Si, si, a vos es que te hablo. Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o como putas sea que te llamás. Vos, el chofer de bus de Escazú que el jueves pasado, a eso de las 5:45 p.m., en plena hora pico, decidiste hacer una parada en media autopista y, para mayores pelos y señales, la hiciste frente a Akiro, en el sentido San José – Escazú, 50 metros antes de la nueva bahía que construyó la concesionaria para que vos hicieras esa maldita parada. A vos, que en plena hora pico decidiste bloquear un carril, poniendo en riesgo no sólo las vidas de las 66 almas que por no tener otra opción viajaban en un autobús manejado por un imbécil redomado, sino de los pobres cristianos que íbamos detrás en nuestros carros a 90 km/h, aprovechando que desde que cobran un peaje en esa condenada autopista ya casi no se hacen presas. Casi. Excepto cuando una bestia como vos decide pararse en media autopista como si nada.
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Ya te había visto yo antes, cuando trabajabas para TUASA, y hacías la parada por el hospital México, igual 50 metros antes de la puta bahía que el MOPT – sí, el MOPT, que nunca hace nada – hizo para que vos pudieras parar tu autobús a subir y bajar pasajeros. Y también cuando trabajabas para los ladrones de Sabana – Cementerio, esos que como dice la canción, pasarán más de mil años muchos más, antes de que renueven su flotilla, pero me desvío del tema, cuando hacías la parada entre el Dobles Segreda y el Gimnasio Nacional en media calle y no en la malparida bahía que también ahí se dignó el incompetente MOPT poner.
Vos, Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o como sea que el Curita te bautizó – maldito el día – sos el que se cree Rey de la Selva, Príncipe de Bel Air, Conde de Montecristo, o quién sabe por qué virtud divina propietario de la carretera. Sos el que, con 66 inocentes a bordo, vas a 120 km/h en zona escolar, te cambiás de carril a lo bestia, sin decir agua va, ni para qué mierdas sirve ese palito que sobresale de la manivela y que cuando lo muevo me prende unas flechitas intermitentes en el tablero, sos el que sale de la terminal manejando un anafre que sabés anda sin frenos pero igual no lo reportás porque m’porta-mí, el que pone la radio a todo volumen mientras se prende un cigarrito en media carrera, y el mismo hijo de tu furcia madre que cada vez que la oportunidad se presenta, atravesás tu detestable lata de sardinas en las intersecciones para que nadie más pueda pasar cuando la luz del semáforo – ese aparato por lo general amarillo con tres luces de colores, roja, amarilla y verde, que adorna las esquinas en el centro de la ciudad – cambie de color.
Es que vos, aunque no me acuerdo de tu alias, sos viejo conocido. A veces manejás también tu carro particular, pero tus modales no cambian. No importa si a veces sacás tu Elantra 1995 todo destartalado, o tu Range Rover Sport último modelo (aunque entonces probablemente te llamás Alberto, Sebastián, o José Ignacio), seguís siendo un perfecto cretino al volante. Los carriles fueron pintados para que podás demostrar la potencia de tu chuzo zigzagueando entre los carros que vamos a menos de 140 km/h, o para que vos podás ir a 28 km/h en el carril izquierdo sin importarte un culo de rata que la ambulancia que hace luces detrás tuyo trae un infartado que necesita llegar inmediatamente al hospital. Las señales de alto fueron puestas para que los demás imbéciles te den paso, pero nunca para que vos parés. Y la cortesía, cortesía… eso es tan siglo XIX. Respeto y prudencia son dos palabras que, estoy seguro, te resultan tan extrañas como una foto de Michael Jackson negro.
Despertate, mopri, y date cuenta de que no estás sólo en este mundo. Decidite. Aunque los señores esos uniformados que andan en moto no hacen más que robar un salario al Estado y rascarse las bolas con su celular en cualquier esquina, y nada hacen por detener tus animaladas en la carretera, vos deberías de poner un poco de tu parte. Para que mañana no te lleguen tocar la puerta con los restos envueltos en una caja forrada de terciopelo de tu María Inés, o de tu Yeison Jr., tu Tuiter Segundo o tu Sebastián de los Ángeles, porque otro pendejo como vos arrolló, en un acceso de furia, a tu familia cuando iban a la pulpería o al Mall. Porque cada vez que sacás a relucir tus destrezas – tu ausencia de modales, debería de decir – nos ponés a todos los demás de chicha, y nos convertimos todos en Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o en Alberto, Sebastián, o José Ignacio, o como putas sea que te llamás vos que has llegado leyendo hasta aquí.
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Ya te había visto yo antes, cuando trabajabas para TUASA, y hacías la parada por el hospital México, igual 50 metros antes de la puta bahía que el MOPT – sí, el MOPT, que nunca hace nada – hizo para que vos pudieras parar tu autobús a subir y bajar pasajeros. Y también cuando trabajabas para los ladrones de Sabana – Cementerio, esos que como dice la canción, pasarán más de mil años muchos más, antes de que renueven su flotilla, pero me desvío del tema, cuando hacías la parada entre el Dobles Segreda y el Gimnasio Nacional en media calle y no en la malparida bahía que también ahí se dignó el incompetente MOPT poner.
Vos, Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o como sea que el Curita te bautizó – maldito el día – sos el que se cree Rey de la Selva, Príncipe de Bel Air, Conde de Montecristo, o quién sabe por qué virtud divina propietario de la carretera. Sos el que, con 66 inocentes a bordo, vas a 120 km/h en zona escolar, te cambiás de carril a lo bestia, sin decir agua va, ni para qué mierdas sirve ese palito que sobresale de la manivela y que cuando lo muevo me prende unas flechitas intermitentes en el tablero, sos el que sale de la terminal manejando un anafre que sabés anda sin frenos pero igual no lo reportás porque m’porta-mí, el que pone la radio a todo volumen mientras se prende un cigarrito en media carrera, y el mismo hijo de tu furcia madre que cada vez que la oportunidad se presenta, atravesás tu detestable lata de sardinas en las intersecciones para que nadie más pueda pasar cuando la luz del semáforo – ese aparato por lo general amarillo con tres luces de colores, roja, amarilla y verde, que adorna las esquinas en el centro de la ciudad – cambie de color.
Es que vos, aunque no me acuerdo de tu alias, sos viejo conocido. A veces manejás también tu carro particular, pero tus modales no cambian. No importa si a veces sacás tu Elantra 1995 todo destartalado, o tu Range Rover Sport último modelo (aunque entonces probablemente te llamás Alberto, Sebastián, o José Ignacio), seguís siendo un perfecto cretino al volante. Los carriles fueron pintados para que podás demostrar la potencia de tu chuzo zigzagueando entre los carros que vamos a menos de 140 km/h, o para que vos podás ir a 28 km/h en el carril izquierdo sin importarte un culo de rata que la ambulancia que hace luces detrás tuyo trae un infartado que necesita llegar inmediatamente al hospital. Las señales de alto fueron puestas para que los demás imbéciles te den paso, pero nunca para que vos parés. Y la cortesía, cortesía… eso es tan siglo XIX. Respeto y prudencia son dos palabras que, estoy seguro, te resultan tan extrañas como una foto de Michael Jackson negro.
Despertate, mopri, y date cuenta de que no estás sólo en este mundo. Decidite. Aunque los señores esos uniformados que andan en moto no hacen más que robar un salario al Estado y rascarse las bolas con su celular en cualquier esquina, y nada hacen por detener tus animaladas en la carretera, vos deberías de poner un poco de tu parte. Para que mañana no te lleguen tocar la puerta con los restos envueltos en una caja forrada de terciopelo de tu María Inés, o de tu Yeison Jr., tu Tuiter Segundo o tu Sebastián de los Ángeles, porque otro pendejo como vos arrolló, en un acceso de furia, a tu familia cuando iban a la pulpería o al Mall. Porque cada vez que sacás a relucir tus destrezas – tu ausencia de modales, debería de decir – nos ponés a todos los demás de chicha, y nos convertimos todos en Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio, o en Alberto, Sebastián, o José Ignacio, o como putas sea que te llamás vos que has llegado leyendo hasta aquí.
EXCELENTE!!!
ResponderBorrarOJALÀ QUE MUCHAS BESTIAS DE LA CARRETERA LEAN ESTE POST Y REFLEXIONEN SOBRE TODAS SUS ANIMALADAS AL VOLANTE MIENTRAS MANEJAN POR LAS CALLES REPLETAS DE MADRES, PADRES, HIJOS, HERMANOS O AMIGOS...
Claro que apoyo tu enojo, ya hemos visto demasiada sangre inocente derramada por conductores irresponsables.
Salu2 de WOLVERINE.
genial, como siempre! :). Cuando empezaste "a vos tre hablo", por un momento pensé que iba a leer "Karlita González". jejeje
ResponderBorrarHoy precisamente me tope a Yeison Alejandro, Tuiter Gerardo, Klever Antonio o más bien, a Alberto, Sebastián, o José Ignacio, en la pista de Alajuela, yendo hacia San José. Me pasó zigzagueando en un Mercedes convertible, con las pocas mechas que tenía en la coca al viento... mínimo a 120 en un montón de tránsito... y de verdad, inmediatamente me dieron unas ganas tremendas de agarrar a patadas a alguien... cómo me hubiera gustado verlo estampado contra un poste un poco más adelante...
ResponderBorrarMuchas gracias, Wolverine, y bienvenido por estos rumbos. Ojalá de veras la gente reaccione.
ResponderBorrarSole, muchas grazias!!!! Pero esa otra carta aún no la he escrito, y cuando la haga, si la hago, pasará primero por tu tamiz. Que tengás super buen viaje, y que lo disfrutés tanates.
Terox, es que las calles de nuestro país están llenas de los personajes de este post. NO hace falta ir muy lejos, con sólo salir de la casa ya los empieza a ver uno. A veces uno quiere, como vos, verlos estampados en un poste. El problema es que es más probable verlos estampados contra otro carro inocente que paga los platos rotos de la imbecilidad del Yeison Alexander de turno...
Excelente post, como sobran los animales en las carreteras y no solo en las carreteras, lo peor es que no solo en las carreteras...
ResponderBorrarexcelente comentario, lo malo que estos yeison tiene una suerte y no se estrellan pero hace que aparezcan corazones amarillos pintandos en la carreteria o crucitas recordando la imbecilidad de estos, todo lo que contas lo veo a diario en las carreteras de nicaragua donde ahora vivo no sera que ese baboso es de estos lados, hace poco un chofer de bus paro en una rotonda en managua a bajar gente pueden creerlo, y en el carril interno, a pero si los matas vas 30 años presos que ironia
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