La siguiente afirmación fue escuchada hoy de boca del Dr. Alberto Sáenz, Presidente Ejecutivo de la Caja Costarricense del Seguro Social, en el programa Nuestra Voz de la periodista Amelia Rueda, en radio Monumental:
¡Que vivan las instituciones públicas que son propiedad de los costarricenses, NO las que son propiedad de los sindicatos!
El servicio de Cirugía Ambulatoria del Hospital San Juan de Dios se suspendió porque por presión de un sindicato de empleados se cedió el Área de Recuperación de Cirugía Ambulatoria para hacer un comedor para los funcionarios del hospital.O sea, que es más importante que los empleados del hospital tengan otro comedor (ya existen varios) a que los enfermos reciban el tratamiento que necesitan. Y después, cuando encuentren un nuevo lugar para poner la sala de recuperación de Cirugía Ambulatoria, habrá un atraso de varios meses lo cual se traduce en listas de espera de varios meses para los pacientes.
¡Que vivan las instituciones públicas que son propiedad de los costarricenses, NO las que son propiedad de los sindicatos!
Los sindicatos y el sector público en general es lo peor que le puede pasar al país.
ResponderBorrar¡Así nada más!
por socialista que parezca... siempre me han molestado los sindicatos cuyos fines no son para el bien de todos sino que se convierten en grupos de interés con los colmillos listos al ataque sin pensar en los resultados... :(
ResponderBorrarY lo peor es que ni pena le da. debería denunciar que nuestra salud está secuestrada por esos idiotas.
ResponderBorrarIncreible... detesto a los sindicalistas que pelean solo por pelear, sin detenerse a analizar si por lo que estan berreando siquiera tiene sentido. Dejan en mal a los que de verdad pelean por causas justas.
ResponderBorrarGuácala: un comedor en medio de tanta sangre y vísceras. Espero que al menos usen manteles sobre las camillas ahora desiertas.
ResponderBorrarEl problema no son los sindicatos per se, sino que en Costa Rica los sindicatos están secuestrados por un grupúsculo de pachucos chupasangres que únicamente se interesan por su propio bienestar y usan todos los recursos a su disposición para beneficio propio e impedir que las mayorías puedan imponerse en el debate político. Y, como bien lo dice Sole, parte del problema son los funcionarios públicos que no denuncian estas majaderías sindicales, ni se avergüenzan de ceder a sus presiones.
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