Creí que la palabrita no existía en español, pero ahí me la encontré escondida en el Diccionario de la Real Academia Española: procrastinar. Quiere decir, según el DRAE, “diferir, aplazar”, pero ya que el vocablo es poco usado en idioma de Cervantes, prefiero hacer referencia a su significado en la lengua de Shakespeare: “aplazar intencionalmente el hacer algo que debería de ser hecho”. Este, más que el fútbol, es el verdadero deporte nacional.
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Hay un dicho que dice: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. La versión tica es: nunca hagas hoy lo que puedas dejar para mañana. Y por eso siempre nos coge el tren. Ejemplos de esto abundan, como cuando primero Abel Pacheco se pasó más de un año sin enviar el TLC a la Asamblea Legislativa, y después cuando la Asamblea se pasó varios años discutiendo sobre si debía discutir el TLC y cuándo. O cuando pedimos una certificación cualquiera en cualquier institución pública y nos piden regresar cuatro ó quince días después por ella, todo para que al llegar descubramos que la certificación no está hecha pero la hacen en cinco minutos mientras esperamos en ventanilla. O, como cuando posponemos cada cuatro años la preparación de la Selección Nacional de Fútbol, para poder meter cada vez más fechas en un larguísimo e insulso campeonato nacional de fútbol. Y cuando llegamos al Mundial, es a pelarnos el rabo porque la Sele no ha tenido tiempo para hacer conjunto ni fogueos suficientes para ir mejorando.
La noticia que nos trae hoy La Nación con respecto al TLC (si, otra vez el TLC es víctima de la procrastinación legislativa) no debería de sorprendernos. Después de varios meses de dedicación exclusiva al TLC y su agenda complementaria y de implementación, conforme se acercaba el final del período de sesiones extraordinarias, la Asamblea volvió a sus usuales andanzas. Satisfechos con el esfuerzo de haber sacado la mayoría de los proyectos necesarios, se han dedicado a discutir y aprobar una serie de leyes chayote (aquellas sin sabor ni valor nutricional alguno) y una que otra ley nociva para la salud pública, como que si la labor del TLC ya se hubiera cumplido. Ahora, una vez más, nos encontramos entre la espada y la pared, en una carrera contra el reloj, para poder sacar lo que resta de la agenda del TLC. Y el Poder Ejecutivo es TAN culpable como la Asamblea Legislativa por esta situación.
Algunos ejemplos de las leyes que nuestro flamante congreso ha aprobado o discutido recientemente en vez de entrarle al TLC son las siguientes maravillas: una ley que condona veinte mil millones de colones de deudas de agricultores (nociva, porque equivale a socializar las pérdidas privadas de unos cuantos, para pagarlas con los impuestos de todos); un proyecto para derogar el matrimonio por poder (chayote/nociva, porque el inmigrante ilegal encontrará otras maneras de entrar al país, mientras que las personas honestas que necesitan recurrir al matrimonio por poder serán las verdaderamente castigadas).
Ahora los del PLN van a pretender echar las culpas del atraso a la fracción del Movimiento Libertario y al diputado Bienvenido Venegas del PUSC. Pero la verdad es que las culpas recaen en Casa Presidencial, el Ministerio de la Presidencia, la Jefatura de Fracción del PLN, y la Presidencia de la Asamblea. ¿Por qué? Porque desde hace meses están anunciadas las intenciones de los diputados mencionados, y hasta ahora es poco lo que se ha hecho por negociar con ellos y mantener la unidad del “grupo de los 38” pro-TLC. Porque, en el caso de Bienvenido Venegas, desde hace muchos meses ha denunciado el abandono en que el Estado tiene a su provincia, Puntarenas, una de las que dio el triunfo a Oscar Arias, y ahora que la Asamblea tiene tiempo para dedicar a cuanta yeguada se les ocurra, pues lógico es que él insista en los proyectos que cree beneficiarán a su base electoral. Porque, en el caso del Movimiento Libertario, desde siempre han anunciado sus reservas hacia ciertos aspectos de los proyectos de ley de propiedad intelectual que harían que la legislación costarricense sea más papista que el Papa, o más estricta de lo que los compromisos internacionales exigen, y definitivamente la más estricta de los países firmantes del TLC, y ahora que es poco el tiempo que resta para aprobar lo que queda de la agenda del TLC, es cuando – como lo dijo Otto Guevara sin pelos en la lengua – tienen el “músculo” necesario para lograr su objetivo (que por demás no es incompatible con el TLC).
La situación actual tiene un único responsable. No es el PAC. Tampoco Bienvenido Venegas. Ni siquiera el Movimiento Libertario. El responsable es el gobierno. Pregúntense ustedes: ¿en todo este tiempo, desde que Bienvenido empezó a “enfermarse” selectivamente allá por el mes de octubre del año pasado, faltando a la Asamblea cuando su presencia era necesaria para lograr el quórum de dos terceras partes necesario para aprobar algunas de las leyes más álgidas de la agenda del TLC, qué han hecho el gobierno y sus diputados en la Asamblea? Dejarlo todo para el último momento. En otras palabras: ¡procrastinar!
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Hay un dicho que dice: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. La versión tica es: nunca hagas hoy lo que puedas dejar para mañana. Y por eso siempre nos coge el tren. Ejemplos de esto abundan, como cuando primero Abel Pacheco se pasó más de un año sin enviar el TLC a la Asamblea Legislativa, y después cuando la Asamblea se pasó varios años discutiendo sobre si debía discutir el TLC y cuándo. O cuando pedimos una certificación cualquiera en cualquier institución pública y nos piden regresar cuatro ó quince días después por ella, todo para que al llegar descubramos que la certificación no está hecha pero la hacen en cinco minutos mientras esperamos en ventanilla. O, como cuando posponemos cada cuatro años la preparación de la Selección Nacional de Fútbol, para poder meter cada vez más fechas en un larguísimo e insulso campeonato nacional de fútbol. Y cuando llegamos al Mundial, es a pelarnos el rabo porque la Sele no ha tenido tiempo para hacer conjunto ni fogueos suficientes para ir mejorando.
La noticia que nos trae hoy La Nación con respecto al TLC (si, otra vez el TLC es víctima de la procrastinación legislativa) no debería de sorprendernos. Después de varios meses de dedicación exclusiva al TLC y su agenda complementaria y de implementación, conforme se acercaba el final del período de sesiones extraordinarias, la Asamblea volvió a sus usuales andanzas. Satisfechos con el esfuerzo de haber sacado la mayoría de los proyectos necesarios, se han dedicado a discutir y aprobar una serie de leyes chayote (aquellas sin sabor ni valor nutricional alguno) y una que otra ley nociva para la salud pública, como que si la labor del TLC ya se hubiera cumplido. Ahora, una vez más, nos encontramos entre la espada y la pared, en una carrera contra el reloj, para poder sacar lo que resta de la agenda del TLC. Y el Poder Ejecutivo es TAN culpable como la Asamblea Legislativa por esta situación.
Algunos ejemplos de las leyes que nuestro flamante congreso ha aprobado o discutido recientemente en vez de entrarle al TLC son las siguientes maravillas: una ley que condona veinte mil millones de colones de deudas de agricultores (nociva, porque equivale a socializar las pérdidas privadas de unos cuantos, para pagarlas con los impuestos de todos); un proyecto para derogar el matrimonio por poder (chayote/nociva, porque el inmigrante ilegal encontrará otras maneras de entrar al país, mientras que las personas honestas que necesitan recurrir al matrimonio por poder serán las verdaderamente castigadas).
Ahora los del PLN van a pretender echar las culpas del atraso a la fracción del Movimiento Libertario y al diputado Bienvenido Venegas del PUSC. Pero la verdad es que las culpas recaen en Casa Presidencial, el Ministerio de la Presidencia, la Jefatura de Fracción del PLN, y la Presidencia de la Asamblea. ¿Por qué? Porque desde hace meses están anunciadas las intenciones de los diputados mencionados, y hasta ahora es poco lo que se ha hecho por negociar con ellos y mantener la unidad del “grupo de los 38” pro-TLC. Porque, en el caso de Bienvenido Venegas, desde hace muchos meses ha denunciado el abandono en que el Estado tiene a su provincia, Puntarenas, una de las que dio el triunfo a Oscar Arias, y ahora que la Asamblea tiene tiempo para dedicar a cuanta yeguada se les ocurra, pues lógico es que él insista en los proyectos que cree beneficiarán a su base electoral. Porque, en el caso del Movimiento Libertario, desde siempre han anunciado sus reservas hacia ciertos aspectos de los proyectos de ley de propiedad intelectual que harían que la legislación costarricense sea más papista que el Papa, o más estricta de lo que los compromisos internacionales exigen, y definitivamente la más estricta de los países firmantes del TLC, y ahora que es poco el tiempo que resta para aprobar lo que queda de la agenda del TLC, es cuando – como lo dijo Otto Guevara sin pelos en la lengua – tienen el “músculo” necesario para lograr su objetivo (que por demás no es incompatible con el TLC).
La situación actual tiene un único responsable. No es el PAC. Tampoco Bienvenido Venegas. Ni siquiera el Movimiento Libertario. El responsable es el gobierno. Pregúntense ustedes: ¿en todo este tiempo, desde que Bienvenido empezó a “enfermarse” selectivamente allá por el mes de octubre del año pasado, faltando a la Asamblea cuando su presencia era necesaria para lograr el quórum de dos terceras partes necesario para aprobar algunas de las leyes más álgidas de la agenda del TLC, qué han hecho el gobierno y sus diputados en la Asamblea? Dejarlo todo para el último momento. En otras palabras: ¡procrastinar!