Para entender cómo resolver la aparente contradicción de aumentar la recaudación fiscal y querer simultáneamente mejorar la competitividad de la economía, es necesario empezar por desterrar el mito – muy difundido en años recientes – de que la carga impositiva de Costa Rica es de las más bajas del mundo. De acuerdo con el Reporte de Competitividad Global 2010-2011 del Foro Económico Mundial, la tasa impositiva de Costa Rica está, de abajo hacia arriba, en la posición 109 de los 136 países analizados en este rubro.
Con cargas impositivas más bajas que Costa Rica aparecen todos los países escandinavos – usualmente citados como ejemplos a seguir de sociedades avanzadas donde la carga tributaria es alta – y la mayoría de los europeos, todos los anglosajones, Panamá, Chile y Uruguay. Con cargas impositivas mayores que la nuestra aparecen luminarias como Venezuela, Chad, Túnez, Nicaragua, China, India, Francia, Italia, Brasil, Benín, Argentina y Burundi. Según este índice, la carga tributaria de nuestro país alcanza el 54,8% de las utilidades. En Dinamarca ese porcentaje es de apenas el 29,2%, en Holanda alcanza el 39,3%, en Noruega el 41,6%, y en Uruguay el 46,7%. Subir la carga tributaria en nuestro país es prácticamente una sentencia de muerte a la producción.
Habiendo dicho lo anterior, otro de los principales defectos de nuestro esquema tributario es que se basa en impuestos indirectos (ventas, consumo y aduanas representaron el 52% de la recaudación en el 2009), y un impuesto de renta (29% de la recaudación en el 2009) que se recarga excesivamente en un puñado de empresas, dejando poco espacio de maniobra. Estas no son observaciones triviales. Los impuestos indirectos, como sabemos, son de carácter regresivo: afectan proporcionalmente más a quienes menos ingresos tienen.
El problema del impuesto de renta, como lo mencioné arriba, es que prácticamente todo el mundo está exento. Alrededor del 90% de los asalariados reporta ingresos por debajo del nivel mínimo para tributar. En cuanto a la renta corporativa, importantes segmentos del sector empresarial están exentos o disfrutan de regímenes especiales: el cooperativo, la pequeña empresa, y más conspicuamente, las zonas francas, que durante los últimos 25 años disfrutaron de una política cambiaria diseñada para beneficiarlas, además de las atractivas exoneraciones propias del régimen. Al final de cuentas, lo que queda es un puñado de grandes empresas, que no necesitan que un bloguero irrelevante las defienda, y un poco de empresas medianas que, con la falta de competitividad del país y la alta carga tributaria, verdaderamente salen rascando.
El grueso de la recaudación del impuesto de renta lo genera el programa de Grandes Contribuyentes, que cuenta con apenas unos cuantos centenares de “clientes”. Cada vez que en el pasado reciente un Ministro de Hacienda nos ha anunciado sus intenciones de incrementar la recaudación en un 2-3% con un nuevo paquete fiscal, la parte del león recae en los más pobres, porque necesariamente hay que aumentar la recaudación de impuestos indirectos, y en esas 400 u 800 empresas grandes contribuyentes que, si en promedio la carga tributaria del país es casi el 55% de las utilidades, para ellas debe de ser bastante más alta. Por eso decía que en renta, dadas las exoneraciones existentes, no hay mucho espacio para maniobrar. En estas circunstancias, un aumento en la tasa impositiva difícilmente se traducirá en mayor recaudación.
Siendo realista, y considerando que los impuestos son un mal necesario, la siguiente sería la propuesta para mejorar la recaudación en un ambiente que fomente la productividad de las empresas y la competitividad de la economía como un todo:
1. Convertir el impuesto de ventas en un impuesto al valor agregado (IVA), con una advertencia. Este hecho, por si solo, provocará un aumento en la recaudación, por lo cual no vemos conveniente ampliar la base del impuesto hasta el extremo de incluir los servicios de salud y educación, ni de gravar la canasta de bienes de consumo básico que se encuentran exentos en la actualidad. Insisto: tenemos que tener claro que la migración hacia un IVA por si sola se traducirá en un aumento en la recaudación, no solo en términos absolutos, sino también como porcentaje de la recaudación total y del PIB. Considerando que se trata de un impuesto indirecto, no resulta conveniente de entrada eliminar las exenciones diseñadas para paliar su carácter regresivo.
2. Ampliar la base del impuesto a la renta y disminuir su tasa
a. Renta personal: Ni fumándomela bien verde me puedo creer que el 90% de los asalariados son pobres, como para que queden exonerados de este impuesto. Es necesario revisar el rango de ingresos elegibles para la exención y, posiblemente, crear un tracto con una tasa baja (digamos del 5%) para gravar por lo menos al 35% de los salarios más altos entre los hoy exonerados.
b. Renta corporativa: La estrategia no puede seguir basándose en exprimir a un puñado de empresas. Por más duro que uno apriete, el limón no puede dar más jugo del que tiene.
La ventaja de una propuesta como esta es que, al incorporar a la base del impuesto de renta a importantes sectores de la economía que hoy no contribuyen de acuerdo a sus posibilidades, es factible aumentar la recaudación rebajando significativamente la tasa del impuesto. Hace unos 8 años se hablaba de que reducir la tasa tope a 18% (hoy en día es 30%, pero en aquel entonces era del 36%) tendría un efecto fiscal neutro (es decir, sin aumentar ni reducir la recaudación). Una tasa como esa sería competitiva a nivel internacional, y no provocaría un éxodo de la inversión extranjera. Se podría incluso pensar en ajustar la tasa para que provoque un aumento real de la recaudación, siempre quedando por debajo de un muy competitivo 20%.
Hay otros elementos que deberían ser incluidos en una reforma fiscal (por ejemplo, uniformar el trato que se da a los distintos tipos de ingresos que una misma persona puede tener), y además es una necesidad imperiosa reestructurar la administración tributaria para mejorar la recaudación sin necesidad de andar creando nuevos impuestos o subiendo los existentes a cada rato. La evasión del impuesto de renta en el 2007 fue del 64,3%, lo que es decir que se recaudó apenas un tercio de lo debido. En ventas y aduanas la evasión es menor, pero siempre significativa. Ninguna reforma fiscal estará completa sin incorporar estos elementos, pero ese análisis quedará para otro momento.
Los elementos presentados hasta aquí deberían de ser suficientes para mejorar la recaudación, hacer a las empresas más competitivas, y dotar al gobierno de las herramientas necesarias para potenciar el desarrollo, y esa debe de ser la base de la reforma fiscal. Pero nada ganaremos si decidimos seguir posponiendo la obligada reforma del gasto público a la que hice mención en mi artículo de ayer.
Con cargas impositivas más bajas que Costa Rica aparecen todos los países escandinavos – usualmente citados como ejemplos a seguir de sociedades avanzadas donde la carga tributaria es alta – y la mayoría de los europeos, todos los anglosajones, Panamá, Chile y Uruguay. Con cargas impositivas mayores que la nuestra aparecen luminarias como Venezuela, Chad, Túnez, Nicaragua, China, India, Francia, Italia, Brasil, Benín, Argentina y Burundi. Según este índice, la carga tributaria de nuestro país alcanza el 54,8% de las utilidades. En Dinamarca ese porcentaje es de apenas el 29,2%, en Holanda alcanza el 39,3%, en Noruega el 41,6%, y en Uruguay el 46,7%. Subir la carga tributaria en nuestro país es prácticamente una sentencia de muerte a la producción.
Habiendo dicho lo anterior, otro de los principales defectos de nuestro esquema tributario es que se basa en impuestos indirectos (ventas, consumo y aduanas representaron el 52% de la recaudación en el 2009), y un impuesto de renta (29% de la recaudación en el 2009) que se recarga excesivamente en un puñado de empresas, dejando poco espacio de maniobra. Estas no son observaciones triviales. Los impuestos indirectos, como sabemos, son de carácter regresivo: afectan proporcionalmente más a quienes menos ingresos tienen.
El problema del impuesto de renta, como lo mencioné arriba, es que prácticamente todo el mundo está exento. Alrededor del 90% de los asalariados reporta ingresos por debajo del nivel mínimo para tributar. En cuanto a la renta corporativa, importantes segmentos del sector empresarial están exentos o disfrutan de regímenes especiales: el cooperativo, la pequeña empresa, y más conspicuamente, las zonas francas, que durante los últimos 25 años disfrutaron de una política cambiaria diseñada para beneficiarlas, además de las atractivas exoneraciones propias del régimen. Al final de cuentas, lo que queda es un puñado de grandes empresas, que no necesitan que un bloguero irrelevante las defienda, y un poco de empresas medianas que, con la falta de competitividad del país y la alta carga tributaria, verdaderamente salen rascando.
El grueso de la recaudación del impuesto de renta lo genera el programa de Grandes Contribuyentes, que cuenta con apenas unos cuantos centenares de “clientes”. Cada vez que en el pasado reciente un Ministro de Hacienda nos ha anunciado sus intenciones de incrementar la recaudación en un 2-3% con un nuevo paquete fiscal, la parte del león recae en los más pobres, porque necesariamente hay que aumentar la recaudación de impuestos indirectos, y en esas 400 u 800 empresas grandes contribuyentes que, si en promedio la carga tributaria del país es casi el 55% de las utilidades, para ellas debe de ser bastante más alta. Por eso decía que en renta, dadas las exoneraciones existentes, no hay mucho espacio para maniobrar. En estas circunstancias, un aumento en la tasa impositiva difícilmente se traducirá en mayor recaudación.
Siendo realista, y considerando que los impuestos son un mal necesario, la siguiente sería la propuesta para mejorar la recaudación en un ambiente que fomente la productividad de las empresas y la competitividad de la economía como un todo:
1. Convertir el impuesto de ventas en un impuesto al valor agregado (IVA), con una advertencia. Este hecho, por si solo, provocará un aumento en la recaudación, por lo cual no vemos conveniente ampliar la base del impuesto hasta el extremo de incluir los servicios de salud y educación, ni de gravar la canasta de bienes de consumo básico que se encuentran exentos en la actualidad. Insisto: tenemos que tener claro que la migración hacia un IVA por si sola se traducirá en un aumento en la recaudación, no solo en términos absolutos, sino también como porcentaje de la recaudación total y del PIB. Considerando que se trata de un impuesto indirecto, no resulta conveniente de entrada eliminar las exenciones diseñadas para paliar su carácter regresivo.
2. Ampliar la base del impuesto a la renta y disminuir su tasa
a. Renta personal: Ni fumándomela bien verde me puedo creer que el 90% de los asalariados son pobres, como para que queden exonerados de este impuesto. Es necesario revisar el rango de ingresos elegibles para la exención y, posiblemente, crear un tracto con una tasa baja (digamos del 5%) para gravar por lo menos al 35% de los salarios más altos entre los hoy exonerados.
b. Renta corporativa: La estrategia no puede seguir basándose en exprimir a un puñado de empresas. Por más duro que uno apriete, el limón no puede dar más jugo del que tiene.
- Debería de crearse un solo régimen de renta corporativa. Aunque desde la perspectiva de la administración tributaria y de la sencillez del esquema necesaria para minimizar la evasión sería preferible un impuesto relativamente "flat", la realidad política nos dicta que será necesario un impuesto de renta con tasas diferenciadas dependiendo del nivel de ventas y/o ganancias de las empresas, de manera que las pequeñas y medianas paguen proporcionalmente menos que las grandes.
- Sobre todo, dicho régimen debe de incorporar al mayor número posible de contribuyentes:
- Las empresas de zona franca gozan hoy de exoneraciones totales de renta por un número finito de años, pero la ley misma les ofrece el portillo para extender esos períodos, primero por tiempo limitado reinvirtiendo parte de sus ganancias en Costa Rica y – hecha la ley hecha la trampa – finalmente a través del cambio de razón social para empezar con borrón y cuenta nueva.
- Las empresas cooperativas no son, en esencia, diferentes de otras empresas cuya propiedad se encuentra diluida entre centenares de pequeños inversionistas/accionistas, y no tienen por qué recibir un trato fiscal diferente. Una mega-cooperativa como la Dos Pinos debería de tributar como cualquier otro gran contribuyente.
La ventaja de una propuesta como esta es que, al incorporar a la base del impuesto de renta a importantes sectores de la economía que hoy no contribuyen de acuerdo a sus posibilidades, es factible aumentar la recaudación rebajando significativamente la tasa del impuesto. Hace unos 8 años se hablaba de que reducir la tasa tope a 18% (hoy en día es 30%, pero en aquel entonces era del 36%) tendría un efecto fiscal neutro (es decir, sin aumentar ni reducir la recaudación). Una tasa como esa sería competitiva a nivel internacional, y no provocaría un éxodo de la inversión extranjera. Se podría incluso pensar en ajustar la tasa para que provoque un aumento real de la recaudación, siempre quedando por debajo de un muy competitivo 20%.
Hay otros elementos que deberían ser incluidos en una reforma fiscal (por ejemplo, uniformar el trato que se da a los distintos tipos de ingresos que una misma persona puede tener), y además es una necesidad imperiosa reestructurar la administración tributaria para mejorar la recaudación sin necesidad de andar creando nuevos impuestos o subiendo los existentes a cada rato. La evasión del impuesto de renta en el 2007 fue del 64,3%, lo que es decir que se recaudó apenas un tercio de lo debido. En ventas y aduanas la evasión es menor, pero siempre significativa. Ninguna reforma fiscal estará completa sin incorporar estos elementos, pero ese análisis quedará para otro momento.
Los elementos presentados hasta aquí deberían de ser suficientes para mejorar la recaudación, hacer a las empresas más competitivas, y dotar al gobierno de las herramientas necesarias para potenciar el desarrollo, y esa debe de ser la base de la reforma fiscal. Pero nada ganaremos si decidimos seguir posponiendo la obligada reforma del gasto público a la que hice mención en mi artículo de ayer.
Excelente artículo, como acostumbra a hacerlo. Considero muy acertada la visión de que el Estado puede mejorar sus ingresos fiscales variando como recauda y no instaurando nuevos impuestos, que al ser en su mayoría indirectos, lo que hacen es empeorar el bienestar de quienes menos tienen.
ResponderBorrarAdemás, me parece interesante el dato de la renta personal, ya que si se recaudara más en este ámbito, no debería recurrirse a tantos impuestos indirectos y cada quien aportaría al Estado de acuerdo a lo que percibe y no proporcional a los precios de los productos, que, al fin y al cabo, es lo que perjudica a los más pobres.
Sinceramente, dos artículos bastante acertados en cuanto a materia fiscal que hacen reflexionar acerca de medidas que podrían hacer del Estado una institución más eficiente de lo que actualmente es.
Muy buen artículo aunque tocas en "tangente" el problema del impuesto de renta para los asalariados. Hay muchísimos colegas y conocidos que reportan menos del 50% de su salario tanto a la Caja como al Estado, la cantidad de gente que gana alrededor de 600,000 colones (el límite para pagar renta) debe ser totalmente irreal en las listas del estado. Basta con hacer un estudio cruzado de los créditos otorgados a esa gente, su capacidad de pago y su estado guardado en la SUGEF contra lo que reportan al estado para darse cuenta de la plata no reportada a Renta, si yo fuera ministro es lo primero que haría, en la empresa para que la trabajo apenas hace un año comenzaron a reportar salarios como deben y la erogación adicional por mes a Renta anda en $40,000 adicionales y eso que es una empresa con 100 empleados, solo hay que hacer cuentas y apretar como se debe a la gente, si gana X plata tiene que pagar renta y que respeten la ley.
ResponderBorrarEstimadisimo Dean, tenia una peticion que hacerlny no encontre otro medio para hacerlo. Podria referirse en una entrada a todo el disparate conlos fondos del ML y las declaraciones de Otto, etc...? Gracias
ResponderBorrarMuchas gracias, Hackerman, por sus conceptos. En cuanto a la renta personal, no podemos pasar por alto lo que atinadamente comenta Enarvaez sobre la evasión, a quien agradezco también su aporte.
ResponderBorrarPara darles una idea, estos artículos son más del doble de largos de lo que permite La Nación en su página de Opinión. Yo no tengo límite de espacio, pero los lectores por lo general si tienen un "attention span" limitado y no es conveniente hacer artículos más largos que estos, que ya son de por si largos. Por eso muchos temas se tocan apenas tangencialmente y otros ni siquiera los he considerado.
Anónimo, trataré de complacerlo, pero no lo prometo. De hecho desde ayer le ando buscando el ángulo para no repetir como lora lo que ya otros han dicho hasta la saciedad. En todo caso, para peticiones me puede escribir a [email protected] o a través de Facebook. Me gustaría que me escriba y sea más específico en su solicitud.
Gracias.
Dean, y a los "profesionales liberales"... ¿ya los apretaron?
ResponderBorrarSiempre he creído que a doctores, abogados y otras yerbas sería mejor cobrarles un impuesto flat (entre el 8% y el 12%) que incluya renta, pero eso sí, dejarlos más cruzados que el saco de Gardel... como dice Narváez, no es difícil, pero por algún extraño motivo falta voluntad política... incluso, se podría hacer una especie de penas incrementales, para ir acostumbrando a la idea, por ejemplo, que en el primer año de vigencia, si lo pescan choriceando, no se le cobre multa, al 2do año, un 30%, al 3er año, un 70% y a partir del 4 año, se le cobre un multón... también habría que hacer una concientización (¿a través de universidades y colegios profesionales?) sobre la tranquilidad de pagar los impuestos, en forma sencilla y sin mucho mate...
Es un buen punto, Terox, al que no le entré en el artículo y donde hay mucha evasión. Sin embargo yo lo incluiría dentro del tema de uniformar el trato fiscal que se da a los distintos tipos de ingreso que una persona puede tener (salarios, honorarios, intereses, etc.), en vez de crearle una categoría o regimen especial. Entre más complicás el esquema tributario, más portillos creás para la evasión, y mucho más difícil se torna la fiscalización y la labor de cobro para Tributación.
ResponderBorrarDean, el problema del "régimen único" es que si se va a la utilidad y no se estima directamente en el ingreso, se crean automáticamente montones de portillos, o más bien, pseudo portillos que requerirían de una auditoría para revisarlos concretamente. Yo creo que la evasión se evitaría en mucho si se cobra directamente del ingreso y una tasa razonable (igual funciona para salarios, intereses, honorarios, etc)... claro, quedarían sin brete un montón de contadores...
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