Uno de los trabajos más divertidos, y a la vez más difíciles, de escribir, es escoger el título de lo que sea que uno escribe. En los principales diarios, donde tienen gente especializada hasta en escribir obituarios, uno ha de suponer que existe un puesto de trabajo cuya responsabilidad es poner títulos a los artículos y a la portada. El titular de la portada puede mejorar la venta de periódicos, pero la ética periodística exige que no se sacrifique la veracidad en el altar del márquetin. El responsable de los títulos de primera plana de La Nación se ha olvidado de ese compromiso ético (¿o será un mandato de la Gerencia o de la Junta Directiva?), y debe de ser destituido. Un par de ejemplos recientes nos demuestran por qué.
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El día de hoy el titular principal de la portada proclama que “Crisis económica obliga a reducir fondos de Avancemos. Gobierno desiste de dar beca a 40.000 estudiantes pobres.” Mientras se bañaba, Dean CóRnito ya estaba redactando mentalmente lo que iba a ser el post de hoy, criticando con toda la acidez del mundo al gobierno de la República por su irresponsabilidad, con el argumento de que dejar de dar becas a estudiantes pobres los podría obligar a desertar y que eso los introduce en una espiral de pobreza de la que resulta imposible salirse. Tal como sucedió durante la crisis económica de principios de los años ochenta (durante el Carazato), producto de la cual la matrícula en secundaria cayó a casi la mitad y pasaron más de 20 años hasta que los niveles de matriculación volvieron a los de los años previos a la crisis. Y de paso una generación de costarricenses se sumió en ese ciclo de pobreza al cual están condenados de por vida, por no poseer ninguna de las habilidades que demanda el mercado laboral hoy en día.
Ya desayunando me leí el reportaje en cuestión, y resulta que la historia no es como el titular la pintaba. El programa Avancemos llegó en este año 2009 a dar 150.000 becas a estudiantes de secundaria, y para el próximo año los fondos van a alcanzar para dar unas 160.000 becas, en vez de las 200.000 que en principio el gobierno hubiera deseado. En realidad los fondos del programa van a crecer con respecto al 2009, aunque serán menores que los originalmente presupuestados. Lo cual resulta lógico dada la precaria situación fiscal en que nos encontramos. Más aún, según datos del IMAS y del MEP, el programa Avancemos ya cubre al 47% de los estudiantes de los colegios secundarios públicos del país, con lo cual están más que atendidos los estudiantes pobres en riesgo de deserción. Aunque el titular en si no miente, lo deja a uno con la impresión de que más bien 40.000 estudiantes iban a dejar de recibir una beca que ya estaban recibiendo. Si bien en este blog nos encanta criticar a nuestros gobernantes, no nos gusta hacerlo por el mero arte de criticar. El titular de La Nación parece estar diseñado para que un porcentaje importante de la población que únicamente lee los encabezados y no los artículos se quede con la idea equivocada. Y eso definitivamente sobrepasa la fina línea que separa al mercadeo ingenioso del amarillismo desvergonzado.
Un segundo y más lamentable ejemplo lo fue el titular del viernes pasado: TSE abre portillo para encubrir donaciones. Aquí ya ni siquiera se trata de un titular confuso, es simple y sencillamente engañoso y mentiroso. Lo que pasó fue que al Tribunal se le pidió una interpretación de una norma contenida en el nuevo Código Electoral – que entró en vigencia a principios de este mes – que habla de la compra de bonos de la deuda política por parte de sociedades anónimas. El TSE las califica – correctamente, en la opinión de este autor – de inversiones, no donaciones, pero reconoce que se podrían prestar para hacer donaciones encubiertas (bonos que se compran y luego no se cobran ó, más claro aún, bonos que se compran a partidos que probablemente no alcanzarán el porcentaje de votación necesario para hacerse acreedores de la deuda política). El Tribunal reconoce que a priori no se puede considerar que toda adquisición de un bono sea una donación encubierta, y el TSE aclara que esas situaciones se verán caso por caso. Como lo dijo don Constantino Urcuyo en el programa de Amelia Rueda en Monumental el mismo viernes, las normas son generales, y los tribunales ven casos específicos. Pero el titular de La Nación de una vez se va a la yugular del TSE, echándole las culpas de algo que está en una ley, aprobada por la Asamblea Legislativa y no por el Tribunal Supremo de Elecciones. Con esta irreflexiva actitud, contribuye La Nación innecesariamente a desprestigiar al tribunal electoral, de lo cual luego se valen fuerzas marginales y de posiciones extremistas para atacar a la democracia costarricense o desconocer los resultados de unas elecciones generalmente limpias y ejemplares.
Son solo dos ejemplos, pero se trata de dos de los últimos cuatro titulares de La Nación. Si nos ponemos a buscar más, estoy seguro de que los encontraremos. En los círculos blogueros a La Nación se le considera un medio esnobista, elitista, y mentiroso. Incluso a quienes la leemos nos critican por hacerlo o por basar nuestros escritos en artículos o reportajes aparecidos en dicho diario. Lo que nadie puede negar es que La Nación es un formador de opinión pública, labor que sus altos ejecutivos y principales articulistas reconocen y en el que parecen deleitarse. El punto es que un periódico de la estatura moral que cree o pretende tener La Nación no puede violar de una manera tan descarada los principios del periodismo ético sin que ello traiga consecuencias.
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El día de hoy el titular principal de la portada proclama que “Crisis económica obliga a reducir fondos de Avancemos. Gobierno desiste de dar beca a 40.000 estudiantes pobres.” Mientras se bañaba, Dean CóRnito ya estaba redactando mentalmente lo que iba a ser el post de hoy, criticando con toda la acidez del mundo al gobierno de la República por su irresponsabilidad, con el argumento de que dejar de dar becas a estudiantes pobres los podría obligar a desertar y que eso los introduce en una espiral de pobreza de la que resulta imposible salirse. Tal como sucedió durante la crisis económica de principios de los años ochenta (durante el Carazato), producto de la cual la matrícula en secundaria cayó a casi la mitad y pasaron más de 20 años hasta que los niveles de matriculación volvieron a los de los años previos a la crisis. Y de paso una generación de costarricenses se sumió en ese ciclo de pobreza al cual están condenados de por vida, por no poseer ninguna de las habilidades que demanda el mercado laboral hoy en día.
Ya desayunando me leí el reportaje en cuestión, y resulta que la historia no es como el titular la pintaba. El programa Avancemos llegó en este año 2009 a dar 150.000 becas a estudiantes de secundaria, y para el próximo año los fondos van a alcanzar para dar unas 160.000 becas, en vez de las 200.000 que en principio el gobierno hubiera deseado. En realidad los fondos del programa van a crecer con respecto al 2009, aunque serán menores que los originalmente presupuestados. Lo cual resulta lógico dada la precaria situación fiscal en que nos encontramos. Más aún, según datos del IMAS y del MEP, el programa Avancemos ya cubre al 47% de los estudiantes de los colegios secundarios públicos del país, con lo cual están más que atendidos los estudiantes pobres en riesgo de deserción. Aunque el titular en si no miente, lo deja a uno con la impresión de que más bien 40.000 estudiantes iban a dejar de recibir una beca que ya estaban recibiendo. Si bien en este blog nos encanta criticar a nuestros gobernantes, no nos gusta hacerlo por el mero arte de criticar. El titular de La Nación parece estar diseñado para que un porcentaje importante de la población que únicamente lee los encabezados y no los artículos se quede con la idea equivocada. Y eso definitivamente sobrepasa la fina línea que separa al mercadeo ingenioso del amarillismo desvergonzado.
Un segundo y más lamentable ejemplo lo fue el titular del viernes pasado: TSE abre portillo para encubrir donaciones. Aquí ya ni siquiera se trata de un titular confuso, es simple y sencillamente engañoso y mentiroso. Lo que pasó fue que al Tribunal se le pidió una interpretación de una norma contenida en el nuevo Código Electoral – que entró en vigencia a principios de este mes – que habla de la compra de bonos de la deuda política por parte de sociedades anónimas. El TSE las califica – correctamente, en la opinión de este autor – de inversiones, no donaciones, pero reconoce que se podrían prestar para hacer donaciones encubiertas (bonos que se compran y luego no se cobran ó, más claro aún, bonos que se compran a partidos que probablemente no alcanzarán el porcentaje de votación necesario para hacerse acreedores de la deuda política). El Tribunal reconoce que a priori no se puede considerar que toda adquisición de un bono sea una donación encubierta, y el TSE aclara que esas situaciones se verán caso por caso. Como lo dijo don Constantino Urcuyo en el programa de Amelia Rueda en Monumental el mismo viernes, las normas son generales, y los tribunales ven casos específicos. Pero el titular de La Nación de una vez se va a la yugular del TSE, echándole las culpas de algo que está en una ley, aprobada por la Asamblea Legislativa y no por el Tribunal Supremo de Elecciones. Con esta irreflexiva actitud, contribuye La Nación innecesariamente a desprestigiar al tribunal electoral, de lo cual luego se valen fuerzas marginales y de posiciones extremistas para atacar a la democracia costarricense o desconocer los resultados de unas elecciones generalmente limpias y ejemplares.
Son solo dos ejemplos, pero se trata de dos de los últimos cuatro titulares de La Nación. Si nos ponemos a buscar más, estoy seguro de que los encontraremos. En los círculos blogueros a La Nación se le considera un medio esnobista, elitista, y mentiroso. Incluso a quienes la leemos nos critican por hacerlo o por basar nuestros escritos en artículos o reportajes aparecidos en dicho diario. Lo que nadie puede negar es que La Nación es un formador de opinión pública, labor que sus altos ejecutivos y principales articulistas reconocen y en el que parecen deleitarse. El punto es que un periódico de la estatura moral que cree o pretende tener La Nación no puede violar de una manera tan descarada los principios del periodismo ético sin que ello traiga consecuencias.