Antenoche murieron 19 personas, entre asfixiadas y carbonizadas, en un incendio en los pisos 4 y 5 del Hospital Calderón Guardia. Para este momento, supongo que mis lectores conocen todos los detalles, como resultado de la amplia cobertura que le han dado todos los medios de comunicación nacionales a esta tragedia. Tres enfermeras que no salieron por quedarse ayudando a los pacientes; 16 pacientes, casi todos de la unidad de Neurocirugía, que no podían movilizarse por sus propios medios ni con la ayuda voluntariosa pero casual de quienes emprendían la huída.
Quisiera decir “una tragedia sin precedentes”, pero mentiría. No hace mucho, apenas en el año 2000, se quemó el Hogar de Ancianos de Tilarán, Guanacaste, donde murieron 18 viejitos. Las circunstancias fueron muy similares: carencia de planes de evacuación, salidas de emergencia inexistentes o inadecuadas, ausencia de infraestructura de detección temprana del fuego, inoperancia del sistema “fijo” de combate al fuego, construcciones con materiales altamente inflamables, etc.
Estoy seguro de que ninguna autoridad, ni del hospital ni de la CCSS ni del Ministerio de Salud, quiso que esto sucediera. Probablemente algunos incurrieron en negligencia, pero ese es un vocablo para que los abogados utilicen en el momento oportuno. Hoy, no se trata de buscar culpables. Se trata de honrar la memoria de estos 37 fallecidos.
Honrar la memoria de estas personas no es algo que se logre con misas, esquelas, indemnizaciones, ni lutos nacionales. Honrar su memoria se consigue aprendiendo las lecciones y poniendo el aprendizaje en práctica. Nuestra idiosincrasia nos lleva a buscar culpables. Tal vez sea necesario. Pero antes de que empiece la cacería de brujas, aseguremos el norte y no nos desviemos. Aprendamos las lecciones implícitas en esta tragedia y busquemos las soluciones que permitan evitar un evento similar en el futuro.
¡Qué triste que 18 viejitos tuvieran que morir, hace cinco años la próxima semana, para nada! ¡Qué lamentable que sus muertes no hubieran servido para salvar las vidas de los 19 de ayer! Honrar su memoria es tomar las medidas necesarias para evitar la próxima tragedia.
Yo espero que “las autoridades” pongan las barbas en remojo, tanto las del sector Salud como las del área económica. Esta no es una crítica al actual gobierno; los defectos del edificio de Hospital Calderón Guardia fueron advertidos por los bomberos desde 1995. Diez años, tres gobiernos diferentes, quién sabe cuántos Ministros de Salud, Presidentes Ejecutivos de la CCSS, Gerentes del Hospital, y nada se hizo. El llamado de atención es para “la clase política” en general. Insisto, tienen que ponerse a pensar en serio.
Yo, que he trabajado en el sector público, conozco las limitaciones presupuestarias de las instituciones. ¡Qué difícil ha de ser para un administrador bien intencionado de la Caja escoger entre usar el dinero para comprar nuevos equipos que van a salvar vidas desde el primer día, o usarlo para construir unas escaleras de emergencia y un sistema de detección del fuego que tal vez algún día, en una eventualidad, puedan salvar vidas! Esa es la realidad cotidiana de los administradores públicos. Lo triste es que nuestros políticos no han querido despertar a la realidad de que esa NO es la escogencia que deben de hacer. No es entre máquinas de hemodiálisis y escaleras de emergencia que hay que escoger. La verdadera escogencia es entre las actividades que es imperativo que el estado desarrolle, y aquellas en las que es mejor dejar que otros gasten el dinero para poder destinar el presupuesto público a lo verdaderamente esencial.
La Caja Costarricense del Seguro Social es una de esas instituciones que desarrollan una labor esencial del Estado, y por ende no debe de someterse a tanta limitación presupuestaria. Si es necesario construir un nuevo hospital en Liberia (para atender una eventual tragedia en el Aeropuerto Internacional), ampliar el de Coto Brus, remodelar el Calderón y el San Juan de Dios (que tiene partes construidas hace más de 100 años), reemplazar el chiquero de Heredia, y además hace falta equipo y personal para todos los hospitales, clínicas y EBAIS, entonces esas son inversiones que se deben de hacer, y se deben de hacer ya. No podemos permitir que se sigan dejando para cuando alcance el dinero, porque las necesidades siguen creciendo.
Por supuesto que los responsables del manejo fiscal me saldrán a decir que ellos no pueden permitir aumentar el déficit fiscal, y lo que yo propongo cuesta mucho dinero. Y por supuesto que tienen razón. Lo que pasa es que no hay que aumentar el déficit fiscal para hacerlo. Esa es la realidad a la que tienen que despertar. El estado tiene que deshacerse de actividades no esenciales que demandan un gasto público importante, de manera que ese gasto se pueda destinar a lo verdaderamente esencial.
¿Qué valor tienen esas 19 vidas perdidas ayer? ¿Cómo podemos tan siquiera empezar a ponerles precio? No podemos, y por eso tenemos que hacer lo que sea necesario para evitar la próxima tragedia. Costa Rica se lo debe a estas 37 víctimas y a sus familiares.
Quisiera decir “una tragedia sin precedentes”, pero mentiría. No hace mucho, apenas en el año 2000, se quemó el Hogar de Ancianos de Tilarán, Guanacaste, donde murieron 18 viejitos. Las circunstancias fueron muy similares: carencia de planes de evacuación, salidas de emergencia inexistentes o inadecuadas, ausencia de infraestructura de detección temprana del fuego, inoperancia del sistema “fijo” de combate al fuego, construcciones con materiales altamente inflamables, etc.
Estoy seguro de que ninguna autoridad, ni del hospital ni de la CCSS ni del Ministerio de Salud, quiso que esto sucediera. Probablemente algunos incurrieron en negligencia, pero ese es un vocablo para que los abogados utilicen en el momento oportuno. Hoy, no se trata de buscar culpables. Se trata de honrar la memoria de estos 37 fallecidos.
Honrar la memoria de estas personas no es algo que se logre con misas, esquelas, indemnizaciones, ni lutos nacionales. Honrar su memoria se consigue aprendiendo las lecciones y poniendo el aprendizaje en práctica. Nuestra idiosincrasia nos lleva a buscar culpables. Tal vez sea necesario. Pero antes de que empiece la cacería de brujas, aseguremos el norte y no nos desviemos. Aprendamos las lecciones implícitas en esta tragedia y busquemos las soluciones que permitan evitar un evento similar en el futuro.
¡Qué triste que 18 viejitos tuvieran que morir, hace cinco años la próxima semana, para nada! ¡Qué lamentable que sus muertes no hubieran servido para salvar las vidas de los 19 de ayer! Honrar su memoria es tomar las medidas necesarias para evitar la próxima tragedia.
Yo espero que “las autoridades” pongan las barbas en remojo, tanto las del sector Salud como las del área económica. Esta no es una crítica al actual gobierno; los defectos del edificio de Hospital Calderón Guardia fueron advertidos por los bomberos desde 1995. Diez años, tres gobiernos diferentes, quién sabe cuántos Ministros de Salud, Presidentes Ejecutivos de la CCSS, Gerentes del Hospital, y nada se hizo. El llamado de atención es para “la clase política” en general. Insisto, tienen que ponerse a pensar en serio.
Yo, que he trabajado en el sector público, conozco las limitaciones presupuestarias de las instituciones. ¡Qué difícil ha de ser para un administrador bien intencionado de la Caja escoger entre usar el dinero para comprar nuevos equipos que van a salvar vidas desde el primer día, o usarlo para construir unas escaleras de emergencia y un sistema de detección del fuego que tal vez algún día, en una eventualidad, puedan salvar vidas! Esa es la realidad cotidiana de los administradores públicos. Lo triste es que nuestros políticos no han querido despertar a la realidad de que esa NO es la escogencia que deben de hacer. No es entre máquinas de hemodiálisis y escaleras de emergencia que hay que escoger. La verdadera escogencia es entre las actividades que es imperativo que el estado desarrolle, y aquellas en las que es mejor dejar que otros gasten el dinero para poder destinar el presupuesto público a lo verdaderamente esencial.
La Caja Costarricense del Seguro Social es una de esas instituciones que desarrollan una labor esencial del Estado, y por ende no debe de someterse a tanta limitación presupuestaria. Si es necesario construir un nuevo hospital en Liberia (para atender una eventual tragedia en el Aeropuerto Internacional), ampliar el de Coto Brus, remodelar el Calderón y el San Juan de Dios (que tiene partes construidas hace más de 100 años), reemplazar el chiquero de Heredia, y además hace falta equipo y personal para todos los hospitales, clínicas y EBAIS, entonces esas son inversiones que se deben de hacer, y se deben de hacer ya. No podemos permitir que se sigan dejando para cuando alcance el dinero, porque las necesidades siguen creciendo.
Por supuesto que los responsables del manejo fiscal me saldrán a decir que ellos no pueden permitir aumentar el déficit fiscal, y lo que yo propongo cuesta mucho dinero. Y por supuesto que tienen razón. Lo que pasa es que no hay que aumentar el déficit fiscal para hacerlo. Esa es la realidad a la que tienen que despertar. El estado tiene que deshacerse de actividades no esenciales que demandan un gasto público importante, de manera que ese gasto se pueda destinar a lo verdaderamente esencial.
¿Qué valor tienen esas 19 vidas perdidas ayer? ¿Cómo podemos tan siquiera empezar a ponerles precio? No podemos, y por eso tenemos que hacer lo que sea necesario para evitar la próxima tragedia. Costa Rica se lo debe a estas 37 víctimas y a sus familiares.
Es tan cierto lo que escribes. . . hasta se me antoja que mandaras este blog a la nación para que se publique. La verdad, existen tantas cosas implícitas, y las vidas humanas no tienen precio. Conciencia... es lo único que me parece se puede hacer en estos casos, lástima que hay gente que no la tenga.
ResponderBorrarHay mucho en que meditar
Dean, podrías publicarlo si alguien da su nombre. De pronto sería bueno que se publique, sin perder tu anonimato, con una firma responsable o algo así.
ResponderBorrarMe halaga mucho que piensen así, K@ren y Sirena. En lo personal, no tengo ningún interés en publicar en La Nación, pero si alguien lo quiere hacer prestando su nombre, que se comunique conmigo y nos podemos poner de acuerdo (no pondría muchas condiciones jeje). En todo caso, no creo que lo de "firma responsable" funcione porque implicaría un campo pagado, y no creo que a nadie le sobre el millón y pico de colones que debe de valer una página en el periódico...
ResponderBorrarPues a mí me parece una buena idea lo de publicar este pequeño comentario. El problema con el Gobierno es que son burocráticos y desordenados, y por eso pasan estupideces como el préstamo Finlandés y la Fischel, y las malditas torres de Alcatel. EStamos hablando de cientos de millones de colones de los que no se había notado su desaparición hasta que se abrió la investigación!! Cuánta plata más no se estará perdiendo que puede servir para sacar adelante el sector de Salud? No es preocupante que en este momento ninguno de nosotros se puede enfermar porque en los hospitales más grandes ya no hay campo? Tantas actividades, ceremonias y demás "galas" en las que se invierte tanto dinero del Estado, pagos estruendosos para mantener "felices" a personalidades de política y a veces hasta farándula (qué pena) que vienen a visitar el país, el ICT pidiendo 300 000 dólares hace un tiempo para hacer su sitio de internet (porque el sitio cuesta 100 mil dólares... pero hay que hacer uno en inglés y otro en francés!)... fiesticas de negro, blanco, aniversarios de "malles" en los que se gasta horriblemente, incluso instituciones y empresas que están en manos de ticos y que deberían preocuparse por el país. Qué pena!
ResponderBorrar