Bienvenido, señor Presidente, a la Suiza Centroamericana. Bienvenido a la Costa Rica del siglo XXI,
donde los valores son monetarios, y los principios se intercambian por espejos,
pero a diferencia de hace cinco siglos, ya no es por ignorancia. Bienvenido a
esta democracia tan venida a menos, gobernada – desgobernada, diría más de un compatriota
– por una raza de gente a la que le gotea el ano de la emoción al recibirlo a
usted, un bien parecido déspota vestido de Armani y de refinados modales,
casado con una guapa superstar de la
farándula de su país. Todo un diagnóstico de la realidad nacional.