Muchas críticas le podremos hacer al plan fiscal que actualmente se ¿discute? a golpe de tambor en la Asamblea Legislativa. Su coherencia, sin embargo, es intachable. Los creadores del esta aberración fiscal pretenden empobrecer al pueblo, castrar al sector privado, engordar al sector público, y embarcarnos en un ciclo vicioso de aumento de ingresos tributarios seguido de crecimiento insostenible del gasto público, que hará necesario un nuevo paquete fiscal en unos pocos años. Si se aprueba, lograrán exactamente eso.
Tres sectores se han constituido en los motores de la economía nacional en las últimas dos décadas. El sector exportador – y en particular el de Zonas Francas – es imán de inversión extranjera y el principal generador de empleos de calidad, con salarios hasta 40% superiores al promedio de la economía. El sector turístico no solo atrae inversión mayoritariamente extranjera, sino que es gran generador de divisas – lo cual ha contribuido a mantener el tipo de cambio bajo en los últimos años, que a su vez facilita la reducción de la inflación – y también crea empleo en zonas del país donde son pocas las oportunidades laborales. Por último, el sector inmobiliario aprovecha que la capacidad de pago de la clase media ha venido creciendo gracias a los empleos de calidad mencionados, hace un importante aporte de inversión mayoritariamente nacional, y crea decenas de miles de empleos que benefician a los segmentos de menor poder adquisitivo de la población. Se ha creado una especie de círculo virtuoso que mantiene viva a nuestra economía: unos sectores generan empleos de calidad, sus trabajadores alcanzan el ingreso necesario para adquirir casa propia, con lo cual se generan empleos en construcción, además de activar la nada despreciable cadena comercial relacionada (muebles, electrodomésticos, etc.).
El plan fiscal se encarga de destruir dicho círculo. Con los impuestos que pone a las zonas francas, ese sector dejará de crecer. Las empresas ya establecidas en el país no se verán directamente afectadas, pero en el futuro la atracción de nuevas empresas que generen empleos en industrias que demandan cada vez mayor sofisticación de sus empleados – y por ende están dispuestas a pagar mayores salarios – se pondrá cuesta arriba.
Por otra parte, según cálculos de la Cámara de la Construcción, la aplicación del IVA a servicios como transportes y subcontratos encarecerá la construcción de vivienda para la clase media en alrededor de un 10%. Si a eso agregamos que el impuesto de traspaso de bienes inmuebles se duplicaría con el PACquetazo (pasaría del 1.5% al 3%), en realidad lo que nos están diciendo es que el PLAC no desea que la clase media de este país tenga acceso a una vivienda digna.
Las zonas francas dejarán de crear empleos de calidad, con lo que sus trabajadores actuales y quienes aspiraban a trabajar en ellas en el futuro, ya no tendrán cómo comprar una casa. Por eso decimos que el PACquetazo es perversamente coherente: ni podrán comprar la casa por falta de empleo, ni la podrán comprar porque los costos se incrementarán al punto de dejarlas fuera del alcance de los suertudos que mantengan su empleo actual.
No hemos hablado todavía de los más pobres. El PACquetazo Fiscal pretende acabar con la pobreza, o más bien con los pobres, a punta de hambre. La aplicación del IVA tendrá un efecto inflacionario general que hasta el Ministro de Hacienda – ese señor bien gordito que no quiere que los pobres coman fruta – ha reconocido. De hecho el Banco Central estimó – de manera por demás incompleta – el efecto del Plan Fiscal original del Ministro Herrero en un 4.2% en el primer año. Recuerden, estimados lectores, que dicho plan era menos ambicioso que el actual.
Aún y cuando un par de centenares de productos considerados de “canasta básica” sean exonerados del IVA y los productos agrícolas paguen un IVA preferencial menor, la inflación generada por los nuevos impuestos terminará afectando los precios de los insumos de dichos artículos de interés social, y los pobres serán los que paguen los platos rotos. Muchas veces se ha dicho que la inflación es el más recesivo de los impuestos. Produce una transferencia de recursos de los ciudadanos al gobierno, y los más afectados son justamente los pobres, que se consumen casi la totalidad de sus ingresos.
A los neoliberales se les critica – con toda la razón – por promover políticas para enriquecer a unos segmentos de la población en detrimento de los demás. Queremos pensar que una política de empobrecimiento colectivo como la que resultará del PACquetazo es “más justa”, pero mil veces menos deseable.
Entre el impulso ottonista por “igualarnos hacia abajo”, y la inclinación neoliberal mercantilista del PLN desde mediados de los años 80 del siglo XX, la eventual aprobación del PACquetazo es lo peor de ambos mundos. Se combina un esquema fiscal diseñado a la Solís para empobrecer a TODA la población, con la muy liberacionista maña de crear exoneraciones y regímenes especiales para favorecer a los que berrean más fuerte (sector agrícola) o tienen mejores relaciones con Zapote (sector construcción). Se seleccionan ganadores y perdedores de manera artificial, creando una maraña fiscal imposible de manejar, y abriendo el portillo para toda clase de chorizos. Les garantizo que así como en el pasado vivimos los fraudes con los CATs y los incentivos turísticos, en pocos años tendremos escándalos similares cuando se descubra cuáles empresas estaban disfrazando su producción como destinada a sectores de bajo poder adquisitivo para disfrutar de un IVA preferencial, y distribuyéndola en puntos de venta dirigidos a las clases media y alta. O cuando las inmobiliarias descubran cómo simular la venta de una casa de 60 millones en menos de 50 millones para poder ahorrarle al cliente al menos el 1.5% extra en el impuesto de traspaso.
El Plan Fiscal viene siendo como la Ley de Tránsito. Nuestros gobernantes creen que hay que aprobarlo a fuerzas. Una vez logrado, empezarán a descubrir los yerros y los gravísimos efectos para una economía en la cual lo único que crece es el desempleo y la pobreza. Para entonces será muy tarde.
Y lo peor es que, a diferencia de las multas y las cámaras, la Sala IV no se la puede traer abajo...
ResponderBorrar¿Qué hacemos Dean? Estamos jodidos... de alguna forma ya muchos sectores aceptaron el paquete... Costa Risa se apagó... y los libertarios están de capa caída...
Maldito PLN y todos sus dirigentes,que se vayan al infierno, pero ya!
ResponderBorrar