Algunas personas estarán tentadas a pensar que ante una amenaza extrema como la del narcotráfico, es necesaria una respuesta igual de extrema, y de hecho así lo han manifestado algunos de mis lectores en sus comentarios a mi artículo trasanterior. Justifican así el empleo de medidas draconianas para atacar el negocio de las drogas. Lamentablemente, la militarización de cualquier conflicto usualmente va de la mano de las declaratorias de estados de excepción y la consecuente limitación de los derechos individuales, y de eso hay suficiente evidencia en Latinoamérica en los últimos 40 años como para ignorarla.
Soplan hoy en Costa Rica vientos preocupantes. El Poder Ejecutivo habla en tono despectivo de las decisiones de la Sala IV, y conscientemente escoge desacatar sus decisiones. En el Poder Legislativo, y en ciertos círculos de la población, reina un ánimo revanchista que pretende reformar a la Sala IV, no para mejorarla, sino para limitarla. Y si bien opino que en algunas ocasiones la Sala Constitucional se ha excedido en su interpretación de lo que debe de ser su campo de acción, hay que reconocer que las decisiones de este tribunal que tanto objetan los demás poderes de la república han sido tomadas en estricto apego al espíritu constitucional y a la defensa de los derechos y las libertades ciudadanas.
No exagero los peligros que enfrenta hoy en Costa Rica la libertad: tan solo en los últimos 4 años hemos sido testigos de cómo organismos secretos de “inteligencia” se dedican a espiar a los ciudadanos sin más criterio que el de los intereses políticos del momento, la realización de escuchas telefónicas sin orden judicial o sin cumplir con los protocolos necesarios, y persecuciones políticas llevadas a cabo bajo el dudoso alero de una investigación laboral. Toda una orgía orwelliana para que no nos quepa la menor duda: Big brother is watching you. Si ya hemos llegado a estos extremos sin haber declarado la guerra al narcotráfico, entonces las siguientes frases y vocablos deberían despertar nuestra conciencia y nuestra preocupación ante el prospecto de la solución militarizada a dicho problema: desaparecidos, prisioneros de conciencia, juicios sumarios, ajusticiamientos, fosas comunes, etc.
No podemos dejar de anotar que el discurso presidencial que trajo a la palestra el tema del narcotráfico se dio justamente el día de la celebración de la Independencia, en cuya víspera doña Laura nos twitteó el infame “hacer patria es subordinar el interés individual al interés supremo de la nación”. Ante la proliferación de opiniones que pretenden sacrificar las libertades individuales en el altar de la “seguridad ciudadana”, definitivamente tenemos que poner nuestro radar en modo de alerta. Uno no puede sacar conclusiones más que de las palabras y de las acciones de sus gobernantes.
En este contexto, elevar el nivel de alerta con respecto al narcotráfico bien puede ser parte de una estrategia para que la misma ciudadanía demande soluciones radicales ante un problema que, según la disertación presidencial del 15 de setiembre, trasciende nuestras capacidades y requiere de la intervención extranjera. Así, tristemente, se justifican los mayores atropellos a la libertad. Y con ello no podemos estar de acuerdo.
El discurso oficial, en general, apunta a un retorno a las catacumbas socializantes del liberacionismo figuerista, que hoy con Bernal Jiménez en la presidencia del partido está teniendo un renacer (sobre ello espero pronto poder escribir, y adelanto que no me parece malo). Pero la socialdemocracia no puede olvidar ni mucho menos desconocer los peligros de las ideologías llevadas a los extremos. No solo dictaduras militares de derecha han cometido atrocidades en Latinoamérica; también la izquierda tiene un amplio dossier que documenta la violación sistemática y continuada de los derechos humanos. Otro aspecto a considerar, que no pasa desapercibido para un aficionado de la historia como quien aquí les escribe, es que ella es pletórica en ejemplos de regímenes autoritarios de derecha servidos en bandeja a sus ciudadanos por los errores infames y casi infantiles de bienintencionados gobiernos de la izquierda democrática. El fracaso de la República de Weimar en Alemania, y el subsiguiente ascenso de Hitler y su nacional socialismo al poder, debería de bastar como ejemplo al buen entendedor.
En Liberación Nacional existen liderazgos poco pacientes con los lentos procesos de la democracia y con altas probabilidades de hacerse de la candidatura presidencial para las elecciones del 2014. Liderazgos que no hace falta mentar, pero que se verían bien servidos por una presencia militar norteamericana, que para el 2014 bien podría estar en manos de un Presidente gringo ultraconservador salido de las entrañas del Tea Party, de esos proclives a repetir los errores de la política exterior norteamericana hacia Latinoamérica de los años de la posguerra.
Definitivamente, en el contexto actual no es correcto insistir en la ayuda norteamericana para combatir el narcotráfico, al menos mientras no haya un cambio en la política exterior de ese país que desligue la intervención militar de la solución a tan complejo problema. Como decía en mi artículo anterior, el problema del narcotráfico es de suyo complejo, y soluciones simplistas o reduccionistas como la que proclama la política exterior norteamericana de nada nos servirán. Si agregamos a la ecuación los vientos políticos que soplan en nuestro país, sin una oposición efectiva capaz de arrebatar el gobierno al PLN en el corto o mediano plazo por la vía democrática, menos deseable se torna la intervención militar extranjera en un problema cuya solución no es de naturaleza militar. En un próximo post aventuraré algunas líneas de cómo creo se debe de configurar el combate al flagelo del narcotráfico en Costa Rica.
Soplan hoy en Costa Rica vientos preocupantes. El Poder Ejecutivo habla en tono despectivo de las decisiones de la Sala IV, y conscientemente escoge desacatar sus decisiones. En el Poder Legislativo, y en ciertos círculos de la población, reina un ánimo revanchista que pretende reformar a la Sala IV, no para mejorarla, sino para limitarla. Y si bien opino que en algunas ocasiones la Sala Constitucional se ha excedido en su interpretación de lo que debe de ser su campo de acción, hay que reconocer que las decisiones de este tribunal que tanto objetan los demás poderes de la república han sido tomadas en estricto apego al espíritu constitucional y a la defensa de los derechos y las libertades ciudadanas.
No exagero los peligros que enfrenta hoy en Costa Rica la libertad: tan solo en los últimos 4 años hemos sido testigos de cómo organismos secretos de “inteligencia” se dedican a espiar a los ciudadanos sin más criterio que el de los intereses políticos del momento, la realización de escuchas telefónicas sin orden judicial o sin cumplir con los protocolos necesarios, y persecuciones políticas llevadas a cabo bajo el dudoso alero de una investigación laboral. Toda una orgía orwelliana para que no nos quepa la menor duda: Big brother is watching you. Si ya hemos llegado a estos extremos sin haber declarado la guerra al narcotráfico, entonces las siguientes frases y vocablos deberían despertar nuestra conciencia y nuestra preocupación ante el prospecto de la solución militarizada a dicho problema: desaparecidos, prisioneros de conciencia, juicios sumarios, ajusticiamientos, fosas comunes, etc.
No podemos dejar de anotar que el discurso presidencial que trajo a la palestra el tema del narcotráfico se dio justamente el día de la celebración de la Independencia, en cuya víspera doña Laura nos twitteó el infame “hacer patria es subordinar el interés individual al interés supremo de la nación”. Ante la proliferación de opiniones que pretenden sacrificar las libertades individuales en el altar de la “seguridad ciudadana”, definitivamente tenemos que poner nuestro radar en modo de alerta. Uno no puede sacar conclusiones más que de las palabras y de las acciones de sus gobernantes.
En este contexto, elevar el nivel de alerta con respecto al narcotráfico bien puede ser parte de una estrategia para que la misma ciudadanía demande soluciones radicales ante un problema que, según la disertación presidencial del 15 de setiembre, trasciende nuestras capacidades y requiere de la intervención extranjera. Así, tristemente, se justifican los mayores atropellos a la libertad. Y con ello no podemos estar de acuerdo.
El discurso oficial, en general, apunta a un retorno a las catacumbas socializantes del liberacionismo figuerista, que hoy con Bernal Jiménez en la presidencia del partido está teniendo un renacer (sobre ello espero pronto poder escribir, y adelanto que no me parece malo). Pero la socialdemocracia no puede olvidar ni mucho menos desconocer los peligros de las ideologías llevadas a los extremos. No solo dictaduras militares de derecha han cometido atrocidades en Latinoamérica; también la izquierda tiene un amplio dossier que documenta la violación sistemática y continuada de los derechos humanos. Otro aspecto a considerar, que no pasa desapercibido para un aficionado de la historia como quien aquí les escribe, es que ella es pletórica en ejemplos de regímenes autoritarios de derecha servidos en bandeja a sus ciudadanos por los errores infames y casi infantiles de bienintencionados gobiernos de la izquierda democrática. El fracaso de la República de Weimar en Alemania, y el subsiguiente ascenso de Hitler y su nacional socialismo al poder, debería de bastar como ejemplo al buen entendedor.
En Liberación Nacional existen liderazgos poco pacientes con los lentos procesos de la democracia y con altas probabilidades de hacerse de la candidatura presidencial para las elecciones del 2014. Liderazgos que no hace falta mentar, pero que se verían bien servidos por una presencia militar norteamericana, que para el 2014 bien podría estar en manos de un Presidente gringo ultraconservador salido de las entrañas del Tea Party, de esos proclives a repetir los errores de la política exterior norteamericana hacia Latinoamérica de los años de la posguerra.
Definitivamente, en el contexto actual no es correcto insistir en la ayuda norteamericana para combatir el narcotráfico, al menos mientras no haya un cambio en la política exterior de ese país que desligue la intervención militar de la solución a tan complejo problema. Como decía en mi artículo anterior, el problema del narcotráfico es de suyo complejo, y soluciones simplistas o reduccionistas como la que proclama la política exterior norteamericana de nada nos servirán. Si agregamos a la ecuación los vientos políticos que soplan en nuestro país, sin una oposición efectiva capaz de arrebatar el gobierno al PLN en el corto o mediano plazo por la vía democrática, menos deseable se torna la intervención militar extranjera en un problema cuya solución no es de naturaleza militar. En un próximo post aventuraré algunas líneas de cómo creo se debe de configurar el combate al flagelo del narcotráfico en Costa Rica.
Sin más que aportar, excelente artículo, no esperaba menos.
ResponderBorrarLa Sala IV tiene que ser reformada, pero definitivamente no se le deben de quitar potestades, simplemente limitar su jurisdicción, no puede ser que al calor de los hechos recientes, se quiera dar una reforma...
Lastimosamente, la gente, al parecer una parte educada, tiene el sentimiento que la militarización de estos problemas es la solución.
Comentarle, en la noticia que pone al principio, una del ministro Tijerino, una "lectora", afirma sin mayor reflexión, que los derechos individuales deberían de someterse al derecho de mayoría... Si la gente piensa, así, estamos perdiendo...
Definitivamente un artículo excelente, saludos.
Dean, me parece excesiva la interpolación que hacés de los alcances que podría tener una eventual política anti-narcotráfico, junto con una serie de situaciones que no tienen conexión directa entre sí. Por ejemplo, en el mismo enlace tuyo, dice que los retenes se retomarán de forma que no infrinjan la norma constitucional, o sea, como respuesta a un delito específico. Y hay que recordar que la "persecución" que le hicieron al sindicalista del ICE fue de seguimiento (no de escuchas o "espionaje" propiamente dicho) EN HORAS LABORALES (seguramente para despedirlo), y es en esta administración que sale esto a la luz y a su vez el mismo Doryan es quién pide que se investiguen las escuchas telefónicas y sus procedimientos. Si el gobierno quisiera aprovechar para montar un estado orwelliano, ni a putas saca esto a la luz.
ResponderBorrar* extrapolación en vez de interpolación...
ResponderBorrarGracias, Enmidoxa, por tus comentarios. Estamos de acuerdo.
ResponderBorrarTerox: en mi opinión, cuando se trata de violaciones potenciales y reales de los derechos humanos, la prevención nunca es excesiva. Vos parecés limitar tu análisis al actual gobierno. Yo lo enlazo al anterior y al que le pueda seguir. Bajo los hermanitos Arias es conocido que la DIS hizo intervenciones, escuchas y seguimientos de toda naturaleza, motivados únicamente por tu posición con respecto al TLC o tu opinión de Rodrigo Arias.
En todo caso, que me digás que la investigación que le hicieron a Jorge Arguedas - OJO: no es y nunca ha sido santo de mi devoción - fue solo de "seguimiento (no de escuchas o "espionaje" propiamente dicho)", es como que en un juicio un abogado defensor diga que la intención del acusado era solo violar a la chiquilla y que lo de la muerte fue accidental.
En cuanto a Doryan, es cierto que es él quien pide la investigación, pero ojo que lo hace únicamente después de haberse reído en la cara de los diputados cuando lo increparon por las famosas escuchas. De no haber sido por el posterior escandalito de tres días, jamás hubiera pedido don Eduardo esa investigación; se la hubiera mantenido calladita!!! Algunos links de interés:
http://www.nacion.com/2010-09-03/ElPais/NotasSecundarias/ElPais2508127.aspx
http://www.nacion.com/2010-09-10/Opinion/Foro/Opinion2516687.aspx
http://www.nacion.com/2010-09-20/ElPais/NotasSecundarias/ElPais2525439.aspx
A pesar de todo yo sigo pensando que Laura Chinchilla es una persona bien intencionada, pero que no ha llegado a comprender en su totalidad este juego sucio de la política. Y me preocupa que los errores que ella pueda cometer por esa "inocencia" le sirvan en bandeja de plata el acceso al poder a gente mucho más macabra que ella...
Dean, el seguimiento al sindicalista fue eso... un seguimiento. Empezaba y terminaba con el horario laboral. Que yo sepa, no se grababan o escuchaban las conversaciones, incautaban documentos, o se interceptaba el correo del susodicho. Si Ud dispone de información en ese sentido, por favor, remítame los links. Para mí es claro que al carajo lo querían despedir, y trataron de recabar prueba a ese efecto.
ResponderBorrarEn lo de Doryan, sí tenés razón. El mae actuó a posteriori, pero tampoco fue que la pulseó mucho. Yo creo que ese asunto fue una herencia del gobierno anterior, por el que no está dispuesto a morir con las botas puestas.
Y diay, si hubiera diputados de verdad interesados en temas como esto (¿ML?), más bien deberían ver como hacen para poner controles para evitar abusos contra las libertades individuales. Sacar del ICE al personal de escuchas sería un buen primer paso, a mi criterio...
tres posts del tema y no has dicho nada, puras habladas de paja!
ResponderBorrarEspero que en el proximo haya algo de sustancia!
Puta, Dean, que pereza con ese troll que se carga su alma. Talves él tenga mejores ideas. ¿Porqué no las escribirá?
ResponderBorrarTuve que buscar el significado de troll en Wikipedia para entender el último comentario... así de poco geek soy! Y justo ahora me encuentro esta opinión del mejor bloguero que he leído, el siempre genial Hernán Casciari, así que me expreso a través de sus palabras:
ResponderBorrar"El troll es la unidad más solitaria e idiota de las redes, pero se comporta como masa sigloveinte: al perder la identidad tira piedras y ladrillos contra todo, anula el diálogo, incendia la idea..."