jueves, 14 de julio de 2005

La educación y la lógica

Uno de mis autores favoritos es Leonardo Garnier. Cuando se trata de temas económicos, usualmente nuestras opiniones difieren, y algunas veces difieren radicalmente. Pero da gusto leerlo y escucharlo, porque sus exposiciones son claras y coherentes, producto de un razonamiento lógico, fácil de seguir. Si la mayor parte de las veces no llegamos a idénticas conclusiones, es porque nuestros puntos de partida – las premisas que cada uno da como válidas – son diferentes.

Para una persona que disfruta del intercambio de ideas, es sabroso hacer el ejercicio intelectual de partir de premisas en las que uno no cree, y llegar a las mismas conclusiones que su interlocutor. Y eso es lo que me pasa cada vez que leo a, o discuto con, don Leonardo. Lamentablemente, muchas veces uno discute con personas que, por no entender o conocer los principios de la lógica clásica, no pueden justificar sus propias conclusiones porque ellas no tienen sustento en las premisas utilizadas. Este es un tema en el que Leonardo Garnier y Dean CóRnito coincidimos plenamente. Las siguientes palabras son un extracto de la columna Sub/versiones de don Leonardo, de hoy:
“...a la hora de razonar, no logran pasar de una mera sumatoria de argumentos, impresiones y datos inconexos y hasta contradictorios, de donde saltan a una conclusión que les parece razonable más por intuición o prejuicio que porque realmente tenga sustento.”
La columna trata, aunque con un enfoque distinto, sobre ese defecto de la educación costarricense que yo he comentado varias veces (ver por ejemplo El Plan B); el hecho de que no brinda al educando las herramientas necesarias para poder formar opinión propia, para ser analítico y crítico, y para hacer investigación independiente.

Pueden leer la columna – y les recomiendo hacerlo – en la página web de Leonardo Garnier, o alternativamente en La Nación de hoy.

3 comentarios:

  1. A mí también me encanta, pero comparto también su visión de la economía. O sea, no me peleo con Leo casi nunca.

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  2. Yo cuando lo Leo siento ese origullillo secreto de que aun quedan algunos.

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  3. Al César lo que es del César... aunque no siempre podamos estar de acuerdo.

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