A Otto Guevara – candidato del movimiento que promueve las libertades individuales – se le ha criticado fuertemente por dejar de dar declaraciones a La Nación. Algunos se han dejado decir que con esa decisión coarta la libertad de prensa. Aunque considero equivocada y no comparto la decisión de Guevara, tampoco comparto los argumentos de sus detractores. Otto Guevara no coarta la libertad de prensa, sino que ejerce su derecho individual de dar declaraciones a quien él quiera. La Nación no es “la prensa”, sino una más de las empresas que lucran con esa actividad, y a todas las demás don Otto sigue brindando declaraciones. En realidad, Guevara no se niega a dar declaraciones, sino que estableció una serie de condiciones que La Nación, con toda la razón, no quiso aceptar. Pero su principal detractor, el candidato Ottón Solís, tiene techo de vidrio y aquí tenemos las pruebas: durante la campaña del referéndum que decidió la suerte del TLC, don Ottón puso como condición para brindar declaraciones a La Nación que le plantearan las preguntas por escrito. Tampoco en esa ocasión aceptó La Nación las condiciones.
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La otra gran crítica que han lanzado sus contrincantes a Otto Guevara es el haber cambiado de opinión a través de los años en algunos temas importantes. En sus albores, allá por 1995, el Movimiento Libertario publicó un documento donde, entre otras cosas, hablaban de eliminar los salarios mínimos y la cotización obligatoria a la CCSS, y legalizar el consumo de las drogas. El Movimiento Libertario del 2010 ha abjurado esos y otros dogmas, para convertirse en una opción más de “mainstream” para el electorado nacional. Algunas personas han tildado semejante actitud de corrupción; Ottón Solís en los últimos dos debates fue muy insistente e incisivo a la hora de cuestionar a Otto Guevara por los cambios de su pensamiento.
Como lo dije hace unos días comentando una entrada en El Fusil de Chispas, es muy fácil usar la palabra corrupción – y en nuestro país Ottón Solís la ha convertido en moda – pero es muy difícil usarla correctamente. Cambiar de forma de pensar no es corrupción, es evolución (o retroceso, según el color del lente con que se lo mire). Los cambios en política son cosa de todos los días, y de todos los actores. ¿No cambió don Rodrigo Carazo la socialdemocracia por la democracia cristiana para acceder a la Presidencia? ¿No cambió Rodolfo Cerdas el comunismo por el nacionalismo? ¿No cambió el PLN la socialdemocracia por el mercantilismo capitalista? ¿No cambió Lula el beligerante discurso de dirigente sindical por el pragmatismo requerido para aspirar seriamente a la presidencia de su país? ¿No cambió Alvarez Desanti de partido cuando el suyo propio le cerró las puertas del poder? ¿Rolando Araya? ¿Es corrupto el ciudadano que hoy vota por el PAC pero en el pasado lo hizo por el PUSC?
Jamás se puede considerar corrupción decir “dejé en el pasado tales o cuáles ideas y esto es lo que propongo ahora”. Moderar el ideario es, en alguna medida, señal de madurez. No de la madurez de las canas mediáticas de Otto Guevara, sino de la madurez que requirieron Lula en Brasil, Mujica en Uruguay y el FMLN en El Salvador para llegar todos a la presidencia desde una izquierda democrática, reformada y moderada. Curiosamente, quienes hoy critican a Guevara por su cambio, callaban cobardemente o aplaudían como focas cuando cada uno de los “former revolutionaries” que hoy gobiernan con mayor o menor acierto en Latinoamérica se reempaquetaban a si mismos para presentarse ante el electorado.
El Movimiento Libertario tuvo en el 2005 una importante escisión, cuando don Raúl Costales Domínguez, uno de sus fundadores y principal ideólogo de la “línea dura” del ML, se separó del partido y con él se terminaron yendo los elementos ideológicamente más extremos – puristas, dirían ellos. Es a partir de ese momento cuando el Libertario inicia su reacomodo un poco hacia el centro – aunque siempre en la derecha – del espectro político nacional, de la misma manera en que Liberación en la década de 1980, y el PUSC en la década de 1990, respondiendo a los cambios en el electorado, iniciaron y completaron sus respectivos reacomodos un poco hacia la derecha del centro de ese mismo espectro.
De todas las personas que le critican los cambios a don Otto Guevara, quien menor autoridad moral tiene para hacerlo es precisamente don Ottón Solís, quien no solo cambió de partido cuando en el suyo propio le cerraron el camino a la candidatura; sino que además no se toma años (como el ML u Otto Guevara) para madurar sus cambios filosóficos, sino que lo hace a veces en un mismo momento. Hace dos años y medio, al calor de su campaña contra el TLC, don Ottón Solís publicó un artículo de opinión en La Nación, donde primero dijo que uno de sus objetivos era “evitar que el pueblo se manifestara sobre un TLC que consideramos violatorio de nuestra Constitución” (cita textual), pero hacia el final del mismo artículo aseguró que “el referéndum es nuestra meta, es el verdadero desafío histórico que se le presenta a Costa Rica para distinguirse como una nación diferente, pacífica y profundamente democrática” (cita textual).
Como lo hice ver en un artículo en este mismo blog el 7 de julio del 2007, los cambios de opinión de don Ottón se dan a lo largo de un artículo de menos de 750 palabras (no a lo largo de 15 años de análisis), y estos sí que son cambios fundamentales. Que el líder de una de las principales fuerzas políticas del país, que se presenta como adalid de la democracia y la honestidad, reconozca sin tapujos que apoyó una consulta de constitucionalidad que pretendía evitar que el pueblo soberano se manifestara sobre un tema de su mayor interés, pone en entredicho sus supuestas credenciales democráticas. Que ese mismo líder, apenas unos párrafos después, asegure que el referéndum que primero intentó impedir “es nuestra meta, el verdadero desafío histórico…”, demuestra que en ese líder la hipocresía no tiene límites, y que es capaz de decir cualquier cosa con tal de agradar a quien le escucha en cada momento.
Es el mismo Ottón Solís supuestamente democrático que hace apenas tres meses se dejó decir, en un foro de la Asociación Costarricense de Organizaciones de Desarrollo (ACORDE), y refiriéndose a las multinacionales que invierten en Costa Rica, que “…dan ganas de ser presidente para ponerles ciertas condiciones y decir: aquí no se les da electricidad y conexión, si no hacen esto…”. Pueden escuchar la grabación haciendo click aquí. Casi calcado del manual de procedimientos de Hugo Chávez en Venezuela. ¿Es esa la Costa Rica que queremos?
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La otra gran crítica que han lanzado sus contrincantes a Otto Guevara es el haber cambiado de opinión a través de los años en algunos temas importantes. En sus albores, allá por 1995, el Movimiento Libertario publicó un documento donde, entre otras cosas, hablaban de eliminar los salarios mínimos y la cotización obligatoria a la CCSS, y legalizar el consumo de las drogas. El Movimiento Libertario del 2010 ha abjurado esos y otros dogmas, para convertirse en una opción más de “mainstream” para el electorado nacional. Algunas personas han tildado semejante actitud de corrupción; Ottón Solís en los últimos dos debates fue muy insistente e incisivo a la hora de cuestionar a Otto Guevara por los cambios de su pensamiento.
Como lo dije hace unos días comentando una entrada en El Fusil de Chispas, es muy fácil usar la palabra corrupción – y en nuestro país Ottón Solís la ha convertido en moda – pero es muy difícil usarla correctamente. Cambiar de forma de pensar no es corrupción, es evolución (o retroceso, según el color del lente con que se lo mire). Los cambios en política son cosa de todos los días, y de todos los actores. ¿No cambió don Rodrigo Carazo la socialdemocracia por la democracia cristiana para acceder a la Presidencia? ¿No cambió Rodolfo Cerdas el comunismo por el nacionalismo? ¿No cambió el PLN la socialdemocracia por el mercantilismo capitalista? ¿No cambió Lula el beligerante discurso de dirigente sindical por el pragmatismo requerido para aspirar seriamente a la presidencia de su país? ¿No cambió Alvarez Desanti de partido cuando el suyo propio le cerró las puertas del poder? ¿Rolando Araya? ¿Es corrupto el ciudadano que hoy vota por el PAC pero en el pasado lo hizo por el PUSC?
Jamás se puede considerar corrupción decir “dejé en el pasado tales o cuáles ideas y esto es lo que propongo ahora”. Moderar el ideario es, en alguna medida, señal de madurez. No de la madurez de las canas mediáticas de Otto Guevara, sino de la madurez que requirieron Lula en Brasil, Mujica en Uruguay y el FMLN en El Salvador para llegar todos a la presidencia desde una izquierda democrática, reformada y moderada. Curiosamente, quienes hoy critican a Guevara por su cambio, callaban cobardemente o aplaudían como focas cuando cada uno de los “former revolutionaries” que hoy gobiernan con mayor o menor acierto en Latinoamérica se reempaquetaban a si mismos para presentarse ante el electorado.
El Movimiento Libertario tuvo en el 2005 una importante escisión, cuando don Raúl Costales Domínguez, uno de sus fundadores y principal ideólogo de la “línea dura” del ML, se separó del partido y con él se terminaron yendo los elementos ideológicamente más extremos – puristas, dirían ellos. Es a partir de ese momento cuando el Libertario inicia su reacomodo un poco hacia el centro – aunque siempre en la derecha – del espectro político nacional, de la misma manera en que Liberación en la década de 1980, y el PUSC en la década de 1990, respondiendo a los cambios en el electorado, iniciaron y completaron sus respectivos reacomodos un poco hacia la derecha del centro de ese mismo espectro.
De todas las personas que le critican los cambios a don Otto Guevara, quien menor autoridad moral tiene para hacerlo es precisamente don Ottón Solís, quien no solo cambió de partido cuando en el suyo propio le cerraron el camino a la candidatura; sino que además no se toma años (como el ML u Otto Guevara) para madurar sus cambios filosóficos, sino que lo hace a veces en un mismo momento. Hace dos años y medio, al calor de su campaña contra el TLC, don Ottón Solís publicó un artículo de opinión en La Nación, donde primero dijo que uno de sus objetivos era “evitar que el pueblo se manifestara sobre un TLC que consideramos violatorio de nuestra Constitución” (cita textual), pero hacia el final del mismo artículo aseguró que “el referéndum es nuestra meta, es el verdadero desafío histórico que se le presenta a Costa Rica para distinguirse como una nación diferente, pacífica y profundamente democrática” (cita textual).
Como lo hice ver en un artículo en este mismo blog el 7 de julio del 2007, los cambios de opinión de don Ottón se dan a lo largo de un artículo de menos de 750 palabras (no a lo largo de 15 años de análisis), y estos sí que son cambios fundamentales. Que el líder de una de las principales fuerzas políticas del país, que se presenta como adalid de la democracia y la honestidad, reconozca sin tapujos que apoyó una consulta de constitucionalidad que pretendía evitar que el pueblo soberano se manifestara sobre un tema de su mayor interés, pone en entredicho sus supuestas credenciales democráticas. Que ese mismo líder, apenas unos párrafos después, asegure que el referéndum que primero intentó impedir “es nuestra meta, el verdadero desafío histórico…”, demuestra que en ese líder la hipocresía no tiene límites, y que es capaz de decir cualquier cosa con tal de agradar a quien le escucha en cada momento.
Es el mismo Ottón Solís supuestamente democrático que hace apenas tres meses se dejó decir, en un foro de la Asociación Costarricense de Organizaciones de Desarrollo (ACORDE), y refiriéndose a las multinacionales que invierten en Costa Rica, que “…dan ganas de ser presidente para ponerles ciertas condiciones y decir: aquí no se les da electricidad y conexión, si no hacen esto…”. Pueden escuchar la grabación haciendo click aquí. Casi calcado del manual de procedimientos de Hugo Chávez en Venezuela. ¿Es esa la Costa Rica que queremos?