Que en los 40 años transcurridos desde que se trazó la carretera a Caldera sin que fuera construida a nadie se le ocurriera actualizar el diseño, solo puede ser testimonio de la memez colectiva que campea en nuestro país. Hoy nos congratulamos por esta “gran nueva obra” que nos permite – si el cretino de adelante se decide a manejar a más de 25 kmh – llegar a Tárcoles en menos de una hora, como que si fuera la gran cosa. Y lo es, vistas las deplorables trochas que en este país mal llamamos carreteras y autopistas.
Seguir leyendo...
Quizás el problema no sea de carreteras, sino de semántica. Y entonces lo que tenemos los ticos no son malas carreteras, sino un léxico exiguo que nos impide reconocer la diferencia. En cuyo caso seríamos unos necios mentecatos e incultos que insistimos en no llamar las cosas por su nombre. Sea lo que sea, la nueva “autopista del sol”, más allá de su novedad, es una lamentable porquería. Y no me refiero a la empresa concesionaria – no he detectado en ella culpa alguna por lo que sucede en ese reguero de asfalto en el que nos cobran por circular – sino al caminillo en si.
Un carril en cada sentido más un carril de ascenso en los tramos montañosos es una propuesta tan setentera que debería de ser objeto de un episodio de That 70´s Show. Vía Libre era el nombre de un conjunto musical de la época, no lo que hay en el trayecto San José – Caldera. Las presas que dicen que se armaron en Semana Santa – no soy tan zopenco para haberme metido por allí en esos días – no se debieron a los peajes, sino a la poca capacidad de la carretera para atender la demanda real. Un carril en cada sentido para recibir el tránsito saliente de cinco casetas de cobro. Dios, ¿habrase visto tanta mezquindad?
No señores, no me quejo de las presas de Semana Santa - porque eran absolutamente previsibles. Tampoco me quejo del peaje - ¢1.830 es una bagatela si de verdad me ahorro los 45 ó 50 minutos que me prometen. Me quejo de la forma tan lamentable que tenemos de hacer las cosas en nuestro país. Cuando en los libros de historia se lea que la primera carretera del siglo XXI se construyó a un carril por sentido, nuestros nietos no podrán menos que burlarse de nosotros y de nuestra pequeñita mentalidad decimonónica. Si es que algo o alguien de aquí a entonces hace ver a nuestros descendientes que hay mejores maneras de hacer las cosas.
Hoy me tocó ir a una reunión por Quebrada Ganado. Confieso que antes de que existiera este trillo glorificado, hubiera planificado un fin de semana en Jacó programando la reunión para viernes o lunes sin tener que echarme ida y vuelta en un solo día. Para hoy, decidí estrenarme en la nueva súper autopista. Mi primera observación: muerto el perro, muerta la rabia; pasada la Semana Santa, no había ni un solo policía en todo el trayecto. A la ida topé con suerte, y mis ¢1.830 realmente valieron la pena. Al regreso, cociné a fuego lento – muy lento – este comentario.
No había muchos carros en la vía. Nada más entrar a la carretera, a la altura de Pozón, me topé con un camioncito desvencijado cargado hasta la carameduele de mangos. Dichosamente le pude pasar rápidamente cuando la calle se ensancha en la aproximación al peaje. Para mi sorpresa, desde poco menos de un kilómetro después de ese peaje, hasta el siguiente peaje, me lo tuve que echar a entre 15 y 25 kmh detrás de un camión cargado con maquinaria de construcción – no de la concesionaria; le vi bien los rótulos. Pasamos dos o tres rótulos que avisaban que la velocidad mínima en la carretera es de 40 kmh, pero por supuesto no había un solo policía en 120 kilómetros a la redonda. Ni tampoco había cómo pasar; se trata de un tramo montañoso, de muchas curvas, y sin carriles de ascenso en el sentido hacia San José. Cuando finalmente lo logré pasar – ya para eso había una fila de por lo menos 50 carros detrás del cochino armatoste, me topé con un camión cargado de caña de azúcar hasta unos dos metros por encima del nivel de la cabina. Tampoco había ningún tombo para multarlo por exceso de carga ni por circular a menos de 40 kmh, pero dichosamente rápido apareció el carril de ascenso. Luego de este, otro camión circulando a 45 kmh, apenitas legal, pero provocando presas. Y al llegar al carril de ascenso, el Yeison Alexander que iba en el Elantra ’93 destartalado delante de mí se metió en el carril derecho, y el del camión se quedó en el carril izquierdo, a pesar de los múltiples rótulos que dicen, de manera gráfica y también por escrito: Camiones carril derecho y Tránsito lento carril derecho. Ambos avanzaban a la misma velocidad, por debajo de los 40kmh, y nadie les pudo pasar.
Al final de cuentas, pagué por un servicio que no recibí. De Quebrada Ganado a La Sabana hice una hora y cincuenta y cinco minutos, mismo tiempo que pude haber hecho por El Aguacate. El problema, una vez más, es la forma que tenemos en este país de hacer las cosas. Es verdad que hay que tener maña, experiencia, malicia indígena, quiebre de cintura y unos huevos de avestruz para planear las cosas de esta manera, y que salgan tal cual. Hay que ser ciegos, sordos, subnormales y tener la cara muy dura para concesionar una carretera a un carril por sentido en pleno siglo XXI. Y más aún para permitir que la escoria de la flota vehicular circule por ahí teniendo, ahora si, múltiples alternativas para desplazarse. El que esté dispuesto a pagar por usar una carretera – y soy el primero en la fila – debe de recibir un servicio que la diferencie de las demás. La “autopista del sol” no tiene baches, pero eso es porque está nueva. En todo lo demás, no se diferencia de Cambronero, ni del Aguacate, ni del otro montón de senderitos semiasfaltados que en este país damos por llamar carreteras. Las que nos conducen derechito al subdesarrollo.
Seguir leyendo...
Quizás el problema no sea de carreteras, sino de semántica. Y entonces lo que tenemos los ticos no son malas carreteras, sino un léxico exiguo que nos impide reconocer la diferencia. En cuyo caso seríamos unos necios mentecatos e incultos que insistimos en no llamar las cosas por su nombre. Sea lo que sea, la nueva “autopista del sol”, más allá de su novedad, es una lamentable porquería. Y no me refiero a la empresa concesionaria – no he detectado en ella culpa alguna por lo que sucede en ese reguero de asfalto en el que nos cobran por circular – sino al caminillo en si.
Un carril en cada sentido más un carril de ascenso en los tramos montañosos es una propuesta tan setentera que debería de ser objeto de un episodio de That 70´s Show. Vía Libre era el nombre de un conjunto musical de la época, no lo que hay en el trayecto San José – Caldera. Las presas que dicen que se armaron en Semana Santa – no soy tan zopenco para haberme metido por allí en esos días – no se debieron a los peajes, sino a la poca capacidad de la carretera para atender la demanda real. Un carril en cada sentido para recibir el tránsito saliente de cinco casetas de cobro. Dios, ¿habrase visto tanta mezquindad?
No señores, no me quejo de las presas de Semana Santa - porque eran absolutamente previsibles. Tampoco me quejo del peaje - ¢1.830 es una bagatela si de verdad me ahorro los 45 ó 50 minutos que me prometen. Me quejo de la forma tan lamentable que tenemos de hacer las cosas en nuestro país. Cuando en los libros de historia se lea que la primera carretera del siglo XXI se construyó a un carril por sentido, nuestros nietos no podrán menos que burlarse de nosotros y de nuestra pequeñita mentalidad decimonónica. Si es que algo o alguien de aquí a entonces hace ver a nuestros descendientes que hay mejores maneras de hacer las cosas.
Hoy me tocó ir a una reunión por Quebrada Ganado. Confieso que antes de que existiera este trillo glorificado, hubiera planificado un fin de semana en Jacó programando la reunión para viernes o lunes sin tener que echarme ida y vuelta en un solo día. Para hoy, decidí estrenarme en la nueva súper autopista. Mi primera observación: muerto el perro, muerta la rabia; pasada la Semana Santa, no había ni un solo policía en todo el trayecto. A la ida topé con suerte, y mis ¢1.830 realmente valieron la pena. Al regreso, cociné a fuego lento – muy lento – este comentario.
No había muchos carros en la vía. Nada más entrar a la carretera, a la altura de Pozón, me topé con un camioncito desvencijado cargado hasta la carameduele de mangos. Dichosamente le pude pasar rápidamente cuando la calle se ensancha en la aproximación al peaje. Para mi sorpresa, desde poco menos de un kilómetro después de ese peaje, hasta el siguiente peaje, me lo tuve que echar a entre 15 y 25 kmh detrás de un camión cargado con maquinaria de construcción – no de la concesionaria; le vi bien los rótulos. Pasamos dos o tres rótulos que avisaban que la velocidad mínima en la carretera es de 40 kmh, pero por supuesto no había un solo policía en 120 kilómetros a la redonda. Ni tampoco había cómo pasar; se trata de un tramo montañoso, de muchas curvas, y sin carriles de ascenso en el sentido hacia San José. Cuando finalmente lo logré pasar – ya para eso había una fila de por lo menos 50 carros detrás del cochino armatoste, me topé con un camión cargado de caña de azúcar hasta unos dos metros por encima del nivel de la cabina. Tampoco había ningún tombo para multarlo por exceso de carga ni por circular a menos de 40 kmh, pero dichosamente rápido apareció el carril de ascenso. Luego de este, otro camión circulando a 45 kmh, apenitas legal, pero provocando presas. Y al llegar al carril de ascenso, el Yeison Alexander que iba en el Elantra ’93 destartalado delante de mí se metió en el carril derecho, y el del camión se quedó en el carril izquierdo, a pesar de los múltiples rótulos que dicen, de manera gráfica y también por escrito: Camiones carril derecho y Tránsito lento carril derecho. Ambos avanzaban a la misma velocidad, por debajo de los 40kmh, y nadie les pudo pasar.
Al final de cuentas, pagué por un servicio que no recibí. De Quebrada Ganado a La Sabana hice una hora y cincuenta y cinco minutos, mismo tiempo que pude haber hecho por El Aguacate. El problema, una vez más, es la forma que tenemos en este país de hacer las cosas. Es verdad que hay que tener maña, experiencia, malicia indígena, quiebre de cintura y unos huevos de avestruz para planear las cosas de esta manera, y que salgan tal cual. Hay que ser ciegos, sordos, subnormales y tener la cara muy dura para concesionar una carretera a un carril por sentido en pleno siglo XXI. Y más aún para permitir que la escoria de la flota vehicular circule por ahí teniendo, ahora si, múltiples alternativas para desplazarse. El que esté dispuesto a pagar por usar una carretera – y soy el primero en la fila – debe de recibir un servicio que la diferencie de las demás. La “autopista del sol” no tiene baches, pero eso es porque está nueva. En todo lo demás, no se diferencia de Cambronero, ni del Aguacate, ni del otro montón de senderitos semiasfaltados que en este país damos por llamar carreteras. Las que nos conducen derechito al subdesarrollo.
Pero Dean, entonces, ¡el problema son los gajos que circulan por ahí, no la calle en sí!
ResponderBorrarTenemos que construir carreteras de 4 carriles porque un carril estará reservado a los peroles. Muy bonito.
Yo he pasado dos veces por esa calle (dos de ida y dos de vuelta) y la única vez que topé con presa fue en los peajes al regreso el jueves santo... esa vez hice como 1:30 desde Puntarenas.
A quién no le gustaría tener carreteras del primer mundo... pero mientras tanto, con algunas cuantas medidas de sentido común podríamos circular mucho más eficientemente...
Amen.
ResponderBorrarEspecialmente el ultimo parrafo.
Yo solo pienso que semejante "autopista" no tenga carril de emergencia. En caso de choque multiple, incendio de camion tanquero o algo asi... imaginense la de muertos.
Dios nos proteja.
Yo me topé con un "operativo" de tránsito en el que el oficial me dijo "pase por acá para que le regalen una latica de atún"... era un operativo publicitario!! lol!!
ResponderBorrarA mi me parece que los camiones que circulan a esas velocidades se deberían de orillar para tener un poco de cortesía. Pero no lo hacen!!! eso demuestra una pérdida de valores de respeto hacia los demás... Y los oficiales de tránsito, si es que aparecen, ven al "probrecito" que está trabajando. Sin embargo a mi me parece que muchos de estos conductores son unos fantoches, que saben de como los ven estos oficiales de tránsito. Al final creo que tanto camión circulando a velocidades tan bajas, es un causante muy importante de tanto accidente, ya que lleva a los conductores a la desesperación, sancándoles lo peor de ellos y obligándolos a adelantar en lugares indebidos...
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEsa carretera a Caldera es una muestra más de la ineficiencia e ineptitud de las autoridades, en las que se supone que uno confía para que hagan las cosas bien.
ResponderBorrarY lo mejor es que este gobierno anuncia esta carretera como un gran éxito, cuando es evidente que fue un fracaso.
Saludos,
Es como una falta total de imaginacion y capacidad de emprendimientos nuevos. La gran obra nueva, el Estadio Nacional, construida por extranjeros. Una pinche linea de tren que ha estado ahi por decadas es ahora un "Tren Urbano". Solo falta que quiten los semafors en la Avenida Segunda y decreten que es una freeway.
ResponderBorrarLa culpa la tuvo la Administración de Miguel Angel Rodriguez, hace 10 años, por hacer esos puentes de un carril por sentido. Si hoy en día tuvieran que ampliar esos 5 o 6 puentes, probablemente el costo de toda la autopista más que se duplicaría.
ResponderBorrarNo, Terox, el problema es la calle en si, y se complica por las erradas políticas y falta de supervisión policial que permiten, en primer lugar que esos gajos anden circulando y, en segundo lugar, que lo hagan por esa carretera. El problema además es de mentalidad, de esa mentalidad de creer que Costa Rica no puede aspirar a algo mejor que el atolillo que nos recetan con el dedo.
ResponderBorrarExpat, ni siquiera había pensado en la posbilidad de un accidente de esos. Tu boca está llena de razón.
Julio, ese es el más importante operativo que se me pueda ocurrir para la policía de Tránsito. En Semana Santa es más importante que comás atuncito que la seguridad vial.
Jesús, eso que describís se llama impunidad. Y es lo que impera en nuestro país, a todo nivel.
Álvaro, no todo es culpa de este gobierno, ni tampoco todo es malo en la carretera a Caldera, pero efectivamente es muestra de nuestra mentalidad adormecida el celebrar esta trocha como el gran avance.
Jorge, yo voto por el freeway de la Avenida Segunda. Siempre y cuando haya tombos en las esquinas impidiendo que los carros doblen desde el carril derecho hacia la izquierda...
Anónimo, está usted cargado de razón. Yo recuerdo cuando Rodolfo Méndez Mata, Ministro de Obras Públicas, anunció que el Estado haría los puentes para disminuir el monto de la inversión en la carretera y hacer viable la concesión. También supe de buena fuente que la decisión que tomó fue hacer la carretera según el diseño pre-existente, porque de lo contrario se pasarían los 4 años de gobierno en el rediseño. En ese sentido, al menos hizo algo... con mentalidad chiquitita pero si no lo hubiera hecho, hoy ni siquiera tendríamos la carretera que tenemos, que es al menos una alternativa más para llegar al Pacífico. Ahora queda que otro gobierno haga puentes paralelos en los ríos, para que el concesionario pueda ampliar la carretera. Hay que seguir durmiendo de ese lado!!!
No, no y no...
ResponderBorrarSi Ud hubiera tenido la misma suerte de venida como de ida... ¿hubiera posteado así? Honestamente...
En esa calle, en condiciones normales y con ciertas previsiones (no dejar circular gajos, por Dios) es posible llegar a Puntarenas en 1 hora. Ese es el botton line.
Yo tengo un perol, pero aun no paso por esa calle. Uds creen que la concesionaria va a querer perder ingresos por restringir el uso solo a chuzos modernos y nada de vehiculos de carga??? Cajita blanca!
ResponderBorrarLos camioneros hacen valer lo que pagaron
La mentalidad tercermundista es lo que priva en Costa Rica, así como mantener los seguros y las telecomunicaciones a favor del Estado...
ResponderBorrarLa experiencia ha demostrado que la autopista se congestiona en ciertos momentos específicos (fines de semana largos, evetnos especiales). Lo que habría que hacer es dejar la autopista de una sola vía en esos casos, y que la getne que va en sentido contrario tome rutas alternativas. Así se raciona mejor el uso del recurso. Más adelante, cuando se haga más frecuente, se puede negociar la ampliación de la carretera.
ResponderBorrarY los peajes, Fallas, ¿cómo les dan vuelta?
ResponderBorrarNo entiendo tu comentario Terox. Las casetas de peaje pueden habilitarse para recibir pagos en ambas direcciones.
ResponderBorrar¿Cómo se pueden habilitar? ¿quitando las barreras? Además, creo que quedarían las ventanillas al lado contrario, o sea, al lado del acompañante y no del chofer. En ese caso, lo más sencillo es no cobrar peaje en los dos intermedios (que son los más pequeños).
ResponderBorrarTambién porque el problema no es tanto el ancho de la calle como la presencia de vehículos lentos.
ResponderBorrarYo me vine el jueves santo de Guanacaste, y después del primer peaje me metí a una fila bastante lenta, pero de repente todo el mundo comenzó a caminar más rápido, al punto que se despejó totalmente la calle. Aunque me toco pagar todos los peajes, estoy seguro que el "destaqueo" obedeció a que dejaron de cobrar por un tiempo, en uno de ellos... simplemente eso...
En el caso de las casetas, creo que no sería un costo exhorbitante habilitarlas para que pudieran servir en ambas direcciones. Me parecía que debería ser así, para por ejemplo tener más casetaas cobrando en una dirección cuando lo ameritara, y no tenerlas fijas en mabas direcciones siempre. También, tener la capacidad de prohibir el paso de vehículos pesados por la ruta en un día y una hora específica, por ejemplo jueves santo en la tarde en una dirección. Sin duda, no faltará habrá un genio que meta un recurso a la Sala IV, y el gremio de traileros es muy fuerte, pero valdría la pena dar la batalla.
ResponderBorrar