ventaja el PLN. Habrá que esperar a los resultados finales para saber cuál pudo más.”
Me parece que, a pesar de los defectos de las encuestas, mi confianza en ellas (y el hecho de no ser fan ni de Arias ni de Solís) me permitió hacer un análisis ex – ante bastante ajustado a lo que en la realidad sucedió. El error, tal vez valga la pena decirlo, no es creer en las encuestas, sino no entenderlas y no saber usarlas. Quienes creyeron que las encuestas predecían los resultados, no supieron usarlas.

También hay que mencionar, a todo esto, el papel de los medios de comunicación en la difusión de las encuestas. Desde agosto del año pasado había yo criticado ese papel, en un artículo titulado A propósito de las encuestas, donde una vez más profesé mi confianza en las encuestas (silly me). En esa ocasión, habían salido dos encuestas, una en Al Día y otra en La Nación que daban resultados en apariencia muy diferentes. Después de analizarlas, llegué a la siguiente conclusión:
“Analizadas ambas encuestas, la conclusión es que los resultados de ellas son muy cercanos entre sí, y que las diferencias en las publicaciones obedecen o a falta de entendimiento por parte de los redactores y editores de uno o ambos periódicos, o a intenciones ocultas de uno o ambos diarios. Siendo que ambos pertenecen al mismo grupo empresarial, resulta difícil sacar conclusiones ciertas. Mi tesis es que no hay errores serios en la elaboración de las encuestas, sino que cada periódico le dio énfasis a una cifra – si se quiere – extrema, dentro del rango de resultados e interpretaciones factibles de cada encuesta.”
Quizás lo que más me desagradó del papel de los medios tradicionales fue algo que también me enteré viendo Telenoticias el domingo en la noche. Ese noticiero dio a conocer, minutos después de las 6:00 pm, los resultados de una encuesta de salida (o encuesta de boca de urna) que daba la victoria holgada a Oscar Arias, quien obtenía alrededor del 44% versus un treinta y pico de Otón Solís. Cuando pidieron a Alberto Cañas su opinión de esa encuesta, el ilustre señor le dijo a Ignacio Santos algo como: “pero diay, Ignacio, si esta fue la misma encuesta cuyos resultados usted me enseño a las 2:00 p.m.”. O sea, hicieron una encuesta de salida en la mañana, la tabularon a medio día, y en la noche la publicaron como dato confiable. Yo no se cómo se movió el voto en el transcurso del día, pero es posible pensar que en la mañana fueran a votar más liberacionistas, y que los PACsistas salieran a votar más masivamente en la tarde. Esta es tan solo una conjetura, pero sirve para ilustrar que una encuesta de salida hecha en la mañana no es representativa de una votación que duró todo el día. Y aquí si me atrevo a decir que Telenoticias manipuló el asunto, al presentarla sin aclarar ese pequeño detalle. Shame on you, Telenoticias.

lunes, 6 de febrero de 2006

La noche en que todos perdimos

Al escribir estas notas, no se conoce aún quién será el próximo Presidente de Costa Rica. Todo parece indicar que la diferencia entre Oscar Arias y Ottón Solís será tan reducida (la calculo en menos de 500 votos), que el resultado final no se sabrá sino hasta dentro de un par de semanas, una vez que el Tribunal Supremo de Elecciones concluya el conteo manual de las papeletas. Si bien a estas alturas no se puede proclamar un vencedor, para mi resulta evidente quiénes somos los perdedores: somos todos los ticos, es Costa Rica.

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Hoy hay gente aturdida porque creían que la tenían ganada, gente eufórica ante la posibilidad de un triunfo en el que muy pocos creían, gente esperanzada en que un nuevo día haya llegado para Costa Rica. Yo creo que ayer todos perdimos. A continuación mi razonamiento.

El más evidente perdedor es Oscar Arias. No porque no vaya a ser Presidente – eso aún está por verse – sino porque los resultados observados hasta ahora (unos 3.000 votos de diferencia cuando falta menos del 13% de las mesas por ser contabilizadas) han tenido que ser una desagradable sorpresa. Para un candidato que empezó su campaña volando con las águilas y negándose a bajar a conversar con los caracoles, y la terminó negándose a debatir con otros candidatos “porque la diferencia era tanta que el debate no cambiaría nada”, encontrarse ahora con la muy real posibilidad de perder, no es nada menos que humillante. Aún y si se confirmase su victoria, el mandato recibido no es, ni remotamente, tan claro y firme como él esperaba y creía. No sólo dejó los pelos en el alambre, sino que no obtuvo la mayoría que deseaba en el Congreso. Y gobernar en esas circunstancias no va a ser tan fácil como darse un paseo por el parque. Un mal gobierno de Arias – aunque sea por inacción achacable a una Asamblea Legislativa inoperante – podría ser la sentencia de muerte del PLN, como el mal gobierno de Pacheco fue la estocada que acabó con el PUSC.

El perdedor más esperado – era la Crónica de una muerte anunciada – fue el PUSC. A pesar de que le fue mejor en el voto para diputados (pareciera que va a sacar cinco) que en el Presidencial (3.5% de apoyo), el partido va a chocar contra la realidad ya no de ser oposición, sino de ser una fracción minoritaria en riesgo de convertirse en marginal. Por ejemplo, para pasar el Plan Fiscal, el PLN y el PAC podrán ponerse de acuerdo y tendrán votos más que suficientes para su aprobación. Para aprobar el TLC, el PLN podrá ponerse de acuerdo con el ML y tener más de los 29 votos necesarios para su aprobación. Y si se necesitaran 39 votos para pasar el TLC, los votos del PUSC serán insuficientes para llegar a esa meta. El PUSC tendrá que tomar una decisión existencial: mantenerse a la derecha del espectro político y correr el riesgo de tornarse irrelevante entre tanto molote (entre el PLN de Arias y el ML, ese barrio estará muy lleno), o virar a la izquierda y terminar siendo un apéndice del PAC.

Este panorama arroja también a Rafael Ángel Calderón como gran perdedor. No sólo su partido se encuentra ante una disyuntiva de la cual puede depender su subsistencia, sino que su pretendida candidatura en el 2010 – asumiendo que salga absuelto de las causas que se le siguen por corrupción – se ha complicado seriamente. El pueblo demostró ayer estar de ánimo para pasar facturas a los expresidentes, sin distingo de partido o condición legal. La llamada de atención a Arias debe de haber resonado muy fuertemente en Pinares de Curridabat. Si bien se palpa en los resultados que alguna parte importante del socialcristianismo y del calderonismo le dio el voto a Ottón Solís y a Oscar Arias, no es tan claro que ese voto vuelva al PUSC dentro de cuatro años, dada la polarización y el ambiente de “el pueblo contra el capital” que esta campaña ha generado.

El Movimiento Libertario sale mejor parado, pero perdedor al fin y al cabo. Otto Guevara logró multiplicar su apoyo por ocho (pasó de unos 15.000 votos en el 2002 a poco más de 120.000 en el 2006), pero se quedó corto del 12% ó 15% que hace tan sólo una semana parecía que iba a obtener. Lo mismo le pasó con el cálculo de diputados; no hace mucho tiempo escuchamos a Guevara decir que su objetivo era alcanzar la cifra de 18. Los 6 ó 7 que parece haber sacado ya no huelen a triunfo, ni siquiera si consideramos que al hablar de 18 don Otto en realidad estaba tratando de animar las huestes para aspirar a llegar a tener una fracción de 10 ó 12 diputados.

Otón Solís y el PAC, contrario a lo que hoy por hoy la mayoría debe de estar pensando, también ha salido perdedor en estas votaciones. Está a las puertas de alcanzar la Presidencia y, sin embargo, su programa de gobierno promete reformas tan profundas que, con los 16 ó 17 diputados que parece haber logrado (más dos o tres minoritarios con los cuales hallará más coincidencias que diferencias), no logrará llevar a la práctica lo más crucial y distintivo de sus planes. Si alcanza la Presidencia con una minoría tan marcada en la Asamblea, corre el riesgo de no lograr sacar al país del entrabamiento en el que lleva al menos seis años. Si el PAC no hace un buen gobierno, sus prospectos de continuidad disminuirán drásticamente. El más beneficiado de esto podría ser el PLN, razón por la cual transar con esa bancada se les va a poner cuesta arriba. Lo mejor que podría pasarle al PAC en estos momentos – pensando en su futuro como partido con opciones reales de gobernar y eventualmente repetir en el poder – es perder la Presidencia y hacer una labor excepcional de oposición responsable desde la Asamblea Legislativa.

A fin de cuentas, el 40% de votos que ha acumulado Otón Solís es en buena parte más un voto anti-Arias que uno pro-PAC o pro-Otón. Que esto es así resulta muy claro de observar que en la votación para diputados el PAC parece haber sacado alrededor del 26% ó 27% del voto. Si el PAC quiere gobernar en el futuro con un mandato claro para efectuar las reformas que impulsa, tiene por delante una delicada tarea para llegarle a las poblaciones rurales y periféricas, y para conseguir mayor solidez en el voto (menos quiebre en su detrimento). El problema que puede tener el PAC como fuerza de oposición en estas circunstacias – donde todo lo demás se presenta como la oportunidad ideal para lucirse y terminar de convencer al electorado de que su oferta es sensata – es que Otón se crea que verdaderamente representa al 40% del electorado y pierda la perspectiva de que no fue elegido para co-gobernar.

Por último, la gran perdedora es la democracia costarricense. Algunos dirán – yo no niego – que el proceso fue ejemplar, que transcurrió sin grandes problemas, y que los ticos elegimos, una vez más, a nuestros gobernantes y representantes en paz. Todo eso es cierto. Pero los ánimos están muy caldeados, y no se siente en el ambiente que – gane quien gane la Presidencia – los dos partidos mayoritarios se vayan a sentar a conversar de buena fe. Los tradicionales discursos conciliatorios de “día después de las elecciones” (las elecciones ya pasaron, ahora hay que ponerse a trabajar por el bien del país todos como costarricenses sin distingo de partido) han sido reemplazados por encendidos discursos de plaza pública como que si aún hiciera falta convencer a los votantes. La Asamblea Legislativa ha quedado muy fraccionada, y si bien algunos sienten que eso es señal de una mejor representación de la diversidad de la población del país, sería muy lamentable que en aras de esa “representatividad” pasemos otros cuatro años sin que el país escoja un rumbo claro. Cada día que pasa sin que el gobierno sea capaz de atender las demandas de la población y resolver los problemas de los más necesitados, más y más gente va perdiendo fe en la democracia. Si el país no avanza estos cuatro años, el abstencionismo será aún mayor la próxima vez, y las instituciones democráticas se debilitarán de manera peligrosa. No importa si en el 2006 gana Arias o Solís, si las cosas no salen bien, la próxima vez será un Hugo Chávez y no una Michelle Bachelet quien aspire y alcance la Presidencia de nuestro país.

sábado, 4 de febrero de 2006

TODOS A VOTAR

Ha llegado la hora de la verdad. En estos momentos, sólo queda decir que es sumamente importante que todos ejerzamos nuestro derecho al voto, y que lo hagamos a conciencia. Aquellos de nosotros que hacemos hobby de quejarnos y criticar a nuestros gobernantes tenemos la obligación moral de hacernos presentes en las urnas, con lo cual renovamos nuestro derecho al berreo.

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A mis lectores les cuento que mi búsqueda de todos estos meses rindió frutos. Aunque en las últimas semanas no he publicado tanto como acostumbraba, y no me alcanzó el tiempo para dar a conocer mis impresiones de los programas de gobierno de todos los principales contendientes, les confirmo que si me di a la tarea de leer todos los programas más importantes y, aunque no encontré ninguno que fuera perfecto, si encontré uno que me ha parecido mejor que los demás, y por ese partido votaré en las tres papeletas. El voto es secreto, así que me siento en la libertad de no revelar mi preferencia, pero les aseguro que cuando en este blog dije que no votaría por este o por aquel, dichosamente no hice una falsa promesa.

No soy quién para recomendarles por quién votar; eso que lo decida cada uno a conciencia. Pero me voy a permitir darles un consejo: NO QUIEBREN EL VOTO. Si creen en un candidato, voten por él y por sus diputados, dándole la oportunidad de que si gana, pueda gobernar cómodamente. Quebrar el voto es apostar a la inacción, a cuatro años más de lo mismo, al entrabamiento. Este país ya no lo aguanta.

Mi recomendación de no quebrar el voto no aplica para el voto de regidores. Si en su cantón hay un partido local y usted cree que es la mejor opción, vote por él. Nada mejor que tener en la municipalidad gente cuyo principal interés es la comunidad, en vez de usar el puesto como trampolín para lanzarse a la arena política nacional en el futuro. Si usted cree que el partido regional o local no sirve para un carajo, entonces mándelo para el carajo también.

Por último, cuando los centros de votación hayan cerrado y los resultados se den a conocer, seamos patriotas y aceptemos la voluntad popular. Apreciemos la democracia.

¡Felicidades, Costa Rica!

viernes, 3 de febrero de 2006

El Programa de Gobierno del PAC

El PAC aspira a eliminar la corrupción. Dean CóRnito también lo desea con fervor. El PAC propone como piedras fundamentales de su filosofía la ética, el respeto mutuo, la responsabilidad individual, y la solidaridad. Dean CóRnito cree que estas son bases sólidas para el desarrollo de un programa. El PAC cree en el desarrollo sostenible. Dean CóRnito es un economista con corazoncito ambientalista, que está convencido de que el desarrollo sólo es posible si es sostenible. Si hay tanta coincidencia, ¿por qué Dean CóRnito no piensa votar por el PAC? A manera de respuesta les presento mi análisis del programa de gobierno del Partido Acción Ciudadana.

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Si tuviera que dar una respuesta corta a mi propia pregunta, esta sería: no voy a votar por el PAC, porque no hay congruencia entre sus objetivos y los medios propuestos para alcanzarlos. En otras palabras, si siguiéramos al pie de la letra el recetario del PAC durante cuatro años, los resultados no serían ni cercanos a los propuestos.

Empecemos por la corrupción. El PAC cree que el problema se supera con programas de concientización de los funcionarios públicos y de la ciudadanía. La palabra corrupción se menciona unas 22 veces en todo el programa, casi todas ellas en el contexto del diagnóstico y de la denuncia. No hay una sola propuesta específica para erradicar la corrupción, y tan sólo algunas muy ingenuas propuestas para prevenirla (por ejemplo, hacer carteles de licitación transparentes. Claro que esto ayudaría, pero ¿cómo se logra? De eso, el programa del PAC no dice nada). Esta ausencia de propuestas es muy extraña viniendo de un partido que se ha presentado como el adalid de la decencia y la transparencia.

Pero lo que más llama la atención es la evidente falta de entendimiento de las causas de la corrupción. Tal vez la frase usada por el Movimiento Libertario en las elecciones del 2002 – donde hay permiso hay chorizo – trivializó el asunto, pero encierra una buena dosis de verdad. Es reconocido que las regulaciones excesivas y engorrosas son el mejor caldo de cultivo para la corrupción: si para arreglar el techo de una casa se requiere la viabilidad ambiental emitida por SETENA con una tardanza de seis meses, lógico es esperar que las personas hagan los arreglos sin permisos, o paguen para acelerar el trámite ya que la gotera encima de la cama no es algo que pueda esperar medio año. Y si, por verificar la viabilidad ambiental de las reparaciones de todas las casas del país, la SETENA se tarda 18 meses para revisar el plan de gestión ambiental de un condominio o el estudio de impacto ambiental de un hotel, ya saben ustedes que el empresario buscará y encontrará la manera de “aceitar la maquinaria”.

Tristemente, el programa de gobierno del PAC revela que en un eventual gobierno de Otón Solís, se creará una cantidad importante de nuevas regulaciones y prohibiciones que vendrán a entrabar aún más la ya de por si difícil tarea de producir en este país. Y no quiero con esto decir que no hagan falta las regulaciones; es cierto que en algunas actividades en este país hacen falta, pero en la inmensa mayoría más bien las hay de sobra. Una cosa es proponer racionalizar las regulaciones (eliminar las que no tienen sentido, simplificar las necesarias, crear las que hacen falta), y otra muy diferente es tener una visión de mundo donde Papá Estado se tiene que meter hasta con mi decisión de dónde comprar los frijoles para el gallo pinto. Y esa es la visión de mundo del PAC plasmada en su programa de gobierno.

La fórmula es muy simple: ausencia de propuestas para erradicar la corrupción + promoción indiscriminada de regulaciones = más corrupción.

Hay más contradicciones en el programa del PAC. Se habla, por ejemplo, de aspirar a “un país con un desarrollo productivo y económico que, en primer lugar, sustente la soberanía y la seguridad alimentaria nacional, pero que a su vez tenga una fuerte oferta exportadora de productos que sean demandados y reconocidos por el mundo del comercio justo...”. Lo que no se da cuenta el redactor de tanta belleza es que si todos los países aspiraran a sustentar la soberanía alimentaria, entonces no habría comercio en productos alimenticios. Es decir, que la oferta exportable de nuestro país se vería seriamente disminuida, al no haber mercados externos para nuestros productos agrícolas e industriales-alimenticios. A manera de ejemplo, los productos tradicionales (café, banano, azúcar y carne) y los productos agropecuarios y del mar representaron el 22.17% ($1,431.6 millones) de las exportaciones totales del país ($6,456.0 millones) entre enero y noviembre del 2005. Si nosotros aplicamos un criterio de soberanía alimentaria, es de esperar que nuestros socios comerciales lo apliquen recíprocamente, pero el programa del PAC no explica que hacer con esos mil cuatrocientos millones de dólares de productos agrícolas que no podremos exportar, ni con los agricultores que los producen. Considere además, estimado lector, que estas cifras NO incluyen las exportaciones industriales alimenticias. Sobre el tema de la soberanía alimentaria escribí un artículo hace casi cuatro meses, titulado “La falacia de la seguridad alimentaria”, que recomiendo leer.

“En el PAC creemos en la acción ciudadana, porque creemos en la gente, en su capacidad de influir en los procesos de toma de decisiones y de actuar en la construcción de su futuro, el de su comunidad y el del país.” Pero no se dan cuenta de la contradicción con muchos de sus otros postulados, en cuenta el de la soberanía alimentaria, que se reducen a no creer en la capacidad de las personas para hacer bien sus escogencias, y por ende el PAC propone limitarlas porque un grupo de iluminados desde el Gobierno sabrá mejor que la ciudadanía lo que a ésta conviene. Así, la “amenaza” de que “mientras un agricultor nacional no haya vendido toda su cosecha, no importaremos un solo grano de producto”, equivale a obligar al ciudadano a consumir productos de inferior calidad a mayor precio. Porque si la importación es prohibida y la venta está garantizada, no faltará quien se le ocurra sembrar papas en Guanacaste, arroz en las laderas del volcán Poás, o uvas en las faldas del Irazú, al costo que sea y con la calidad que sea.

El PAC critica en su programa a otros partidos que representan más de lo mismo. Dice textualmente que “en esta campaña electoral, hay quienes proponen regresar al pasado como si éste no hubiera generado desigualdad, pobreza y deterioro ambiental”. Eso es cierto, pero ya que estamos en el tema de las contradicciones, no puedo dejar de hacer la observación de que las propuestas del PAC representan un retorno a las políticas de los años 50s, 60s y 70s y, peor aún, de la “década perdida” de los años 80s. En fin, es una propuesta que los franceses han dado por llamar “dirigiste”, que se ha querido traducir al español como “dirigista” a falta de una mejor palabra: el Estado interviene en todo y dirige las decisiones del sector privado y de los ciudadanos como si ellos no fueran capaces de hacerlo por si sólos. El plan del PAC habla de la responsabiilidad personal: de darle a las personas el acceso garantizado a las herramientas que necesita para producir, pero dejar que los resultados dependan de los esfuerzos de cada uno. Yo estoy plenamente de acuerdo con ese enunciado, pero el “dirigismo” es más bien una contradicción. ¿Cómo van a hacer que mis resultados dependan de mi esfuerzo si el Estado me va a decir qué producir y dónde, y qué consumir y de dónde?

Una labor difícil pero necesaria para todo partido político, sobre todo uno que se precia de basarse en sólidos principios éticos, es encontrar un equilibrio entre no hacer promesas de campaña que no planea cumplir, y no decir nada con tal de evitar hacer esas promesas. El Programa de Gobierno del PAC no encuentra ese equilibrio, y falla – como es de esperarse – del lado de no decir nada en aras de no hacer promesas politiqueras. Así, el programa está lleno de frases como “apoyar los programas de limpieza de playas y reducción de la contaminación fluvial”, ó “apoyar las iniciativas de fomento al gobierno digital”, que no dicen qué debemos de entender por “apoyar”. ¿Se trata de un apoyo moral? ¿Estará dispuesto un gobierno del PAC a destinar recursos del Presupuesto Nacional a esos fines? Si la respuesta es si, entonces, ¿cuánto? ¿cuándo? ¿cómo?. Si hay algo que lamento es citar a Oscar Arias, pero tiene mucha razón cuando dice que los estadistas no hacen promesas, asumen compromisos. Hay una diferencia grande entre ofrecer placas de taxi y bonos de vivienda para comprar votos, y ofrecer soluciones específicas a problemas apremiantes de la comunidad o de la población en general. Otón Solís no ha tenido la madurez para reconocerla, y mucho tememos que una vez en el gobierno tampoco se atreva a resolver problemas específicos de comunidades específicas para no ser acusado de hacer política tradicional. El problema es que el país no aguanta otros cuatro años más de inacción e indecisión gubernamental.

Lo que he encontrado en el programa de gobierno del PAC es una colección de propuestas de buena voluntad, pero muchas sin asidero en la realidad. Por ejemplo, proponen la creación de un Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana no remunerado. La pregunta es, si el PAC no logra ni siquiera conseguir la cantidad de voluntarios que necesita para tener un fiscal por mesa de votación el día de las elecciones – y esta no es una crítica a la capacidad organizativa del PAC exclusivamente, ya que los demás partidos y el mismo Tribunal Supremo de Elecciones están en la misma encrucijada – entonces ¿de dónde proponen sacar gente para todos estos Consejos y Comités voluntarios que requerirán del compromiso y trabajo continuo de sus miembros (a diferencia de los fiscales de mesa, cuyo trabajo se limita a un par de días y ya)?

Hay mucho más que podría decir del programa de gobierno del PAC, y si me llegara a alcanzar el tiempo antes de las elecciones, entonces escribiré un artículo más, específicamente sobre su programa económico, que sigue la misma tónica de contradicción e incongruencia entre medios y fines del resto del programa. Definitivamente, el PAC no está preparado para gobernar.

(Solicito disculpas a mis pacientes lectores por no haberles cumplido con la prometida serie sobre los programas de gobierno y las personalidades de los candidatos, pero múltiples ocupaciones y enredos han reducido mi precioso tiempo-blog. No quería, sin embargo, dejar de publicar al menos este comentario antes de las elecciones, para lo que sirva.)

jueves, 2 de febrero de 2006

El desplome de la paloma

Dos sondeos realizados entre el 27 y el 31 de enero, publicados el día de hoy por La Nación y Al Día respectivamente, revelan un importante cambio en las preferencias del electorado de cara a la votación de este domingo. El autor de estas líneas, que reconoce la falibilidad de las encuestas, continúa creyendo en ellas por razones que han sido explicadas abundantemente en anteriores artículos ("De encuestas, fraudes, y la falacia de composición", "A propósito de las encuestas"), por lo cual no profundizará en ellas. Quisiera, eso sí, aventurar algunos comentarios a la luz de los resultados de las encuestas publicadas el día de hoy.

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Mucha alharaca han hecho quienes han pretendido desvirtuar las anteriores encuestas – que daban un margen holgado a Oscar Arias y que, de haberse mantenido las preferencias según lo revelado por dichas encuestas, prácticamente descartaban la posibilidad de una segunda ronda – cuestionando la validez de las metodologías, la honradez de las empresas encuestadoras, y la sinceridad del costarricenses al responder. Supongo que el día de hoy estarán sintiendo cosquilleos en sus calzoncillos tratando de encontrar la excusa para salir a proclamar a los cuatro vientos la validez de las nuevas encuestas que dejan abiertas de par en par las puertas de la segunda ronda. Espero que sean congruentes con sus posiciones anteriores.

Higadito aparte, las nuevas encuestas demuestran una tendencia que también se dio en las elecciones de hace cuatro años: en las últimas semanas, el candidato del PLN cayó en picada, mientras que el PAC tenía un repunte sorprendente. Con la diferencia, nada despreciable, de que en aquel entonces el del PLN iba (y terminó) en segundo lugar, mientras que Otón Solís iba (y terminó) en tercer lugar, mientras que ahora el candidato del PLN (o de lo que queda de ese partido) va en primero y Solís en segundo. En el 2002 quedó la sensación de que si la campaña hubiera durado un par de semanas más, el PAC hubiera alcanzado el segundo lugar y el boleto a la segunda ronda. No me atrevo a conjeturar qué hubiera pasado en un enfrentamiento entre Abel Pacheco y Otón Solís, pero sospecho que la historia hubiera sido diferente. En el 2006, la pregunta es si al PAC le alcanzará el tiempo, ó si nuevamente será un caso de lo que en inglés llaman “too little, too late”, que en versión española podríamos traducir, no literalmente, como un caso de “la historia se repite”.

Según la encuesta de Unimer para La Nación, el apoyo a Oscar Arias cayó en siete puntos porcentuales en el tiempo transcurrido entre la anterior encuesta (efectuada entre el 15 y el 23 de enero) y la publicada el día de hoy (efectuada entre el 27 y el 31 de enero). Al mismo tiempo, el respaldo a Otón Solís subió en poco más de cinco puntos porcentuales. En el nuevo escenario, Oscar Arias obtendría un 42.6%, versus 31.5% para Otón Solís. Si las encuestas son correctas, la diferencia entre ambos candidatos se habría acortado de 23 puntos a 11 puntos porcentuales. Este es un cambio muy grande en un período de tiempo muy corto.

De acuerdo con la consulta de Demoscopía para Al Día (no fue una encuesta formal, sino una “votación experimental”), Oscar Arias habría perdido 2.5 puntos porcentuales con respecto a la anterior encuesta, mientras que Solís habría crecido en 1.9%., y el resultado sería 43% contra 26% a favor del primero. Antes de que se disparen a decir que estos resultados no concuerdan con los de Unimer (ni en términos absolutos para Solís, ni con respecto a la fortaleza de la tendencia decreciente de Arias), permítanme hacer un par de aclaraciones. En primer lugar, la anterior encuesta de Demoscopía se realizó entre el 16 y el 21 de enero, posiblemente antes del repunte que tuvo Arias según las encuestas publicadas el fin de semana recién pasado. Si a mediados de enero Arias estaba en 45.5% (Demoscopía), y hacia la tercer semana estaba en 49% (Unimer, CID-Gallup), pero a fin de mes había caído a 43% (Demoscopía, Unimer), entonces es lógico que Unimer (que hizo dos consultas más cercanas en tiempo) encontrara un desplome mayor que Demoscopía (que hizo sus consultas con más separación temporal). Como dicen, entre más alto, más fuerte es el golpe al caer. El segundo factor a considerar, y nada despreciable, es que la segunda consulta de Demoscopía fue una “votación experimental” y no una encuesta tradicional, y en razón de las diferentes metodologías, la comparación de cifras se debe de hacer con mucha cautela.

Lo más interesante de estos movimientos, en mi humilde opinión, es que de continuar la tendencia descubierta por estas nuevas encuestas en el tiempo transcurrido desde el 31 de enero (fecha en que se “cerraron” ambas), hasta el 5 de febrero, sería muy factible que ningún candidato alcanzara el 40% de los votos. Eso nos pondría de nuevo en una segunda ronda. En el fútbol nacional, pocas veces el campeón de Apertura repite en el Clausura. No se si se pueda hacer una analogía con la política.

Una cosa debería de estar clara, y es que los resultados de estas nuevas encuestas pueden provocar nuevas reacciones entre el electorado. Aunque a muchos les cueste creerlo, existe mucha gente que vota “estratégicamente”; es decir, gente cuya decisión depende de un cálculo de las posibilidades reales de ganar de cada candidato. Así las cosas, gente que tal vez estaba pensando votar anti-Arias pero no necesariamente por Otón Solís, podría cambiar su decisión y darle el apoyo “de último minuto” al PAC. Lo mismo podría suceder con gente que se iba a abstener de votar “porque ya todo estaba decidido e iban a ganar los mismos de siempre”. Otra posibilidad, muy real también, es que las nuevas cifras despierten a los pericos, que dejarían el triunfalismo de lado y saldrían a votar en masa. Es probable que se de una combinación de ambos efectos. Los resultados finales dependerán de qué tan fuerte se mantenga la tendencia decreciente de Oscar Arias, y de la organización de los partidos el día de las elecciones. Si fuera por lo primero, Dean CóRnito cree que esta paloma no se levanta ni con Viagra; si por lo segundo, lleva alguna ventaja el PLN. Habrá que esperar a los resultados finales para saber cuál pudo más.