Costa Rica tiene una de las más altas incidencias en el mundo de enfermedades de las vías respiratorias y de cáncer gástrico. Hasta el momento, Dean CóRnito no ha leído un estudio que presente conclusiones definitivas del por qué de ambos fenómenos. Pero como alérgico y asmático, tiene unas cuantas ideas de las cosas que le disparan las alergias o le agravan los síntomas del asma. La contaminación del aire, y en particular la contaminación provocada por los vehículos, es una de ellas. Por supuesto, eventos fuera del control del ser humano – tales como humedad, presencia de polen, y cambios bruscos de temperatura – también afectan. Pero estos factores naturales son comunes a buena parte de los países tropicales, por lo que en aras de explicar la mayor incidencia de las enfermedades respiratorias debemos de buscar explicaciones en lo que nos diferencia de los otros países. Y por eso también es que a Dean CóRnito se le retuercen las tripas cada vez que escucha que el gobierno deja pasar la oportunidad de reducir las emisiones de contaminantes.
La Nación de hoy nos cuenta que desde hace unos tres años la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (ARESEP) propuso una serie de reglamentos que obligarían a RECOPE a reducir ciertas sustancias tóxicas presentes en los combustibles. Según el artículo mencionado, los decretos pretendían:
Como ARESEP es un ente descentralizado de la administración pública, no tiene potestad para promulgar decretos. Entonces, sus propuestas deben de ser canalizadas a través del Poder Ejecutivo. Lamentablemente – y no nos debería de sorprender a estas alturas – el fatal desgobierno que tendremos que aguantarnos durante 206 días más (según el kleverómetro de La Suiza Centroamericana) desechó la propuesta de la ARESEP. Las razones dadas por el Poder Ejecutivo son simple y llanamente estúpidas.
En primer lugar, RECOPE argumentó que esas reducciones sólo serían posibles después de una “segunda etapa” de modernización de la refinería. Dean CóRnito no recuerda los detalles de la primera etapa (que inició a mediados de la década pasada), pero si recuerda que costó mucho más de lo inicialmente estimado y, por supuesto, tardó muchísimo más tiempo que el presupuestado. Si el precio de mantener este monopolio estatal es seguir respirando cuanta porquería le quieran poner a la gasolina y al diesel, ya va siendo hora de eliminarlo. O, en el peor de los casos, de cerrar la maldita refinería y dedicarse a importar combustibles menos contaminantes. De por si, mientras la refinería estuvo en “remodelación”, todos los combustibles se importaban refinados, así que ya tenemos la experiencia de hacerlo. Sólo falta que a las futuras importaciones se les exija la ausencia o respeto de los topes de contaminantes.
Segundo, cuando la Reguladora General insistió ante la Vice Presidenta para que se diera seguimiento a la propuesta de la ARESEP, doña Lineth envió los reglamentos a “una comisión del Ministerio de Economía” (otra comisión más, por Dios santo). Esta “comisión” decidió que los reglamentos no eran necesarios porque “la regulación del combustible estaba incluida en la Unión Aduanera”, un tratado de integración aduanera centroamericana, y porque al ser un tratado “tiene mayor rango”. Aunque legalmente el tratado internacional es de mayor rango que los decretos, su existencia no impide que el país establezca regulaciones adicionales. El tratado aduanero establece algunas regulaciones consideradas mínimas aceptables, pero cada país tiene la libertad de exigir combustibles de mayor calidad. Máxime que ningún país centroamericano es productor de hidrocarburos, por lo cual ninguno se verá afectado de que los ticos decidamos ser más exigentes con los combustibles.
En tercer lugar, el Viceministro de la Presidencia esbozó el argumento de que la ARESEP no tiene competencia para regular los combustibles. Dean CóRnito no es abogado, y aparentemente ese criterio lo emitió la Procuraduría General, pero para beneficio de mis lectores haré dos cosas. Primero, les transcribiré un artículo de la Ley de ARESEP y otro del Reglamento a dicha ley, para que ustedes se formen su propia opinión:
De la Ley: Capítulo II (Objetivos fundamentales), Artículo 4º (Objetivos):
Del Reglamento: Artículo 4º (Objetivos):
La Nación de hoy nos cuenta que desde hace unos tres años la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (ARESEP) propuso una serie de reglamentos que obligarían a RECOPE a reducir ciertas sustancias tóxicas presentes en los combustibles. Según el artículo mencionado, los decretos pretendían:
- Poner un tope a la cantidad de benceno en la gasolina. El benceno es cancerígeno, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos. Se le asocia con la leucemia y el linfoma.
- Reducir la presencia de hidrocarburos aromáticos e hidrocarburos aromáticos policíclicos en el diesel. Se sospecha que estas sustancias son cancerígenas.
- Reducir la presencia de azufre en el diesel. Este mineral provoca enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
- Reducir la presencia de olefinas en el diesel. La combustión de las olefinas produce óxidos nitrosos, que provocan asma e infecciones respiratorias, y reducen la función pulmonar.
- Eliminar de la gasolina el metil terbutil éter (MTBE), usado para elevar el octanaje de la gasolina. El MTBE es un contaminante de las fuentes subterráneas de agua, y puede ser sustituido con alcohol. Lanzo una conjetura, pero si durante años hemos estado tomando agua con MTBE, tal vez eso explique los cánceres gástricos en nuestro país.
Como ARESEP es un ente descentralizado de la administración pública, no tiene potestad para promulgar decretos. Entonces, sus propuestas deben de ser canalizadas a través del Poder Ejecutivo. Lamentablemente – y no nos debería de sorprender a estas alturas – el fatal desgobierno que tendremos que aguantarnos durante 206 días más (según el kleverómetro de La Suiza Centroamericana) desechó la propuesta de la ARESEP. Las razones dadas por el Poder Ejecutivo son simple y llanamente estúpidas.
En primer lugar, RECOPE argumentó que esas reducciones sólo serían posibles después de una “segunda etapa” de modernización de la refinería. Dean CóRnito no recuerda los detalles de la primera etapa (que inició a mediados de la década pasada), pero si recuerda que costó mucho más de lo inicialmente estimado y, por supuesto, tardó muchísimo más tiempo que el presupuestado. Si el precio de mantener este monopolio estatal es seguir respirando cuanta porquería le quieran poner a la gasolina y al diesel, ya va siendo hora de eliminarlo. O, en el peor de los casos, de cerrar la maldita refinería y dedicarse a importar combustibles menos contaminantes. De por si, mientras la refinería estuvo en “remodelación”, todos los combustibles se importaban refinados, así que ya tenemos la experiencia de hacerlo. Sólo falta que a las futuras importaciones se les exija la ausencia o respeto de los topes de contaminantes.
Segundo, cuando la Reguladora General insistió ante la Vice Presidenta para que se diera seguimiento a la propuesta de la ARESEP, doña Lineth envió los reglamentos a “una comisión del Ministerio de Economía” (otra comisión más, por Dios santo). Esta “comisión” decidió que los reglamentos no eran necesarios porque “la regulación del combustible estaba incluida en la Unión Aduanera”, un tratado de integración aduanera centroamericana, y porque al ser un tratado “tiene mayor rango”. Aunque legalmente el tratado internacional es de mayor rango que los decretos, su existencia no impide que el país establezca regulaciones adicionales. El tratado aduanero establece algunas regulaciones consideradas mínimas aceptables, pero cada país tiene la libertad de exigir combustibles de mayor calidad. Máxime que ningún país centroamericano es productor de hidrocarburos, por lo cual ninguno se verá afectado de que los ticos decidamos ser más exigentes con los combustibles.
En tercer lugar, el Viceministro de la Presidencia esbozó el argumento de que la ARESEP no tiene competencia para regular los combustibles. Dean CóRnito no es abogado, y aparentemente ese criterio lo emitió la Procuraduría General, pero para beneficio de mis lectores haré dos cosas. Primero, les transcribiré un artículo de la Ley de ARESEP y otro del Reglamento a dicha ley, para que ustedes se formen su propia opinión:
De la Ley: Capítulo II (Objetivos fundamentales), Artículo 4º (Objetivos):
Son objetivos fundamentales de la Autoridad Reguladora:
a) ...
b) Procurar el equilibrio entre las necesidades de los usuarios y los intereses de los prestatarios de los servicios públicos.
c) ...
d) Formular y velar por que se cumplan los requisitos de calidad, cantidad, oportunidad, continuidad y confiabilidad necesarios para prestar en forma óptima, los servicios públicos sujetos a su autoridad.
e) Coadyuvar con los entes del Estado, competentes en la protección del ambiente, cuando se trate de la prestación de los servicios regulados o del otorgamiento de concesiones.
[…]
Del Reglamento: Artículo 4º (Objetivos):
La Autoridad Reguladora tiene como objetivos fundamentales:Dejaremos a los abogados la discusión de si ARESEP tiene potestades en el tema en cuestión. La segunda cosa que yo haré para beneficio del lector es agregar un comentario más: aún si la ARESEP no tiene potestades para regular los aspectos ambientales, de calidad y de interés de los usuarios en materia de combustibles, ¿no les parece que si la propuesta de ARESEP es buena, lo que el Poder Ejecutivo debió hacer es adaptar los reglamentos propuestos para que ellos asignen la responsabilidad a los entes competentes (suponemos que el MINAE, el MEIC y Salud), y promulgarlos para proteger el derecho constitucional que tenemos los ticos a un ambiente sano?
[...]
d) Formular los requisitos de calidad, cantidad, oportunidad, continuidad, confiabilidad y responsabilidad ambiental para la prestación de los servicios públicos y velar porque tales requisitos sean recogidos en los respectivos instrumentos jurídicos y observados por los prestatarios.
[...]
Yo no se que te diga Dean, solo que, cuando vivia en Guana, NUNCA padeci de ninguna enfermedad relacionada con las vias respiratorias. Todo fue que me viniera a vivir a San Jose... Nada como el aire puro!
ResponderBorrarBueno Dean, tenemos que tranqulizarnos, segun anonimo le toca tambiém a mis hijos tragarse todas las porquerías en el agua que provengan de los hidrocraburos...por lo demás un ejemplo más del entrabamiento burocratico...algun graduado de una universidad de garaje se lució dando la interpretación a la ley...y probablemnete tenga rango de experto en el departamento que lo tiene que tolerar...rogemos para que la pensión (quebrada por cierto) le llegue cuanto antes y no estorbe más...
ResponderBorrarHm. Creo que anónimo no toma en cuenta otra manera en la que los hidrocarburos llegan al manto acuífero: Gasolina chorreada en la calle. Llega lluvia. Lava gasolina a los caños. Caños caen en los ríos. Y ni mencionar el más común "voy a cambiarle el aceite, a la podadora, o el "chanfle, se me regó la gasolina de la motoguadaña"... casi siempre en lindos jardines manicurados en las orillas de alegres riachuelos.
ResponderBorrarY fijo que la contaminación en la gasolina afecta a TODOS, no solo a los que manejan. Si no que lo digan todos los respirantes de smog.
A los economistas siempre los critican porque hablan de modelos y no de realidades. Es mucho lo que podría decir sobre esa estúpida crítica, pero no viene al caso. Más bien, me voy a aprovechar de la retorcida lógica de esa crítica para contestarle a Corbarrde: Muy bonita la teoría de la dinámica geofísica, pero la realidad de los mantos acuíferos de Heredia (recientemente se descubrió que algunos de ellos están requetecontaminados de combustibles) demuestra que no le tomó al reguero de gasolina 20 años para llegar al acuifero subterráneo. Tal vez tenga razón Medea y no sólo la dinámica geofísica explica la contaminación del agua subterránea.
ResponderBorrarEn todo caso, Corbarrde, espero que tu conclusión no sea que como la contaminación va a tardar 20 años filtrándose, entonces no hay que hacer nada. Creo intuir de tu comentario que lo que quisiste fue simplemente corregirme en cuanto a mi teoría del cáncer gástrico, sin intención de decir lo que quienes leímos el comentario interpretamos. Como dicen Tugo y Bandido, no me tranquiliza para nada saber que serán mis hijos quienes paguen los platos rotos por nuestra generación.