Esa actitud en exceso medrosa, timorata, pusilánime de nuestro actual gobierno, que tanto hemos criticado desde estas páginas, es en realidad el reflejo – un tanto magnificado – de la mentalidad del costarricense, definida mentalidad como la cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una generación, etc. (Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima segunda edición). Los ticos somos, en general, demasiado conservadores y temerosos al cambio. Tan conservadores que no tomamos riesgos ni siquiera cuando son calculados, porque es mejor perder o apenas cumplir que hacer el intento de ganar. Y por ello caemos en la mediocridad, en las cosas hechas apenas para cumplir, y en casos extremos, en la inacción.
Tenemos un ejemplo clarísimo de esta mentalidad nacional en el desempeño de nuestra selección infantil de fútbol, esa que está participando actualmente en el Campeonato Mundial de Fútbol Sub-17 en Perú. Lo he dicho antes, y lo reafirmo ahora. Me encanta el fútbol, pero no soy un experto en la materia. Por eso, no voy a escribir sobre aspectos técnicos de la práctica del fútbol más allá de lo necesario para ilustrar o demostrar que nuestro problema no es técnico, sino de actitud. De la actitud pusilánime que el entrenador y su equipo han evidenciado en los dos partidos jugados hasta ahora.
En el primer partido, contra China, Costa Rica alineó con un único delantero en punta. La estrategia, confesada por el entrenador en alguna entrevista de radio que escuché, fue poblar la media cancha para no permitirle a China desarrollar su juego. Y con cuatro defensas y cinco mediocampistas, no hay duda de que la media cancha estuvo sobrepoblada. El planteamiento, excesivamente conservador al punto de la mediocridad (más sobre esto adelante), se podía justificar para los primeros 15 ó 20 minutos del partido, asumiendo que no conocíamos al rival (y en el nivel infantil, supongo que es muy difícil conseguir videos de los rivales), y que se quería hacer una lectura de su planteamiento y sus habilidades para luego poder desarrollar el juego propio de los costarricenses. El problema es que el timorato planteamiento táctico de la selección infantil se mantuvo incólume hasta el final. Y con un delantero único, no importa qué tan bueno o hábil sea, es virtualmente imposible superar una defensa rival compuesta por cuatro o cinco defensores y al menos un volante de contención, sobre todo cuando ese delantero único cumple la función de llanero solitario, sin el acompañamiento de los mediocampistas de su propio equipo.
A lo largo del partido, China no demostró tener un gran nivel. Nos quedamos con la sensación de que nuestra selección podía aspirar a más; de que si el planteamiento se hubiera modificado para agregarle agresividad a nuestro ataque, hubiéramos podido anotar más goles sin crear un riesgo excesivo para nuestra zona defensiva. Es decir, hubiéramos podido aspirar a ganar. Pero, como ya lo dije, el planteamiento fue tan conservador, que rayó en la más absoluta mediocridad. Nuestro único plan de juego fue no dejar jugar al rival, olvidándonos de jugar nuestro propio partido. Estoy seguro de que el entrenador de la selección infantil salió muy satisfecho: los muchachos cumplieron a cabalidad sus órdenes, nadie arriesgó nada, y no perdimos. Pero tampoco ganamos. En el fútbol, el equipo que gana un partido obtiene tres puntos, el que empata obtiene uno. En caso de un empate, el mediocre considera que ganó un punto; el de mentalidad ganadora se lamenta porque dejó escapar dos.
Lo bueno de los torneos de fútbol es que siempre hay posibilidad de rectificar en los siguientes partidos. O al menos eso esperábamos. Para el segundo partido, contra Ghana, salimos con un planteamiento más agresivo, al menos en el papel. Jugamos esta vez con dos delanteros. La estrategia, según los comentaristas de Canal 6, era sorprender a los de Ghana cuando ellos arriesgaban para irse al ataque. En otras palabras, Costa Rica jugó a ceder la iniciativa al rival (es decir, a dejarlo tener control del balón), con la intención de sorprenderlo con contragolpes veloces. Lamentablemente, las líneas de defensa y medio campo ticas jugaron tan atrás y tan pegadas (suponemos que por disposición del director técnico) que parecían un solo bloque defensivo. Y eso obligaba a nuestros delanteros a bajar hasta su propia mitad del campo a conseguir balones. Y, nuevamente, no importa qué tan buenos sean esos dos delanteros, cuando se enfrentan a una defensa compuesta por cuatro o cinco defensores y uno o dos volantes de contención, y eso lo hacen sin el apoyo de sus propios volantes que se encuentran demasiado abajo en labores defensivas, es imposible para ellos dos recorrer la totalidad del mediocampo rival para aproximarse al gol sin que les quiten la bola. Si China no demostró tener un gran nivel en el primer partido, Ghana demostró aún menos. Sin embargo, el planteamiento táctico de la selección infantil no fue modificado en todo el partido, y una vez más nos quedamos con un mediocre empate y la sensación de que el partido se pudo ganar.
Ahora, en el mejor estilo tico, todo quedó para el último partido. El pequeño problema es que nos toca enfrentar a Perú, el país anfitrión, que si bien tampoco anda muy bien en este campeonato, va a tener el estadio lleno de gente apoyando a su selección. Creo que de todos es sabido que nuestro futbolistas (inducidos por nuestros entrenadores) juegan siempre de manera conservadora cuando juegan en casa del rival. Entonces, ¿qué podemos esperar? Necesitamos salir a darlo todo en este último partido, porque perder es quedarse fuera del torneo. Pero vamos a jugar contra el anfitrión, condición en la que nuestros gurús recomiendan no jugar agresivamente. Lamentablemente para todos nosotros, si China le gana a Ghana y nosotros empatamos, clasificaríamos en segundo lugar del grupo. Digo que es lamentable, porque es un augurio de que saldremos a cuidar el empate en vez de buscar el triunfo, con la esperanza de que China haga lo que nosotros no hicimos. Y pasaríamos a la segunda ronda con 3 puntos de 9 disputados, un mediocre rendimiento del 33%.
Sabiendo desde el inicio cuál sería el calendario de juego y que nos tocaría cerrar la primera ronda contra el anfitrión, lo lógico hubiera sido poner el máximo empeño en ganar los primeros dos partidos (lo cual aseguraba la clasificación sin importar lo que pasara en la última fecha) y no dejar nada al azar. Pero esa estrategia no iba acorde con el conservadurismo mediocre que nos caracteriza. Lo más triste de todo esto es el daño que se hace a los jugadores jóvenes. No importa si pasamos a la segunda ronda del Mundial o no. El problema es que a estos muchachitos de apenas 17 años de edad, desde temprano les están inculcando el conformismo, la mediocridad, el no asumir riesgos ni siquiera en aras de ganar. Y eso los condena de por vida a ser jugadores de mentalidad mediocre. Por eso nuestros jugadores, con contadas excepciones, nunca triunfan en las ligas futboleras importantes. Al final de cuentas, no es lo mismo ser el mejor entre los mediocres (en el país de los ciegos, el tuerto es rey), que ser un mediocre entre los mejores. Y por eso, cuando nuestros mejores jugadores salen de Costa Rica terminan jugando en torneos mediocres como los de Qatar, Noruega, Chipre o Guatemala. Es una cuestión de actitud.
Tenemos un ejemplo clarísimo de esta mentalidad nacional en el desempeño de nuestra selección infantil de fútbol, esa que está participando actualmente en el Campeonato Mundial de Fútbol Sub-17 en Perú. Lo he dicho antes, y lo reafirmo ahora. Me encanta el fútbol, pero no soy un experto en la materia. Por eso, no voy a escribir sobre aspectos técnicos de la práctica del fútbol más allá de lo necesario para ilustrar o demostrar que nuestro problema no es técnico, sino de actitud. De la actitud pusilánime que el entrenador y su equipo han evidenciado en los dos partidos jugados hasta ahora.
En el primer partido, contra China, Costa Rica alineó con un único delantero en punta. La estrategia, confesada por el entrenador en alguna entrevista de radio que escuché, fue poblar la media cancha para no permitirle a China desarrollar su juego. Y con cuatro defensas y cinco mediocampistas, no hay duda de que la media cancha estuvo sobrepoblada. El planteamiento, excesivamente conservador al punto de la mediocridad (más sobre esto adelante), se podía justificar para los primeros 15 ó 20 minutos del partido, asumiendo que no conocíamos al rival (y en el nivel infantil, supongo que es muy difícil conseguir videos de los rivales), y que se quería hacer una lectura de su planteamiento y sus habilidades para luego poder desarrollar el juego propio de los costarricenses. El problema es que el timorato planteamiento táctico de la selección infantil se mantuvo incólume hasta el final. Y con un delantero único, no importa qué tan bueno o hábil sea, es virtualmente imposible superar una defensa rival compuesta por cuatro o cinco defensores y al menos un volante de contención, sobre todo cuando ese delantero único cumple la función de llanero solitario, sin el acompañamiento de los mediocampistas de su propio equipo.
A lo largo del partido, China no demostró tener un gran nivel. Nos quedamos con la sensación de que nuestra selección podía aspirar a más; de que si el planteamiento se hubiera modificado para agregarle agresividad a nuestro ataque, hubiéramos podido anotar más goles sin crear un riesgo excesivo para nuestra zona defensiva. Es decir, hubiéramos podido aspirar a ganar. Pero, como ya lo dije, el planteamiento fue tan conservador, que rayó en la más absoluta mediocridad. Nuestro único plan de juego fue no dejar jugar al rival, olvidándonos de jugar nuestro propio partido. Estoy seguro de que el entrenador de la selección infantil salió muy satisfecho: los muchachos cumplieron a cabalidad sus órdenes, nadie arriesgó nada, y no perdimos. Pero tampoco ganamos. En el fútbol, el equipo que gana un partido obtiene tres puntos, el que empata obtiene uno. En caso de un empate, el mediocre considera que ganó un punto; el de mentalidad ganadora se lamenta porque dejó escapar dos.
Lo bueno de los torneos de fútbol es que siempre hay posibilidad de rectificar en los siguientes partidos. O al menos eso esperábamos. Para el segundo partido, contra Ghana, salimos con un planteamiento más agresivo, al menos en el papel. Jugamos esta vez con dos delanteros. La estrategia, según los comentaristas de Canal 6, era sorprender a los de Ghana cuando ellos arriesgaban para irse al ataque. En otras palabras, Costa Rica jugó a ceder la iniciativa al rival (es decir, a dejarlo tener control del balón), con la intención de sorprenderlo con contragolpes veloces. Lamentablemente, las líneas de defensa y medio campo ticas jugaron tan atrás y tan pegadas (suponemos que por disposición del director técnico) que parecían un solo bloque defensivo. Y eso obligaba a nuestros delanteros a bajar hasta su propia mitad del campo a conseguir balones. Y, nuevamente, no importa qué tan buenos sean esos dos delanteros, cuando se enfrentan a una defensa compuesta por cuatro o cinco defensores y uno o dos volantes de contención, y eso lo hacen sin el apoyo de sus propios volantes que se encuentran demasiado abajo en labores defensivas, es imposible para ellos dos recorrer la totalidad del mediocampo rival para aproximarse al gol sin que les quiten la bola. Si China no demostró tener un gran nivel en el primer partido, Ghana demostró aún menos. Sin embargo, el planteamiento táctico de la selección infantil no fue modificado en todo el partido, y una vez más nos quedamos con un mediocre empate y la sensación de que el partido se pudo ganar.
Ahora, en el mejor estilo tico, todo quedó para el último partido. El pequeño problema es que nos toca enfrentar a Perú, el país anfitrión, que si bien tampoco anda muy bien en este campeonato, va a tener el estadio lleno de gente apoyando a su selección. Creo que de todos es sabido que nuestro futbolistas (inducidos por nuestros entrenadores) juegan siempre de manera conservadora cuando juegan en casa del rival. Entonces, ¿qué podemos esperar? Necesitamos salir a darlo todo en este último partido, porque perder es quedarse fuera del torneo. Pero vamos a jugar contra el anfitrión, condición en la que nuestros gurús recomiendan no jugar agresivamente. Lamentablemente para todos nosotros, si China le gana a Ghana y nosotros empatamos, clasificaríamos en segundo lugar del grupo. Digo que es lamentable, porque es un augurio de que saldremos a cuidar el empate en vez de buscar el triunfo, con la esperanza de que China haga lo que nosotros no hicimos. Y pasaríamos a la segunda ronda con 3 puntos de 9 disputados, un mediocre rendimiento del 33%.
Sabiendo desde el inicio cuál sería el calendario de juego y que nos tocaría cerrar la primera ronda contra el anfitrión, lo lógico hubiera sido poner el máximo empeño en ganar los primeros dos partidos (lo cual aseguraba la clasificación sin importar lo que pasara en la última fecha) y no dejar nada al azar. Pero esa estrategia no iba acorde con el conservadurismo mediocre que nos caracteriza. Lo más triste de todo esto es el daño que se hace a los jugadores jóvenes. No importa si pasamos a la segunda ronda del Mundial o no. El problema es que a estos muchachitos de apenas 17 años de edad, desde temprano les están inculcando el conformismo, la mediocridad, el no asumir riesgos ni siquiera en aras de ganar. Y eso los condena de por vida a ser jugadores de mentalidad mediocre. Por eso nuestros jugadores, con contadas excepciones, nunca triunfan en las ligas futboleras importantes. Al final de cuentas, no es lo mismo ser el mejor entre los mediocres (en el país de los ciegos, el tuerto es rey), que ser un mediocre entre los mejores. Y por eso, cuando nuestros mejores jugadores salen de Costa Rica terminan jugando en torneos mediocres como los de Qatar, Noruega, Chipre o Guatemala. Es una cuestión de actitud.
"Esperemos que se aclaren los nublados del día."
ResponderBorrarJinx!
PS: Lástima que la nota se trate fundamentalmente sobre f*****, hay cosas que valen tanto la pena a las cuales la introducción se podría aplicar, que da lástima ver gastados los bits & bytes en el sedativo ese. >:)
PPS: "¿Por qué nos hemos vuelto tan chambones!?" aplica.
Porqué se habló sobre este deporte? quizá porque el futbol es un retrato del accionar del pópulo; que todo el día piensa, habla y vive para eso (y el guaro).
ResponderBorrarEn dado caso nos retrata bien como sociedad. Damos pena con nuestra cultura del pobrecito, o poner la mano a "papi Estado", o bien pasar la papa caliente de mano en mano diciendo: "yono fui, a mi no me toca".
Saludos.
No sólo de pan vive el hombre, mis queridos amigos. Por eso, también se habla de fútbol. Pero no perdamos de vista el mensaje de fondo de este post: que por ese conservadurismo extremo del tico promedio, como sociedad caemos en la más absoluta mediocridad. Y eso se refleja en todos los ámbitos del quehacer nacional. Ni siquiera nuestras formas de diversión se salvan de ello.
ResponderBorrarSi, claro, también existen los tacos...
ResponderBorrarPero "la Sele" es taaaaaaaaaaaaaan mala.
Tan pero tan mala.
Y los equipos de "primera" son tan pendejos.
Da tántisima lástima ver la cantidad de recursos y neuronas que este país malgasta en 22 perras corriendo detrás de una bola...
México, clasificado.
EE.UU., clasificado.
¿Costa Rica? Todavía depende de sumar guabas y multiplicar chiripas. Hasta el último minuto (partido, como sea) improvisando, a la pura chambonada.
¿Técnico? ¿que'so? Ah, cierto, la cosa esa que se cambia cada tercer partido.
¿Disciplina? ¿con qué se come? No me creen, ¿ah? ¿Se acuerdan de nuestro técnico gringo? ¿se acuerdan como la piña de malcriados hicieron pucheros y berrinches hasta que lo hicieron sacado? ¿se acuerdan? Y por qué eso: porque Mr. S. quiso imponer una cosa radical: "aquí se hace lo que el técnico dice, no lo que el güila malcriado quiere"
Y para ponerle insulto encima de la injuria: Mario Segura.
Y ya que estamos en el área chica: ¿se han dado cuenta que Canal 7 dispara DOS HORAS DIARIAS en la mala palabra esa?
El f***** "profesional" no es un deporte, es un negocio. Y como si eso no fuese suficientemente malo, en este país es más efectivo que un mazaso en la jupa.
Denle una bola a una tropa de mocosos y yo voy y grito como un loco todo lo que Vds. quieran.
Creo que no puede haber mejor ejemplo para hablar de mediocridad que nuestro querido "deporte nacional", asi estamos seguros que TODOS entenderan a la perfeccion de lo que se esta hablando...
ResponderBorrarFlo, yo me voy a quejar con la gerencia de "La Suiza" porque, como yo si que de verdad no se "ni pito" de "jurbol" (ni me importa!), no entendí el mensaje!
ResponderBorrar;)
Ja, ja, ja!
ResponderBorrarBendito eres, Oscar, entre todos los "jurboladictos"... Como cuesta encontrar un hombre asi en estos tiempos!