Para tener hijos no basta con masturbarse. Para ser Presidente no basta con hacer una campaña de altura. Ottón Solís no estará dispuesto a sacrificar sus principios (los referentes al tipo de campaña que hace, porque otras veces y en otros campos no ha tenido reparo en hacerlo), y el precio que pagará será el de nunca llegar a la Presidencia de la República.
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Hace poco más de cuatro años opinábamos casi lo mismo de Ottón Solís: que no quiere ser Presidente. Luego dio un viraje extraordinario a su campaña, y casi da la sorpresa en la recta final. Al contrario de Otto Guevara, Solís ha hecho dos excelentes campañas, pero no parece haber aprendido las lecciones de los errores que pueda haber cometido.
Como lo dije en mi más reciente post, algunos mojigatos se ruborizan por los ataques de un candidato a otro, sobre todo cuando los ataques son al candidato de su preferencia. Pero nadie que se meta en política es una santa paloma, y casi todos tienen esqueletos en el armario. Los choques entre candidatos – eso que la gente tiende a confundir con “campaña negativa” –pueden ayudar al público a conocer detalles no necesariamente atractivos que los candidatos preferirían esconder, siempre y cuando se basen en pruebas y fundamentos. Estos detalles ocultos pueden tener que ver con actividades pasadas de los candidatos, con posiciones sobre temas álgidos que en campaña es mejor no tocar, con cambios de opinión por parte de algunos candidatos tan frecuentes como sea necesario para agradar a dios y al diablo, o con las fuentes de financiamiento de la campaña.
También dije en mis últimos posts que tengo la firme convicción de que la mayoría de los votantes se deja llevar por la campaña, y no se toma el tiempo ni la molestia de leer programas de gobierno, propuestas de política, ni nada que le demande más esfuerzo que no levantarse del sillón durante los anuncios de la telenovela. Así las cosas, si Ottón Solís quisiera ser Presidente, se dejaría de mamadas tipo “las encuestas no reflejan lo que está sucediendo en la realidad”, y se pondría a hacer una campaña más efectiva, que en algún momento lo llevaría a sacar los trapos sucios de sus contrincantes. Si quiere hablar de ética en la política, pues que no se le ocurra inventarse los ataques, pero nada tiene de incorrecto advertir al electorado de los pecadillos que sus contrincantes preferirían esconder. Ponerse de mojigato – arriesgando sus probabilidades de éxito - cuando centenares de miles de personas confían en él para alcanzar la Presidencia y desde allí corregir el rumbo del país, no es muestra de altos principios éticos, sino reflejo de la soberbia que caracteriza a Ottón Solís. Y un poco de falta de astucia. Y esa combinación de soberbia y estulticia en un candidato no es una buena combinación para un Presidente.
En lugar de lo anterior, Ottón Solís ha conducido una campaña insulsa, con anuncios tan llenos de texto que probablemente más del 95% de la población no se los ha leído. Es además una campaña que denota confusión: el PAC casi no es mencionado, dando preponderancia al candidato (cuya foto figura en las vallas carreteras), pero el mismo Ottón Solís ha dicho que la campaña gira en torno a ideas y no a personas, y suponemos que por eso en muchos de los anuncios en periódicos sale la foto de algún ilustre desconocido. Al no aparecer ni la foto del candidato, ni el nombre ni la bandera del partido, a veces cuesta darse cuenta de lo que se trata. Y como usualmente tienen tanto texto, da pereza leerse el misal completo para saber de qué le están hablando a uno.
En anteriores torneos electorales el PAC hizo campañas muy creativas, atractivas, y generalmente propositivas. La actual es una campaña propositiva, es cierto, pero empacada en el más soberano aburrimiento. Y viola uno de los más importantes principios de la mercadotecnia: el de ser congruente entre el mensaje y las cualidades del producto anunciado. Ottón Solís quiere vender la imagen de partido ético y serio que hace una campaña propositiva de altura, para proyectarse a si mismo como el más presidenciable de los candidatos. Pero su partido, en los ocho años que tiene de estar representado en la Asamblea, ha demostrado no conocer las reglas del juego político, lo cual lo ha llevado a hacer una desastrosa – por ineficaz – labor de oposición y, peor aún, proyectar una imagen de oponerse por el arte de oponerse. Y en eso no hay nada de propositivo. Además, empezando no más la campaña se descubrió que en su programa de gobierno se machetearon 19 párrafos de un documento de la CCSS, sin atribución de autoría u origen. En otras palabras, en la elaboración del programa de gobierno del PAC incurrieron en el delito de plagio. Y en eso no hay nada de ético.
Que un 30% de quienes dicen haber votado NO al TLC apoyen ahora a Otto Guevara, es un premonitorio testamento a la inutilidad de la campaña del PAC. Rest in peace, Ottón Solís.
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Hace poco más de cuatro años opinábamos casi lo mismo de Ottón Solís: que no quiere ser Presidente. Luego dio un viraje extraordinario a su campaña, y casi da la sorpresa en la recta final. Al contrario de Otto Guevara, Solís ha hecho dos excelentes campañas, pero no parece haber aprendido las lecciones de los errores que pueda haber cometido.
Como lo dije en mi más reciente post, algunos mojigatos se ruborizan por los ataques de un candidato a otro, sobre todo cuando los ataques son al candidato de su preferencia. Pero nadie que se meta en política es una santa paloma, y casi todos tienen esqueletos en el armario. Los choques entre candidatos – eso que la gente tiende a confundir con “campaña negativa” –pueden ayudar al público a conocer detalles no necesariamente atractivos que los candidatos preferirían esconder, siempre y cuando se basen en pruebas y fundamentos. Estos detalles ocultos pueden tener que ver con actividades pasadas de los candidatos, con posiciones sobre temas álgidos que en campaña es mejor no tocar, con cambios de opinión por parte de algunos candidatos tan frecuentes como sea necesario para agradar a dios y al diablo, o con las fuentes de financiamiento de la campaña.
También dije en mis últimos posts que tengo la firme convicción de que la mayoría de los votantes se deja llevar por la campaña, y no se toma el tiempo ni la molestia de leer programas de gobierno, propuestas de política, ni nada que le demande más esfuerzo que no levantarse del sillón durante los anuncios de la telenovela. Así las cosas, si Ottón Solís quisiera ser Presidente, se dejaría de mamadas tipo “las encuestas no reflejan lo que está sucediendo en la realidad”, y se pondría a hacer una campaña más efectiva, que en algún momento lo llevaría a sacar los trapos sucios de sus contrincantes. Si quiere hablar de ética en la política, pues que no se le ocurra inventarse los ataques, pero nada tiene de incorrecto advertir al electorado de los pecadillos que sus contrincantes preferirían esconder. Ponerse de mojigato – arriesgando sus probabilidades de éxito - cuando centenares de miles de personas confían en él para alcanzar la Presidencia y desde allí corregir el rumbo del país, no es muestra de altos principios éticos, sino reflejo de la soberbia que caracteriza a Ottón Solís. Y un poco de falta de astucia. Y esa combinación de soberbia y estulticia en un candidato no es una buena combinación para un Presidente.
En lugar de lo anterior, Ottón Solís ha conducido una campaña insulsa, con anuncios tan llenos de texto que probablemente más del 95% de la población no se los ha leído. Es además una campaña que denota confusión: el PAC casi no es mencionado, dando preponderancia al candidato (cuya foto figura en las vallas carreteras), pero el mismo Ottón Solís ha dicho que la campaña gira en torno a ideas y no a personas, y suponemos que por eso en muchos de los anuncios en periódicos sale la foto de algún ilustre desconocido. Al no aparecer ni la foto del candidato, ni el nombre ni la bandera del partido, a veces cuesta darse cuenta de lo que se trata. Y como usualmente tienen tanto texto, da pereza leerse el misal completo para saber de qué le están hablando a uno.
En anteriores torneos electorales el PAC hizo campañas muy creativas, atractivas, y generalmente propositivas. La actual es una campaña propositiva, es cierto, pero empacada en el más soberano aburrimiento. Y viola uno de los más importantes principios de la mercadotecnia: el de ser congruente entre el mensaje y las cualidades del producto anunciado. Ottón Solís quiere vender la imagen de partido ético y serio que hace una campaña propositiva de altura, para proyectarse a si mismo como el más presidenciable de los candidatos. Pero su partido, en los ocho años que tiene de estar representado en la Asamblea, ha demostrado no conocer las reglas del juego político, lo cual lo ha llevado a hacer una desastrosa – por ineficaz – labor de oposición y, peor aún, proyectar una imagen de oponerse por el arte de oponerse. Y en eso no hay nada de propositivo. Además, empezando no más la campaña se descubrió que en su programa de gobierno se machetearon 19 párrafos de un documento de la CCSS, sin atribución de autoría u origen. En otras palabras, en la elaboración del programa de gobierno del PAC incurrieron en el delito de plagio. Y en eso no hay nada de ético.
Que un 30% de quienes dicen haber votado NO al TLC apoyen ahora a Otto Guevara, es un premonitorio testamento a la inutilidad de la campaña del PAC. Rest in peace, Ottón Solís.