Que Costa Rica no es más que un cafetal con luces, nunca resulta tan evidente como cuando se presentan eventos que en cualquier país que se respete a si mismo pasarían inadvertidos, pero que en nuestra aldea todo el mundo se detiene a observarlos, comentarlos y hasta celebrarlos. La visita del príncipe Saudita Abdul Walid Ibn Sharmuta al Saud nos exhibe como los aldeanos que somos. Ser aldeanos no es malo; hasta resulta agradable y relajante. Pero caer idiotizados sólo porque un carajo que “vale” $21.000 millones de dólares aterrice en su jumbo jet de $340 millones en nuestro súper aeropuerto internacional de Liberia, nos deja muy mal parados. El tema no es para reírse de nuestra propia polada, ya que pone en entredicho hasta la seguridad nacional.
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El famoso príncipe, a cuyo arribo el periódico dizque más serio del país dedicó la portada, dos páginas internas enteras, y cinco notas periodísticas en una sola edición (1, 2, 3, 4, 5 ) es "tan importante", que estoy seguro de que ninguno de mis lectores se habrá percatado de que el nombre que usé en el párrafo anterior no es su nombre verdadero. Para los que no saben, en Arabia Saudita, cualquier hijo de cualquier miembro de la familia real es un “príncipe”. El Rey actual, que tiene 83 años, es el quinto hijo del primer rey de Arabia Saudita que accede al trono desde la muerte de su padre en 1953, y debe de tener unos 18 hermanos y medios hermanos, cada uno de los cuales ha de haber tenido 4 ó 6 esposas, y por lo menos tres hijos con cada una de ellas, y todos y cada uno de ellos, y sus múltiples hijos, son considerados príncipes. El “famoso” Al-Walid bin Talal Bin Abdul Aziz Al Saud debe de estar algo así como en el puesto número 436 en el orden de sucesión al trono Saudita.
Lo que en La Suiza Centroamericana nos causa preocupación NO es que un “príncipe” no muy importante reciba una atención y cobertura que noticias mil veces más importantes no reciben, ya que eso a lo sumo es muestra de nuestro carácter aldeano. Y como dijimos más arriba, esa calidad de pueblerino que tenemos todos los ticos se nos hace simpática. Lo que verdaderamente nos preocupa es que de la nada aterrice en nuestro país un avión con 48 individuos de las más exóticas nacionalidades, pero como entre ellos viene un multimillonario con sangre de señor feudal, de pronto las reglas que aplican para los mortales comunes y silvestres es como que dejaron de existir. Según nos relata La Imparcial, el príncipe y su séquito no pasaron por las filas de Migración ni las de Aduanas, a pesar de que el aeropuerto fue cerrado durante la llegada del Jeque para que su sangre azul no se mezclara con la de turistas plebeyos que pudieran pasar por ahí. No solo no pasaron por Migración, sino que – nos sigue diciendo La Imparcial con evidente alegría – sólo permitieron la entrada al avión de UNA funcionaria de Migración, que fue atendida por el piloto y no se le permitió ver al príncipe ni a sus demás acompañantes. Nosotros creíamos que la autoridad era justamente Migración, y que el Principito no era más que un acaudalado turista que debía de someterse a las reglas de juego de nuestro país; tan ingenuos nosotros, ahora nos venimos a enterar de que son los cuerpos de seguridad sauditas los que estaban al mando y girando órdenes.
Según El Pasquín, el príncipe y su séquito de desconocidos salieron del aeropuerto antes de que les hicieran el chequeo de Migración. Si salieron en un bus de lujo o en 18 Toyotas Prado del año, es irrelevante . En lo que a Dean CóRnito respecta, en ese avión bien pudo haber llegado Osama bin-Laden, que como las fuerzas de seguridad del príncipe no permitieron que ningún funcionario de Migración verificara como mínimo que las fotos en los pasaportes coincidieran con las caras de las personas que los portaban, nunca lo sabremos. Es más, bien pudieron llegar 47 acompañantes con el príncipe, y mañana, cuando el señor feudal abandone nuestro país, podrán irse con él 47 personas distintas de las que entraron. Total, nadie se va a dar cuenta.
La payasada no termina ahí. Los 48 visitantes, príncipe número 436 incluido, salieron del aeropuerto antes de que su equipaje fuera revisado por Aduanas. Si en él hubieran encontrado armas o drogas ilegales, sus dueños por supuesto nunca hubieran aparecido. Pero Dean CóRnito está dispuesto a apostar un cojón y la mitad del otro a que las valijas de tan exóticos visitantes ni siquiera pasaron por una pinche maquinita de Rayos X.
Y para terminar de hacerla trompuda, nuestro Premio Nóbel Presidente va de zampaguabas a recibir al príncipe millonetas en su casa, y ningún político de este país chista. Bueno, si no chistaron cuando recibió a la Maripepa en visita privada en Casa Presidencial durante su primer mandato, ni chistaron tampoco cuando recibió al alcohólico racista de Mel Gibson, iluso sería pensar que lo iban a hacer ahora. En La Suiza Centroamericana nos reconocemos y declaramos absolutamente ingenuos e ilusos, y por eso seguimos con la perorata.
La cosa es que si nuestro internacional presidente quiere devaluar la estatura de su premio Nóbel juntándose con cuanto bombetas con plata o con un par de buenas tetas se aparezca en nuestro país, allá él, es cosa suya. Pero cuando, como Presidente de la República, recibe a estos papanatas en su casa o en Casa Presidencial, está devaluando e irrespetando la institución de la Presidencia y está dejando en entredicho la reputación de país serio que podría tener Costa Rica en el resto del mundo. Y eso es intolerable en cualquier presidente, pero en especial en uno que se supone se especializa en la cosa esa que llaman relaciones internacionales. Ya lo habíamos dicho anteriormente, nuestro actual gobierno practica la diplomacia al estilo de las putas. Todo por un poquitillo de plata.
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El famoso príncipe, a cuyo arribo el periódico dizque más serio del país dedicó la portada, dos páginas internas enteras, y cinco notas periodísticas en una sola edición (1, 2, 3, 4, 5 ) es "tan importante", que estoy seguro de que ninguno de mis lectores se habrá percatado de que el nombre que usé en el párrafo anterior no es su nombre verdadero. Para los que no saben, en Arabia Saudita, cualquier hijo de cualquier miembro de la familia real es un “príncipe”. El Rey actual, que tiene 83 años, es el quinto hijo del primer rey de Arabia Saudita que accede al trono desde la muerte de su padre en 1953, y debe de tener unos 18 hermanos y medios hermanos, cada uno de los cuales ha de haber tenido 4 ó 6 esposas, y por lo menos tres hijos con cada una de ellas, y todos y cada uno de ellos, y sus múltiples hijos, son considerados príncipes. El “famoso” Al-Walid bin Talal Bin Abdul Aziz Al Saud debe de estar algo así como en el puesto número 436 en el orden de sucesión al trono Saudita.
Lo que en La Suiza Centroamericana nos causa preocupación NO es que un “príncipe” no muy importante reciba una atención y cobertura que noticias mil veces más importantes no reciben, ya que eso a lo sumo es muestra de nuestro carácter aldeano. Y como dijimos más arriba, esa calidad de pueblerino que tenemos todos los ticos se nos hace simpática. Lo que verdaderamente nos preocupa es que de la nada aterrice en nuestro país un avión con 48 individuos de las más exóticas nacionalidades, pero como entre ellos viene un multimillonario con sangre de señor feudal, de pronto las reglas que aplican para los mortales comunes y silvestres es como que dejaron de existir. Según nos relata La Imparcial, el príncipe y su séquito no pasaron por las filas de Migración ni las de Aduanas, a pesar de que el aeropuerto fue cerrado durante la llegada del Jeque para que su sangre azul no se mezclara con la de turistas plebeyos que pudieran pasar por ahí. No solo no pasaron por Migración, sino que – nos sigue diciendo La Imparcial con evidente alegría – sólo permitieron la entrada al avión de UNA funcionaria de Migración, que fue atendida por el piloto y no se le permitió ver al príncipe ni a sus demás acompañantes. Nosotros creíamos que la autoridad era justamente Migración, y que el Principito no era más que un acaudalado turista que debía de someterse a las reglas de juego de nuestro país; tan ingenuos nosotros, ahora nos venimos a enterar de que son los cuerpos de seguridad sauditas los que estaban al mando y girando órdenes.
Según El Pasquín, el príncipe y su séquito de desconocidos salieron del aeropuerto antes de que les hicieran el chequeo de Migración. Si salieron en un bus de lujo o en 18 Toyotas Prado del año, es irrelevante . En lo que a Dean CóRnito respecta, en ese avión bien pudo haber llegado Osama bin-Laden, que como las fuerzas de seguridad del príncipe no permitieron que ningún funcionario de Migración verificara como mínimo que las fotos en los pasaportes coincidieran con las caras de las personas que los portaban, nunca lo sabremos. Es más, bien pudieron llegar 47 acompañantes con el príncipe, y mañana, cuando el señor feudal abandone nuestro país, podrán irse con él 47 personas distintas de las que entraron. Total, nadie se va a dar cuenta.
La payasada no termina ahí. Los 48 visitantes, príncipe número 436 incluido, salieron del aeropuerto antes de que su equipaje fuera revisado por Aduanas. Si en él hubieran encontrado armas o drogas ilegales, sus dueños por supuesto nunca hubieran aparecido. Pero Dean CóRnito está dispuesto a apostar un cojón y la mitad del otro a que las valijas de tan exóticos visitantes ni siquiera pasaron por una pinche maquinita de Rayos X.
Y para terminar de hacerla trompuda, nuestro Premio Nóbel Presidente va de zampaguabas a recibir al príncipe millonetas en su casa, y ningún político de este país chista. Bueno, si no chistaron cuando recibió a la Maripepa en visita privada en Casa Presidencial durante su primer mandato, ni chistaron tampoco cuando recibió al alcohólico racista de Mel Gibson, iluso sería pensar que lo iban a hacer ahora. En La Suiza Centroamericana nos reconocemos y declaramos absolutamente ingenuos e ilusos, y por eso seguimos con la perorata.
La cosa es que si nuestro internacional presidente quiere devaluar la estatura de su premio Nóbel juntándose con cuanto bombetas con plata o con un par de buenas tetas se aparezca en nuestro país, allá él, es cosa suya. Pero cuando, como Presidente de la República, recibe a estos papanatas en su casa o en Casa Presidencial, está devaluando e irrespetando la institución de la Presidencia y está dejando en entredicho la reputación de país serio que podría tener Costa Rica en el resto del mundo. Y eso es intolerable en cualquier presidente, pero en especial en uno que se supone se especializa en la cosa esa que llaman relaciones internacionales. Ya lo habíamos dicho anteriormente, nuestro actual gobierno practica la diplomacia al estilo de las putas. Todo por un poquitillo de plata.