Dean CóRnito nunca ha tenido un arma, no sabe usarlas y, francamente,
no logra entender la fascinación de muchas personas con ellas. Siendo liberal, ha tenido que tomar la
decisión consciente de nunca involucrarse en el debate sobre “el derecho o no” a
las armas, porque si bien su corazón liberal le dicta que cada quien debe ser
libre para decidir cómo manejar sus cosas, su intelecto le dice que los juegos
con armas son una soberana estupidez. Sin embargo, cuando la imbecilidad se convierte
en política pública, y el cinismo en discurso oficial, un liberal que se
respete no tiene más opción que dejar a un lado su natural aversión a las armas
para ejercer, por primera vez en su vida, la defensa del derecho de las
personas a tener y/o portar armas.
Ya en otras ocasiones en este blog he manifestado mi preocupación por el
desagradable tufo autoritario que percibo en muchas actuaciones de nuestro
gobierno. Y, aunque no me he referido a ello por falta de tiempo, la bochornosa
decisión de enjaular media ciudad de Alajuela para impedir a los manifestantes
acercarse a su majestad Laurita I durante las celebraciones del 11 de abril recién
pasado, es nada más la más reciente y
más grosera, pero no la única muestra de ese autoritarismo que ha permeado en la
clase política dominante, completamente desprovista de clase.
Ahora nos sale con una nueva y grandiosa genialidad don Mario Zamora
Cordero, el Ministro de Seguridad. En su cruzada por prohibir la posesión de
armas legalmente adquiridas, hoy defiende uno de esos proyectos de ley que
lamentablemente abundan en nuestra historia, destinado a convertirse en monumento
a la estupidez humana y a la ineficacia de las leyes pensadas con el culo.
El proyecto para reformar la Ley de Armas y Explosivos, presentado a
la Asamblea Legislativa por el Poder Ejecutivo, y candorosamente defendido por
don Mario Zamora, pretende dificultar la adquisición e inscripción de armas por
la vía legal. No entraré aquí en los detalles, pero puede el estimado lector
consultar este reportaje de La Nación, y su correspondiente infográfico, para comprobar que el tiempo que será necesario para inscribir un arma superará
los tres meses, y el costo del trámite más el arma podría incrementarse en un
60% con respecto al presente.
Parte don Mario Zamora de la infundada noción de que esto “se traducirá en una reducción de homicidios,
de lesiones y agresiones relacionadas con el uso de armas de fuego”, como
si la mayoría de los crímenes en nuestro país se efectuaran con armas
legalmente inscritas. Muy por el
contrario, la aprobación de este aberrante proyecto de ley fomentará el
crecimiento del mercado negro de armas, y probablemente también la violencia
asociada con éste. ¿O ya nadie se acuerda
del asalto al arsenal de la Policía de Tránsito? La comisión de crímenes no se reducirá, pero el
aumento desmedido del costo de adquirir armas por la vía legal tendrá, inexorablemente, el efecto
aumentar la oferta de armas de contrabando.
El proyecto de ley, aparentemente, también contempla dar a las
autoridades el poder discrecional de suspender los permisos de uso de armas en
zonas geográficas y/o momentos y circunstancias de su antojo. Es decir, si
usted logró superar ridícula la carrera de obstáculos que supondrá haber
obtenido un arma de manera legal, pero además tiene la mala fortuna de vivir en
una zona donde hay un recrudecimiento de la criminalidad violenta, papá Estado
puede negarle su derecho a usar su arma en ese momento y lugar, aún si su vida
corre peligro. Dejemos que sea el mismo Ministro el que se los diga, en sus
propias palabras.
Hablando de una situación vivida en Limón el año pasado, cuando el
enfrentamiento armado entre pandillas resultó en varios asesinatos, dice
don Mario que “en casos similares podríamos
generar un decreto de suspensión de tenencia de armas, (...) igual bajo
determinadas condiciones o en épocas de fiestas cívicas (...) donde a veces se
presenta un incremento en el uso de armas de fuego, para poder suspender de
manera momentánea y aleatoria bajo justificaciones técnicas los permisos dados
por el Estado.”
No se qué sea más triste, si la pobreza argumental o la semántica,
pero evidentemente el vocablo aleatoria
nunca debió de aparecer en semejante afirmación ministerial. O es aleatoria la suspensión (y tal vez el
hecho de que el Ministro lo haya dicho constituya un desliz Freudiano), o se
hace “bajo justificaciones técnicas”.
En ninguno de los dos casos se sostiene. Porque si hay algo de lo que podemos tener certeza
es que los pandilleros limonenses no se andan matando con armas registradas,
que dejan un rastro muy fácil de seguir.
El proyecto de ley también propone limitar a cinco la cantidad de
armas que puede inscribir una persona jurídica.
Este sería, de cuajo, el final de los servicios privados de seguridad, lamentablemente
tan necesarios ante la incapacidad de nuestros cuerpos de seguridad de
garantizarnos justamente eso: nuestra seguridad. Yo sueño con ver el día en que todas las
empresas de seguridad desparezcan, porque hayan dejado de ser necesarias.
Mientras tanto, por favor, permítanles trabajar y permítannos a los ciudadanos
intentar dormir bajo la falsa ilusión de seguridad que nos brinda el sereno.
Todo lo anterior es, a lo sumo, muestra de la infinitud de la
estupidez humana, comparada alguna vez por Albert Einstein con el tamaño del
universo. Más grave aún resulta la
argumentación filosófica utilizada por el Ministro Zamora para defender las bondades
de la ley. Dice que “el derecho a las armas no es un derecho de
los particulares, es una prerrogativa y una concesión del Estado.” Esto, señores, es el fundamento de todos los
totalitarismos conocidos, sin importar cuál extremo del espectro ideológico los
haya engendrado. Es poner al Estado como ente superior y todopoderoso por
encima de los ciudadanos y sus derechos, cuando es exactamente al revés.
El Estado no es más que una forma que tenemos los ciudadanos de
organizarnos para procurar una adecuada conducción de los asuntos públicos,
pero NUNCA es la fuente de nuestros derechos. Por el contrario, el Estado
existe únicamente por delegación de la ciudadanía, y todos sus poderes y
prerrogativas emanan de la voluntad popular. En una democracia liberal, no
puede un funcionario público cercenar derechos ciudadanos y convertirlos en “prerrogativas
del Estado” que éste concede de vuelta a la ciudadanía a su antojo y
ocurrencia. El poder reside en el
pueblo, que no es otra cosa que el conjunto de los ciudadanos.
No debemos permitir que ninguna estadística manoseada con fines propagandísticos de pie a la cancelación de nuestros derechos. Este mismo Ministro, y el gobierno que lo
sostiene, han desarrollado un ya largo historial de rechazo a los más
elementales derechos de la ciudadanía: desde los atropellos a los manifestantes
en el campus de la UCR hace un tiempo, o la forma en que fue reprimida una
protesta frente a la CCSS hace unos meses, hasta el sitio de Alajuela el 11 de
abril, impidiendo el ejercicio efectivo del derecho de protesta y la libertad
de expresión, y pasando ahora – por medio de la estupidez de las armas – a avisarnos
que en su enfermiza visión de mundo, los derechos que tenemos los
ciudadanos lo son únicamente por gracia concedida del todopoderoso Estado.
Igual que la ley de tránsito... dos errores no haen un acierto. Una ley mal hecha puede ser contraproducente... Sin embargo, yo sí estoy a favor del control de armas, obviamente en forma inteligente y que con sentido común...
ResponderBorrarLe recomiendo leer el proyecto de ley iniciativa ciudadana #17977 que es la contraparte bien fundamentada y bien elaborada técnicamente por ciudadanos profesionales en el tema de armas propuesta que fue entregada antes que el nefasto proyecto arias 18050 saliera a la luz y que el ejecutivo rechazo por sus intereses prohibicionistas totalitarios
ResponderBorrarTerox, si por control de armas entendemos establecer requisitos razonables para que no cualquier psicópata pueda obtenerlas, y limitar el tipo de armas que se puede tener (nada tiene que hacer un particular con una ametralladora de guerra), entonces yo también estaría de acuerdo. Pero cuando "control de armas" es usted, ciudadano común, solo puede tener una y con muchas dificultades, pero yo, ministro, puedo tener 3, y si me las roban me dan otras 3, entonces algo anda MUY mal en la relación de poder entre gobernantes y ciudadanos.
ResponderBorrarMuchas gracias, Arthorius, pero no es un tema que me interese más allá de la dimensión que traté en esta entrada: la de los derechos de los ciudadanos versus los abusos de poder de los gobernantes.
ResponderBorrarTerox, si por control de armas entendemos establecer requisitos razonables para que no cualquier psicópata pueda obtenerlas, futbol
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