En más de 25
años de carrera profesional, nunca me había sentido tan indignado como esta
semana que pasó. Estoy que me lleva el tren de la indignación. Empezamos el
jueves, con casi dos horas y un par de citas de trabajo perdidas en diferentes
bloqueos de los porteadores, pero no me quejé porque Dean CóRnito apoya el
derecho de las personas a manifestarse, máxime cuando creen que lo hacen en
defensa de su sustento. Pero los inconvenientes sufridos no dejan de causar
molestia. Seguimos el viernes, cuando
fui víctima de una vulgar extorsión por parte de un funcionario público al que
mis impuestos le pagan su salario.
Dean CóRnito,
además de hacer alguna que otra consultoría, tiene un negocio del que nunca ha
dado detalles en este blog, y tampoco lo va a hacer en esta ocasión para evitar
represalias. Para facilidad del relato,
asuma el estimado lector que Dean CóRnito se dedica a la importación y
distribución de productos alimenticios que requieren de un registro sanitario.
Asuma también que ante la inminente entrada en vigencia del TLC con Singapur,
Dean se consiguió la representación de una línea de chicles de dicho país.
Resulta que hace 6 semanas Dean CóRnito presentó a las autoridades correspondientes
toda la información requerida para obtener el registro de un producto, con 5
sabores y tres presentaciones cada uno: 5 tabletas, 14 tabletas, y 60 tabletas. En total, 15 presentaciones distintas de un
mismo producto.
Después de
dos semanas del primer intento, el registro de 3 de las 15 presentaciones fue
rechazado por una minucia irrelevante y que además no exige la normativa
costarricense. A sabiendas de que, en general, una apelación tarda más en
resolverse que reiniciar el trámite cumpliendo con la estupidez exigida pero no
requerida, y que además indispone a los funcionarios del Registro Sanitario,
Dean CóRnito decidió no apelar, sino más bien volver a presentar los documentos
cumpliendo con la estupidez exigida.
El viernes,
cuatro semanas más tarde, e incumpliendo con toda la normativa en cuanto a
tiempos de resolución, finalmente salieron aprobados cinco registros: los tres
de un sabor, y uno cada uno de otros dos sabores. Entre los cinco registros aprobados, había
solo uno de los tres que habían sido rechazados cuatro semanas antes. Los otros
cuatro fueron aprobados sin tener que presentar el requisito imbécil.
Resulta que
cuando Dean CóRnito inocentemente consultó por los 10 registros aún pendientes,
el funcionario le contestó, con total frialdad, que “son ₡450.000 y los tiene
aprobados para el miércoles”. A partir
de ahí el diálogo se desarrolló de la siguiente forma:
Dean CóRnito (DC): ¿Cómo? Si ya llevan
mes y medio los papeles ahí metidos, y ustedes solo tienen 30 días para
resolver. Ya más bien están pasados dos semanas.
Funcionario Público (FP): Usted sabe,
don Dean, hay que aceitar la maquinita para que funcione más rápido.
DC: Diay, güevón, me lo hubiera dicho
hace mes y medio, y no se cuál hubiera sido mi reacción. Pero después de todo este tiempo, ¿ahora me
quiere cobrar para acelerar lo que ya tiene el plazo vencido? ¿Y si me rehúso a pagar?
FP: Pues usted se expone a que se los
rechace todos.
DC: Usted no me puede rechazar porque
el reglamento solo le da los primeros 10 días hábiles para encontrar defectos
en la presentación, y yo ahora puedo demostrar con los registros aprobados que
no hay tales defectos.
FP: Pues entonces, don Dean, espero que
tenga tiempo y paciencia para esperar a que le salgan las aprobaciones”. (¡Qué carebarro!)
DC: Vea, malparido, no lo voy a
denunciar para darle chance de que recapacite durante el fin de semana. Si para
el miércoles no me tiene los registros aprobados, aténgase a las consecuencias,
que a mi abogada le encanta hacer mierda a la gentuza como usted. No solo que
mis impuestos pagan los salarios de todos los funcionarios públicos, sino que
en el caso específico suyo, los derechos que se paga por el registro de cada
presentación de cada sabor de cada producto van a financiar esta hijueputa
institución para la que usted “trabaja”.
A diferencia
de otras veces y lugares, donde de entrada le piden a uno una “colaboración”
para sacar los trámites más rápido de lo normal – y uno escoge si se espera al cumplimiento del
plazo reglamentario o paga para acelerar el trámite – lo que hizo esta
sanguijuela cuyo salario pagamos todos los contribuyentes fue un intento de
extorsión. Parásitos como ese
hijodeputa lamentablemente abundan en el sector público, y le crean la mala
reputación que tristemente salpica por igual a los buenos funcionarios, que
también los hay y me ha tocado conocer.
Lo más triste es que no se trata de una actitud que se limite al sector
gubernamental.
Si usted
cree que este país es ingobernable, estimado lector, se debe a malnacidos como
este con el que me tocó lidiar el viernes. En fin, estoy indignado a más no
poder, pero estoy indignado con usted y conmigo, con Pedro y María, con Juan y
José (ni que fuera Viglietti). Porque en
esto, créame, no tiene la culpa doña Laura Chinchilla ni el gobierno anterior
ni los cinco que le antecedieron en Zapote.
Si Costa Rica está como está, es porque los ticos somos como somos,
porque tenemos los gobernantes que elegimos porque… se nos parecen. Este es un problema cultural, no político. Un
problema de un país donde ya nadie se acuerda de que el trabajo dignifica, y
todos andan viendo a expensas de quién enriquecerse de la noche a la mañana.
Esto no es cuestión de concesiones mal diseñadas ni de concesionarios mal
escogidos, ni de ministros incompetentes y presidentes arrogantes. La solución empieza, como lo decía Michael
Jackson, con el hombre en el espejo.
Descargo
de responsabilidad: La historia aquí
narrada es verídica, pero el autor se ha tomado la libertad de cambiar los
nombres de instituciones y trámites para evitar represalias del comemierda que le
chantajeó. Dean CóRnito advierte que su negocio real nada tiene que ver con la
importación de alimentos, con el Registro Sanitario, ni con el Ministerio de Salud.
Esos son los momentos donde uno quisiera andar una grabadora encendida...
ResponderBorrarYo tengo la teoría que esto habría que empezar a arreglarlo en las escuelas... quitemos religión del currículum y pongamos cívica, donde aprendan nuestros hijos y nietos como éramos antes...
Mi querido Larry, tiene usted toda la razón de estar
ResponderBorrarmolesto, pero, para la próxima (porque la habrá) ya que, lamentablemente como
dice usted, esto es más un asunto de idiosincrasia del costarricense, que de
corrupción en el sector público; le daré un consejo: usted debe evitar lo más
posible mostrar su enojo, discutirle un poco al funcionario, regatearle el “precio”,
que se lo deje “más cómodo” total ya ha pasado mucho tiempo, “que le haga un
quiebre”, poner la denuncia, darle la plata y cazarlo infraganti. Así es más fácil
deshacerse de lacras como esa, porque plantearles una denuncia y llevar acabo
un “debido proceso”, que ya muchos sabemos es engorroso y en la mayoría de los
casos se “duerme en los laureles” (entre otras cosas porque también son
empleados públicos los que lo deberían llevar acabo) es muy cansado y se pierde
mucho tiempo valioso. Con este caso en particular, ya no te serviría el
consejo, ya lo pusiste sobre aviso, y a no ser que fuera muy tonto, esa basura
no te cogería ni cinco pesos, pero, para la próxima te servirá y verás que no
es tan malo el consejo.