Ni bien terminé de colgar mi artículo de ayer sobre la falacia de la necesidad de nuevos impuestos, cuando bajé a buscar el periódico – mi fiel acompañante al desayuno. ¿Qué me encontré en primera plana? Otro ejemplo más del galopante desperdicio en que incurren las instituciones públicas en Costa Rica, y su descomunal voracidad por allegarse más recursos – no mediante la eficiencia en la prestación de los servicios, sino mediante la salida fácil del aumento de impuestos como veíamos ayer, o del incremento desmedido de tarifas de los servicios públicos, como en el caso que hoy expongo. Lo de JAPDEVA es un descaro.
La Junta de Administración Portuaria de la Vertiente Atlántica debería desaparecer. Como con el cáncer más agresivo, la solución tiene que ser radical. Ese antro de corrupción no tiene solución. Nos reporta La Nación de ayer que JAPDEVA está solicitando un aumento de tarifas del 21% porque su carga salarial es tal, que el dinero no alcanza para cumplir los dos cometidos principales para los que fue creada: operar los puertos de Limón y Moín, y realizar obras comunales para el desarrollo de la región atlántica del país.
Por ley, JAPDEVA tiene que destinar el 15% de sus ingresos a obras sociales, y si bien lo presupuestan, no ejecutan la totalidad de los recursos. Lo que sobra se lo comen en confites. De la totalidad de los ingresos, el 80% es destinado a salarios, cargas sociales y los beneficios de la convención colectiva. De nuevo, estamos ante una institución que destina únicamente el 5% de sus ingresos para invertir en el mantenimiento y remozamiento de la maquinaria, en este caso portuaria, que le permite generar el otro 95% de los ingresos. Tan grave es la situación, que de dos grúas pórticas con las que cuenta, una está descompuesta desde hace 3 años, y no la han podido reparar. Mientras tanto, el puerto funciona al 50% de su capacidad, cierra en días feriados y cuando el sindicato tiene elecciones, y a nadie le importa. De por sí Limón está en Jauja.
Analicemos con un poco de detenimiento lo que estas cifras representan. El 80% de los ingresos de JAPDEVA equivalen a ₡28.137 millones, para repartir entre 1100 empleados. En promedio, cada uno recibe una remuneración de ₡25.579.090 al año, ó ₡2.131.590 ($4.263) al mes. Nada mal, considerando que la inmensa mayoría de sus trabajadores no deben de haber pasado de noveno de secundaria. No se trata de una institución con salarios de miseria. Estamos hablando, probablemente, de la fuerza laboral mejor remunerada del sector público costarricense. Lo cual viene a reforzar la tesis que siempre he sostenido: que JAPDEVA es el negocio particular de una camarilla de empleados, que sacan provecho de una institución que es pública únicamente para repartir los problemas que su mera existencia genera. Me atrevo a asegurar que los ingresos de JAPDEVA son más que suficientes para manejar un puerto de la magnitud del complejo Moín – Limón, con una eficiencia muchísimo mayor, y sin necesidad de incrementar sus tarifas en un 21% para seguir pagando salarios bimillonarios a todos sus empleados.
La convención colectiva de JAPDEVA es uno de los mayores robos institucionalizados en la historia económica de Costa Rica. Ya en otra ocasión hice un análisis un poco más detallado – que de corazón recomiendo leer – de algunos de los más odiosos privilegios que dicha convención colectiva otorga a los 1100 dueños de los puertos del Atlántico. Quizás la forma más descarada de robo institucionalizada en la convención colectiva de JAPDEVA – no se si sigue vigente, pero quienes se hayan beneficiado de ella deberían de ir a parar a la cárcel – es la que otorga el derecho de seguir recibiendo el salario mensual a cualquier empleado que por cualquier motivo no pueda seguir trabajando y no haya completado las cuotas necesarias para obtener una pensión de la CCSS. Dice el artículo respectivo que a esas personas “se les eximirá de la obligación de trabajar hasta que completen el número de cuotas mínimas y entren en el disfrute pleno de su pensión”.
Ya hemos visto lo fácil que resulta a los funcionarios de JAPDEVA encontrar un corrupto doctorcito amigo que los incapacite por cualquier huevada, así que cualquiera que se sienta cansado después de trabajar 5 años en los puertos puede ir al Tony Facio a gestionarse una incapacidad permanente y seguir disfrutando de su salario sin trabajar un día más en su vida. O trabajando en otro lugar y ganando doble salario. Como este, existen muchos otros ejemplos.
De lo que nadie en este país parece percatarse es de los efectos nocivos que traerán las estúpidas medidas que nuestro gobierno pretende implementar. Les recomiendo leer este sesudo artículo de mi amigo Pakithor, acerca de los efectos inflacionarios del paquete fiscal que propuso el Ministerio de Hacienda. Agréguenle ahora un aumento del 21% en los costos de internar productos de importación. Los consumidores terminaremos pagando de más por los bienes importados y por aquellos producidos localmente con insumos importados. Más inflación. Usted, estimado lector: ¿quiere la suya para llevar o para comer aquí?
La Junta de Administración Portuaria de la Vertiente Atlántica debería desaparecer. Como con el cáncer más agresivo, la solución tiene que ser radical. Ese antro de corrupción no tiene solución. Nos reporta La Nación de ayer que JAPDEVA está solicitando un aumento de tarifas del 21% porque su carga salarial es tal, que el dinero no alcanza para cumplir los dos cometidos principales para los que fue creada: operar los puertos de Limón y Moín, y realizar obras comunales para el desarrollo de la región atlántica del país.
Por ley, JAPDEVA tiene que destinar el 15% de sus ingresos a obras sociales, y si bien lo presupuestan, no ejecutan la totalidad de los recursos. Lo que sobra se lo comen en confites. De la totalidad de los ingresos, el 80% es destinado a salarios, cargas sociales y los beneficios de la convención colectiva. De nuevo, estamos ante una institución que destina únicamente el 5% de sus ingresos para invertir en el mantenimiento y remozamiento de la maquinaria, en este caso portuaria, que le permite generar el otro 95% de los ingresos. Tan grave es la situación, que de dos grúas pórticas con las que cuenta, una está descompuesta desde hace 3 años, y no la han podido reparar. Mientras tanto, el puerto funciona al 50% de su capacidad, cierra en días feriados y cuando el sindicato tiene elecciones, y a nadie le importa. De por sí Limón está en Jauja.
Analicemos con un poco de detenimiento lo que estas cifras representan. El 80% de los ingresos de JAPDEVA equivalen a ₡28.137 millones, para repartir entre 1100 empleados. En promedio, cada uno recibe una remuneración de ₡25.579.090 al año, ó ₡2.131.590 ($4.263) al mes. Nada mal, considerando que la inmensa mayoría de sus trabajadores no deben de haber pasado de noveno de secundaria. No se trata de una institución con salarios de miseria. Estamos hablando, probablemente, de la fuerza laboral mejor remunerada del sector público costarricense. Lo cual viene a reforzar la tesis que siempre he sostenido: que JAPDEVA es el negocio particular de una camarilla de empleados, que sacan provecho de una institución que es pública únicamente para repartir los problemas que su mera existencia genera. Me atrevo a asegurar que los ingresos de JAPDEVA son más que suficientes para manejar un puerto de la magnitud del complejo Moín – Limón, con una eficiencia muchísimo mayor, y sin necesidad de incrementar sus tarifas en un 21% para seguir pagando salarios bimillonarios a todos sus empleados.
La convención colectiva de JAPDEVA es uno de los mayores robos institucionalizados en la historia económica de Costa Rica. Ya en otra ocasión hice un análisis un poco más detallado – que de corazón recomiendo leer – de algunos de los más odiosos privilegios que dicha convención colectiva otorga a los 1100 dueños de los puertos del Atlántico. Quizás la forma más descarada de robo institucionalizada en la convención colectiva de JAPDEVA – no se si sigue vigente, pero quienes se hayan beneficiado de ella deberían de ir a parar a la cárcel – es la que otorga el derecho de seguir recibiendo el salario mensual a cualquier empleado que por cualquier motivo no pueda seguir trabajando y no haya completado las cuotas necesarias para obtener una pensión de la CCSS. Dice el artículo respectivo que a esas personas “se les eximirá de la obligación de trabajar hasta que completen el número de cuotas mínimas y entren en el disfrute pleno de su pensión”.
Ya hemos visto lo fácil que resulta a los funcionarios de JAPDEVA encontrar un corrupto doctorcito amigo que los incapacite por cualquier huevada, así que cualquiera que se sienta cansado después de trabajar 5 años en los puertos puede ir al Tony Facio a gestionarse una incapacidad permanente y seguir disfrutando de su salario sin trabajar un día más en su vida. O trabajando en otro lugar y ganando doble salario. Como este, existen muchos otros ejemplos.
De lo que nadie en este país parece percatarse es de los efectos nocivos que traerán las estúpidas medidas que nuestro gobierno pretende implementar. Les recomiendo leer este sesudo artículo de mi amigo Pakithor, acerca de los efectos inflacionarios del paquete fiscal que propuso el Ministerio de Hacienda. Agréguenle ahora un aumento del 21% en los costos de internar productos de importación. Los consumidores terminaremos pagando de más por los bienes importados y por aquellos producidos localmente con insumos importados. Más inflación. Usted, estimado lector: ¿quiere la suya para llevar o para comer aquí?
Que JAPDEVA es un cáncer y un robo, lo es. Y que la gente ya quiere que se acabe esa majadería, lo quiere.
ResponderBorrarLa pregunta es... quién le pone el cascabel al gato? El ciudadano promedio está indefenso ante esos abusos, en el gobierno nadie se anima a tomar el toro por los cuernos. Y a lo interno, evidentemente, todos los que dicen es ya que existe la fiesta... sigamosla hasta donde llegue.
Así que JAPDEVA seguirá robando y robando y robando, por los siglos de los siglos.
Yo no sé como es que habiendo tantos "juristas" en este país a lo que les encanta salir en televisión despotricando contra quien sea, nadie ha logrado pegar un SalaIVazo, un recurso, una reforma, un referendum, o lo que sea para que se acabe de una vez por todas todo este abuso.
Será que en este país somos tan ineptos que ni siquiera el pueblo puede contra los corruptos más evidentes y descarados?
Es un cancer terminal - una institucion intocable y me atreveria a decir completamente corrupta, elitista y viciada.
ResponderBorrarComo esperamos ser competitivos cuando llenamos este tipo de instuciones de remoras sin consciencia dispuestas a enriquecerse ellos sin importarles el seudo progreso que pueda tener el pais.
JAPDEVA es un mal chiste.
Saludos Dean
El cancer ya tomó la institución y sintrajap lo declaró terminal
ResponderBorrarMejor desahuciar
25 millones por jupa? Ni que fueran capitanes de los que guian las naves por el Canal...
ResponderBorrarJAPDEVA = FUBAR
Hace falta un Calderazo... (o sea, hacer lo mismo que se hizo con Caldera)
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