En los últimos días había sentido una cierta escasez de noticias interesantes para comentar. Pero los periódicos de ayer y hoy vienen cargados de noticias de las que me gusta analizar, de manera que haré una serie de comentarios “cortos” de varios temas diferentes.
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Tanta es la necesidad de Abel Pacheco de hablar caballadas, que no se pudo aguantar las tres semanas que le restan a una tregua firmada por él mismo con el Presidente de Nicaragua para tratar de buscar una solución negociada al conflicto fronterizo. Según la Cancillería, todavía era posible encontrar la solución, pero el Presidente con sus declaraciones se acaba de asegurar de que eso no suceda. Dice el Presidente que ahora enviará el asunto a algún organismo internacional para que lo resuelvan en arbitraje. Yo creo que más bien lo que va a hacer es dejarle el churuco al próximo gobierno.
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La Ley de Concesiones de nuestro país permite que la empresa privada tome la iniciativa de proponer hacer obras por concesión. Una empresa colombiana presentó un plan para arreglar y ampliar la carretera a Limón (la más peligrosa del país y, a la vez, la más importante para la economía nacional). El CONAVI rechazó la propuesta argumentando una serie de excusas que se pueden resumir de la siguiente manera: los empresarios no fueron capaces de leer la mente de los burócratas que, ni juegan ni prestan la bola. Es decir, el plan presentado por la empresa en cuestión no es idéntico a lo que esos burócratas hubieran querido, pero esos burócratas no han cumplido con su deber de iniciar un proceso licitatorio para mejorar esa vía tan importante, lo que hubiera permitido al público (y a las empresas potencialmente oferentes) conocer qué es lo tienen en mente. Como lo tituló La Nación, esta es otra obra más que quedará para el próximo gobierno.
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Los funcionarios públicos se pueden meter en problemas de cuatro formas diferentes. En primer lugar, están los que no hacen nada, aunque en la realidad, el incumplimiento de deberes casi nunca es castigado. Segundo, están los corruptos, que no necesitan explicación. En tercer lugar están los que hacen las cosas como creen que deben de hacerse, contra viento y marea y a pesar de la indolencia típica del sector público. Estos se meten en problemas porque al actuar, invariablemente afectan los intereses creados de los defensores del “status quo”. Por último, tenemos aquellos que se meten en problemas por bocones, es decir, por hablar más de la cuenta y sin conectar la lengua al cerebro. Entre estos, tenemos a los verdaderamente brutos, y a los vanidosos que creen que es importante figurar, aunque la noticia sea mala. Suponemos que el Ministro de Hacienda debe de ser de estos últimos. Sino, ¿cómo explicar sus geniales declaraciones al Semanario Universidad ("La gran ventaja de este Gobierno es el problema que tuvo por los temas de corrupción. Entonces, (el PUSC) no tiene una posibilidad real de reelección (...). Es una coyuntura maravillosa para Costa Rica porque yo creo que es la primera vez en la historia en la que el partido en el poder no tiene la menor posibilidad de ganar la elección")? No es que lo dicho no sea cierto, es que por dignidad un Ministro debe de abstenerse de echar sal en las heridas del partid(ito/illo/ucho) que lo tiene en tal puesto.
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Y los diputados del PUSC, ni lerdos ni perezosos, le están pasando la factura. Ahora exigen la renuncia de don Federico Carrillo para acelerar el trámite del Plan Fiscal. Ojalá no lo renuncien, y que tampoco aceleren el trámite. Ta vez de algo sirvan las boconadas del Ministro.
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Por otro lado, el gobierno anuncia la reactivación del ferrocarril (plan que hemos apaudido), el Ministerio de Obras Públicas pide una asignación presupuestaria para el mantenimiento de las ferrovías, y el Ministro Carrillo se hace el chancho al enviar el Presupuesto Extraordinario a la Asamblea Legislativa. ¿Tan rápido se van a pasear en la excelente iniciativa de don Miguel Carabaguíaz? Y el Presidente, ¿no se da cuenta? Ah, no, como lo dijo Jorge Guardia ayer, el Presidente adelantó el calendario hasta el 8 de mayo del 2006, y ahí se quedó.
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La reputación de la democracia costarricense está en entredicho. Los ciudadanos hemos perdido la fe en los políticos. Finalmente una iniciativa pretende – tímidamente – darnos un poco más de control sobre quién pueda llegar a calentar curules legislativas, pero los diputados la han desechado. Por supuesto. Si no fuera por el sistema actual de listas cerradas (el elector vota por una lista de diputados de un partido, sin poder escoger quién de esa lista va a llegar a la Asamblea), la mayoría de estos rumiantes no habrían llegado adonde están. Con el voto preferente, si bien seguimos conminados a votar por una lista cerrada, podríamos al menos escoger dentro de ella al candidato que quisiéramos poner en primer lugar. Al menos –reconozcamos lo bueno – los mismos diputados que rechazaron el voto preferente acordaron reducir la deuda política del 0.19% del PIB al 0.10% del PIB. En dinero contante y sonante, esa reducción representa aproximadamente unos 7.000 millones de colones.
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Otra víctima más de la modorra gubernamental es el Aeropuerto Juan Santamaría. En La Suiza Centroamericana no conocemos el famoso adendum, pero sabemos que la misma Contraloría ha reconocido que el contrato de Alterra no tiene “equilibrio financiero” y eso es lo que el adendum pretende subsanar. Un par de diputaditos retrógradas son suficientes para asustar a los funcionarios públicos, que con toda la razón prefieren que de ellos se diga “aquí corrió” y no “aquí murió”. Esa es la explicación de la renuncia en masa de miembros de Aviación Civil la semana pasada. Lo mismo sucedió durante la administración pasada. Y mientras tanto, el aeropuerto está colapsado, las obras de ampliación están varadas, y con el crecimiento del turismo, la próxima temporada alta promete causar un descalabro. Téngalo por seguro, estimado lector, que la solución a este conflicto también quedará para un próximo gobierno.
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Treinta y ocho diputados, dos terceras partes de la caballeriza, pidieron al Presidente que envíe el TLC a la Asamblea, órgano que por mandato constitucional tiene la potestad de discutirlo y aprobarlo o rechazarlo. Estoy seguro que el Presidente no hará nada al respecto. Es más, cuando la Comisión de Notables le entregue su informe a don Abel, seguramente nombrará otra junta de notables para que lea el informe y se lo expliquen en cristiano. Otro asunto más que quedará para el próximo gobierno.
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Diosito, ¿en qué momento fuimos a elegir gente tan insensata, insensible e incompetente?