Costa Rica, China y los cables de Wikileaks

Tiene más carne un taco’e queso que los cables de Wikileaks que La Nación está dando a conocer en estos días. La información que están “revelando en exclusiva” no vale ni siquiera el boleto de avión que llevó a Gianina Segnini a Londres a recoger el disco encriptado que los representantes de don Julian Asange le entregaron. ¿Ahora se viene a dar cuenta La Nación que el país relegó los derechos humanos por el dinero de China? En La Suiza Centroamericana lo venimos advirtiendo desde junio de 2007, tres años a.W.

El 9 de junio del 2007, y sin pelos en la lengua, lo advertimos en un artículo titulado “Diplomacia al estilo de las putas”. En aquel momento, y de manera casi profética, dijimos que:

“… la República Popular China, tiene un régimen totalitario de esos que masacran sin asco a sus estudiantes universitarios cuando se atreven a reclamar sus derechos humanos y pedir un poquito de libertad de expresión en la Plaza de Tianamen, e invade y aplasta a un país como Tibet con una milenaria cultura pacifista e impide la libre práctica de su religión y cualquier expresión de identidad y orgullo nacional o tribal que no sea el culto al Politburó de turno. Es lamentable que sea en esa compañía que nuestro internacional Presidente quiera que seamos vistos en el concierto de las naciones. […] los valores morales no se intercambian como un contenedor de chucherías por otro de bananos.”

El 27 de octubre de 2007, satirizamos la decisión del combo Arias-Stagno de ponerle los cuernos a Taiwán con otro chino mejor dotado entre las piernas, en un artículo titulado “La Caperucita Tica”. Nuevamente volvimos con la analogía de la prostitución diplomática en un artículo corto del domingo 14 de setiembre del 2008, titulado “La puta en la vitrina”.

En el ya citado “Diplomacia al estilo de las putas”, advertimos que la nueva amistad de Costa Rica nos impediría actuar de manera independiente e imparcial cuando el gobierno totalitario chino volviera a sus andadas en contra de la disidencia. Apenas nueve meses más tarde ya estaba el gobierno de China reprimiendo y asesinando a manifestantes tibetanos que reclamaban poco menos que lo que han estado pidiendo millones de árabes en sus respectivos países en estos últimos meses. Es en ese contexto que escribimos otro artículo, “El silencio de las ovejitas”, el 22 de marzo del 2008, y dijimos:

“…nos causa tremendo disgusto […] que nuestro gobierno de turno, presidido por otro Premio Nobel de la Paz, haya guardado un silencio absoluto y sepulcral ante las atrocidades cometidas por su nuevo amiguito oriental. […] Lamentablemente, para nuestro Presidente parece que hoy son más importantes unos cuantos dolaritos para construir un nuevo Estadio Nacional que lleve una placa del tamaño de la cruz de La Sabana con la leyenda “Construido durante la Administración Arias Sánchez” o algo por el estilo, que los valores democráticos que se pasó por donde nunca brilla el sol cuando mandó al carajo a Taiwán para poder coquetear libremente con el monstruo comunista.”

Por si fuera poco, el 30 de abril del 2008 escribimos un artículo transparentemente titulado “Oscar Arias y los Derechos Humanos” donde cuestionamos la participación de Costa Rica en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, plegándose a las más ridículas propuestas patrocinadas por regímenes totalitarios y callando cobardemente ante las violaciones sistemáticas de sus nuevos amigos de juerga.

Para rematar, en “¡Qué secreto ni qué mi abuela!”, el 3 de setiembre de 2008, nos quejamos amargamente del velo de secreto que cubrió las negociaciones entre los gobiernos chino y tico de un préstamo por $250 millones que el gigante asiático ofreció a nuestra devaluada república bananera. Con respecto a la actitud de nuestro entonces Presidente, dijimos que

“… resulta que don Oscar Arias, ese que detenta el poder emanado de las urnas, tiene que pedir permiso al embajador de China para dar al público la información que la ley le obliga a dar. ¿Desde cuándo nuestro Presidente tiene que pedir permiso a un diplomático extranjero para actuar?”

Como hemos visto, no solo para revelar los “detalles secretos” de una negociación económica tenía que pedir permiso Oscar Arias. Nuestro país renunció al liderazgo moral que tenía en materia de derechos humanos por andar preocupado de no majarle los callos a China. Todo por un poco de plata.

A final de cuentas, este episodio lo que nos demuestra es que los diplomáticos gringos en Costa Rica, a falta de un blog donde expresar sus opiniones, escriben cables con información que cualquier cristiano puede encontrar en los diarios, noticieros, o blogs de política y opinión como este. Hasta ahora, en lo que a Costa Rica respecta, Wikileaks no ha revelado nada importante. Y lo que La Nación nos está sirviendo con tanta alharaca no es más que un puré de chayote.

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