En nombre del nacionalismo, o de sus múltiples variantes – a saber, el
chauvinismo, el patrioterismo, el jingoísmo y la más políticamente correcta
defensa de la soberanía – se cometen las más infames tonteras con la particular
cualidad de dejar aplaudiendo por igual a izquierdas que a derechas,
especialmente en aquel rincón oscuro del espectro político donde los extremos
se juntan. La reciente expropiación de la petrolera Repsol YPF por parte del gobierno peronista de Cristina Fernández de Kirchner, es apenas
el más reciente ejemplo. Pero como el nacionalismo es contagioso, ofrece
importantes lecciones para nuestro país, sobre todo después del evento del
infame #tombonazi, que desató una serie de desafortunados comentarios pro-nacionalistas por parte de gente que estoy
seguro ni siquiera entiende lo que eso significa.
De un gobierno corrupto y populista como el de Cristina, no es mucho lo que podemos esperar. Lo que duele es ver la reacción automática de prácticamente todos los sectores de la sociedad argentina representados en el Legislativo, apoyando la más reciente ocurrencia de una Presidenta que, antes de concluir su mandato, habrá sumido a su bello y rico país en una nueva crisis de esas que son recurrentes pero perfectamente evitables, ya que no son causadas por el ciclo económico normal, sino por los sucios manejos de los políticos de turno. ¿Cuándo irá a aprender Argentina de los errores repetidos de su pasado?
Los lectores más antiguos de La Suiza Centroamericana recordarán que
Dean CóRnito tiene una particular afición por cultivar la amistad de argentinos
afincados en este país. La mayoría de ellos no tiene ni idea de que quien esto
escribe es su amigo, lo cual me otorga la ventaja de poder leer lo que escriben
en sus perfiles de Facebook, para luego usarlo
en su contra desde este rincón del ciberespacio. Cuento entre mis amigos argentinos algunos que
llegaron a Costa Rica en los años 70 huyendo de la dictadura militar –
izquierdistas, mechudos y chancletudos a toda honra –, así como argentinos que han
llegado en otras épocas y circunstancias huyendo de esas crisis cíclicas a las
que hacía mención un párrafo arriba, en su mayoría capitalistas, de clase media
y de derechas o de centro derecha. Lo que nunca he conocido es un argentino
apolítico, y menos uno sin opinión.
Sin que sea unánime, la mayoría de ellos se ha manifestado a favor de
la nacionalización de YPF – tanto chancletudos
como yuppies – porque “hay que
defender la soberanía”, porque “las riquezas del subsuelo son inalienables”, porque
“los españoles primero nos robaron las riquezas cuando éramos indígenas en
taparrabos y ahora que somos los europeos de Suramérica nos roban el petróleo”,
o cualquier otro argumento de similar naturaleza. ¡Pamplinas!
Nadie parece haberse dado cuenta de que la nacionalización de YPF responde
única y exclusivamente a las necesidades “comerciales” de la ocupante de turno de
la Casa Rosada. Recordemos que doña
Cristina está ya en su segundo período presidencial, y la constitución
argentina no permite – al menos por ahora –un tercer período consecutivo.
Recordemos también que doña Cristina tiene algunos gustos y aficiones muy
caros, y ya va siendo hora de que termine de asegurar su futuro financiero.
Lo que hoy se defiende en Argentina en aras de la soberanía, deshace
lo que menos de 20 años atrás hizo en aras de la eficiencia otro presidente
corrupto proveniente del mismo partido peronista de doña Cristina: la
privatización de YPF y posterior robo descarado de los recursos de la
venta. El mismo Presidente Menem que en los
días finales de su mandato corrió a vender YPF a los españoles, es hoy Senador
y ha anunciado su apoyo a la expropiación, aunque desconocemos el precio de ese
voto. Esto lo que nos demuestra es que
ni la privatización ni la renacionalización de YPF responden a principios o
ideologías. Los que se hicieron ricos
con la venta, se harán ahora más ricos con la expropiación, mientras nacionalistas
de izquierdas y de derechas se llenarán el estómago con el orgullo que sentirán
de habérsela cobrado a los españoles.
No sabemos si el manejo que hizo Repsol de los activos de YPF fue el
correcto, o si hizo las inversiones que Cristina reclama como necesarias pero
no efectuadas. Lo que sí sabemos es que un Estado al borde de la quiebra como
el de la Argentina del 2012 tampoco las podrá hacer. Pero no importará, porque
suponemos más importante para los argentinos “nacionalistas” retomar el control
sobre algunos yacimientos petrolíferos que no serán aprovechados mientras el
precio internacional sea alto, que el impulso que le pudiera dar a una economía
tambaleante una industria petrolera bien manejada y pagadora de impuestos y
derechos por la extracción y comercialización del llamado oro negro.
Lo que también sabemos es que cuando dentro de unos años la situación
fiscal argentina sea insostenible – o cuando bajen significativamente los
precios del petróleo y el Estado ya no encuentre tan lucrativo el negocio – los
nuevos ocupantes de la Casa Rosada volverán a privatizar YPF, con el apoyo y
previo pago de peaje a doña Cristina. Y
a Menem si aún vive. En cuanto al pueblo, volverá a aplaudir como foca, pero
seguirá comiendo mierda. Suponemos, eso sí, que la mierda nacional sabe mejor
que la de otros países…
La verdadera ideología de fondo sería "el populismo".
ResponderBorrarPero en qué irá a parar todo, parece que España no se va a quedar tranquila así no más...