lunes, 31 de agosto de 2009

El Dr. Mündung

Oscar Arias, a quien no tengo el placer – o el disgusto, escoja usted – de conocer, siempre me ha parecido una combinación casi perfecta entre el Dr. Mündung y Narciso, aunque esto último no exactamente por su aspecto físico. Doy por sentado que para estar en política, y en particular para aspirar a la Presidencia de un país, es necesario ser un poco ególatra y bastante vanidoso, pero a nuestro Premio Nobel Presidente se le va la mano. Y sus últimas actuaciones lo terminan por confirmar.

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A quienes le hemos seguido el rastro durante los últimos 25 años, ya nada debería sorprendernos. Y sin embargo don Oscar no deja de hacerlo. El famoso eslogan de su última campaña presidencial – El barco necesita capitán – es la invitación de un presumido consumado a que los demás dejemos nuestras mayores o menores dosis de egolatría para sustituirla por una oscarlatría esclarecedora y libertadora. No entro a discutir si el barco realmente necesitaba capitán (si lo creo), si Oscar Arias era ese capitán (no necesariamente), o si, una vez en el poder, actuó como tal (lo dudo seriamente). Más me interesa analizar las más recientes decisiones y anuncios de su majestad don Oscar a la luz de sus “patologías”, reales o percibidas.

La semana pasada don Oscar – o su hermano Rodrigo en representación del Big Chief – nos sorprendió con dos magnos anuncios: la presentación de un proyecto de ley de apertura de la generación y producción de electricidad, y la “necesidad” de convocar una Asamblea Constituyente. Veamos las cosas por partes.

Quien esto escribe apoyaría en principio un proyecto de apertura del sector eléctrico. Tengo la firme convicción, los estudios y la experiencia profesional suficientes para saber que es factible alcanzar un buen esquema de apertura que permita incrementar la capacidad instalada de generación eléctrica sin depender de un proveedor único, y sin desatender las necesidades de los sectores de menor o nulo poder adquisitivo que quedarían desprovistos en un esquema de apertura “salvaje”. Aunque no he leído el proyecto del gobierno, de los principios que pude deducir de lo publicado en los medios de prensa (apertura en generación manteniendo la red de transmisión en manos del ICE), me parece que la propuesta va por buen camino. Y a pesar de lo anterior, la decisión de poner sobre la mesa en plena temporada electoral un tema que promete ser polémico me parece, en el mejor de los casos, temeraria e irresponsable.

La probabilidad de que semejante proyecto sea aprobado en la Asamblea Legislativa en la presente coyuntura es prácticamente inexistente. El PAC, Merino y Oscar López se opondrán rabiosamente a cualquier cosa que suene a apertura. El Movimiento Libertario también, aunque por las razones contrarias: por no hacer lo suficiente por abolir el monopolio estatal, por poner límites a la generación privada, o cualquier cosa por el estilo que se les ocurra de manera oportuna. Andrea Morales, aunque sea por vergüenza y deferencia a quienes la llevaron a la Asamblea, también se va a oponer. La fracción del PUSC no sabrá cómo reaccionar, y mucho dependerá de las necesidades político-electorales del Dueño del partido, pero si algo es claro es que el PLN no podrá contar con un apoyo incondicional de los cuatro o cinco pelagatos del PUSC. De manera que únicamente podrán contar con los calientasillas de José Manuel Echandi, Evita Arguedas y Guyón Massey, y eso no les alcanzará ni para llegar a primera base. A la misma Laura Chinchilla se le podrían aflojar las bielas ante un tema tan polémico en estos momentos, y buena parte de la fracción la respaldaría. Muerto el Rey, que viva la Reina.

¿Para qué lanzar al vuelo semejante propuesta? Lo único que se me puede ocurrir es que cuando algún día se apruebe una apertura en generación eléctrica - y no me cabe la menor duda de que algún día sucederá – alguien pueda salir a decir que la idea fue de Oscar Arias. Y que entonces sea reconocido como el Estadista que, cinco o veinte años después de su período presidencial, aún sigue dando forma al curso que toma la historia del país. Sin importar a quién se lleva entre las piernas en el proceso, aún si se trata de su delfina Chinchilla.

Y por si fuera poco, nos sale con la cabezonada de la Asamblea Constituyente. Es cierto que el país está entrabado, y que a los gobernantes se les dificulta realizar su trabajo, como lo argumentan don Oscar y sus polivoces. Lo que es discutible es si el problema está en la Constitución Política. Yo creo que, más allá de dos o tres asuntos puntuales, la Constitución no es el impedimento para el progreso del país. Y esos “asuntos puntuales” se deberían de corregir mediante un procedimiento mucho más sencillo, barato y de menor riesgo que la Asamblea Constituyente: la reforma parcial a la Constitución. No sabemos exactamente (ni remotamente tampoco) como es la nueva Constitución que visualiza don Oscar, pero de lo que si estamos seguros es de que no se parece en nada a la Constitución que sería posible sacar de una nueva Constituyente.

Como lo demostró el referéndum por el TLC, el país está prácticamente dividido en tercios, con una tercera parte indiferente a lo que pasa en el escenario político, y los otros dos tercios con visiones bastante diferentes de lo que quieren como modelo de desarrollo para el país. En tales circunstancias, sería virtualmente imposible lograr un acuerdo sobre una Constitución medianamente coherente.

Don Oscar exhibe en los últimos tiempos una actitud autoritaria que no deja de causar preocupación. Como ejemplo ofrezco sus más recientes críticas a la labor de los medios de comunicación. Su cuestionamiento se basa en tautologías peligrosas (los periodistas no son electos por el pueblo <-> los medios de comunicación son empresas con fines de lucro) e inesperadas de una persona que se ha distinguido por sus credenciales democráticas. Si este es el espíritu que lo mueve a proponer una nueva Constitución, no quiero ni tan siquiera ver de qué se trata. Y si en su narcisismo ilimitado no puede ver que la mayoría del país no piensa como él, y que, insisto, lo que saldría de la Constituyente sería un mamarracho sin pies ni cabeza, entonces no tenemos santo en el cuál persignarnos.

La virtud de la actual Constitución es que se basa en las constituciones liberales del siglo XIX y en particular la de 1871. Aunque el ánimo colectivo de 1949 era bastante diferente al de 1871 (en particular en cuanto a las funciones del Estado), la constituyente logró un interesante equilibrio entre la tendencia liberal histórica del país que privilegia la protección de los derechos individuales, y ese estado de ánimo más socializador de mediados del siglo XX. Convocar una nueva constituyente en la actual coyuntura – con la proliferación de grupos y partidos que más defienden intereses sectoriales que los nacionales, y un Presidente con inclinaciones autoritarias – conllevaría de manera implícita el riesgo de producir una carta magna que sea un verdadero obstáculo para el progreso o, peor aún, que limite de manera significativamente los derechos individuales a favor de los colectivos. Y ese sería el principio del autoritarismo constitucional, que pronto llevaría a una dictadura de cualquier estirpe.

Entonces, nuevamente cabe preguntarse cuál sería el objetivo de proponer una constituyente ahora. Y si no hay beneficios evidentes, la respuesta tiene que encontrarse en la egolatría y el narcisismo de don Oscar que, por un lado, le nubla la visión y no le permite ver los grandísimos riesgos y, por el otro, únicamente le permite pensar en lo grande que sería su nombre si lo logra asociar al nacimiento de un nuevo orden constitucional en el país. Aunque de camino se lleve en banda a toda una generación de costarricenses.

Como lo dijo Papini a través de su personaje, el Dr. Mündung: “El hombre se ama a sí mismo, lo confiesa abiertamente, y da a su amor, sin miedo y sin reservas, forma devota y litúrgica.” Ese hombre es Oscar Arias.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Una onza de integridad

Guillermo Constenla Umaña es uno de esos bichos políticos que uno, como aspirante de analista político, no puede perder de vista. En la última década se ha convertido en el Torquemada de la escena política nacional y, simultánea y muy hábilmente, se ha proyectado como adalid de la virtud y ejemplo de decoro, honestidad y decencia en la función pública. No todo lo que brilla es oro.

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Todavía lo recordamos cuando durante más de año y medio capitaneó una comisión inquisidora en la Asamblea Legislativa que se propuso “destapar el gran chorizo” de la gestión interesada del Aeropuerto. También recordamos vívidamente cómo, después de todo ese tiempo, y a un par de semanas de terminar su período como diputado en el 2002, confesó en una entrevista con la entonces periodista de La Nación, Hazel Feigenblatt, que después de año y medio de investigación pagada con fondos públicos, no tenía pruebas de corrupción y que a final de cuentas la investigación trataba de diferencias en un “tema filosófico-político”. Sin embargo se dio el taco de pedir sanciones “morales y políticas” en contra de funcionarios a los que ni él, ni su Comisión Legislativa, ni la Contraloría General de la República, ni el Ministerio Público, ni Telenoticias ni La Nación pudieron nunca involucrar en un solo acto de corrupción. Y eso en una época en la que las acusaciones se volvieron pan de todos los días.

A su regreso a la llanura política, don Guillermo se pasó los cuatro años del desgobierno de Abel Pacheco luchando públicamente contra el Gestor Interesado, contra la Gestión Interesada, y contra los funcionarios públicos que en cumplimiento de su deber hubieran tratado en un momento u otro con personeros de Alterra. Y no podemos olvidar cómo - cuándo Oscar Arias resultó Presidente Electo y le ofreció a Constenla la Presidencia Ejecutiva del INS, reiterando casi en la misma frase el apoyo de su eventual gobierno a la Gestión Interesada y a las negociaciones para rescatar el bendito contrato - don Guillermo abandonó su lucha de por lo menos seis años y cerró su boquita porque sus intereses yacían ahora en otra mina, donde al jefe no le parecía mal del todo ese engorroso asunto de Alterra.

Luego saltan a nuestra memoria las múltiples denuncias que hizo don Guillermo, una vez hubo asumido la Presidencia del INS, sobre los aparentes actos ilícitos cometidos por sus antecesores, en particular en la época cuando don Cristóbal Zawadski fuera Presidente Ejecutivo del INS. Aquí guardamos las fórmulas y convenciones periodísticas al decir “aparentes”, porque no deseamos ser el primer bloguero costarricense que sea demandado por difamación. Recordemos que el caso del INS-PWS aún no llega a juicio, de manera que aún no podemos dar por delitos los actos denunciados por don Guillermo. Más de una vez me pregunté en esos meses, allá por setiembre de 2006, si el señor Constenla entendía que ya no era más un diputado al frente de una Comisión Investigadora, y que tenía la responsabilidad de dirigir y sanear una importante institución pública. Si tendría la capacidad para eliminar la corrupción del INS, o si del discurso no pasaríamos. El tiempo me ha venido a responder.

La Nación de hoy, en un amplio reportaje a diez columnas, reveló que desde el año 2007, ya bajo la conducción temeraria de don Constenla, el INS contrató en tres ocasiones a un intermediario que había incumplido reiteradamente con los requisitos básicos de contratación y, por si ello fuera poco, que dicho intermediario infló los costos de los bienes por asegurar para casi duplicar sus comisiones, que pasaron de $7.2 millones en el 2008, a $13 millones en el presente año 2009, sin que el INS tan siquiera chistara cuando todavía tenía la oportunidad de detener tan nefasto negociado.

Y para que no se vean tentados los abogados a pedir a un Tribunal de Justicia que obligue a Google a revelar el otro yo de Dean CóRnito para demandarlo hasta dejarlo en calzoncillos, declaro sin ambages: no creo que Guillermo Constenla haya tenido nada que ver con lo que hoy denuncia La Nación. El énfasis lo hago en la palabra nada. NADA. Tan es así, que creo que Guillermo Constenla es responsable de lo sucedido por no haber ejercido una administración eficiente del INS, por no haber impuesto controles eficaces una vez que él mismo reveló los pormenores del affaire Zawadski, y por haberse desentendido del más grande negocio que puede tener el INS, dejándolo en manos de funcionarios sin una supervisión adecuada ni una exigencia de rendición de cuentas oportunas para detectar y detener a tiempo este tipo de “errores”. Es decir, es responsable de lo que pasó porque no hizo NADA, teniendo la obligación moral, legal y administrativa de actuar.

Estamos hablando, señoras y señores, de la póliza o pólizas que cubren los activos del ICE, valorados en alrededor de cinco mil millones de dólares, ó en español criollo, dos millones novecientos cincuenta mil millones de colones, casi una cuarta parte del PIB de Costa Rica. Por su magnitud, este tipo de pólizas son colocadas con reaseguradores internacionales que superan en tamaño, y por mucho al INS. Así, en caso de una catástrofe, el pago no hará quebrar al INS. Para llegar a dichos reaseguradores, el INS contrata corredores de reaseguros, que buscan las mejores condiciones en el mercado, a cambio de una comisión. Hasta aquí todo en orden, que no es pecado (y es práctica común) contratar a estos intermediarios. Sin embargo, el INS tiene un reglamento que establece algunos requisitos para dichos corredores, siendo el más básico que el corredor esté inscrito en el registro de intermediarios reaseguradores del INS. Además debe revelar al INS, en un plazo no mayor a ocho días, “los términos, condiciones, precio y comisiones con que se colocó la cobertura de reaseguro”.

En marzo del 2007, siendo don Guillermo Presidente Ejecutivo, el INS contrató a dos intermediarios (Wind Pro y JLT) para colocar la póliza de reaseguro del ICE. Un día después de la adjudicación, el representante de Wind Pro anunció al INS que JLT no participaría en la colocación, y que su lugar lo tomaría Hemispheric Reinsurance Group (HRG). El INS lo aceptó, a pesar de que no fue sino hasta en octubre de ese mismo año que HRG ingresó al registro de intermediarios reaseguradores del INS. Para refrescarle la memoria a don Guillermo, esto es como cuando la Gestión Interesada fue adjudicada a un consorcio liderado por una empresa llamada Airport Group International (AGI), que luego cedió su espacio a Alterra, quien efectivamente asumió la gestión del aeropuerto. Sólo que en el caso del aeropuerto no se violó ningún reglamento para sustituir al líder del consorcio adjudicado.

Como si lo anterior fuera poco, esta empresa HRG nunca informó al ICE de los términos y condiciones de la colocación del reaseguro del ICE del 2007. Eso no fue óbice para que en el 2008 nuevamente se le adjudicara a HRG la correduría de la póliza de reaseguro del ICE, y tampoco en ese año informó HRG de los términos y condiciones de la colocación. Uno pensaría que, con semejantes antecedentes, alguien en el INS hubiera captado que no era “conveniente” seguir contratando a HRG. ¿Qué pasó? En el 2009 el INS volvió a contratar a HRG, que esta vez, dándose cuenta de que nadie la fiscalizaba, se pellizcó y se decidió a duplicar su comisión.

Don Guillermo Constenla ha dicho a La Nación que “antes de esta situación no conocía nada sobre HRG, solo que era un corredor más”. Esto a pesar que desde hace varios años, el tema de la póliza de reaseguro del ICE ha estado constantemente en las noticias (2005, 2006, 2007, 2008, 2009). Ante la pregunta directa de la periodista Mercedes Agüero, acerca de quién es el responsable, Monsieur Constenla respondió: “No se quién tiene la obligación de pedir a los intermediarios la información”. Yo le tengo algunas preguntas y, también, algunas respuestas.

Dean CóRnito no sabe quién tenía que pedir la información a los intermediarios. Lo que si sabe es quién tenía que pedir a sus subalternos un reporte de los términos, condiciones, precio y comisiones con que se colocó la cobertura de reaseguro. Era don Guillermo Constenla, Presidente Ejecutivo del INS. ¿Cómo puede venir a decirnos ahora, don Guillermo, que no sabía nada sobre el corredor que tres años seguidos colocó “la póliza más grande del país”? ¿Cuántos otros clientes tiene el INS con pólizas cercanas a los $5.000 millones como para que su Presidente Ejecutivo no conozca el detalle de semejante operación? ¿Será, don Guillermo, que súbitamente nos está dando el síndrome de Figueres, si te vi no me acuerdo? ¿Será, don Guillermo, que ahora que no está usted en la silla de Torquemada, le da miedo la quemada?

Si Guillermo Constenla tuviera una onza de integridad – pongo un tucán a que no la tiene, y deseo equivocarme – presentaría su renuncia de inmediato. No porque haya cometido un delito – no lo creemos – sino porque ha quedado demostrado que no tiene la capacidad para dirigir una institución tan compleja como el INS en la que, bajo sus narices, los mandos medios han seguido haciendo lo mismo que desde hace tres años venía denunciando don Guillermo y prometiendo erradicar. Don Guillermo Constenla podrá ahora darle la vuelta al mundo en pata renca buscando culpables – ese trabajo lo excita – pero para hallar al responsable político, no tiene más que buscarlo en el espejo. Y buscar el significado de unas pocas palabras en el Diccionario de la RAE.

martes, 25 de agosto de 2009

Referencia circular, ó el arte de denunciar abusos contra el consumidor

El sistema para denunciar en Costa Rica los abusos que cometen las empresas contra los consumidores está diseñado para hacer que el consumidor desista de su intención de denunciar. Especialmente cuando esas empresas son del sector financiero. Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?

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Resulta que después de muchos años de luchar contra los call centers de Aval/Banco Uno (nunca logré que me dejaran de llamar, aunque tampoco caí en la tentación de aceptarles una tarjeta de crédito), en tiempos de crisis no hay nada mejor que una tarjeta con beneficios tangibles como los descuentos en restaurantes y otros comercios. Al menos para quienes somos lo suficientemente ordenados para no tarjetear más de lo que podemos pagar de contado a fin de mes. Así que finalmente cedí a la presión cuando me llamaron de Citibank, ofreciéndome una tarjeta de crédito que además incluía un cupón de ₡25.000 de descuento en un importante almacén de San José. Según me informó la persona que me llamó, la tarjeta estaba pre-aprobada y en pocos días me llamarían para coordinar la entrega. Esa fue la primera mentira. Después de unos 15 días recibí una llamada de un analista, pidiendo información sobre mis finanzas. Dos días después me llamó otra analista, y me hizo exactamente las mismas preguntas que el primero. Después de esto pasaron poco más de dos meses hasta que un día apareció en mi oficina, sin previo aviso, el mensajero que me traía la tarjeta. Casi tres meses después de que me ofrecieron la “tarjeta pre-aprobada”. Perfecto, me dije, a caballo regalado no se le tocan los huevos. O algo por el estilo.

Después de que se fue el mensajero caí en cuenta que el cupón de descuento del almacén había vencido unos 15 días antes. Inmediatamente llamé al número que el mensajero me había dado “por si tenía alguna consulta”, y muy amable y eficientemente se comprometieron a enviarme un nuevo cupón a mi casa al día siguiente. Cosa que en efecto hicieron. Solo que cuando llegué a mi casa, el nuevo cupón venía por únicamente ₡20.000 colones. Al día siguiente volví a llamar, y después de deshacerse en disculpas, me prometieron que en un par de días me llegaría el nuevo cupón por el monto correcto. Cinco semanas después, todavía estoy esperando.

La tarjeta venía con un límite relativamente bajo, lo cual en circunstancias normales no es problema. Sin embargo, y siguiendo con el tema de la crisis, una mueblería sacó un anuncio ofreciendo un 25% de descuento en toda su línea si se pagaba con la tarjeta de Citibank. Considerando que la Sra. de CóRnito me había pedido cambio de sillas del comedor desde hace rato, y que las sillas que quería estaban justamente en esa mueblería, aproveché la ocasión para comprarlas y darle a la patrona un buen regalo del día de la Madre. Solo que con esa compra llevé la tarjeta hasta su límite. Entonces, para poder seguir usando la tarjeta (a menudo me toca almorzar fuera de casa, y el 35% de descuento en restaurantes es muy útil), me fui a una sucursal de Citibank y cancelé la totalidad del saldo, aunque todavía faltaban casi dos semanas para el “corte”. El pago lo hice con un cheque de Scotiabank un viernes, de manera que asumí que no iba a ser acreditado sino hasta el lunes, por ser de un banco distinto. Efectivamente, por Internet confirmé que el cheque fue cambiado ese lunes. El martes, cuando traté de pagar el almuerzo en Rostipollos, me rechazaron la tarjeta. Dos días después, en otro restaurante, me la volvieron a rechazar. De manera que el viernes me fui a la misma sucursal de Citibank donde había pagado el saldo, para averiguar qué estaba pasando.

Con toda la calma del mundo, el Sub Gerente de la sucursal me explicó que la política del banco es congelar los fondos por 7 días cuando el pago se ha hecho con un cheque de otro banco local. ¿Cómo? – le pregunté. ¿Pero si ustedes cobraron el cheque el lunes, cómo no me permiten usar mi tarjeta cinco días después? Es que, don Dean, a veces los cheques salen malos, entonces tenemos que tener esa precaución – me contestó. Claro, le dije, a veces los cheques salen malos, por eso los demás bancos tienen una política de no acreditar los fondos sino hasta el segundo día hábil posterior al pago, que es lo que necesitan para enviar al cheque a cámara de compensación y cobrarlo o saber que resultó de hule. Pero en este caso ustedes cobraron mi cheque el lunes, y sin embargo no me permitieron usar mi tarjeta ni el martes ni el jueves, y por lo que usted me dice, tampoco hoy viernes la hubiera podido usar. ¡Es correcto! - me contestó con toda la cara de barro. Pues yo no sé cómo le llamen ustedes a eso, le contesté bastante sulfurado, pero en clásico tico eso se llama jinetear la plata, MI plata, y eso quiere decir que ustedes han hecho una retención indebida de mi dinero, con el cual han lucrado durante varios días, y a mí ni siquiera me permiten seguir usando mi tarjeta. ¿Sabe algo, señor Flamante Sub Gerente? Hágame el favor de cancelarme esta porquería de cuenta, y que nadie más me vuelva a llamar de esta cochinada de banco a ofrecerme oxígeno porque los demando. Es más, ¿sabe qué se me acaba de ocurrir? No me cancele la cuenta. Primero voy a ir a usar el puto cupón de ₡20.000, luego los voy a denunciar dónde corresponda, y solo después de que les haya costado, voy a cerrar esta cochina cuenta.

Tal y como amenacé, ayer lunes me puse a averiguar cómo hacer para denunciar este abuso. Mi amiga la que trabajaba en el MEIC y se conoce el tema al dedillo anda de viaje, así que como cualquier cristiano normal, me puse a buscar en Internet a ver qué me aparecía. Existe en el MEIC una Dirección de Apoyo al Consumidor, con su propia página web, bastante poco amigable. Después de mucho rato logré encontrar el teléfono de la línea gratuita (800-266-7866), y decidí llamar para averiguar cómo hacer la denuncia. Un pequeño problema: la grabación que contesta tiene una referencia circular, y no existe posibilidad de llegar a ser atendido por un ser humano. Todo el que haya tratado de desarrollar fórmulas o ecuaciones matemáticas en Excel sabe lo que es una referencia circular: cuando uno por error pone en la fórmula una referencia a la celda donde tiene que aparecer el resultado. En otras palabras, es tratar de llegar a un resultado que depende de sí mismo. Es decir, es necesario primero conocer el resultado para poder llegar a él. Y eso es imposible. La línea gratuita de atención al consumidor dice algo así: “Si desea gestionar una denuncia por primera vez, marque 1. Si llama acerca de una denuncia en trámite, marque el 284-8888”. Marco 1, y entonces sale una nueva grabación que le recuerda a uno tener a mano todos los documentos necesarios para plantear la denuncia, incluyendo facturas, contratos, y una carta de autorización de la niña Pochita. Una vez que terminan de darle a uno esa lista, vuelve la grabación al principio: “Si desea gestionar una denuncia por primera vez, marque 1. Si llama acerca de una denuncia en trámite, marque el 284-8888”. Y no hay manera de salir de allí que no sea colgando. O sea, la línea gratuita de apoyo al consumidor da un apoyo como el que daba a cada rato Abel Pacheco a sus funcionarios.

Entonces llamé a la SUGEF. Después de cinco intentos, logré finalmente hablar con un ser humano del género masculino, quien a su vez me trasladó la llamada a Servicios Técnicos, donde me contestó otro ser humano, esta vez del género femenino. Bastante servicial y agradable, he de agregar. En conclusión, lo que me dijo es que la SUGEF no supervisa los abusos que cometen los bancos con sus clientes, ya que su misión es velar por la estabilidad, rentabilidad y liquidez. Aunque no me lo dijo, mi interpretación fue que si estafar al cliente le permite a un banco mejorar su posición de liquidez, entonces la SUGEF se haría de la vista gorda. Por lo tanto, me aconsejó, debería de llamar a la Comisión Nacional del Consumidor del Ministerio de Economía. Catch 22.




jueves, 20 de agosto de 2009

Auf Wiedersehen

Alguna vez leí que siempre hay un motivo, aunque desconocido para las partes, por las que diferentes personas entran en tu vida en diferentes etapas. Algunas personas tienen un impacto en tu vida por una temporada y luego de cumplir su misión “desaparecen”, mientras que otras entran en tu vida para nunca más dejarte. Mi queridísima amiga Solentiname, autora de Anchas Alamedas, sin lugar a dudas uno de los mejores blogs de Costa Rica, apareció de la nada en mi vida hace unos ocho años, para nunca más salir de ella. El motivo, como en todo camino largo, está aún por descubrirse, pero tengo mis sospechas de que Sole es una especie de ángel de la guarda (aunque ninguno de los dos cree en cuentos chinos) que entró a mi vida con la misión de protegerme el trasero cada vez que meto las de andar, o más bien para prevenir que lo haga. Esta semana Sole emprendió un viaje de diez semanas a Alemania y, como la voy a extrañar, quise aprovechar la oportunidad para honrar a quien honor merece.

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Sole apareció en mi vida por primera vez cuando fue enviada por su jefe a una reunión en mi oficina, en la que necesitaba la asesoría de algún abogado competente. Con su metro ochenta y pico de estatura y su nada reservada personalidad, fue imposible no notarla de inmediato. Los detalles salen sobrando, pero tengo que decir que Sole demostró ser mucho más que una abogada competente. Conocía las leyes, reglamentos y contratos pertinentes con propiedad, y sus opiniones y consejos siempre fueron los que terminaron prevaleciendo, pero además se involucró como si de un asunto personal se tratara. A lo largo del tiempo, Sole se convirtió no sólo en mi consejera legal, sino también en mi “asesora de imagen”, mi coach para enfrentar entrevistas e interrogatorios difíciles, mi cómplice, mi confidente, y mi defensora pública número uno. Y mientras apenas nos conocíamos, ella me dio todos esos servicios sin cobrarme un cinco ni pasarme una factura por las horas extras que me dedicó.

No hicieron falta el par de años de intenso trabajo conjunto para que nos hiciéramos amigos, y amigos de verdad. Al poco tiempo descubrimos que en nuestras diferencias, teníamos más en común de lo que cualquiera se pudo imaginar. Ella izquierdosa y felizmente soltera, yo liberaloso y felizmente casado, descubrimos que cuando las personas tienen buenas intenciones, lo demás son diferencias de método, no de objetivos. Y nos dimos cuenta de que teníamos muchos intereses y aficiones compartidos, desde lo oscuro y plagado de tabúes, hasta lo más cotidiano y socialmente aceptable, pasando por la lectura y la escritura, la literatura latinoamericana, el humor y sus variantes internacionales, la imitación de acentos, etc. Con Sole recorrimos los pasillos del Museo del Sexo en Manhattan, y nos lamentamos de no poder coincidir en Berlín para visitar juntos el museo del sexo de esa ciudad. Ni siquiera sabemos si existe, pero toda ciudad que se precie de cosmopolita ha de tener uno. Con Sole hemos intercambiado libros de Cortázar, o de Skármeta, o quién sabe de cuáles otros, hemos disfrutado recitales, vacilado en pelones, conspirado para reunir a la hoy difunta Sociedad de los Blogueros Muertos bajo el velo del secreto del Cuartel de la Boca del Monte, y compartido nuestra afición por la comida china.

Sole es de esas personas multifacéticas y multi-talentosas con las que resulta imposible aburrirse. Se gana la vida como abogada, y lo hace muy bien, pero NO ES abogada. Sole es experta en sexología, coautora de varios libros sobre ese tema y conductora de un excelente programa de televisión, pero lo hace por hobby y no por dinero. Sole también es experta en algo que ni sé cómo se llama, pero que tiene que ver con la comunicación implícita en el lenguaje corporal de las personas. Sobre todo, Sole es una excelente escritora que podría fácilmente ser publicada pero, como lo definió su novio Marcelo, cuando se graduó de Blogger a WordPress decidió poner su blog en un dominio .org porque no le interesa lucrar con el asunto. Aunque en Costa Rica es poco conocida en esta faceta – nadie es profeta en su tierra – Sole ha recibido premios internacionales por algunos de sus cuentos cortos.

Sole, se podría decir, es la mamá putativa de La Suiza Centroamericana. Aunque no es responsable de nuestros contenidos (buena parte del tiempo estamos en desacuerdo), Sole fue quien me enseñó lo que era un blog, palabra que ni había oído yo mencionar en marzo del 2005, y quien me impulsó a crear el mío propio. Como les había comentado antes, compartimos la afición por la escritura – con abismales diferencias de temas, género y sobre todo calidad – y antes del advenimiento del blog, Sole era casi la única lectora de mis escritos, que por lo demás quedaban condenados al olvido en alguna carpeta en el disco duro de mi computadora. De manera que a Sole debemos la existencia de Dean CóRnito, y más de una vez la he utilizado como filtro y autocensura previa cuando he considerado impublicable lo que he escrito. Y más de una vez me ha parado justo antes de meter los escarpines. Otras veces, más bien, me ha picado para regar un poquito más de ácido en mis escritos.

Sole es de esas personas que, si uno tiene el honor de contarla entre sus amigos, estará a tu lado apoyándote sin importar las circunstancias. Por eso, y mucho más, mi eterno agradecimiento a ella.

En las Anchas Alamedas se puede encontrar verdaderas joyas de muy agradable lectura, que van desde lo chistoso hasta lo muy serio y, cómo no decirlo, unas deliciosas crónicas de los viajes que ha hecho Sole desde que bloguea. De manera que, ahora que se nos fue para Alemania por diez semanas, estamos seguros de tener excelente y constante material, que verdaderamente recomiendo leer.

Auf Wiedersehen, Sole.

lunes, 17 de agosto de 2009

A vos te hablo

Si, si, a vos es que te hablo. Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o como putas sea que te llamás. Vos, el chofer de bus de Escazú que el jueves pasado, a eso de las 5:45 p.m., en plena hora pico, decidiste hacer una parada en media autopista y, para mayores pelos y señales, la hiciste frente a Akiro, en el sentido San José – Escazú, 50 metros antes de la nueva bahía que construyó la concesionaria para que vos hicieras esa maldita parada. A vos, que en plena hora pico decidiste bloquear un carril, poniendo en riesgo no sólo las vidas de las 66 almas que por no tener otra opción viajaban en un autobús manejado por un imbécil redomado, sino de los pobres cristianos que íbamos detrás en nuestros carros a 90 km/h, aprovechando que desde que cobran un peaje en esa condenada autopista ya casi no se hacen presas. Casi. Excepto cuando una bestia como vos decide pararse en media autopista como si nada.
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Ya te había visto yo antes, cuando trabajabas para TUASA, y hacías la parada por el hospital México, igual 50 metros antes de la puta bahía que el MOPT – sí, el MOPT, que nunca hace nada – hizo para que vos pudieras parar tu autobús a subir y bajar pasajeros. Y también cuando trabajabas para los ladrones de Sabana – Cementerio, esos que como dice la canción, pasarán más de mil años muchos más, antes de que renueven su flotilla, pero me desvío del tema, cuando hacías la parada entre el Dobles Segreda y el Gimnasio Nacional en media calle y no en la malparida bahía que también ahí se dignó el incompetente MOPT poner.

Vos, Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o como sea que el Curita te bautizó – maldito el día – sos el que se cree Rey de la Selva, Príncipe de Bel Air, Conde de Montecristo, o quién sabe por qué virtud divina propietario de la carretera. Sos el que, con 66 inocentes a bordo, vas a 120 km/h en zona escolar, te cambiás de carril a lo bestia, sin decir agua va, ni para qué mierdas sirve ese palito que sobresale de la manivela y que cuando lo muevo me prende unas flechitas intermitentes en el tablero, sos el que sale de la terminal manejando un anafre que sabés anda sin frenos pero igual no lo reportás porque m’porta-mí, el que pone la radio a todo volumen mientras se prende un cigarrito en media carrera, y el mismo hijo de tu furcia madre que cada vez que la oportunidad se presenta, atravesás tu detestable lata de sardinas en las intersecciones para que nadie más pueda pasar cuando la luz del semáforo – ese aparato por lo general amarillo con tres luces de colores, roja, amarilla y verde, que adorna las esquinas en el centro de la ciudad – cambie de color.

Es que vos, aunque no me acuerdo de tu alias, sos viejo conocido. A veces manejás también tu carro particular, pero tus modales no cambian. No importa si a veces sacás tu Elantra 1995 todo destartalado, o tu Range Rover Sport último modelo (aunque entonces probablemente te llamás Alberto, Sebastián, o José Ignacio), seguís siendo un perfecto cretino al volante. Los carriles fueron pintados para que podás demostrar la potencia de tu chuzo zigzagueando entre los carros que vamos a menos de 140 km/h, o para que vos podás ir a 28 km/h en el carril izquierdo sin importarte un culo de rata que la ambulancia que hace luces detrás tuyo trae un infartado que necesita llegar inmediatamente al hospital. Las señales de alto fueron puestas para que los demás imbéciles te den paso, pero nunca para que vos parés. Y la cortesía, cortesía… eso es tan siglo XIX. Respeto y prudencia son dos palabras que, estoy seguro, te resultan tan extrañas como una foto de Michael Jackson negro.

Despertate, mopri, y date cuenta de que no estás sólo en este mundo. Decidite. Aunque los señores esos uniformados que andan en moto no hacen más que robar un salario al Estado y rascarse las bolas con su celular en cualquier esquina, y nada hacen por detener tus animaladas en la carretera, vos deberías de poner un poco de tu parte. Para que mañana no te lleguen tocar la puerta con los restos envueltos en una caja forrada de terciopelo de tu María Inés, o de tu Yeison Jr., tu Tuiter Segundo o tu Sebastián de los Ángeles, porque otro pendejo como vos arrolló, en un acceso de furia, a tu familia cuando iban a la pulpería o al Mall. Porque cada vez que sacás a relucir tus destrezas – tu ausencia de modales, debería de decir – nos ponés a todos los demás de chicha, y nos convertimos todos en Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o en Alberto, Sebastián, o José Ignacio, o como putas sea que te llamás vos que has llegado leyendo hasta aquí.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Vídeo: Las mentiras de Chávez

Hugo Chávez en sus propias palabras; definitivamente por la boca muere el pez.

Supongo que algunos dirán que el video es falso, que es un montaje de la CIA, o quién sabe qué otra sarta de animaladas, como las que dijeron cuando apareció el video en que el Mono Jojoy hablaba sobre el financiamiento brindado por las Narco-FARC a la campaña del hoy Presidente de Ecuador y perrito faldero del Líder Chávez, don Rafael Vicente Correa y Delgado. A ellos les digo que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

A los demás: sobran mis comentarios; bienvenidos sean los suyos.




domingo, 2 de agosto de 2009

¿Dónde está la izquierda progresista?

¿Qué se habrá hecho aquella izquierda progresista de no hace tanto, de genuino espíritu democrático y verdadera abanderada de la causa de los derechos humanos? ¿Qué se habrá hecho aquella izquierda honesta que llamaba las cosas por su nombre, sin eufemismos, que luchaba contra las dictaduras, tanto las de la derecha como las de la izquierda? ¿Dónde estará aquella izquierda de incuestionable fortaleza moral, que actuaba como una especie de conciencia de la humanidad, defendiendo las causas de los pobres, los menesterosos, los menos poderosos, aquellos cuyos derechos eran (y siguen siendo) pisoteados cual alfombra de baño?



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Hoy en día, cuando el ETA hace explotar un edificio residencial en España para “festejar” su quincuagésimo aniversario de lucha armada, el silencio de la nueva izquierda resulta ensordecedor. Cuando en Irán el régimen de los ayatolas y del pelele de Ajmadineyad mata y encarcela a los manifestantes prodemocráticos, la nueva izquierda de este siglo XXI esconde la cabeza bajo la tierra. Cuando en Gaza el gobierno de Hamás adopta una resolución que obliga a las mujeres a cubrirse la cabeza en cualquier lugar público, o cuando una periodista palestina es detenida por la “Policía de la Virtud” por hacerse acompañar de un hombre que no es su familiar en una playa pública, ninguna ONG ni ninguna las abundantes organizaciones pro derechos humanos de la nueva izquierda emite ni siquiera la más imperceptible de las quejas. Cuando ese mismo Hamás lanza varios miles de cohetes hacia poblaciones israelíes durante ocho años, sólo Pilar Rahola parece darse cuenta, mientras que el resto de la izquierda mundial parece no leer los diarios ni escuchar los noticieros. Mientras en Darfur el gobierno islámico de Sudán masacra indiscriminadamente a centenares de miles de ciudadanos cristianos y paganos, la prensa, la ONU y el establishment de la nueva izquierda prefieren hacerse la vista gorda y apenas si toman nota del “problemita”.

Pero si las fuerzas del orden de los Estados Unidos arrestan a un presunto terrorista y lo encarcelan mientras avanza la investigación, es obligación de los nuevos progres denunciar al Imperio. Si Israel logra reducir significativamente los atentados terroristas erigiendo barreras de seguridad, no tarda el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en denunciar las dificultades de desplazamiento que sufren los palestinos (y otra miríada de violaciones que aparentemente única y exclusivamente comete Israel). Si el gobierno de Colombia recaba información que demuestra fehacientemente que la ruta de las armas de las FARC pasa por Venezuela, o que el dinero del narcoterrorismo farquiano es utilizado para financiar la campaña presidencial de algún fantoche con discurso bolivariano certificado, entonces es hora de tejer las más inverosímiles teorías de conspiración para desacreditar al único presidente colombiano en 40 años que ha logrado un debilitamiento significativo de la narcoguerrilla que ha provocado más de 100.000 muertes en ese país.

El Tenienete Coronel Hugo Chávez Frías es, por antonomasia, el representante máximo de esa repulsiva nueva izquierda. Un milico neofascista de nefastos antecedentes y peores actuaciones, con un discurso decididamente antiimperialista y socialista, pero con un programa de gobierno casi calcado del que utilizó Il Duce en la Italia de las décadas de 1930 y 1940. Elegido democráticamente, ciertamente, se ha perpetuado en el poder a través de forzadas reformas constitucionales que en nuestro país son defendidas a capa y espada por todos aquellos quienes consideran golpista a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (por haber declarado inconstitucional la norma que prohibía la reelección no inmediata en nuestro país) y consecuentemente ilegítimo al actual gobierno de don Oscar Arias Sánchez.

Hugo Chávez se da el tupé de realizar maniobras militares conjuntas con Rusia y con Irán, pero es el primero en denunciar las maniobras similares que pretende realizar Colombia con Estados Unidos. La nueva izquierda latinoamericana y europea aplaude como foca lo primero, y actúa como amplificador de alta fidelidad de lo segundo. Hugo Chávez intentó llegar al poder inicialmente por medio de un fallido golpe militar, pero es quien más fuerte vocifera “en defensa” de la democracia hondureña. La nueva izquierda prefiere no recordar lo primero, y respaldar ciegamente lo segundo, sin cuestionar los motivos ulteriores que semejante bichito pueda tener.

Ahora que don Hugo Chávez ha decidido cerrar de cuajo 34 emisoras de radio, y ha amenazado de correr similar suerte a otras 200, además de haber cerrado ya hace casi 2 años a RCTV, de haber estatizado a CANTV, y de tener amenazada a la cadena Globovisión por, entre otras, haber reportado un sismo antes de que lo hiciera la agencia oficial del gobierno, yo me pregunto: ¿Adónde está esa izquierda lambiscona para denunciar esta violación del derecho básico de los venezolanos a la libertad de información? ¿Qué se hicieron los tontos útiles que no parpadean al denunciar supuestas restricciones a la libertad de información en países como Costa Rica, pero callan cobardemente ante violaciones mil veces más peligrosas cometidas por el nuevo héroe “socialista”? ¿Dónde están los politólogos, historiadores, y analistas de izquierdas que nos recuerden que lo que Hugo Chávez hace en Venezuela no es socialismo, sino fascismo descarado y estalinismo agazapado?

La “nueva izquierda” del siglo XXI es una fuerza amoral. Es una izquierda comodidosa de camisa roja con imagen del Che Guevara y marca de pasarela neoyorquina, que apoya las causas mediáticas de moda al mejor estilo holiwudiense, que paga a través de su American Express de Credomatic $7 al mes para poder poner en el parachoques de su todoterreno V8 a diesel azufrado una pegatina que lo certifica como Carbono Neutral. Es una izquierda de doble moral, atea gracias a Dios, pero presta a defender a los más despreciables déspotas que en nombre de algún dios de tierras exóticas, y adoptando un discurso "revolucionario" anti yanqui, discriminan, encarcelan o asesinan a sus propios ciudadanos de diferentes creencias (no importa si religiosas, políticas, sexuales, etc.). Es una izquierda sin columna vertebral, dispuesta a dar crédito a cualquier reportaje generado por cualquier persona sin credenciales pero con acceso a internet, sobre todo cuando se trata de supuestas violaciones cometidas por los gobiernos de países verdadera pero imperfectamente democráticos, y sin embargo es incapaz de cuestionar las violaciones comprobadas cometidas por sus compañeros de viaje en ese barco que admite a cualquier neofascista con sólo que invoque el nombre de algún prócer o que adorne su discurso con todos los vocablos políticamente correctos extraídos del manual del socialismo del siglo veintiuno.

Vergüenza debería darles. Pero como diría el genial Umberto Eco, acusan una total ausencia de verecundia.