Cuando un gobierno no tiene rumbo, los sectores más vulnerables de la sociedad son los que terminan pagando los platos rotos. Hemos dicho hasta la saciedad que el actual es un gobierno sin rumbo que actúa con el más absoluto desprecio por los más necesitados. Los periódicos de los últimos días vienen llenos de nuevos ejemplos de ello. Vamos a mencionar solamente dos, que retratan de cuerpo entero al desgobierno de Abel Pacheco.
La Nación de hoy nos informa que el Ministerio de Salud anda como loco viendo de donde saca 146 millones de colones para combatir el dengue. Es increíble que no puedan luchar contra una enfermedad por pinches 146 millones, que para efectos gubernamentales no son nada. Más se reparte en premios de la lotería en dos fines de semana. Más increíble aún es que estemos a fines de julio, y sea apenas ahora que las autoridades de Salud se dan cuenta de que tienen que hacer algo al respecto de esta epidemia que ha afectado ya a unas 9.000 personas en lo que va del año, cuando en todo el año pasado entero se enfermó esa misma cantidad de gente de dengue.
Ojo lo que dice La Nación al respecto:
Pero lo peor de todo es la caballada – ya nos tiene acostumbrados a ellas – con que salió el Presidente. Dice don Abel que es que “la gente bajó la guardia cuando sintió que la enfermedad estaba controlada”. En mi humilde opinión, la única gente que puede creer que una enfermedad que ataca a 9.000 personas en un año está controlada – cuando hace cuatro o cinco años se consideraba un fracaso si en número de casos anuales llegaba a 5.000 – son los ineptos que el Presidente tiene trabajando para él.
El segundo tema que vamos a comentar es el desastre con las becas para los estudiantes más pobres. La Nación de ayer nos informó que fue suspendido el giro de becas a 60.000 estudiantes pobres. La razón de la suspensión es un pleito de gatos entre la Tesorería Nacional y el Fondo Nacional de Becas (FONABE). Como si dejar a los 60.000 estudiantes más pobres del país sin sus exiguas becas no fuera desastre suficiente, la suspensión se da justo en julio, cuando los estudiantes regresan de sus vacaciones de medio período, que es tradicionalmente el momento de mayor deserción estudiantil de todo el ciclo lectivo. El año pasado 16.000 alumnos no regresaron a las aulas después de las vacaciones, y eso que el año pasado no suspendieron el giro de las becas.
Los “desertores” rara vez regresan a estudiar, con lo cual la suspensión de las becas puede condenar a miles de niños a una vida de ignorancia y pobreza extrema por dejarlos sin acceso a las oportunidades laborales bien remuneradas.
En La Suiza Centroamericana no tenemos los elementos suficientes para saber si este desmadre es culpa de la Tesorería, del FONABE, o de ambos. Lo que si sabemos es que el que esta disputa haya llegado al extremo de que la Tesorería haya dejado de girar fondos al FONABE es culpa de un Ministro y un Presidente que no tienen idea del trabajo que se supone deberían hacer, ni tampoco corazón.
Porque si es cierto lo que dice la Tesorería, en el sentido de que existen múltiples informes y pronunciamientos de la Contraloría y la Procuraduría exigiendo que los dineros de las becas ingresen a la caja única del Estado y no a un fideicomiso del FONABE, si esto es cierto y la directiva del FONABE reiteradamente se ha negado a cumplir con lo ordenado, entonces hace meses debieron de haber suspendido y reemplazado a esos directivos, y no haber dejado que la situación llegara al extremo de dejar a los niños más pobres sin sus becas.
Y si lo que dice la Tesorería no es cierto, y la decisión de no girar los recursos al FONABE obedece a alguna necedad fiscalista, entonces es hora de que caigan los jerarcas, no sólo de la Tesorería, sino también todos aquellos “superiores” que hayan avalado la decisión de la Tesorería.
En un país que se precie de decente, con la educación de los pobres no se juega. Hacerlo, es carecer de cabeza y de corazón, la peor combinación en un político.
La Nación de hoy nos informa que el Ministerio de Salud anda como loco viendo de donde saca 146 millones de colones para combatir el dengue. Es increíble que no puedan luchar contra una enfermedad por pinches 146 millones, que para efectos gubernamentales no son nada. Más se reparte en premios de la lotería en dos fines de semana. Más increíble aún es que estemos a fines de julio, y sea apenas ahora que las autoridades de Salud se dan cuenta de que tienen que hacer algo al respecto de esta epidemia que ha afectado ya a unas 9.000 personas en lo que va del año, cuando en todo el año pasado entero se enfermó esa misma cantidad de gente de dengue.
Ojo lo que dice La Nación al respecto:
“Sobre las causas del retroceso, la Ministra mencionó que hubo problemas internos, como la falta de dinero para viáticos del personal encargado del plan de combate del dengue, además de que se agotó el insecticida y solo recientemente lograron reponerlo.”Sabiendo que esta enfermedad ataca todos los años, y que todos lo años hay que fumigar y hacer campaña de prevención, ¿cómo puede la Ministra salir con semejante estupidez? ¿Dónde está la sensibilidad de las autoridades presupuestarias que niegan los recursos para los viáticos del personal encargado de una tarea tan delicada? ¿Y qué sanción le pusieron al encargado de proveeduría que permitió que el insecticida se acabara?
Pero lo peor de todo es la caballada – ya nos tiene acostumbrados a ellas – con que salió el Presidente. Dice don Abel que es que “la gente bajó la guardia cuando sintió que la enfermedad estaba controlada”. En mi humilde opinión, la única gente que puede creer que una enfermedad que ataca a 9.000 personas en un año está controlada – cuando hace cuatro o cinco años se consideraba un fracaso si en número de casos anuales llegaba a 5.000 – son los ineptos que el Presidente tiene trabajando para él.
El segundo tema que vamos a comentar es el desastre con las becas para los estudiantes más pobres. La Nación de ayer nos informó que fue suspendido el giro de becas a 60.000 estudiantes pobres. La razón de la suspensión es un pleito de gatos entre la Tesorería Nacional y el Fondo Nacional de Becas (FONABE). Como si dejar a los 60.000 estudiantes más pobres del país sin sus exiguas becas no fuera desastre suficiente, la suspensión se da justo en julio, cuando los estudiantes regresan de sus vacaciones de medio período, que es tradicionalmente el momento de mayor deserción estudiantil de todo el ciclo lectivo. El año pasado 16.000 alumnos no regresaron a las aulas después de las vacaciones, y eso que el año pasado no suspendieron el giro de las becas.
Los “desertores” rara vez regresan a estudiar, con lo cual la suspensión de las becas puede condenar a miles de niños a una vida de ignorancia y pobreza extrema por dejarlos sin acceso a las oportunidades laborales bien remuneradas.
En La Suiza Centroamericana no tenemos los elementos suficientes para saber si este desmadre es culpa de la Tesorería, del FONABE, o de ambos. Lo que si sabemos es que el que esta disputa haya llegado al extremo de que la Tesorería haya dejado de girar fondos al FONABE es culpa de un Ministro y un Presidente que no tienen idea del trabajo que se supone deberían hacer, ni tampoco corazón.
Porque si es cierto lo que dice la Tesorería, en el sentido de que existen múltiples informes y pronunciamientos de la Contraloría y la Procuraduría exigiendo que los dineros de las becas ingresen a la caja única del Estado y no a un fideicomiso del FONABE, si esto es cierto y la directiva del FONABE reiteradamente se ha negado a cumplir con lo ordenado, entonces hace meses debieron de haber suspendido y reemplazado a esos directivos, y no haber dejado que la situación llegara al extremo de dejar a los niños más pobres sin sus becas.
Y si lo que dice la Tesorería no es cierto, y la decisión de no girar los recursos al FONABE obedece a alguna necedad fiscalista, entonces es hora de que caigan los jerarcas, no sólo de la Tesorería, sino también todos aquellos “superiores” que hayan avalado la decisión de la Tesorería.
En un país que se precie de decente, con la educación de los pobres no se juega. Hacerlo, es carecer de cabeza y de corazón, la peor combinación en un político.
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