El individuo es la base de toda construcción social. En términos evolutivos, cuando el individuo prehistórico cae en cuenta de que su probabilidad de supervivencia crece exponencialmente al asociarse con otros individuos con quienes compartir labores de defensa, seguridad y procura de alimentos, empiezan a darse las primeras formas humanas de organización social: familias, clanes, tribus, etc. Esta concepción primigenia parte de una sencilla premisa, tan válida entonces como hoy en día: la sociedad debe de estar al servicio del interés supremo de los individuos que la componen.
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Si los seres humanos en general buscamos las diferentes formas de convivencia y organización social presentes en el mundo moderno, es porque percibimos que dicha asociación nos traerá beneficios que exceden y superan a los potenciales sacrificios que necesariamente debemos de aceptar como el precio de la convivencia. Jamás lo haríamos si percibiéramos que en vez de que la sociedad esté a nuestro servicio, la situación sea a la inversa de manera que el individuo deba de estar al servicio de ese ente amorfo, etéreo y abstracto que es “la sociedad”. A estas alturas debo de ofrecer algunas explicaciones y aclaraciones.
Un análisis descuidado de la evolución de las ideologías políticas podría llevar a más de un lector a la conclusión de que el autor de estas líneas está completamente equivocado cuando asegura que los seres humanos no aceptaríamos formas de organización social donde se ponga al individuo al servicio de la sociedad, y no a la inversa. El socialismo, el comunismo, y el nacional-socialismo son ejemplo de ideologías que proponen subordinar el interés individual al de la sociedad o la nación. Gente de bien, gente común y sencilla, habiendo vivido en sociedades donde el interés individual ha sido subordinado al interés del poderoso (por ejemplo, el del señor feudal), han apoyado en distintos momentos históricos el advenimiento de sociedades socialistas o comunistas. El quid del asunto es que todas las sociedades que han adoptado esquemas de esa naturaleza – donde el interés de “la nación”, de “la sociedad” o “del proletariado” queda por encima de cualquier otra consideración – han devenido en sistemas totalitarios donde los derechos individuales se reducen a estar de acuerdo o callar. Y eso, como la historia lo ha demostrado, no es sostenible.
Estas disquisiciones surgen a raíz del mensaje de “Día de la Independencia” que, como muchos de ustedes ya se habrán enterado, nuestra señora Presidenta hizo circular vía Twitter: “Hacer patria es subordinar el interés individual al interés supremo de la nación”. Qué desafortunada manera de pretender arengar al pueblo 2.0 para despertar el espíritu solidario de los costarricenses – lo cual, creemos, era la intención de doña Laura. Y es doblemente desafortunado porque no solo cae en el error socialista de pretender que hay algo por encima de los derechos humanos individuales, sino que además lo liga con el concepto de patriotismo. En otras palabras, quienes creemos en la promoción y defensa de los derechos individuales como principio fundamental del quehacer político no somos patriotas – no podemos serlo de acuerdo con la definición de doña Laura, como tampoco lo podían ser los liberales alemanes que discrepaban del similar discurso del Führer allá por 1933 en adelante.
Ante semejante diarrea verbal, cabe preguntarle a nuestra Presidenta qué podremos esperar después. ¿Haga patria, mate a un homosexual? ¿El mejor empresario es un empresario muerto? O tal vez, ¿un verdadero patriota no contrata a un nica? Un sabio refrán de los indígenas norteamericanos dice que sólo hay dos cosas que no se devuelven: la flecha disparada, y la palabra pronunciada. Y más peligroso aún, cuando las palabras son pronunciadas con la fuerza de una flecha disparada. No dudo de las intenciones de doña Laura; se que son buenas. Pero en un esfuerzo por parecer “cool”, su escogencia de palabras fue absolutamente desacertada e inoportuna. Lo más lamentable es que, una vez hecha la afirmación, sus consecuencias son imprevisibles. Y la historia también está llena de ejemplos de ello.
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Si los seres humanos en general buscamos las diferentes formas de convivencia y organización social presentes en el mundo moderno, es porque percibimos que dicha asociación nos traerá beneficios que exceden y superan a los potenciales sacrificios que necesariamente debemos de aceptar como el precio de la convivencia. Jamás lo haríamos si percibiéramos que en vez de que la sociedad esté a nuestro servicio, la situación sea a la inversa de manera que el individuo deba de estar al servicio de ese ente amorfo, etéreo y abstracto que es “la sociedad”. A estas alturas debo de ofrecer algunas explicaciones y aclaraciones.
Un análisis descuidado de la evolución de las ideologías políticas podría llevar a más de un lector a la conclusión de que el autor de estas líneas está completamente equivocado cuando asegura que los seres humanos no aceptaríamos formas de organización social donde se ponga al individuo al servicio de la sociedad, y no a la inversa. El socialismo, el comunismo, y el nacional-socialismo son ejemplo de ideologías que proponen subordinar el interés individual al de la sociedad o la nación. Gente de bien, gente común y sencilla, habiendo vivido en sociedades donde el interés individual ha sido subordinado al interés del poderoso (por ejemplo, el del señor feudal), han apoyado en distintos momentos históricos el advenimiento de sociedades socialistas o comunistas. El quid del asunto es que todas las sociedades que han adoptado esquemas de esa naturaleza – donde el interés de “la nación”, de “la sociedad” o “del proletariado” queda por encima de cualquier otra consideración – han devenido en sistemas totalitarios donde los derechos individuales se reducen a estar de acuerdo o callar. Y eso, como la historia lo ha demostrado, no es sostenible.
Estas disquisiciones surgen a raíz del mensaje de “Día de la Independencia” que, como muchos de ustedes ya se habrán enterado, nuestra señora Presidenta hizo circular vía Twitter: “Hacer patria es subordinar el interés individual al interés supremo de la nación”. Qué desafortunada manera de pretender arengar al pueblo 2.0 para despertar el espíritu solidario de los costarricenses – lo cual, creemos, era la intención de doña Laura. Y es doblemente desafortunado porque no solo cae en el error socialista de pretender que hay algo por encima de los derechos humanos individuales, sino que además lo liga con el concepto de patriotismo. En otras palabras, quienes creemos en la promoción y defensa de los derechos individuales como principio fundamental del quehacer político no somos patriotas – no podemos serlo de acuerdo con la definición de doña Laura, como tampoco lo podían ser los liberales alemanes que discrepaban del similar discurso del Führer allá por 1933 en adelante.
Ante semejante diarrea verbal, cabe preguntarle a nuestra Presidenta qué podremos esperar después. ¿Haga patria, mate a un homosexual? ¿El mejor empresario es un empresario muerto? O tal vez, ¿un verdadero patriota no contrata a un nica? Un sabio refrán de los indígenas norteamericanos dice que sólo hay dos cosas que no se devuelven: la flecha disparada, y la palabra pronunciada. Y más peligroso aún, cuando las palabras son pronunciadas con la fuerza de una flecha disparada. No dudo de las intenciones de doña Laura; se que son buenas. Pero en un esfuerzo por parecer “cool”, su escogencia de palabras fue absolutamente desacertada e inoportuna. Lo más lamentable es que, una vez hecha la afirmación, sus consecuencias son imprevisibles. Y la historia también está llena de ejemplos de ello.
Y yo que ingeuamente pensaba que Laurita no saldría en el post... jajajaja
ResponderBorrarDiay, ya se sabe que el patriotismo de 15 de setiembre no saca a flote las mejores ideas o expresiones, aunque tal vez sí mejores intenciones... en todo caso, todo es un asunto de interpretación y grado, como vos decís siempre hay que sacrificar "algo"... qué tan grande es ese algo, pues, como dijo Cantiflas: "ahí está el detalle, joven".
Hacés un punto interesante, Terox, pero a mi juicio errado. Vos sugerís que es un asunto de grado, de matiz: ¿qué tan grande es el sacrificio que debemos de hacer? Si bien es una pregunta válida - muy válida, hay que decir - no es el fondo del asunto aquí. La afirmación de doña Laura es clara y tajante: hay que supeditar el interés individual al "interés supremo de la nación". Aquí no hay matices, no hay diferencias de grado; lo que hay es una diferencia fundamental, de fondo, el individuo en función de "la nación", y no ésta en función del individuo - entendido el individuo no como Terox Tico ni como Dean CóRnito, sino como todos, como cualquier ciudadano costarricense.
ResponderBorrarHacete la pregunta: ¿quién define ese "interés supremo de la nación? ¿Oscar Arias cuando declara de interés público la explotación minera? ¿Monseñor Barrantes cuando declara inmoral la igualdad de derechos CIVILES de los homosexuales? ¿Laura Chinchilla cuando declara patriotas únicamente a quienes estén dispuestos a sacrificar sus deerchos individuales en el altar de la seguridad ciudadana? ¿La dirigencia de la CCSS cuando declara secreta la información del desastre que se avecina en el sistema de pensiones? ¿Hugo Cháves cuando impone censura previa a la información sobre la seguridad ciudadana?
¿Cuál es el "interés supremo de la nación"? No puede ser otro que la promoción y defensa de los derechos de sus ciudadanos, los individuos que la componemos.
Yo la duda que tengo es quién será el burro que le escribe los discursos...
ResponderBorrarPrecisamente, Dean, pero vé que vos estarías de acuerdo con la frase según como se defina el "interés supremo de la Nación"... vos estás de acuerdo si ese interés es "la promoción y defensa de los derechos de sus ciudadanos, los individuos que la componemos".
ResponderBorrarCasi cualquier cosa que haga un gobierno va a tener la oposición de alguien. ¡Hasta bajar los impuestos tendría la oposición de los empleados públicos! ¿Entonces?
¿Quién se sacrifica y quién no? ¿Hasta donde?
Vos simplemente ponés los ejemplos que a vos no te gustan, incluyendo cosas que nada tienen que ver con el gobierno (como la opinión del Monseñor), pero igual, habrá montones de cosas que debería hacer el gobierno, en las que vos estarías de acuerdo, y "alguien" se tendría que joder.
De todas formas, tratar de extraerle un sentido trascemdemte a esas frases patrioteras que son comunes en estas fechas es como sacarle caldo a un riel. Y menos si es un twitazo de 140 caracteres...
Esa frase pronunciada en Cuba o Venezuela podría traer mucha cola (desde cierre de medios de comunicación, hasta censuras previas), pero por dicha, acá no es más que un desafortunado cliché...
muy de acuerdo en todo, en especial las similitudes con los nazis. en un foro hasta se ríen cuando comparo los métodos actuales con los alemnanes.
ResponderBorrarmuy de acuerdo. es una pena que doña laura todavía haga populismo a base de mitos.
a sole: qué, ni siquiera crees que ella misma escribe sus propios discursos? no se ha visto mucho de doña laura desde que quedó presidente. pero que no escriba ni sus propios discursos sería el colmo... :S será? :)
saludos dean.
Al comentar sobre la frase de la señora Presidente fuera de contexto, ud está cayendo en una falacia similar a otras que ud mismo le ha criticado a otros actores politicos en posts anteriores.
ResponderBorrarUd bien sabe que la frase de la "Presidenta" se referia a la resolucion de la Sala N° 4, referente a los retenes policiales, en los que se interpretó que los derechos del individuo tienen supremacia frente a los intereses de la colectividad, en temas de seguridad ciudadana.
Reconozco que ud reconoce que a pesar de la supuesta mala escogencia de palabras, las intenciones de la Presidenta eran buenas. Sin embargo, pareciera una mala escogencia de palabras sólo en la forma en la que usted la critica, totalmente fuera de contexto, lo cual lo conduce a hacer referencias y comparaciones inútiles e incendiarias, y que "na q ver", como la del regimen nazi.
Sole, esa es una buena pregunta. Yo si creo, a diferencia de Rigo, que hay un speechwriter!!!
ResponderBorrarTerox, el punto justamente es que nunca va a haber acuerdo unánime sobre cuál es el interés supremo de la nación, y por eso no se puede supeditar el interés del individuo a ese interés abstracto tan difícil de definir.
Rigo, populismo es la palabra que hizo falta en mi post. Gracias por recordármela.
Las palabras, mi estimado amigo anónimo, son de trascendental importancia (sino, para qué escribiríamos y leeríamos periódicos y blogs?), pero sobre todo cuando son pronunciadas por líderes importantes como la Presidenta de la República. Yo no saqué nada de su contexto, fue ella al escoger "firmar" una frase con tanta carga ideológica en "un twitazo de 140 caracteres", como dijo arriba Terox. Pero la comparación del discurso de doña Laura con el discurso nazi de las épocas tempranas es absolutamete válido, no porque doña Laura piense de una manera tan errada - insisto, estoy seguro de que no es así - sino porque la similitud de ambos discursos es simplemente asombrosa. Alguien tiene que llamarle la atención a la señora Presidenta para que piense bien lo que publica y firma antes de hacerlo. Sólo ella puede asumir la responsabilidad por lo que dijo, y por lo que algunos ratones de biblioteca hemos encontrado de parecido con el nefasto discurso nazi.
En cuanto al tema de la sentencia de la Sala IV sobre los retenes policiales, justamente ahí empezaron los desvaríos de doña Laura. Es cierto que es más fácil combatir la delincuencia cuando no es necesario respetar los derechos individuales de los ciudadanos, pero ello no lo hace correcto. Es el mismo argumento que usaba Bush para torturar a cualquier vecino de Talibán que pudiera llevarse a escondidas a Guantánamo. Esa no es la Costa Rica en la que yo quisiera vivir.
Dean, imagináte entonces qué se podría pensar cuando Kennedy dijo aquello de "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país"
ResponderBorrarNada malo, Terox, nada malo. No es incompatible con el principio de la sociedad al servicio de quienes la componen, el que los individuos decidamos hacer algo por ella o por nuestro país.
ResponderBorrarYo fui funcionario público porque sentía que mucho le debía a este país por todo lo que él me ha dado. Nuevamente, porque este país me permitió desarrollarme en un ambiente de tolerancia, con libertad de expresión, con libertad para ejercer mis cerencias religiosas, ofreciéndome servicios de educación y salud de muy buen nivel, etc. El individuo agradece todo lo que ha recibido de su país sirviéndole a él. Esto es justamente lo que los clichés no permiten entender del liberalismo: la importancia que se le da al individuo en el pensamiento liberal es confundida con egoísmo, con la ley de la selva, con el sálvese quien pueda. Un liberal puede ser altruísta sin ser contradictorio.
La gran diferencia entre la famosa declaración de Kennedy y la infame declaración de Laurita es que el primero no la enmarcó dentro de un marco de referencia que llevado al extremo, puede derivar en totalitarismos de la más odiosa naturaleza. El maniqueísmo implícito en la formulación de la frase "hacer patria es..." es caldo de cultivo para las divisiones, la violencia y todo lo negativo que puede resultar del nacionalismo exacerbado. En cambio, lo de Kennedy era una invitación a pensar en la forma en que cada ciudadano puede contribuir a hacer de su país un mejor lugar para sus ciudadanos. Nuevamente, el interés de la nación identificado con el interés supremo de los individuos que la componen, y no el interés individual concreto supeditado al interés abstracto e indefinible de la nación.
Llego tarde, pero llego.
ResponderBorrar¡Qué interesante discusión esta que abrís, Dean!. Yo estoy totalmente de acuerdo con la Presidenta. En este país los derechos individuales están muy por encima de los derechos colectivos y eso es algo que está, no sólo en las leyes, sino en la conciencia colectiva de un pueblo ciega y extrañamente patriota. Aunque quizá este patriotismo surja precisamente de ese individualismo permitido por el sistema jurídico nacional.
Voy a poner sólo dos ejemplos de lo que afirmo. Primero la absurda ley de expropiaciones del Estado, única en su género quizá a lo largo y ancho de Occidente. ¿Cómo es posible que un país no pueda acometer una infraestructura tan necesaria como la carretera San José - San Ramón porque hay unos cuantos señores a los que no se ha expropiado porque la ley les permite mantener la posesión hasta que no se llegue a un justiprecio?.
En segundo lugar observamos cómo cualquier hijo de vecino puede detener un proyecto de ley, una obra pública, un proceso licitatorio o hasta la aplicación de una ley con la simple presentación de un recurso de amparo ante la omnipresente Sala IV. ¿Acaso no es la reciente sentencia que prohibe los retenes policiales, proclamando así la prioridad del interés individual sobre el colectivo, un caso palmario de lo que vengo yo a denunciar.
Otra cosa bien distinta, mi estimado Dean, es que doña Laura, como Presidenta del Gobierno que dicen que es, aunque ella aún no lo tiene claro, haya movido un sólo dedo para cambiar eso, amén de la rimbombante y vacía sentencia de su patético discurso.
Un abrazo y perdón por extenderme.