La otra noche, surfeando por los canales de la televisión, escuché un anuncio de un reportaje que iban a hacer en algún programa tipo Informe 11 ó 7 Estrellas, con un título algo así como ¿Por qué los ticos somos tan chichosos? Decidí no ver el reportaje porque era en uno de esos programas que me ponen de chicha de sólo oír el falsete nasal del periodista encargado, además de que no quería llenarme la cachimba de tierra oyendo todas las razones que tengo para ponerme de chicha. Pero el tema se me quedó dando vueltas en la cabeza, y este artículo es el resultado de varios días de andar de chicha por no poder sacarme la idea de la jupa. He aquí mi versión de por qué los ticos somos tan chichosos.
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Vivimos en un país maravilloso. Bendecido por la naturaleza con una belleza escénica incomparable y con suficientes recursos como para poder alcanzar un cómodo nivel de vida sin las complicaciones que tuvo, por ejemplo, un Japón para lograr el desarrollo económico. En términos generales, tenemos una sociedad igualitaria, un sistema político democrático estable, y quizás una consciencia colectiva de que más vale tener tres frijoles menos en la panza que dos plomazos en la cabeza. Es decir, vivimos, en términos políticos, en paz. Más que presente, nuestro país tiene un potencial envidiable.
El problema es justamente ese: tenemos un gran potencial, pero no logramos explotarlo. Tenemos las calles llenas de huecos, pero evidentemente las seguimos construyendo de la misma manera que no nos ha dado resultados durante décadas. Llueve más de lo que los cauces de los ríos pueden acarrear, pero a nadie se le ha ocurrido construir reservorios inmensos de aguas pluviales para abastecernos durante los meses que llamamos verano. Con eso evitaríamos dos problemas muy importantes que nos ponen de chicha: las constantes inundaciones y los racionamientos estivales del servicio de agua potable. ¿Cómo puede ser que un país con el nivel de desarrollo humano del nuestro y la cantidad de agua que gratuitamente nos regala San Pedro 9 y 10 meses al año sufra racionamientos de agua todos los años?
Tendemos a echar las culpas de todos nuestros males a los gobiernos – algo de lo que el autor de este blog ciertamente no está exento. ¿Pero acaso nos ponemos a pensar cuál es nuestra responsabilidad como individuos? Es cierto que nuestros gobiernos nos han fallado repetidamente. Pero nuestros gobiernos están conformados por gente como nosotros. ¿Qué hacemos nosotros por cambiar esa situación? ¿Ir a votar cada 4 años por el partido de oposición? ¡Gran ganga!
Cuando manejamos nos pone de chicha el malparido que, apenas ponemos la direccional para intentar cambiar de carril, acelera para impedirnos el paso. Los más atrevidos sacan medio cuerpo por la ventana y le explican a grito pelado al ya mencionado malparido exactamente en cuál esquina de Calle 12 conocieron a su mamá. Los más prudentes dejamos las ventanas cerradas, pero dentro de nuestro carro gesticulamos, gritamos, insultamos y buscamos cualquier otra forma de desahogarnos, dando la impresión a un observador casual de que somos una manada de loquitos que hablamos solos en el carro. Pero cuando es nuestro turno de ceder el paso, ¿no somos nosotros mismos los malparidos que aceleramos para bloquear el camino al atrevido que se quiere cambiar de carril?
El tico es individualista y egoísta. Paradójicamente, le encanta que el gobierno le brinde soluciones “socializantes” a sus problemas, pero ojalá sólo a los suyos. El hotelero pide incentivos fiscales para construir hoteles cuando el problema es más bien uno de desocupación. El fabricante de lácteos pide que se impida el acceso de productos extranjeros, dizque para poder alcanzar un volumen de producción que le permita obtener economías de escala (léase, para mantener su condición dominante cuasi-monopólica en el mercado), cuando el verdadero problema es su propia ineficiencia y no el tamaño del mercado. El sindicalista pide más horas libres pagas, pero no las compensa con un mayor esfuerzo en las horas laborales. El pobre pide becas para mandar a sus hijos a la escuela, pero luego de recibirlas los pone a trabajar. El de clase media se busca conocidos en “la administración” para que su hijo obtenga una beca que 100.000 familias necesitan mucho más que él. Queremos que bajen los buses pero que le suban los impuestos al combustible porque lo usan mayoritariamente los ricos. Queremos que nos subsidien la electricidad que consumimos, pero que las empresas la paguen más cara. Y luego pedimos al Ministerio de Economía que controle los precios de los productos de esas empresas que pagan la electricidad más cara porque nos parece un robo lo que nos cobran por esos bienes y servicios producidos con electricidad innecesariamente cara.
Por supuesto que todo eso nos pone de chicha. El analista económico se pone de chicha porque el representante de los hoteles le diga que la ocupación ha caído (en parte por la crisis, en parte por los altísimos precios que se dejan cobrar), pero que proponga que la solución sea que Papá Estado regale el dinero para que ellos, empresarios, construyan más hoteles. El importador se pone de chicha cuando su yogurt importado de primera calidad no puede competir con el yogurt de tercera que se ofrece en el mercado local porque tiene que pagar un arancel del 65% para ingresar el producto a nuestro país. El pobre se pone de chicha porque al hijo del primo de la esposa del Jefe del departamento “decualquiercosa” del Ministerio le dieron una beca pero llega a la escuela en la Pathfinder del año de su mamá. Y el de clase media se pone de chicha porque sus impuestos se usan para pagar una beca que los padres del niño necesitado usan para otra cosa mientras su hijo siembra frijoles en la parcela familiar en horario escolar. Y todos nos ponemos de chicha porque la inflación no baja a niveles normales, justamente porque la estructura de precios en nuestro país conserva ciertas rigideces producto de las políticas de una malentendida compensación social que todos defendemos.
Estamos en un estado de chicha colectiva porque todos queremos salir beneficiados aprovechándonos de los otros, pero nunca es posible que todos salgamos ganado a expensas de los demás. Nuestro país tiene un gran potencial, pero no lo logramos desarrollar porque siempre queremos estar mejor que los demás, y no simplemente estar mejor que antes. Yo estoy bien si logro bloquear el paso al vivillo que se quiere inventar un tercer carril en la cuneta de la calle y llego a la intersección una millonésima de segundo antes que él. Y si soy el vivillo que se inventó el tercer carril, estoy bien si logro llegar a la intersección antes que la bola de brutos que pacientemente han esperado su turno en el carril adecuado. En el proceso nos embrutecemos. No medimos los riesgos; a priori no importa si por irnos por la cuneta corremos el riesgo de terminar volcados: es un riesgo que vale la pena tomar en aras de ganarnos 15 segundos en el tráfico insoportable de las 6 de la tarde.
El gobierno nos falla, pero es en buena medida por nuestra culpa: cuando cada sector ejerce presión por lograr beneficios para los suyos (léase comerciantes, industriales, sindicalistas, maestros, profesionales, etc.), es imposible que el gobierno diseñe una política coherente para el desarrollo nacional. Las políticas públicas en Costa Rica son un conjunto de políticas sectoriales incoherentes e incompatibles entre sí, y no una verdadera política nacional de desarrollo. El problema somos los ciudadanos, no los gobiernos. ¿O acaso cree usted, estimado lector, que nunca en los últimos 50 años hemos tenido un gobernante capaz? ¿Cree que todos han sido unos brutos, y nosotros peor por ir a votar por ellos y elegirlos para que se caguen en nuestras vidas?
Cuando salga de su casa, cuando esté en la calle, en su trabajo, o hasta de vacaciones, antes de actuar pregúntese: ¿qué he hecho por mi país? Si no me importan los demás, ¿qué hago por reducir mi propio nivel de chicha? El autor de estas líneas, que no quiere ser malinterpretado, aclara con orgullo que es un liberal: privilegia al individuo por encima de la sociedad. Pero hay una enorme diferencia entre ser individualista y ser egoísta. Dean CóRnito prefiere las reglas de juego claras y parejas para todo el mundo, y que el Estado no se meta en sus decisiones siempre y cuando respete las reglas del juego. En lo que no cree es en que uno como individuo, o como miembro de un gremio, deba de buscar beneficios personales o sectoriales a través de la política pública. Por eso, a pesar de ser profesional, Dean CóRnito no pertenece a ningún “colegio” de profesionales. Por eso, a pesar de ser empresario, no pertenece a ninguna agrupación gremial. Si le piden su opinión sobre tal o cual política pública, les dirá lo que piensa es mejor para el país: lo que sea bueno para el individuo. Pero el individuo entendido como un ente anónimo, sin cara ni nombre. No se trata de lo que beneficia a ciertos individuos, sino de lo que beneficia a todos los individuos que componen este maravilloso país. Para que logremos desarrollar ese potencial y dejemos de ser una bola de chichosos.
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Vivimos en un país maravilloso. Bendecido por la naturaleza con una belleza escénica incomparable y con suficientes recursos como para poder alcanzar un cómodo nivel de vida sin las complicaciones que tuvo, por ejemplo, un Japón para lograr el desarrollo económico. En términos generales, tenemos una sociedad igualitaria, un sistema político democrático estable, y quizás una consciencia colectiva de que más vale tener tres frijoles menos en la panza que dos plomazos en la cabeza. Es decir, vivimos, en términos políticos, en paz. Más que presente, nuestro país tiene un potencial envidiable.
El problema es justamente ese: tenemos un gran potencial, pero no logramos explotarlo. Tenemos las calles llenas de huecos, pero evidentemente las seguimos construyendo de la misma manera que no nos ha dado resultados durante décadas. Llueve más de lo que los cauces de los ríos pueden acarrear, pero a nadie se le ha ocurrido construir reservorios inmensos de aguas pluviales para abastecernos durante los meses que llamamos verano. Con eso evitaríamos dos problemas muy importantes que nos ponen de chicha: las constantes inundaciones y los racionamientos estivales del servicio de agua potable. ¿Cómo puede ser que un país con el nivel de desarrollo humano del nuestro y la cantidad de agua que gratuitamente nos regala San Pedro 9 y 10 meses al año sufra racionamientos de agua todos los años?
Tendemos a echar las culpas de todos nuestros males a los gobiernos – algo de lo que el autor de este blog ciertamente no está exento. ¿Pero acaso nos ponemos a pensar cuál es nuestra responsabilidad como individuos? Es cierto que nuestros gobiernos nos han fallado repetidamente. Pero nuestros gobiernos están conformados por gente como nosotros. ¿Qué hacemos nosotros por cambiar esa situación? ¿Ir a votar cada 4 años por el partido de oposición? ¡Gran ganga!
Cuando manejamos nos pone de chicha el malparido que, apenas ponemos la direccional para intentar cambiar de carril, acelera para impedirnos el paso. Los más atrevidos sacan medio cuerpo por la ventana y le explican a grito pelado al ya mencionado malparido exactamente en cuál esquina de Calle 12 conocieron a su mamá. Los más prudentes dejamos las ventanas cerradas, pero dentro de nuestro carro gesticulamos, gritamos, insultamos y buscamos cualquier otra forma de desahogarnos, dando la impresión a un observador casual de que somos una manada de loquitos que hablamos solos en el carro. Pero cuando es nuestro turno de ceder el paso, ¿no somos nosotros mismos los malparidos que aceleramos para bloquear el camino al atrevido que se quiere cambiar de carril?
El tico es individualista y egoísta. Paradójicamente, le encanta que el gobierno le brinde soluciones “socializantes” a sus problemas, pero ojalá sólo a los suyos. El hotelero pide incentivos fiscales para construir hoteles cuando el problema es más bien uno de desocupación. El fabricante de lácteos pide que se impida el acceso de productos extranjeros, dizque para poder alcanzar un volumen de producción que le permita obtener economías de escala (léase, para mantener su condición dominante cuasi-monopólica en el mercado), cuando el verdadero problema es su propia ineficiencia y no el tamaño del mercado. El sindicalista pide más horas libres pagas, pero no las compensa con un mayor esfuerzo en las horas laborales. El pobre pide becas para mandar a sus hijos a la escuela, pero luego de recibirlas los pone a trabajar. El de clase media se busca conocidos en “la administración” para que su hijo obtenga una beca que 100.000 familias necesitan mucho más que él. Queremos que bajen los buses pero que le suban los impuestos al combustible porque lo usan mayoritariamente los ricos. Queremos que nos subsidien la electricidad que consumimos, pero que las empresas la paguen más cara. Y luego pedimos al Ministerio de Economía que controle los precios de los productos de esas empresas que pagan la electricidad más cara porque nos parece un robo lo que nos cobran por esos bienes y servicios producidos con electricidad innecesariamente cara.
Por supuesto que todo eso nos pone de chicha. El analista económico se pone de chicha porque el representante de los hoteles le diga que la ocupación ha caído (en parte por la crisis, en parte por los altísimos precios que se dejan cobrar), pero que proponga que la solución sea que Papá Estado regale el dinero para que ellos, empresarios, construyan más hoteles. El importador se pone de chicha cuando su yogurt importado de primera calidad no puede competir con el yogurt de tercera que se ofrece en el mercado local porque tiene que pagar un arancel del 65% para ingresar el producto a nuestro país. El pobre se pone de chicha porque al hijo del primo de la esposa del Jefe del departamento “decualquiercosa” del Ministerio le dieron una beca pero llega a la escuela en la Pathfinder del año de su mamá. Y el de clase media se pone de chicha porque sus impuestos se usan para pagar una beca que los padres del niño necesitado usan para otra cosa mientras su hijo siembra frijoles en la parcela familiar en horario escolar. Y todos nos ponemos de chicha porque la inflación no baja a niveles normales, justamente porque la estructura de precios en nuestro país conserva ciertas rigideces producto de las políticas de una malentendida compensación social que todos defendemos.
Estamos en un estado de chicha colectiva porque todos queremos salir beneficiados aprovechándonos de los otros, pero nunca es posible que todos salgamos ganado a expensas de los demás. Nuestro país tiene un gran potencial, pero no lo logramos desarrollar porque siempre queremos estar mejor que los demás, y no simplemente estar mejor que antes. Yo estoy bien si logro bloquear el paso al vivillo que se quiere inventar un tercer carril en la cuneta de la calle y llego a la intersección una millonésima de segundo antes que él. Y si soy el vivillo que se inventó el tercer carril, estoy bien si logro llegar a la intersección antes que la bola de brutos que pacientemente han esperado su turno en el carril adecuado. En el proceso nos embrutecemos. No medimos los riesgos; a priori no importa si por irnos por la cuneta corremos el riesgo de terminar volcados: es un riesgo que vale la pena tomar en aras de ganarnos 15 segundos en el tráfico insoportable de las 6 de la tarde.
El gobierno nos falla, pero es en buena medida por nuestra culpa: cuando cada sector ejerce presión por lograr beneficios para los suyos (léase comerciantes, industriales, sindicalistas, maestros, profesionales, etc.), es imposible que el gobierno diseñe una política coherente para el desarrollo nacional. Las políticas públicas en Costa Rica son un conjunto de políticas sectoriales incoherentes e incompatibles entre sí, y no una verdadera política nacional de desarrollo. El problema somos los ciudadanos, no los gobiernos. ¿O acaso cree usted, estimado lector, que nunca en los últimos 50 años hemos tenido un gobernante capaz? ¿Cree que todos han sido unos brutos, y nosotros peor por ir a votar por ellos y elegirlos para que se caguen en nuestras vidas?
Cuando salga de su casa, cuando esté en la calle, en su trabajo, o hasta de vacaciones, antes de actuar pregúntese: ¿qué he hecho por mi país? Si no me importan los demás, ¿qué hago por reducir mi propio nivel de chicha? El autor de estas líneas, que no quiere ser malinterpretado, aclara con orgullo que es un liberal: privilegia al individuo por encima de la sociedad. Pero hay una enorme diferencia entre ser individualista y ser egoísta. Dean CóRnito prefiere las reglas de juego claras y parejas para todo el mundo, y que el Estado no se meta en sus decisiones siempre y cuando respete las reglas del juego. En lo que no cree es en que uno como individuo, o como miembro de un gremio, deba de buscar beneficios personales o sectoriales a través de la política pública. Por eso, a pesar de ser profesional, Dean CóRnito no pertenece a ningún “colegio” de profesionales. Por eso, a pesar de ser empresario, no pertenece a ninguna agrupación gremial. Si le piden su opinión sobre tal o cual política pública, les dirá lo que piensa es mejor para el país: lo que sea bueno para el individuo. Pero el individuo entendido como un ente anónimo, sin cara ni nombre. No se trata de lo que beneficia a ciertos individuos, sino de lo que beneficia a todos los individuos que componen este maravilloso país. Para que logremos desarrollar ese potencial y dejemos de ser una bola de chichosos.
Me encantó. Y me vi retratada en muchas cosas.
ResponderBorrarFelicidades Dean. Increíble artículo. Nunca antes creo que alguien había puesto tan claro por qué a nosotros nos pasa lo que nos pasa como país.
ResponderBorrarResumiendo, somos un país de individualistas-narcisistas que exigimos soluciones "colectivas" para todo pero que operen a nuestro gusto y antojo individual. En otras palabras, estamos pidiendo lo imposible. Y si eso no cambia, el país tampoco va a cambiar ni echar para adelante, ni de aquí a cien años.
Las escenas de las calles que pones son para mí cosa de todos los días, pero también admito mea culpa en ellas. Todos en algún momento creemos que nuestro tiempo es más importante que el de todos los demás. Y es obvio, si no pongo de mi parte para cambiar, ¿cómo voy a esperar que los demás cambien?
"¿Qué he hecho por mi país?" Eso me recordó la famosa frase de Kennedy. Como que tenía razón.
Sole, muchas gracias. Uno de mis objetivos es que los lectores se vieran como en un espejo, para ver si reaccionamos.
ResponderBorrarBeto, te referís al famoso "ask not what your country can do for you—ask what you can do for your country". Ese, exactamente es el mensaje. La práctica de la política hoy en día en Costa Rica es un ejercicio de "a ver qué saco para mi provecho personal". Y no me refiero a los políticos corruptos, o no exclusivamente a ellos. Me refiero a nosotros los ciudadanos que exigimos políticas que nos benefician en lo personal pero se pasean en el país.
El post está genial, felicidades por la excelente entrada.
ResponderBorrarA mi siempre me ha llamado la atencion cada vez que regreso, la agresividad de la gente. Esos chichosos, en pequena o gran medida, son como volcanes a punto de explotar, un toque y ya.
ResponderBorrarLa frustracion, como dice Dean, es producto de la sloledad y el aislamiento en que estamois, porque asi lo escojemos.
Como decia mi jefa: todos estamos donde queremso estar y como queremos estar.
Te expresas en tu artículo con buena intención, pero hay un semerendo error en tu pensar y lo hallo en lo siguiente que declaras:
ResponderBorrar"Nuestro país tiene un gran potencial, pero no lo logramos desarrollar porque siempre queremos estar mejor que los demás, y no simplemente estar mejor que antes."
Erras porque también dices lo siguiente: "El tico es individualista y egoísta. Paradójicamente, le encanta que el gobierno le brinde soluciones 'socializantes' a sus problemas, pero ojalá sólo a los suyos."
En esto no hay nada de paradoja y ahí está tu error, porque mal interpretas la base de el individualista egoímo del que acusas a tu gente y, por ende, fallas en entender el porqué tu pueblo no logra alcanzar su potencial.
Ni hay mal en querer estar mejor que antes ni lo hay en querer estar mejor que otros. La problemática de este caso no está en el objetivo. Está en el método para alcanzarlo. El método del tico lo describes repetidas veces. Al tico le gusta robar y así alcanzar su beneficio, como lo dijiste, "aprovechándonos de otros." ¿Cómo? Através del Estado. Ahí está la pistola. Ahí está el garrote y el asalto, porque por medio del Estado queremos meterle la mano al bolsillo del prójimo y aparentar la acción fue justa si a nuestro vecino le dolió el pillaje. "Lo manda la ley," decimos, pero ni papa entendemos de lo que la ley en verdad es.
"El gobierno nos falla, pero es en buena medida por nuestra culpa...", decís. Tenés razón. Mas nos falla no en parte sino en toda medida porque somos gente perversa, envidiosa. Si no lo puedo tener yo, tampoco lo podés tener vos. Y eso a todos nos pone de chicha. La chicha en la vida del tico viene de vivir contrario a la ley verdadera, justificando el mal al llamarlo bien por medio del Estado.
Nos explica R.J. Rushdoony en su introducción a "Los Institutos De La Ley Bíblica" que "La ley es, en toda cultura, de origen religioso. Como la ley gobierna al hombre y la sociedad, debido a que establece y declara el significado de la justicia y la equidad, la ley es inexorablemente religiosa, porque establece de manera práctica las cuestiones primordiales de la cultura. De acuerdo con esto, una premisa necesaria y fundamental en todos y cada uno de los estudios de la ley debe ser, primero, un reconocimiento de esta naturaleza religiosa de la ley.
"Segundo: debe reconocerse que en cualquier cultura la fuente de la ley es el dios de esa sociedad. Si la ley tiene su fuente en la razón del hombre, entonces la razón es el dios de esa sociedad. Si la fuente es una oligarquía, o un tribunal, senado o gobernante, entonces esa fuente es el dios de ese sistema...
"Tercero: en cualquier sociedad, cualquier cambio de la ley es un cambio explícito o implícito de religión. Nada revela más claramente, en la práctica, el cambio religioso de una sociedad que una revolución legal. Cuando los fundamentos legales se desplazan de la ley bíblica al humanismo, eso significa que la sociedad ahora extrae su vitalidad y poder del humanismo, no del teísmo cristiano.
"Cuarto: ningún desestablecimiento de la religión como tal es posible en ninguna sociedad. Una iglesia puede desestablecerse, y una religión particular puede ser
suplantada por otra, pero el cambio es simplemente para otra religión. Como los fundamentos de la ley son inexorablemente religiosos, no puede existir una sociedad sin un fundamento religioso, ni sin un sistema legal que codifique la moral de su religión.
"Quinto: no puede haber tolerancia en un sistema legal con otra religión. La tolerancia es un artificio destinado a introducir un nuevo sistema legal como preludio a una nueva intolerancia. El positivismo legal, una fe humanista, ha sido salvaje en su hostilidad al sistema legal bíblico y ha pretendido ser un sistema 'abierto'. Pero Cohen, que no es de ninguna manera un cristiano, ha descrito acertadamente a los positivistas lógicos como 'nihilistas' y a su fe como un 'absolutismo nihilista'. Cada sistema legal debe mantener su existencia por medio de la hostilidad hacia cualquier otro sistema legal y hacia fundamentos religiosos extraños, o de lo contrario está cometiendo suicidio."
Por lo tanto, te concluyo con decirte que describes bien el sufrimiento del pueblo que su religión estatal, puesta en práctica por sus leyes presentes, le causa. Pero ¿qué más se puede esperar, si Costa Rica no es más que un país humanista donde el hombre es Dios y el Estado "como Dios andando por la tierra", tal como lo deseaba aquel filósofo humanista G.W.F. Hegel.
Se vive en chicha porque se vive la ley de Hegel y no la de Cristo entre los ticos.
Dean C:
ResponderBorrarAqui algunas observaciones a tu comentario.
"Vivimos en un país maravilloso. Bendecido por la naturaleza con una belleza escénica incomparable" (OK, aquí ya estamos mal. El chauvinismo solo debiera tener lugar en el Fútbol. Costa Rica tiene paisajes muy bonitos, pero no son incomparables. Hay que ver la belleza de los Andes en Perú, la Sierra Nevada de California y las playas de Hawai’i para poder comparar.)
"...y con suficientes recursos como para poder alcanzar un cómodo nivel de vida sin las complicaciones que tuvo, por ejemplo, un Japón…"
No tenemos suficientes recursos naturales para nada. Es por eso que Costa Rica no es tiene una base industrializada. Es mas, los pocos recursos que tenemos se nos agotan a velocidades alarmantes.
"...un sistema político democrático estable..."
pero débil y además hemos sido gobernados por populistas sin carácter.
"Más que presente, nuestro país tiene un potencial envidiable."
Potencial envidiable??? Antes de hacer esta aseveración, hay que fundamentarla.
"El problema es justamente ese: tenemos un gran potencial, pero no logramos explotarlo. Tenemos las calles llenas de huecos, pero evidentemente las seguimos construyendo de la misma manera que no nos ha dado resultados durante décadas..."
Esto es porque no tenemos recursos naturales que nos permitan crear riqueza de línea base y darle 20 cm de asfalto a las calles).
"Llueve más de lo que los cauces de los ríos pueden acarrear..."
NO, los ríos siempre podrán llevar el agua que la naturaleza les entrega. Pero si comienza a llenar de casas los cauces y las llanuras de inundación de los ríos, si comienza a tirarles basura y escombros entonces vas a tener problemas de ríos desbordados por la falta de planificación urbana.
"...pero a nadie se le ha ocurrido construir reservorios inmensos de aguas pluviales..."
y después que? A donde se van a construir? Cuanto van a costar, a esas aguas hay que darles transporte y tratamiento y eso cuesta $ etc.)
"...para abastecernos durante los meses que llamamos verano..."
en Costa Rica solo en muy pocos lugares hace falta el agua en verano, así que estos solo se pueden pensar para estos lugares).
"Con eso evitaríamos dos problemas muy importantes que nos ponen de chicha: las constantes inundaciones y los racionamientos estivales del servicio de agua potable."
Ya lo dijiste sin querer, la palabra clave es potable. El agua pluvial o de escorrentía le falta mucho ($) para convertirse en potable
"¿Cómo puede ser que un país con el nivel de desarrollo humano del nuestro y la cantidad de agua que gratuitamente nos regala San Pedro 9 y 10 meses al año sufra racionamientos de agua todos los años?"
La respuesta a tu pregunta: Erosión de suelo, contaminación rampante, mala (falta de) planificación urbana, falta de pago de impuestos, demanda desmedida de energía hidroeléctrica etc.
"Cuando manejamos nos pone de chicha el malparido que, apenas ponemos la direccional para intentar cambiar de carril, acelera para impedirnos el paso. Los más atrevidos sacan medio cuerpo por la ventana y le explican a grito pelado al ya mencionado malparido exactamente en cuál esquina de Calle 12 conocieron a su mamá..."
Definitivamente nunca has manejado en Ciudad de Panamá, Sto Domingo, Lima o Caracas, donde si hay que ponerse vivos para salir vivos. En Costa Rica las caballadas al volante se dan por dos factores: 1) falta de respeto y 2) infraestructura inadecuada.
"El tico es individualista y egoísta..."
Mito # 1 del Tico, en realidad todo el mundo puede verse caracterizado de esa manera, pero el Tico es mas bien indisciplinado e irrespetuoso. Y en un par de líneas le explico el porque. El Tico, desde muy guila la explican en la escuela que en Costa Rica todos somos iguales y que nadie es mejor que otro. OK, eso socava el concepto de que aquel que se esfuerza y se prepara va a tener mas y mejores oportunidades. El Tico en general ha vivido conformándose con un estado paternalista que le ha resuelto sus grandes problemas (educación y salud) y esto lo ha llevado a entender que en Costa Rica no paga el ser excepcional. Si todos somos iguales, todos sufrimos y gozamos lo mismo, y eso es bueno (¿?). En Costa Rica si uno tiene una casa en San Jose y otra en la playa, de inmediato levanta sospechas de choricero y a nadie se le ocurre que los ahorros o buenas inversiones han podido generar esa riqueza.
"Estamos en un estado de chicha colectiva porque todos queremos salir beneficiados aprovechándonos de los otros, pero nunca es posible que todos salgamos ganado a expensas de los demás. Nuestro país tiene un gran potencial..."
otra vez sin explicar en que consiste ese gran potencia,
"...pero no lo logramos desarrollar porque siempre queremos estar mejor que los demás, y no simplemente estar mejor que antes."
Ok, si entiendo esta gramática, estas diciendo que es mejor estar mejor que antes y no el mejorar sustantivamente? Yo en lo personal, no solo quiero estar mejor que antes, pero también quiero estar mejor que los demás. Esto no tiene nada de malo. La ambición es buena siempre que sea honrada.
Bueno, Dean, solo algunos comentarios y espero que te den chicha.