Si me pidieran escribir un epitafio para la moribunda carrera política de don José Miguel Corrales, esto es lo que escribiría: Aquí yace quien siempre estuvo a favor de los que están en contra, y en contra de los que están a favor. Porque si algo ha sido don José Miguel al través de los años, es el político “anti”. Nunca, o casi nunca, ha sido propositivo; su protagonismo siempre se ha basado en asumir posiciones antagónicas. Lo hizo primero dentro del partido político que lo vio nacer, pero mientras la posibilidad de llegar a candidato se mantuvo viva, él se mantuvo fiel al PLN. Luego, como candidato presidencial de ese partido, fue el anticandidato. No quería ser Presidente, nada más quería evitar que Miguel Ángel Rodríguez lo fuera. Su campaña se basó en dos temas: que él no era Rodríguez, y que había que oponerse al “neoliberalismo”, término que estoy seguro el hombre no puede definir. Finalmente se dio cuenta que dentro del PLN se había convertido, en sus propios términos, en un cadáver político. Fue entonces que decidió salirse del PLN y pasarse a un partido nuevo, cualquiera, no importaba, siempre y cuando le permitieran ser el candidato “anti”. Porque su único objetivo político hoy por hoy es impedir que Oscar Arias alcance la Presidencia por segunda vez.
Aunque la campaña no ha empezado formalmente, todos los candidatos están trabajando – con mayores o menores recursos – en hacer llegar su mensaje a los votantes. Yo puedo citar supuestos planes o filosofías de prácticamente todos los candidatos presidenciales, excepto de José Miguel Corrales, que únicamente ha figurado por su llamado a formar una alianza o coalición de partidos minoritarios para enfrentar a Oscar Arias.
El partido que con tanto esfuerzo le creó y sirvió en bandeja de plata el diputado Humberto Arce, llamado Unión Patriótica, está hoy más convulso que el PUSC después de la famosa Asamblea del fantasma de Calderón. Y eso no es de extrañar, ya que con la llegada de José Miguel Corrales, la UP perdió su rumbo (si es que lo tuvo alguna vez), y convirtió en su raison d’être el darle una oportunidad más a Corrales de exhibir su exageradísima vanidad. Es decir, la UP pasó en apenas una pocas semanas el proceso que al PLN le tomó 40 años: el de pasar de partido político como lugar para el estudio de la realidad nacional y la propuesta de soluciones, a ser una mera máquina electoral sin norte ni principios que no sean aquellos que se derivan de la máxima de hacer lo que sea para atraer votos. Y por eso, nos reporta La Nación de hoy, la UP está sumida en una serie de batallas internas que tienen enfrentados a dirigentes y aspirantes a diputados y han llevado a diversas apelaciones a los procesos internos del partido.
Corrales no tiene, y nunca ha tenido, un “proyecto país”, algo que se asemeje a una plataforma ideológica o un plan de gobierno. Y como lo hemos visto con el actual Presidente, eso es muy peligroso. Lo dijimos unos párrafos arriba; Corrales no sabe lo que quiere para el país, sólo sabe lo que no quiere. Con esa plataforma ya llevó al PLN a una derrota electoral, y se apresta a enterrarse a si mismo y a la Unión Patriótica este próximo febrero. En su desesperación por impedir el triunfo de Oscar Arias y de paso agarrar algo de beneficio para sí (un buen puesto que le permita posponer cuatro años su obligado retiro), don José Miguel Corrales se ha dedicado a insistir en la necesidad de la alianza antes mencionada. El único candidato que le ha dado pelota en serio con esa idea es el pancista del ADN, don José Miguel Villalobos. De este otro José Miguel podemos decir que empezó, al igual que Corrales, en el PLN. Se distinguió como asesor de Corrales cuando se enfrentó a Figueres en la convención del PLN previa a las elecciones de 1994. Luego se distanció de Corrales, y para las elecciones de 1998 apareció como asesor de Miguel Ángel Rodríguez, quien generosamente lo nombró Asesor Presidencial una vez ganadas las elecciones. Hacia el final del gobierno de don Miguel Ángel, se empezó a distanciar del entonces Presidente para congraciarse con el candidato Abel Pacheco, quien en agradecimiento lo nombró ministro de algo. Eventualmente recibió el abrazo de Pacheco, con lo cual se fue a formar un nuevo partido, la Alianza Democrática Nacionalista, por el cual ahora es candidato presidencial. A Villalobos la coalición de minoritarios le sirve, al igual que a Corrales, porque es su única posibilidad de ganarse algún hueso. Y como no tiene convicciones políticas, sino que se arrima donde mejor caliente el sol, no le importa quien sea Presidente, con tal de poder figurar en algún puesto de gabinete.
Quien no le ha dado pelota a los José Migueles es el PAC, a pesar de que su candidato, Otón Solís, ha querido coquetear con ellos. Hace muy bien el directorio político de Acción Ciudadana en distanciarse de esta descabellada iniciativa, porque una alianza de partidos únicamente es buena cuando se hace en torno a objetivos programáticos compartidos. Una alianza que, tal como está propuesta reuniría desde los partidos de la izquierda tradicional hasta alguno por ahí de derechas, pasando por la izquierda democrática y quién sabe uno que otros menjunjes raros, no puede tener objetivos programáticos comunes. En otras palabras, sería una alianza con el único objetivo de oponerse a Oscar Arias. Y ese es un principio muy débil para una coalición. Es mejor para el PAC hacer el esfuerzo por su cuenta, y si no alcanza, convertirse en una digna segunda fuerza política. Y los oportunistas y pancistas, pues que se vayan a sus casas.
Aunque la campaña no ha empezado formalmente, todos los candidatos están trabajando – con mayores o menores recursos – en hacer llegar su mensaje a los votantes. Yo puedo citar supuestos planes o filosofías de prácticamente todos los candidatos presidenciales, excepto de José Miguel Corrales, que únicamente ha figurado por su llamado a formar una alianza o coalición de partidos minoritarios para enfrentar a Oscar Arias.
El partido que con tanto esfuerzo le creó y sirvió en bandeja de plata el diputado Humberto Arce, llamado Unión Patriótica, está hoy más convulso que el PUSC después de la famosa Asamblea del fantasma de Calderón. Y eso no es de extrañar, ya que con la llegada de José Miguel Corrales, la UP perdió su rumbo (si es que lo tuvo alguna vez), y convirtió en su raison d’être el darle una oportunidad más a Corrales de exhibir su exageradísima vanidad. Es decir, la UP pasó en apenas una pocas semanas el proceso que al PLN le tomó 40 años: el de pasar de partido político como lugar para el estudio de la realidad nacional y la propuesta de soluciones, a ser una mera máquina electoral sin norte ni principios que no sean aquellos que se derivan de la máxima de hacer lo que sea para atraer votos. Y por eso, nos reporta La Nación de hoy, la UP está sumida en una serie de batallas internas que tienen enfrentados a dirigentes y aspirantes a diputados y han llevado a diversas apelaciones a los procesos internos del partido.
Corrales no tiene, y nunca ha tenido, un “proyecto país”, algo que se asemeje a una plataforma ideológica o un plan de gobierno. Y como lo hemos visto con el actual Presidente, eso es muy peligroso. Lo dijimos unos párrafos arriba; Corrales no sabe lo que quiere para el país, sólo sabe lo que no quiere. Con esa plataforma ya llevó al PLN a una derrota electoral, y se apresta a enterrarse a si mismo y a la Unión Patriótica este próximo febrero. En su desesperación por impedir el triunfo de Oscar Arias y de paso agarrar algo de beneficio para sí (un buen puesto que le permita posponer cuatro años su obligado retiro), don José Miguel Corrales se ha dedicado a insistir en la necesidad de la alianza antes mencionada. El único candidato que le ha dado pelota en serio con esa idea es el pancista del ADN, don José Miguel Villalobos. De este otro José Miguel podemos decir que empezó, al igual que Corrales, en el PLN. Se distinguió como asesor de Corrales cuando se enfrentó a Figueres en la convención del PLN previa a las elecciones de 1994. Luego se distanció de Corrales, y para las elecciones de 1998 apareció como asesor de Miguel Ángel Rodríguez, quien generosamente lo nombró Asesor Presidencial una vez ganadas las elecciones. Hacia el final del gobierno de don Miguel Ángel, se empezó a distanciar del entonces Presidente para congraciarse con el candidato Abel Pacheco, quien en agradecimiento lo nombró ministro de algo. Eventualmente recibió el abrazo de Pacheco, con lo cual se fue a formar un nuevo partido, la Alianza Democrática Nacionalista, por el cual ahora es candidato presidencial. A Villalobos la coalición de minoritarios le sirve, al igual que a Corrales, porque es su única posibilidad de ganarse algún hueso. Y como no tiene convicciones políticas, sino que se arrima donde mejor caliente el sol, no le importa quien sea Presidente, con tal de poder figurar en algún puesto de gabinete.
Quien no le ha dado pelota a los José Migueles es el PAC, a pesar de que su candidato, Otón Solís, ha querido coquetear con ellos. Hace muy bien el directorio político de Acción Ciudadana en distanciarse de esta descabellada iniciativa, porque una alianza de partidos únicamente es buena cuando se hace en torno a objetivos programáticos compartidos. Una alianza que, tal como está propuesta reuniría desde los partidos de la izquierda tradicional hasta alguno por ahí de derechas, pasando por la izquierda democrática y quién sabe uno que otros menjunjes raros, no puede tener objetivos programáticos comunes. En otras palabras, sería una alianza con el único objetivo de oponerse a Oscar Arias. Y ese es un principio muy débil para una coalición. Es mejor para el PAC hacer el esfuerzo por su cuenta, y si no alcanza, convertirse en una digna segunda fuerza política. Y los oportunistas y pancistas, pues que se vayan a sus casas.
Pero cómo? Suave, suave, me perdí… Hasta donde yo entiendo, en este país y en estos tiempos, los políticos lo que persiguen es la mejor tajada del pastel y pegarse de la teta del gobierno (sacrosanta institución que alimenta a tantos y a tantos dignos y sabios hijos de la patria) por cuanto tiempo la teta aguante. Se sueltan y se vuelven a guindar, y así sucesivamente. Ya ni siquiera se preocupan por hacer una buena gestión, por lo menos para disimular y que la gente los vuelva a votar (esa última palabra debería ir con b). Y ahora con el descalabro de los partidos tradicionales, les ha dado por crear partidos y partidillos en un intento esperanzado pero totalmente alejado de la realidad (creo yo) de lograr lo que logró Solís en las pasadas elecciones. Que conste que no sé nada de política, pero me gusta meter la cuchara.
ResponderBorrarPregunta: A uno lo pueden pensionar por candidato veterano? Por que si sí, talvez eso sea lo que busca José M. “Guatuso” Corrales.
Suave... ¿decime cuál partido tiene un "proyecto país" (o "estrategia de desarrollo" como yo prefiero designarlo)? Y si contestás "el PAC" me muero de risa.
ResponderBorrarEl disco de Ottón está pegado en "ayudemos al agro". Y lo siento, ayudando al agro no se resuelve ni el problema de educación ni el de infraestructura ni el de inseguridad.
El "plan" del PAC llega hasta el año 2010, o agarrando mucho hasta el 2014. Y cualquier "plan" que busque resolver probemas sin mirar 50 años para adelante no vale la pena tomarlo en serio.
JD, mirá donde nos fuimos a encontrar...
JD: excelente pregunta con la que cerrás tu comentario. Creo que si me "comprás" la respuesta, nuestras diferencias en cuanto a la caracterización de Corrales se empezarán a disipar. No existe candidato que se crea eso de "porque el pueblo me lo pidió", ni siquiera uno tan iluso como Corrales. Él se fue a otro partido porque quería ser candidato, porque él se cree el non plus ultra, el único capaz de salvar a Costa Rica, y creía que con su tremendo carisma iba a jalar buena parte del electorado. Ahora se dio cuenta de que jala menos que una batería de 1.5V, y no quiere pegarse el color, por eso anda con el telele de la alianza. Mi predicción: en menos de tres semanas va a renunciar a la candidatura, porque la alianza no se va a dar y su ego no le permite pelarse el nance en las elecciones.
ResponderBorrarFlory: para una persona que no sabe "nada de política" pero le "gusta meter la cuchara", creo que has hecho un comentario MUY atinado. Y la respuesta a tu pregunta es, dichosamente, no. No se puede pensionar por candidato veterano...
Marcelo: bienvenido por estos rumbos. Coincido con vos plenamente; ningún partido tiene un plan de desarrollo como vos lo planteás. Por eso yo me limité a hablar de "proyecto país" como plan de gobierno, porque al menos hay algunos que, de ganar, tienen planes específicos y saben lo que llegarán a hacer. Todo, por supuesto, dentro del cortoplacismo que lamentablemente nos caracteriza, no dentro del marco de una estrategia de desarrollo de largo plazo.
Pero desarrollo a largo plazo es lo que ocupamos.
ResponderBorrarQuiero decir, acá no somos tontos -- aunque si uno ve los resultados de las elecciones lo parecemos :-) -- y somos perfectamente capaces de darnos cuenta, por nombrar una cosa, que el problema que tiene, digamos, Alemania con la inversión de la pirámide etarea nos va a tocar a nosotros también.
Ese es un problema que cuando nos toque trae otro problema consigo: el sistema de salud pública no se sostiene pues hay un montón de gente mayor usando el sistema y muy poca gente joven sosteniéndolo.
Lo cual a su vez trae otro problema: como el sistema no se sostiene, la atención que la población infantil recibe es o cara (y por tanto no es accesible a toda la población) o insuficiente.
Y uno puede desarrollar eso en forma arbitrariamente larga, y al final se da cuenta que los huecos de las calles no se pueden arreglar.
Pero si Alemania *tiene* este problema ahora, ¿cómo es que las calles en Alemania son *perfectas*? "Producción eficiente, distribución justa".
Y para eso se ocupa un plan de desarrollo integral y a largo plazo. Por supuesto que estoy sobresimplificando, pero la escencia anda por ahí.
Yo soy de los que conectan todo lo que acabo de escribir con "necesitamos una constituyente" (si, yo sé que suena igual que "necesitamos un supercono"). Durante un tiempo de hecho consideré seriamente ponerme a juntar firmas para pedir una constituyente (estrictamente se requiren del orden de 100 mil) pero el problema es que firmas o no firmas, eso require una ley que pase por la Asamblea Legislativa. Y al mentado Corrales le tienen desde hace años tal cosa estancada en "asuntos jurídicos". En "iniciativa popular" existe una forma de hacer que eso se mueva, pero no es fácil. Una constituyente es por supuesto una ruleta rusa: puede resultar cualquier cosa mejor o peor -- pero poquito a poco me convenzo que "otra cosa" es mejor que "esta cosa".