Ya cansamos con el cuento, pero no desmayamos en nuestra misión de denunciar la impavidez del actual gobierno de Costa Rica que nos está llevando a la ruina. Lo hemos dicho en muchas otras ocasiones: a este gobierno no le interesa resolver los problemas del país, y no le importan los pobres. La de hoy es una muestra más, pero de las más preocupantes porque involucra a la educación.
La mejor fórmula para sacar a la gente de la pobreza es brindarles una educación de calidad. Así lo previeron nuestros antepasados, que desde el siglo XIX ya habían decretado la obligatoriedad y gratuidad de la educación primaria en Costa Rica. Igualmente lo vieron los líderes que tuvo Costa Rica en el siglo XX, cuando se extendió la obligatoriedad hasta el noveno año, y la gratuidad para la totalidad de la educación secundaria. Aunque la calidad de la educación pública hoy en día dista mucho de ser de primera, al menos hay que reconocer que los últimos gobiernos venían haciendo esfuerzos por mejorar e incrementar la infraestructura educativa, y por aumentar la matriculación y la retención de estudiantes en el marco de la educación formal. Sobre el tema de la educación hemos hablado extensamente en un anterior artículo, El Plan B.
Tristemente, La Nación de hoy nos informa que el Ministro de Educación estima en 2,500 el faltante de aulas en el país, y que este año no se va a construir ninguna. Dice La Nación textualmente:
Alguien que por favor me explique esto. Por lo general, no hay dinero cuando no se presupuesta, o cuando ya se gastó. ¿Cómo es que el dinero se presupuestó, no se ha usado, y ya no existe? La explicación, estimado lector, reside en la impresionante miopía del actual gobierno.
Suponemos que el Ministerio de Hacienda no está girando los recursos, y nadie en el gobierno se da cuenta de que con esta decisión, se está destinando a la miseria a toda una generación. ¿Creen que me excedo en dramatismo? Piénsenlo bien. Cuando un niño tiene que caminar dos horas y cruzar un río para llegar a la escuela, y en esa escuela no hay aulas ni pupitres suficientes, ese niño que desde las 4 de la mañana inicia su jornada nada más que para llegar a la escuela y quedarse de pie todo el santo día tomando apuntes, ese niño no va a volver a la escuela. Y así como él, son miles los niños y niñas que abandonan los estudios cada año, para nunca jamás reincorporarse. Son muchos los factores que inciden en la deserción estudiantil, algunos que se salen del control del gobierno mismo. Pero cuando una familia hace un esfuerzo enorme por educar a sus hijos, y el gobierno les falla al no brindarles la infraestructura adecuada para recibir una educación que de por si es mediocre, esa es una tragedia que no tenía que suceder. Porque, insisto, una vez que esos niños abandonan los estudios, muy difícilmente regresarán.
Desde hace unos días alguien desde Casa Presidencial está monitoreando La Suiza Centroamericana. Esperamos que le pasen el recado al señor Presidente, para ver si al menos ataja este penal, en vez de aconsejarle que salga con alguna chota medianamente graciosa pero completamente irresponsable en su próxima conferencia de prensa. Y para que no pierdan mucho tiempo hurgando en nuestros archivos tratando de determinar qué es lo que pensamos en La Suiza Centroamericana de su maravilloso gobierno (o si nuestros contenidos son subversivos), les recomendamos leer las siguientes joyitas literarias: Popurrí de abeladas, Prohíben comentarios denigrantes, No andábamos tan perdidos, Por la boca muere el pez, Pobrecitos los pobres, Abel no está en nada, Definitivamente nos están mintiendo, Junta de notables, e Informe Presidencial durará 45 minutos. Una vez que se sientan más ubicaditos, siéntanse en libertad de navegar por este sitio a su antojo, que tal vez aprendan algo útil.
La mejor fórmula para sacar a la gente de la pobreza es brindarles una educación de calidad. Así lo previeron nuestros antepasados, que desde el siglo XIX ya habían decretado la obligatoriedad y gratuidad de la educación primaria en Costa Rica. Igualmente lo vieron los líderes que tuvo Costa Rica en el siglo XX, cuando se extendió la obligatoriedad hasta el noveno año, y la gratuidad para la totalidad de la educación secundaria. Aunque la calidad de la educación pública hoy en día dista mucho de ser de primera, al menos hay que reconocer que los últimos gobiernos venían haciendo esfuerzos por mejorar e incrementar la infraestructura educativa, y por aumentar la matriculación y la retención de estudiantes en el marco de la educación formal. Sobre el tema de la educación hemos hablado extensamente en un anterior artículo, El Plan B.
Tristemente, La Nación de hoy nos informa que el Ministro de Educación estima en 2,500 el faltante de aulas en el país, y que este año no se va a construir ninguna. Dice La Nación textualmente:
“Se suponía que este año se construirían 1.000 obras, pero los recursos presupuestados – ¢6.000 millones – no se podrán utilizar porque no hay dinero.”
Alguien que por favor me explique esto. Por lo general, no hay dinero cuando no se presupuesta, o cuando ya se gastó. ¿Cómo es que el dinero se presupuestó, no se ha usado, y ya no existe? La explicación, estimado lector, reside en la impresionante miopía del actual gobierno.
Suponemos que el Ministerio de Hacienda no está girando los recursos, y nadie en el gobierno se da cuenta de que con esta decisión, se está destinando a la miseria a toda una generación. ¿Creen que me excedo en dramatismo? Piénsenlo bien. Cuando un niño tiene que caminar dos horas y cruzar un río para llegar a la escuela, y en esa escuela no hay aulas ni pupitres suficientes, ese niño que desde las 4 de la mañana inicia su jornada nada más que para llegar a la escuela y quedarse de pie todo el santo día tomando apuntes, ese niño no va a volver a la escuela. Y así como él, son miles los niños y niñas que abandonan los estudios cada año, para nunca jamás reincorporarse. Son muchos los factores que inciden en la deserción estudiantil, algunos que se salen del control del gobierno mismo. Pero cuando una familia hace un esfuerzo enorme por educar a sus hijos, y el gobierno les falla al no brindarles la infraestructura adecuada para recibir una educación que de por si es mediocre, esa es una tragedia que no tenía que suceder. Porque, insisto, una vez que esos niños abandonan los estudios, muy difícilmente regresarán.
Desde hace unos días alguien desde Casa Presidencial está monitoreando La Suiza Centroamericana. Esperamos que le pasen el recado al señor Presidente, para ver si al menos ataja este penal, en vez de aconsejarle que salga con alguna chota medianamente graciosa pero completamente irresponsable en su próxima conferencia de prensa. Y para que no pierdan mucho tiempo hurgando en nuestros archivos tratando de determinar qué es lo que pensamos en La Suiza Centroamericana de su maravilloso gobierno (o si nuestros contenidos son subversivos), les recomendamos leer las siguientes joyitas literarias: Popurrí de abeladas, Prohíben comentarios denigrantes, No andábamos tan perdidos, Por la boca muere el pez, Pobrecitos los pobres, Abel no está en nada, Definitivamente nos están mintiendo, Junta de notables, e Informe Presidencial durará 45 minutos. Una vez que se sientan más ubicaditos, siéntanse en libertad de navegar por este sitio a su antojo, que tal vez aprendan algo útil.
¿Y cómo supiste Dean? Espero que no vayan a contratar a la CIA para descubrir tu identidad.
ResponderBorrarEs muy fácil, Sirena, preguntale a cualquiera que sepa un poquito de redes y demás especies.
ResponderBorrarEn todo caso, no creo que necesiten a la CIA, la DIS ya me debe de tener identificado...
Yo creo que ya la cosa se descaró, porque ya sabe que puede hacer lo que le de la gana que la gente no hace nada para demostrar que está inconforme o que se da cuenta de sus incongruencias. En definitiva, cada pueblo tiene el gobierno al que se le parece.
ResponderBorrarLa DISque inteligencia de este país... ¡hace tiempo que estamos ininteligibles!!! Y bueno, que lean y si no les gusta, que se vayan.
ResponderBorrarLo mismo digo yo, pero como que les ha gustado porque han seguido visitándonos. Y yo, tan modosito como siempre, muy halagado.
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