Ignacio Santos lo dijo antes que yo: Karina Bolaños, la hoy famosa ex Viceministra de Juventud, ha
sido victimizada dos veces en menos de doce horas. Primero, cuando un video íntimo suyo fue
subido a internet con la evidente intención de causarle un daño, y segundo,
cuando fue despedida por la Presidenta de la República sin darle la oportunidad
de presentar su descargo. El análisis,
sin embargo, no muere ahí.
De la misma manera que si lo suyo, estimado lector, es el sadomasoquismo, el
sexo oral, las relaciones con personas de su mismo sexo, la posición misionera,
o la zoofilia, lo que cualquier
funcionario público haga en la privacidad de su casa o en la intimidad de una
relación no es asunto que nos interese. Si Karina Bolaños cometió un desliz en
su vida matrimonial, es un asunto que a nadie compete más que a ella, a su
familia, y al tercero involucrado. El
problema surge cuando esas actividades salen a la luz pública.
El solo hecho de que el video privado haya aparecido en internet es un
delito, y uno que ha victimizado a doña Karina de una manera particularmente angustiante. En pocas horas ha perdido su trabajo, su
reputación, y quién sabe los efectos que pueda tener en su entorno
familiar. No hay precio mayor que un ser
humano pueda pagar.
Doña Karina ha sido victimizada una segunda vez, ni más ni menos que
por la Presidenta Chinchilla, aunque no por las razones que la mayoría de la
gente ha esgrimido en las redes sociales, la radio, la televisión y la prensa
escrita. No son comparables los casos de Luis Liberman y Leonardo Garnier con
lo sucedido con la Sra. Bolaños. Este gobierno tiene, sin embargo, un
antecedente de un “lío de faldas” de un Ministro varón, a quien Casa Presidencial respaldó y mantuvo en el puesto, a
pesar no solo de su supuesta infidelidad, sino peor aún – en cuanto afecta la
cosa pública – que, como se dice vulgarmente, anduvo remojando su pene en la
planilla de la institución que maneja.
Es aquí donde se nota el doble rasero aplicado por la Presidenta
Chinchilla: aparentemente en los hombres la indiscreción es natural, esperable,
y perdonable; en las mujeres es absolutamente censurable. Semejante criterio, aplicado por una mujer, es
machismo femenino, que es el más subyugante de todos.
Pero volvemos ahora a una frase que metí un par de párrafos arriba,
sin pretensión alguna de inocencia. Ya
establecimos que lo que las personas hagan en el ámbito privado e íntimo no es asunto
de interés público. El problema surge
cuando esas actividades salen a la luz pública. Si bien la publicación del
video de doña Karina es un delito, no es culpa de doña Laura Chinchilla que
haya sucedido. El hecho es que al salir
a la luz, tiene el potencial de afectar el trabajo o la credibilidad de la
persona involucrada, aunque sea solo porque la atención pública se desvía de lo
verdaderamente importante a lo morboso y trivial, y porque la persona
involucrada – en este caso doña Karina – tendría que dedicar parte de su tiempo
para defenderse y explicar lo que nunca debió de ser del dominio público.
Tiene entonces la Presidenta el derecho de analizar y decidir si le
conviene cortar el problema de raíz y desvincularse del escándalo para
enfocarse en la labor de gobernar, o si le resulta mejor defender a la persona
que ha caído en desgracia – una buena funcionaria, según dicen quienes conocen
del tema – y capearse el temporal que de por si en Costa Rica nunca dura más de
tres días. Para mi lo censurable no es
la decisión de despedir a la Sra. Bolaños, sino la inconsistencia en las
decisiones. Yo la hubiera mantenido en
el puesto, porque su desliz no involucró recursos públicos ni traicionó la
confianza que se le dio para administrar dichos recursos. Por el mismo rasero, al otro Ministro lo
hubiera mandado para la casa, no por
mujeriego ni por haberle sido infiel a su esposa – para eso su mujer sabrá qué
castigo o perdón le corresponde – sino por haberse valido del puesto y
utilizado recursos públicos para disfrutar las mieles del adulterio. Lo que debería importar, desde la perspectiva pública, es el desempeño del funcionario (no solo desde el punto de vista de la eficiencia, sino de la ética en la función pública), y no cuántas calacas tenga guardadas en el armario - como el resto de los mortales (empezando por el que cada uno de nosotros ve en el espejo todas las mañanas).
Con todo este asunto, y a pesar de lo que hasta aquí he opinado, no logro apartar de mi ser una sensación de incomodidad, causada por la
casi certeza que me abriga de que doña Laura Chinchilla no hubiera quedado bien
de ninguna forma que hubiera actuado. De haber mantenido a Karina Bolaños en su
puesto, no hubieran faltado los moralistas que le criticaran la laxitud, con
igual o mayor fervor que quienes le criticamos la falta de solidaridad con la
funcionaria injustamente victimizada.
Pero más que eso, me invade la sensación de que muchos de quienes hoy la
critican por el despido de doña Karina, también la hubieran criticado en el
caso contrario. Por eso digo que estamos
entre el cinismo y la ignominia.
Aquí lo lógico hubiera sido la dimisión de esta señora. Pero esa no es la costumbre cuando de apesebrados estamos hablando. Por cierto, el esposo de esta señora también vive del erario publico, apuesto a que el tal Pequis igualmente vive de nuestros impuestos.
ResponderBorrarUn abrazo,
Pakithor
Si la ensarta pierde y si no también...
ResponderBorrarOtra diferencia del caso del ministro es la exposición que se dió al caso... bien dicen que todo entra por los ojos, y no es igual leer la noticia en "La Mentirosa" que ver un video en Youtube. Lo que sí me queda claro es que seguir desempeñando el puesto para Bolaños sería muy, muy difícil... no sé, aunque no fuera su culpa, en esas circunstancias, ¿no debería sustituirse un funcionario?
Terox, yo creo que lo que debió suceder es que esta señora renunciara al puesto, pero como dice Pakithor, eso lamentablemente ya no se acostumbra. Me parece censurable que la hayan despedido con tanta celeridad sin darle ni siquiera chance de tener un tête à tête con la Presidenta, pero el resultado de ese encuentro no hubiera podido ser otro que la renuncia voluntaria de doña Karina.
ResponderBorrarDiay, tal vez la doña (Bolaños) no quiso el teta a teta, digo jupa con jupa (por lo menos con el ministro), y hubo que sacar la Stihl de Farmagro... esos intríngulis nunca se hacen públicos... a saber... si de verdad es al estilo de Atracción Fatal, podría ser...
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