Los analistas tradicionales de nuestro país parecen estar meándose en los pantalones ante la posibilidad de un Directorio de oposición en la Asamblea Legislativa. Que no tienen agenda. Que no coinciden sus ideologías. Que se va a entrabar el accionar gubernamental. Tanto, que hasta La Nación se convierte ahora en adalid del monopolio del poder en manos de su enemigo tradicional, el Partido Liberación Nacional. ¿Cuál es su temor?
Empecemos por donde nos gusta: repartiendo leña. Es cierto todo lo que se le achaca a la coalición de oposición que va a intentar tomar las riendas de la Asamblea este domingo: no tienen una agenda común, sino una declaración de principios de cómo encontrar soluciones a los problemas del país (o sea, lo que hay es un acuerdo para negociar en el camino); el rejuntado opositor está compuesto por fracciones legislativas de partidos con ideologías muy dispares (lo cual dificulta la obtención de resultados positivos de la negociación); y su único norte pareciera ser ganar por ganar, es decir, copar el Directorio para asestarle un golpe al PLN. Además, se basa la unión en la amenaza de expulsar de su fracción al diputado que no honre el pacto, como si tal cosa preocupara al diputado decidido a ejercer su autonomía, y anteponiendo los intereses partidistas, electoreros y de corto plazo al interés de los ciudadanos que cada diputado supone representar. A pesar de todo, Dean CóRnito no ve la posibilidad con malos ojos.
El Partido Liberación Nacional, ante la ausencia de una oposición coherente, se ha convertido en una mera máquina electoral sin rumbo ni capacidad para gobernar. Su fracción legislativa está más dividida que la misma oposición, y eso que ésta reúne a 5 partidos y partidillos. El gobierno navega sin rumbo ni liderazgo, y su relación con la Asamblea es una calamidad, ejemplo de prepotencia, desdén e inoperancia. Dean CóRnito tiene la profunda convicción de que peor no podríamos estar.
Verse en minoría en la Asamblea ante una oposición unida aunque sea sólo para joder, obligará a los liberacionistas a buscar el terreno común que los ha llevado a pertenecer al mismo partido. A partir de allí, Casa Presidencial podrá construir un bloque y presentar un frente unido con su fracción legislativa, cosa que en su primer año en el poder Doña Laura no ha logrado. El nuevo panorama obligaría también a cambiar el tono del diálogo con la oposición, y a buscar proyectos de interés amplio o multipartidista que le permitan al Ejecutivo quebrar el bloque de oposición para votaciones específicas. Se tendría que acabar la soberbia actitud de intentar imponer por la fuerza los proyectos de interés exclusivo del PLN y hacerlos tragar sin vaselina a la oposición.
Ni la oposición va a querer aparecer como la responsable del entrabamiento del país – porque algunos de los partidos que la conforman se juegan quizás su último chance de presentarse como alternativas viables al PLN –, ni tampoco éste va a jugársela a desperdiciar un año usualmente descrito como el más productivo de toda administración en el ciclo presidencial cuatrienal. En resumen, se nos presentaría una oportunidad de oro para crear una verdadera agenda nacional – cosa que extrañamos desde los ya lejanos días del bipartidismo. En la búsqueda de consensos, las más descabelladas ideas del PAC, del Frente Amplio o del Movimiento Libertario quedarán forzosamente descartadas; no hablo de los remanentes del PUSC ni del PASE porque se distinguen por la ausencia casi total de ideas relevantes para el crecimiento nacional.
Hablo, por supuesto, de posibilidades, no de certezas. Para que una agenda nacional surja de un ambiente como el que crearía el control legislativo por parte de la oposición, ésta – y en especial el PAC – va a tener que demostrar un nivel de madurez que hasta ahora no ha tenido. Hay señales positivas: el PAC, que hasta hace pocos meses se rasgaba sus vestiduras al denunciar cualquier negociación entre fuerzas políticas distintas como un pacto a escondidas del pueblo (recordemos el TLC, el pacto Li-Li, etc.), ha accedido a participar en uno de tales pactos – verdaderamente el pueblo desconoce los contenidos del acuerdo de la oposición – con tal de acceder al poder en la Asamblea. Es necesario des-satanizar los acuerdos entre contrincantes políticos; en ausencia de mayorías absolutas, sólo mediante pactos y negociaciones se podrá lograr la tan ansiada gobernabilidad.
Un subproducto positivo de la alianza de oposición – si logra mantenerse incólume durante 48 horas más – será la necesidad del Ejecutivo de abandonar el nocivo, además de recesivo y regresivo paquete tributario que nos quiere recetar, y cuya imposibilidad de aprobar no le ha permitido concentrarse en ordenar la casa y dedicarse a gobernar con los recursos disponibles más los que se liberen de ese reordenamiento. Los partidos de oposición tienen visiones muy distintas de cuál sería la reforma tributaria ideal, y en este tema lo único que los une es su rechazo a las ocurrencias del Ministro de Hacienda.
Otro posible subproducto – uno muy deseable, por demás – debería de ser la reforma al Reglamento legislativo, en aras de una mayor eficiencia y representatividad. El bloque opositor, entendiendo que no es permanente y que su esperanza de vida no supera el año, debería de aprovechar la oportunidad para lograr de una vez por todas las reformas que desde hace más de 10 años se vienen discutiendo, sin que se haya avanzado un centímetro.
Tomando todo lo anterior en consideración, este aspirante de analista político no solo no ve con malos ojos la conformación de un bloque opositor unido, sino que cruza los dedos para que las mieles corruptoras que produce el enjambre gubernamental no alcancen para quebrarlo antes de la sesión legislativa de este 1° de mayo.
Empecemos por donde nos gusta: repartiendo leña. Es cierto todo lo que se le achaca a la coalición de oposición que va a intentar tomar las riendas de la Asamblea este domingo: no tienen una agenda común, sino una declaración de principios de cómo encontrar soluciones a los problemas del país (o sea, lo que hay es un acuerdo para negociar en el camino); el rejuntado opositor está compuesto por fracciones legislativas de partidos con ideologías muy dispares (lo cual dificulta la obtención de resultados positivos de la negociación); y su único norte pareciera ser ganar por ganar, es decir, copar el Directorio para asestarle un golpe al PLN. Además, se basa la unión en la amenaza de expulsar de su fracción al diputado que no honre el pacto, como si tal cosa preocupara al diputado decidido a ejercer su autonomía, y anteponiendo los intereses partidistas, electoreros y de corto plazo al interés de los ciudadanos que cada diputado supone representar. A pesar de todo, Dean CóRnito no ve la posibilidad con malos ojos.
El Partido Liberación Nacional, ante la ausencia de una oposición coherente, se ha convertido en una mera máquina electoral sin rumbo ni capacidad para gobernar. Su fracción legislativa está más dividida que la misma oposición, y eso que ésta reúne a 5 partidos y partidillos. El gobierno navega sin rumbo ni liderazgo, y su relación con la Asamblea es una calamidad, ejemplo de prepotencia, desdén e inoperancia. Dean CóRnito tiene la profunda convicción de que peor no podríamos estar.
Verse en minoría en la Asamblea ante una oposición unida aunque sea sólo para joder, obligará a los liberacionistas a buscar el terreno común que los ha llevado a pertenecer al mismo partido. A partir de allí, Casa Presidencial podrá construir un bloque y presentar un frente unido con su fracción legislativa, cosa que en su primer año en el poder Doña Laura no ha logrado. El nuevo panorama obligaría también a cambiar el tono del diálogo con la oposición, y a buscar proyectos de interés amplio o multipartidista que le permitan al Ejecutivo quebrar el bloque de oposición para votaciones específicas. Se tendría que acabar la soberbia actitud de intentar imponer por la fuerza los proyectos de interés exclusivo del PLN y hacerlos tragar sin vaselina a la oposición.
Ni la oposición va a querer aparecer como la responsable del entrabamiento del país – porque algunos de los partidos que la conforman se juegan quizás su último chance de presentarse como alternativas viables al PLN –, ni tampoco éste va a jugársela a desperdiciar un año usualmente descrito como el más productivo de toda administración en el ciclo presidencial cuatrienal. En resumen, se nos presentaría una oportunidad de oro para crear una verdadera agenda nacional – cosa que extrañamos desde los ya lejanos días del bipartidismo. En la búsqueda de consensos, las más descabelladas ideas del PAC, del Frente Amplio o del Movimiento Libertario quedarán forzosamente descartadas; no hablo de los remanentes del PUSC ni del PASE porque se distinguen por la ausencia casi total de ideas relevantes para el crecimiento nacional.
Hablo, por supuesto, de posibilidades, no de certezas. Para que una agenda nacional surja de un ambiente como el que crearía el control legislativo por parte de la oposición, ésta – y en especial el PAC – va a tener que demostrar un nivel de madurez que hasta ahora no ha tenido. Hay señales positivas: el PAC, que hasta hace pocos meses se rasgaba sus vestiduras al denunciar cualquier negociación entre fuerzas políticas distintas como un pacto a escondidas del pueblo (recordemos el TLC, el pacto Li-Li, etc.), ha accedido a participar en uno de tales pactos – verdaderamente el pueblo desconoce los contenidos del acuerdo de la oposición – con tal de acceder al poder en la Asamblea. Es necesario des-satanizar los acuerdos entre contrincantes políticos; en ausencia de mayorías absolutas, sólo mediante pactos y negociaciones se podrá lograr la tan ansiada gobernabilidad.
Un subproducto positivo de la alianza de oposición – si logra mantenerse incólume durante 48 horas más – será la necesidad del Ejecutivo de abandonar el nocivo, además de recesivo y regresivo paquete tributario que nos quiere recetar, y cuya imposibilidad de aprobar no le ha permitido concentrarse en ordenar la casa y dedicarse a gobernar con los recursos disponibles más los que se liberen de ese reordenamiento. Los partidos de oposición tienen visiones muy distintas de cuál sería la reforma tributaria ideal, y en este tema lo único que los une es su rechazo a las ocurrencias del Ministro de Hacienda.
Otro posible subproducto – uno muy deseable, por demás – debería de ser la reforma al Reglamento legislativo, en aras de una mayor eficiencia y representatividad. El bloque opositor, entendiendo que no es permanente y que su esperanza de vida no supera el año, debería de aprovechar la oportunidad para lograr de una vez por todas las reformas que desde hace más de 10 años se vienen discutiendo, sin que se haya avanzado un centímetro.
Tomando todo lo anterior en consideración, este aspirante de analista político no solo no ve con malos ojos la conformación de un bloque opositor unido, sino que cruza los dedos para que las mieles corruptoras que produce el enjambre gubernamental no alcancen para quebrarlo antes de la sesión legislativa de este 1° de mayo.
Mejor caerse que estar guindando...
ResponderBorrarEstimado Dean,
ResponderBorrarYo tengo serias dudas acerca de las tesis que te llevan a confiar en este pacto. Para mi no es más que un acuerdo electoralista y con más afán de acaparar poder que de hacer algo positivo. Independientemente de las consecuencias, resulta evidente que ha sido el Gobierno el que ha provocado esta situación y que, si hemos tenido un año en blanco, los que viene van a ser en gris pacheco.
Cordiales saludos.
Más o menos, Terox, de eso se trata.
ResponderBorrarPako, creo que no me leíste correctamente. Yo estoy absolutamente claro de que esta es una alianza con fines meramente electoralistas. Lo que pasa es que no creo que eso sea peor que la soberbia liberacionista, de la cual esta mañana tuvimos un muy bochornoso ejemplo...