jueves, 20 de octubre de 2005

Subdesarrollo 101

Si alguien anda buscando las razones por las cuales Costa Rica, con todas las condiciones que tiene, no logra salir del subdesarrollo, basta con prestar atención a las estupideces de los dirigentes de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE), uno de los principales sindicatos de maestros del país. Y como esta semana están de congreso, son muy pródigos con sus declaraciones públicas. El artículo de La Nación de hoy cubriendo la sesión de apertura del Congreso Anual de la ANDE es una mina de información que vale la pena digerir con cuidado. En estas manos está buena parte de la educación de la infancia y juventud costarricenses, el futuro de nuestro país.

Los principales temas de los que se ocupará el congreso serán: la eliminación de los 200 días de curso lectivo, la eliminación de las pruebas nacionales, y el TLC con Estados Unidos. Más que los exabruptos sindicales que podemos esperar con respecto a este último tema, me interesa analizar lo concerniente a los 200 días y las pruebas nacionales, y por supuesto, la posición de este gremio de supuestos educadores y su línea argumental. Porque es para llorar.

En otras ocasiones he sido harto claro al expresar mi opinión de que el problema de la educación es uno de calidad y no tanto de cantidad. De manera que todo cuanto diga en adelante al respecto de los 200 días lectivos lo hago en el entendido de que la calidad sigue siendo más importante que la cantidad. A quienes deseen conocer mi opinión sobre la calidad de la educación en Costa Rica, les sugiero leer mi post del 27 de mayo titulado El Plan B.

La excusa legal para la aplicación de los 200 días desde finales de la Administración Figueres Olsen es que fue un compromiso adquirido por el país mediante un convenio centroamericano. Independientemente de la excusa, la realidad es que en Costa Rica teníamos uno de los cursos lectivos más cortos del mundo, con el agravante de que el número de horas diarias de lecciones impartidas en nuestro país era inferior al promedio. De manera que la aplicación de los 200 días era necesaria y el cambio fue bienvenido. Analicemos con un poco de detenimiento qué significan 200 días de clases. Considerando una semana lectiva de 5 días, se trata de 40 semanas de clases “efectivas”. Por supuesto, hay que considerar los feriados, las vacaciones de medio período, y los días de congreso de los maestros. De manera que para alcanzar los 200 días de clases, el curso lectivo termina extendiéndose a unas 45 semanas (incluyendo las vacaciones de medio período).

El maestro trabaja más o menos 42 de esas 45 semanas al igual que cualquier otro mortal en este terruño nuestro (algunas semanas hay feriados, otras no). Además, se deben presentar a sus respectivos centros educativos unos días antes del inicio del curso lectivo, y deben de trabajar algunos días después de finalizado el ciclo (calificando exámenes finales, administrando exámenes de aplazados). Póngale, estimado lector, que en eso se le van otras tres semanas (y estamos siendo MUY generosos en el cálculo). Entonces, el maestro tiene un año laboral efectivo de 45 semanas. El común de los mortales denominados costarricenses tenemos un año laboral de 50 semanas (y dos de vacaciones), y muchos de nosotros además tenemos semanas laborales de 6 días. De manera que los maestros trabajan 45 semanas de cinco días, mientras que los demás ticos trabajamos 50 semanas de 5 ó 6 días. ¿A qué viene este cálculo? A que lo que viene a continuación son palabras textuales del Sr. José Antonio Barquero, Presidente de ANDE:
“Esa bendita política de los 200 días de clases nos tiene enfermos. ¿Cuáles son los logros? Los educadores preferimos perder el pago adicional que se da por trabajar esta cantidad de días y mejorar nuestra salud”.
He de suponer que los maestros están enfermos de trabajar “tanto”. Por eso era relevante el cálculo de cuánto trabajan.

Quizá lo más grave de las declaraciones de este supuesto maestro es su opinión de que “si los demás países centroamericanos no están cumpliendo con el Convenio que exige la jornada de 200 días, Costa Rica tampoco debería hacerlo”. Ojo al Cristo: como países como Guatemala y Nicaragua no cumplen con los 200 días, nosotros tampoco deberíamos. Claro, porque nuestro objetivo en materia de educación debería de ser asemejarnos en lo posible a esos países. La próxima vez que el Ministerio de Educación formule una estrategia educativa, deberá ponerse la meta de alcanzar el nivel de escolaridad primaria de Nicaragua (79.4% en 1999), el de escolaridad secundaria de Guatemala (29.6% en el 2002), el de alfabetización femenina adulta de Guatemala (62.5% en el 2002), y el de alfabetización masculina adulta de Nicaragua (66.2% en el 2000).

Si ustedes creen que un pseudo-educador no puede ser más irresponsable (o llanamente imbécil), se equivocan, mis estimados lectores. Con respecto al tema de las pruebas nacionales (de sexto, noveno y bachillerato), el ilustre Presidente de ANDE considera que deben de ser eliminadas por cuanto
“a la fecha se desconoce de esfuerzos concretos, técnicos y sistemáticos que aseguren las mejoras cualitativas del estudiantado”.
La denuncia de que no se ha hecho nada con los resultados de los exámenes para mejorar la calidad de la educación es válida y muy seria. Pero jamás es esa razón para abandonar los exámenes. Un dirigente gremial responsable – y conste que no recordamos la última vez que en Costa Rica se usó ese adjetivo para describir a un líder sindical de los educadores – hubiera denunciado el desperdicio de recursos y hubiera exigido que el Ministerio de Educación se abocara de manera inmediata a resolver este problema. Pero eso, por supuesto, era demasiado esperar de un irresponsable como este señor Barquero.

En La Suiza Centroamericana creemos que al Sr. Barquero no le sirve que exista un instrumento estandarizado de medición del rendimiento estudiantil, porque permite descubrir el daño que otros como él hacen al estudiantado. Confiamos en que la mayoría de los maestros no son ni remotamente tan irresponsables, y que no apoyan las animaladas de este señor. Esperaríamos que, por su dignidad, así se lo hicieran saber a la sociedad costarricense.

4 comentarios:

  1. y esos son los encargados de guiar a nuestro "ejército" de estudiantes...

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  2. Ay si yo les contara la de experiencias que tengo yo con los "educadores" que llegan a mi santo lugar de laburo, se caen de espaldas. Mil veces me pregunte: "En manos de personas que piensan, hablan y actuan asi esta la educacion de este pais?" y preferi dejar la respuesta en puntos suspensivos.

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  3. Siendo hijo de padres educadores de primaria tengo la certeza de decirte que te equivocas en el calculo de horas laboradas amigo Dean...

    Te faltó contar las horas extra diarias que cada maestro debe gastar preparando planeamientos de actividades para presentar a sus respectivos supervisores, además de revisión de examenes, prácticas, tareas y demás por cada alumno de cada grupo que tenga asignado.

    Finalmente te digo que no, el maestro NO trabaja al igual que cualquier otro mortal en este terruño nuestro... Yo tengo dos años de haberme graduado y gano mucho más que mis papás que tienen ambos más de 20 años en Educación...

    No digo que estoy de acuerdo en eliminar los 200 dias lectivos, o en eliminar los examenes, de hecho no estoy del todo de acuerdo con la segunda... Pero si te equivocaste en tus cálculos, los educadores - a diferencia de la gran mayoria de trabajadores mortales - DEBEN llevarse el trabajo a su casa y seguirlo ahi...

    Saludos

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  4. Allan (ndrtkr), te agradezco la aclaración. No pretendía tildar a los maestros de vagos, pero si quería hacer ver que es probablemente la única profesión cuyos practicantes tienen 7 o más semanas de vacaciones al año. Existen además otras profesiones muy sacrificadas, algunas en las que también la gente se lleva el trabajo a la casa y otras, como la medicina, donde en vez de llevar trabajo a la casa, el profesional va al trabajo a la hora que sea y por las horas que sea.

    Siendo hijo de médico que trabajó su vida entera en un hospital de la CCSS, recuerdo que durante al menos mis primeros 10-12 años de vida era rara la ocasión en que mi papá estaba en la casa cuando yo me iba a dormir, e igualmente rara la ocasión en que estaba en la casa cuando yo me despertaba a las 6 de la mañana para ir a la escuela a las 7. Guardias de dos o tres días seguidos, y disponibilidad las 24 horas los demás días eran sólo algunas de las características de su trabajo. ¿Vacaciones? Dos semanas al año, como el común de los mortales.

    Y cuando yo me gradué de la U, un año después estaba ganando más que mi papá, que llevaba casi 25 años como médico de la CCSS.

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