Había una vez una pequeña nación, buena y buen portada, que vivía a la orilla del Bosque de las Oportunidades. Ese país se llamaba Caperucita Blanca Azul y Roja. Al otro lado del bosque vivía su abuelita, la señora Sueños de Desarrollo.
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Caperucita Blanca Azul y Roja era pequeña y ordenada, aplicada en su educación, y solidaria con sus amigos, los demás países democráticos. Lamentablemente, con el paso de los años, su madre, la señora Gobierno de Turno, fue descuidando la educación de Caperucita y esta fue perdiendo sus valores.
A través del tiempo, la señora Gobierno de Turno fue perdiendo la visión, hasta quedar prácticamente ciega, pudiendo únicamente distinguir sombras en la distancia. Un día, creyendo que veía a su madre, la señora Sueños de Desarrollo, venir en su dirección a través del Bosque de Las Oportunidades, Gobierno de Turno envió a Caperucita en busca de su abuela. El Bosque de las Oportunidades escondía muchos tesoros, pero también muchos peligros disfrazados de oportunidades.
Caperucita inició con mucha ilusión su travesía por el Bosque de Las Oportunidades, buscando a Sueños de Desarrollo. En el camino iba recogiendo buenas ideas y oportunidades, pero por ir tan concentrada en ello, pronto perdió el norte. Se salió del camino, quedándose en el lecho de flores de la discusión eterna de las oportunidades, y perdió de vista que su objetivo era encontrar a su abuelita, Sueños de Desarrollo. Al tomar el camino equivocado, empezaron a aparecer toda clase de peligros, pero al venir disfrazados de oportunidades, la Caperucita Blanca Azul y Roja no supo distinguirlos. De pronto apareció el lobo feroz, el señor Dinero Fácil, y disfrazado de abuelita, se llevó a Caperucita a una cueva oscura pero acogedora.
En la cueva, el lobo feroz explicó a Caperucita que si le enseñaba sus piernas, él le daría un premio a cambio. Caperucita, creyendo que alcanzar sus Sueños de Desarrollo era más fácil de lo que creía, rápidamente accedió a la petición del lobo. Este invitó a algunos de sus amigos, Grupos de Interés y Dádivas de Taiwán entre ellos, quienes ofrecieron más premios a Caperucita a cambio de mayores concesiones. Con las faldas arriba para enseñar las piernas al lobo, no pasó mucho tiempo hasta que Caperucita estaba entre las sábanas en plena orgía con Dinero Fácil, Grupos de Interés, Donaciones de Taiwán, y sus demás amigos.
Contrario a lo que muchos podrían creer, a Caperucita Blanco Azul y Roja le gustó tanto lo que recibía, que siguió haciendo visitas cada vez más seguidas a sus nuevos “amigos” del bosque. Sus amigos de la infancia, viendo que la Caperucita se había convertido en una ninfómana insaciable, cambiaron ingeniosamente el orden de las letras de su nombre y empezaron a referirse a ella como la Careputica Blanca Azul y Roja.
Las promesas de Dinero Fácil fueron nublando el juicio de la Careputica, que cada vez comprometía más la búsqueda de Sueños de Desarrollo, a cambio de unas monedas obtenidas con poco esfuerzo. Sin embargo, de sus nuevos amigos del bosque, el favorito de Careputica siempre fue Dádivas de Taiwán, quien era tan bueno en la cama, que igual se revolcaba con Caperucita, con varias de sus compañeritas de la Escuela de Centroamérica, y con su madre, la señora Gobierno de Turno. Tanta era la hombría de Dádivas de Taiwán, que para todas alcanzaba y no existían celos entre ellas.
Unos años después, trascendió que había en el bosque un lobo más grande y poderoso, de quién se decía que tenía una sorpresa tan grande entre las piernas, que Dádivas de Taiwán parecería como una pequeña provincia de un gran imperio al lado de este nuevo lobo. La señora Gobierno de Turno, habiéndose olvidado por completo de su madre Sueños de Desarrollo desde la primera vez que se revolcó con Dádivas de Taiwán hace 20 años, se dedicó en secreto y con mucho sigilo a buscar a este nuevo lobo. No quería que la Careputica se enterara hasta que el hecho estuviera consumado, porque conocía del cariño que ella sentía por Dádivas de Taiwán. A fin de cuentas, algo de lo aprendido por la pequeña Caperucita muchos años antes había quedado en ella, y aunque andaba en malas andanzas con Dádivas de Taiwán, lo apreciaba por provenir al igual que ella de una buena familia, la Familia de las Democracias.
Doña Gobierno de Turno encontró al nuevo lobo, que no resultó ser lobo sino dragón, conocido por sus amigos como el Dragón Chino. Sigilosamente, y conociendo de su reputación, don Dragón enseñó a la señora de Turno su miembro, y le ofreció entregárselo completo si tan sólo le conseguiera que la Careputica le diera la espalda a Dádivas de Taiwán y se metiera en la cama con don Dragón. A doña Gobierno de Turno no le molestó pasar de madre a proxeneta y, valiéndose de las promesas de Dinero Fácil, que estaba celoso por la relación especial de la Careputica con Dádivas de Taiwán, no le costó mucho convencer a su hija de las bondades que ofrecía el Dragón Chino.
Para demostrárselo, y exigir a don Dragón cumplir su promesa de permitir a la Careputica y a Gobierno de Turno disfrutar de sus proezas sexuales, doña Gobierno de Turno inició un periplo por el lejano oriente del Bosque de las Oportunidades, cuyos resultados están a la vista de todos. Como la Careputica se ha convertido en una vividora que depende de otros para resolver sus problemas, don Dragón muy amablemente se ha ofrecido a costear una cirugía plástica (la remodelación del Estadio Nacional), un tratamiento para mejorar sus vías circulatorias superiores (la carretera a San Carlos que don Dádivas de Taiwán dejó a medio camino cuando recibió la bofetada), un subsidio para los hijos abandonados de la Careputica (los damnificados de las inundaciones), y además prometió un préstamo por $250 millones para que doña Gobierno de Turno pueda sacar sus comisiones para mantener su estilo de vida cuando se pensione dentro de dos años y medio.
¡Achará la Caperucita Blanca Azul y Roja!
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Caperucita Blanca Azul y Roja era pequeña y ordenada, aplicada en su educación, y solidaria con sus amigos, los demás países democráticos. Lamentablemente, con el paso de los años, su madre, la señora Gobierno de Turno, fue descuidando la educación de Caperucita y esta fue perdiendo sus valores.
A través del tiempo, la señora Gobierno de Turno fue perdiendo la visión, hasta quedar prácticamente ciega, pudiendo únicamente distinguir sombras en la distancia. Un día, creyendo que veía a su madre, la señora Sueños de Desarrollo, venir en su dirección a través del Bosque de Las Oportunidades, Gobierno de Turno envió a Caperucita en busca de su abuela. El Bosque de las Oportunidades escondía muchos tesoros, pero también muchos peligros disfrazados de oportunidades.
Caperucita inició con mucha ilusión su travesía por el Bosque de Las Oportunidades, buscando a Sueños de Desarrollo. En el camino iba recogiendo buenas ideas y oportunidades, pero por ir tan concentrada en ello, pronto perdió el norte. Se salió del camino, quedándose en el lecho de flores de la discusión eterna de las oportunidades, y perdió de vista que su objetivo era encontrar a su abuelita, Sueños de Desarrollo. Al tomar el camino equivocado, empezaron a aparecer toda clase de peligros, pero al venir disfrazados de oportunidades, la Caperucita Blanca Azul y Roja no supo distinguirlos. De pronto apareció el lobo feroz, el señor Dinero Fácil, y disfrazado de abuelita, se llevó a Caperucita a una cueva oscura pero acogedora.
En la cueva, el lobo feroz explicó a Caperucita que si le enseñaba sus piernas, él le daría un premio a cambio. Caperucita, creyendo que alcanzar sus Sueños de Desarrollo era más fácil de lo que creía, rápidamente accedió a la petición del lobo. Este invitó a algunos de sus amigos, Grupos de Interés y Dádivas de Taiwán entre ellos, quienes ofrecieron más premios a Caperucita a cambio de mayores concesiones. Con las faldas arriba para enseñar las piernas al lobo, no pasó mucho tiempo hasta que Caperucita estaba entre las sábanas en plena orgía con Dinero Fácil, Grupos de Interés, Donaciones de Taiwán, y sus demás amigos.
Contrario a lo que muchos podrían creer, a Caperucita Blanco Azul y Roja le gustó tanto lo que recibía, que siguió haciendo visitas cada vez más seguidas a sus nuevos “amigos” del bosque. Sus amigos de la infancia, viendo que la Caperucita se había convertido en una ninfómana insaciable, cambiaron ingeniosamente el orden de las letras de su nombre y empezaron a referirse a ella como la Careputica Blanca Azul y Roja.
Las promesas de Dinero Fácil fueron nublando el juicio de la Careputica, que cada vez comprometía más la búsqueda de Sueños de Desarrollo, a cambio de unas monedas obtenidas con poco esfuerzo. Sin embargo, de sus nuevos amigos del bosque, el favorito de Careputica siempre fue Dádivas de Taiwán, quien era tan bueno en la cama, que igual se revolcaba con Caperucita, con varias de sus compañeritas de la Escuela de Centroamérica, y con su madre, la señora Gobierno de Turno. Tanta era la hombría de Dádivas de Taiwán, que para todas alcanzaba y no existían celos entre ellas.
Unos años después, trascendió que había en el bosque un lobo más grande y poderoso, de quién se decía que tenía una sorpresa tan grande entre las piernas, que Dádivas de Taiwán parecería como una pequeña provincia de un gran imperio al lado de este nuevo lobo. La señora Gobierno de Turno, habiéndose olvidado por completo de su madre Sueños de Desarrollo desde la primera vez que se revolcó con Dádivas de Taiwán hace 20 años, se dedicó en secreto y con mucho sigilo a buscar a este nuevo lobo. No quería que la Careputica se enterara hasta que el hecho estuviera consumado, porque conocía del cariño que ella sentía por Dádivas de Taiwán. A fin de cuentas, algo de lo aprendido por la pequeña Caperucita muchos años antes había quedado en ella, y aunque andaba en malas andanzas con Dádivas de Taiwán, lo apreciaba por provenir al igual que ella de una buena familia, la Familia de las Democracias.
Doña Gobierno de Turno encontró al nuevo lobo, que no resultó ser lobo sino dragón, conocido por sus amigos como el Dragón Chino. Sigilosamente, y conociendo de su reputación, don Dragón enseñó a la señora de Turno su miembro, y le ofreció entregárselo completo si tan sólo le conseguiera que la Careputica le diera la espalda a Dádivas de Taiwán y se metiera en la cama con don Dragón. A doña Gobierno de Turno no le molestó pasar de madre a proxeneta y, valiéndose de las promesas de Dinero Fácil, que estaba celoso por la relación especial de la Careputica con Dádivas de Taiwán, no le costó mucho convencer a su hija de las bondades que ofrecía el Dragón Chino.
Para demostrárselo, y exigir a don Dragón cumplir su promesa de permitir a la Careputica y a Gobierno de Turno disfrutar de sus proezas sexuales, doña Gobierno de Turno inició un periplo por el lejano oriente del Bosque de las Oportunidades, cuyos resultados están a la vista de todos. Como la Careputica se ha convertido en una vividora que depende de otros para resolver sus problemas, don Dragón muy amablemente se ha ofrecido a costear una cirugía plástica (la remodelación del Estadio Nacional), un tratamiento para mejorar sus vías circulatorias superiores (la carretera a San Carlos que don Dádivas de Taiwán dejó a medio camino cuando recibió la bofetada), un subsidio para los hijos abandonados de la Careputica (los damnificados de las inundaciones), y además prometió un préstamo por $250 millones para que doña Gobierno de Turno pueda sacar sus comisiones para mantener su estilo de vida cuando se pensione dentro de dos años y medio.
¡Achará la Caperucita Blanca Azul y Roja!