viernes, 25 de mayo de 2012

Adjetivación innecesaria y ¿malintencionada?

El periódico La Nación de hoy viernes 25 de mayo de 2012 trae dos ejemplos de algo que debería de estar a todas luces proscrito por el manual de ética del periodismo, si es que algo así existe. Me refiero a la curiosa necesidad que sienten los reporteros de La Nación – y de otros medios, aunque hoy no les traiga ejemplos específicos – de (¿des?)calificar a ciertas personas sobre las cuales informan, adosándoles adjetivos absolutamente innecesarios para el fondo y la lectura de la noticia.

Presione sobre la imagen para agrandarla

Desde hace años son comunes las noticias de sucesos con titulares como “Extranjero estafa a mujer embarazada en fila de la CCSS”, “Nica mata a mujer en lío pasional” ó “Colombiano detenido en el aeropuerto por narcotráfico”.  Nada hay de impreciso o erróneo en esa forma de reportar las noticias,  pero sí de incorrecto, porque cuando es un costarricense, no se hace mención a la nacionalidad del delincuente, y el efecto es que se genera una sensación de que estamos cogidos por criminales internacionales, cuando los nuestros propios no son ningunas santas palomas.  Habría que estudiar las cifras de criminalidad – y si alguien tiene el tiempo del que carece este autor, le sería altamente agradecido – para determinar qué porcentaje del crimen en nuestro país es cometido por extranjeros. Creo que nos sorprenderíamos por lo pequeño de esa cifra.

La adjetivación de hoy es peor, porque no se refiere a criminales, sino a ciudadanos de bien.  Empiezo con la noticia de que el Lic. Yashín Castrillo, activista por los derechos de los homosexuales, presentó una denuncia por prevaricato contra cuatro magistrados de la Sala Constitucional.  Esta vez no es el título del artículo el que nos sorprende, aunque no está libre de pecado: “Activista gay denuncia a cuatro magistrados por prevaricato”.  Sin embargo, la primera frase del reportaje es absolutamente desafortunada. Dice así: “El activista y abogado homosexual, Yashín Castrillo, denunció a cuatro magistrados…”. Nótese que se ha cambiado por completo el sentido del asunto.  Ya no se trata de un activista por los derechos de la población gay, sino, aparentemente, "de un maricón que de paso es abogado y activista".  Para alguien de escasas entendederas como este autor, resulta evidente que hay una velada intención de descalificar a don Yashin por su supuesta condición de homosexual. Para la noticia es absolutamente irrelevante la inclinación sexual de don Yashín, a quien no conocemos ni tampoco sabemos (ni nos importa) cuáles sean sus preferencias.  El asunto, estimado lector, es que es innecesario y malintencionado catalogarlo de “abogado homosexual”, porque bien podría tratarse de una persona heterosexual que lucha por los derechos de los homosexuales ó, aún siendo homosexual, no es esa condición necesaria (ni suficiente) para defender sus derechos.  Incluso la formulación del título del reportaje – “activista gay” – es incorrecta, aunque entendemos que en ocasiones la limitación de espacio obliga a agarrar este tipo de atajos en los titulares.  Repito: no es lo mismo un activista homosexual, que un activista por los derechos de los homosexuales.  Un “activista gay”, así sin mayores explicaciones, puede ser un activista por los derechos de los animales que de casualidad tiene preferencias sexuales distintas de la mayoría de la población.

El siguiente caso es tal vez menos angustiante, pero denota la existencia de un cierto patrón. Me refiero a la noticia de un asalto cometido en una casa cerca de La Sabana.  Dice el título: “Asalto anoche a familia judía. Banda roba joyas y ‘laptops’ en La Sabana”.  ¿Qué importancia tenía para el suceso la religión de la familia asaltada?  Por si no hubiera quedado claro después de semejante titular, el reportaje abre con la siguiente reiteración de lo irrelevante: “Una banda de asaltantes esperó anoche a una familia judía dentro de su vivienda, en La Sabana, y cuando llegó le robaron joyas y computadoras de una caja fuerte”.  Cuesta adivinar la intención que se esconde detrás de la necesidad de resaltar en el titular y reiterar en el cuerpo de la noticia la identidad religiosa de la víctima. Quizás mi amigo Rogelio, con quien desayuné esta mañana, tenía razón cuando me planteó la posibilidad de que tal vez no tengamos que sentir tanta compasión por la víctima, ya sea por sus creencias religiosas distintas, o “porque lo judíos de por sí tienen mucha plata”. Como bien lo dijo Rogelio, sin hacer el menor esfuerzo por esconder el sarcasmo en sus palabras,  “¿quién más que una familia judía tendría joyas y laptops en la casa?

Hace casi tres años habíamos implorado al periódico La Nación que cambiaran al titulista, aunque en aquel momento lo hicimos motivados por las inexactitudes contenidas en un par de titulares engañosos.  Lo de hoy raya con la discriminación – velada o explícita – de algunas minorías de la población costarricense, actitud que sabemos no es la oficial del periódico, a juzgar por algunos editoriales recientes, y en particular este de hace exactamente una semana. Con mucha más razón deberían los dirigentes del periódico prestar atención a este nocivo patrón que se observa en los títulos y en la redacción de noticias que tienen que ver con extranjeros y minorías en nuestro país.

5 comentarios:

  1. Por el otro lado, La Nación publicó este domingo un reportaje sobre las parejas gay con hijos e hijas.

    Creo que está hilando un toque demasiado fino, Dean.

    ResponderBorrar
  2. Creí haber sido suficientemente claro cuando cerré el artículo diciendo que la actitud aparentemente discriminatoria de los titulares reseñados "no es la oficial del periódico, a juzgar por algunos editoriales recientes". Lo que haya publicado La Nación después no cambia eso en nada. La línea oficial del periódico ha sido bastante razonable, pero al parecer le están dando demasiada libertad al reportero o a la persona encargada de ponerle título a la noticia.

    ResponderBorrar
  3. Yo creo que es el reflejo de los estereotipos en la mente del titulista, no una línea que persiga un fin en particular (ni siquiera del mismo titulista)... la pregunta es donde está el editor (o quién sea que deba revisar esas cosas).

    ResponderBorrar
  4. Una vez mas, Dean CoRnito le da al clavo justo en la cabeza. No me canso de leer la claridad con la que plantea los temas.

    ResponderBorrar
  5. Muchas gracias, Franklin, me halaga su comentario. Déjese escuchar más a menudo!!

    ResponderBorrar