Como siempre en el
Medio Oriente, las cosas no son tan simples como a primera vista aparecen.
Ojos poco acostumbrados al panorama podrían fácilmente concluir que lo que está
pasando Siria se resume de la siguiente manera: “un pueblo cansado de un
régimen despótico que ya dura 40 años se lanza a las calles para exigir
reformas democráticas, impulsado por una primavera árabe que nunca pasó de la
promesa, solo para ser brutalmente aplastado por el mismo tirano contra el que
protesta. Mientras tanto, el resto del mundo mira impotente – y sin ganas de
intervenir por no tratarse de un productor importante de petróleo.” Basta
con escarbar apenas un poquito por debajo de la superficie para descubrir que la
realidad es mucho más compleja.
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