El engorroso
affaire de las cartas de acreditación de antecedentes que resultaron ser vulgares cartas de recomendación me parece tan sacado de proporción, tan exagerado y tan poco digno de
escándalo, que hasta me preocupa que mis lectores vayan a creer que he aflojado
en mi cruzada por la decencia en la función pública.
Es cierto
que don Luis Liberman y don Leonardo Garnier metieron las de andar al hacer las
famosas cartas para la empresa de la entonces asesora de imagen de la
Presidenta Chinchilla, Florisabel Rodríguez, y de su esposo, el ya renunciado
Ministro de Hacienda Fernando Herrero. Sin embargo, no perdamos de vista ni por
un minuto que el verdadero chorizo no estuvo ni remotamente en la emisión de
las cartas, sino en el contubernio de la Sra. Rodríguez y alguien adentro de
RECOPE, que resultó en la grosera manipulación de un concurso público diseñado para que la empresa de la susodicha ganara sin competencia. Las evidencias están por todas partes,
empezando por el hecho de que la señora solicitara las cartas a los hoy
crucificados Vicepresidente y Ministro de Educación CUATRO DÍAS ANTES DE QUE
FUERAN PUBLICADAS LAS BASES DEL CONCURSO. El que se diera a los eventuales
interesados en participar en el concurso apenas un día para presentar sus
ofertas, y que se invitara a 3 ferreterías a ofertar en un concurso para una
consultoría de imagen, es evidencia incontrovertible de dónde estuvo el
verdadero amaño de este turbio negocio.
Por eso, pretender
con tanto fervor la renuncia o el despido de dos funcionarios de otra forma
intachables – favor no confundir las diferencias ideológicas con la probidad de
aquellos a quienes nos oponemos – por una estupidez como la de las cartas, es
tener la brújula descompuesta y no saber hacia dónde enfilar la frustración que
nos provoca la cada día más evidente corrupción de la clase política. Cosas más importantes debemos priorizar.
Por último,
si alguien en Casa Presidencial llega a leer estas líneas, permítanme pegarles
una regañada, en buena onda. Es verdaderamente sorprendente lo mal que han
manejado una situación que no hubiera pasado a mayores si, en vez de refutar el
informe del Procurador de la Ética con leguleyadas incomprensibles para el
grueso de la población, hubieran hecho un acto de contrición, reconociendo don
Luis y don Leonardo su error públicamente, dándoles doña Laura una llamada de
atención, y publicando una directriz que aclare a los funcionarios públicos las
limitaciones que deben de observar al firmar cartas de “acreditación de
credenciales”.
Los asuntos de imagen del Gobierno de la República no se resuelven en los tribunales de justicia, sino en la corte de la opinión pública. No son argumentos jurídicos los que les van a ayudar a levantar la golpeada imagen del gobierno, sino acciones que demuestren humildad, decisión y transparencia. Un poco más de honestidad y firmeza, y un poco menos de bla bla sin sentido.
Los asuntos de imagen del Gobierno de la República no se resuelven en los tribunales de justicia, sino en la corte de la opinión pública. No son argumentos jurídicos los que les van a ayudar a levantar la golpeada imagen del gobierno, sino acciones que demuestren humildad, decisión y transparencia. Un poco más de honestidad y firmeza, y un poco menos de bla bla sin sentido.
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ResponderBorrarDiay, Dean, le estás pidiendo mucho a las cabezas "pensantes" (?) de este gobierno.
ResponderBorrarDean,
ResponderBorrarYo creo que esta payasada, como de costumbre no nos permite ver el bosque que hay detrás y que vos has señalado: la corrupción tremenda que existe, pero que nadie se atreve a denunciar.