El cierre del ferrocarril durante la administración Figueres Olsen fue un grave error. Si bien su operación dejaba pérdidas, en ocasiones el beneficio social de una actividad supera con creces su costo, y este era un ejemplo de ello. La decisión fue doblemente mala: aunque se suspendió la operación de los ferrocarriles, se mantuvo abierto el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (INCOFER), con sus más de 300 empleados en planilla. Durante nueve años, los costarricenses hemos estado pagando los salarios y otros gastos de una institución cuya raison d’être es operar ferrocarriles, sin que lo haga.
Con el cierre del ferrocarril se multiplicó el número de furgones transitando en las carreteras del país, transportando toneladas y toneladas de bienes que se importan o exportan a través de nuestros principales puertos. La congestión en las carreteras ha crecido de manera importante, y su deterioro se ha acelerado por la mayor frecuencia con que las transitan estos gigantes de gran peso. Quien haya tenido que subir de Barranca a San Ramón o de Orotina a La Garita detrás de un trailer que circula a 20 kph sabrá bien de lo que hablo.
De manera que nos alegra mucho el anuncio que hace hoy el nuevo Presidente Ejecutivo del INCOFER de que los ferrocarriles empezarán a operar parcialmente a partir del próximo mes. Si bien no se propone reanudar el transporte de carga desde los puertos, en La Suiza Centroamericana esperamos que lo anunciado hoy sea tan sólo el inicio de un proyecto más ambicioso, y no simple flor de un día.
El plan anunciado es la operación de un ferrocarril de pasajeros entre Pavas y San Pedro de Montes de Oca, ambas en la periferia de San José. Inicialmente este servicio funcionará únicamente durante las horas pico, y las decisiones posteriores dependerán de la respuesta del público. Esta ruta abrirá una nueva alternativa para cruzar la ciudad de San José de este a oeste (y viceversa), y podría contribuir a reducir significativamente el número de vehículos que ingresan al casco central de la ciudad, con las consecuentes disminuciones de congestión y consumo de combustibles.
Para que esta ruta funcione, no basta con echarla a andar, y esperamos que las autoridades de INCOFER le hayan dedicado algo de pensamiento al asunto. Si el ferrocarril únicamente va a desplazar usuarios de transporte público de una modalidad a otra (de autobús a tren), las ganancias serán mínimas, y la oposición de los autobuseros con sus intereses creados y su inmensa influencia en el MOPT podría rápidamente descarrilar esta nueva iniciativa. Para que el experimento valga, debe el tren de captar usuarios de transporte privado. Un autobús lleno traslada más o menos la misma cantidad de gente que 40 carros particulares. Sacar 40 carros de circulación en hora pico tiene un impacto importante en el flujo vehicular; sacar un autobús tiene un impacto mínimo.
Mucha gente que tiene carro no toma el autobús porque el servicio es, en general, deficiente. Los horarios no se cumplen, las capacidades máximas no se respetan (o sea, los pasajeros viajan como sardinas enlatadas), los buses no tienen aire acondicionado y las ventanas están trabadas, y los choferes son unos imprudentes que con cada maniobra al volante ponen en peligro las vidas de sus pasajeros. En contraste con esta situación, en muchas ciudades del mundo, la gente restringe el uso de su vehículo a las noches y fines de semana, prefiriendo durante el día la seguridad y conveniencia que ofrecen las diferentes alternativas de transporte público. Si en Nueva York toda la gente sacara su auto para ir a trabajar, no alcanzarían las calles ni los estacionamientos para tanto carro.
Para convencernos a los sodas que andamos en carro de dejar la conveniencia y comodidad de nuestro propio carrito, se nos tiene que ofrecer un servicio de calidad, y el ferrocarril es ideal para ello. Algunas consideraciones que deberán hacer las autoridades son las siguientes:
Con el cierre del ferrocarril se multiplicó el número de furgones transitando en las carreteras del país, transportando toneladas y toneladas de bienes que se importan o exportan a través de nuestros principales puertos. La congestión en las carreteras ha crecido de manera importante, y su deterioro se ha acelerado por la mayor frecuencia con que las transitan estos gigantes de gran peso. Quien haya tenido que subir de Barranca a San Ramón o de Orotina a La Garita detrás de un trailer que circula a 20 kph sabrá bien de lo que hablo.
De manera que nos alegra mucho el anuncio que hace hoy el nuevo Presidente Ejecutivo del INCOFER de que los ferrocarriles empezarán a operar parcialmente a partir del próximo mes. Si bien no se propone reanudar el transporte de carga desde los puertos, en La Suiza Centroamericana esperamos que lo anunciado hoy sea tan sólo el inicio de un proyecto más ambicioso, y no simple flor de un día.
El plan anunciado es la operación de un ferrocarril de pasajeros entre Pavas y San Pedro de Montes de Oca, ambas en la periferia de San José. Inicialmente este servicio funcionará únicamente durante las horas pico, y las decisiones posteriores dependerán de la respuesta del público. Esta ruta abrirá una nueva alternativa para cruzar la ciudad de San José de este a oeste (y viceversa), y podría contribuir a reducir significativamente el número de vehículos que ingresan al casco central de la ciudad, con las consecuentes disminuciones de congestión y consumo de combustibles.
Para que esta ruta funcione, no basta con echarla a andar, y esperamos que las autoridades de INCOFER le hayan dedicado algo de pensamiento al asunto. Si el ferrocarril únicamente va a desplazar usuarios de transporte público de una modalidad a otra (de autobús a tren), las ganancias serán mínimas, y la oposición de los autobuseros con sus intereses creados y su inmensa influencia en el MOPT podría rápidamente descarrilar esta nueva iniciativa. Para que el experimento valga, debe el tren de captar usuarios de transporte privado. Un autobús lleno traslada más o menos la misma cantidad de gente que 40 carros particulares. Sacar 40 carros de circulación en hora pico tiene un impacto importante en el flujo vehicular; sacar un autobús tiene un impacto mínimo.
Mucha gente que tiene carro no toma el autobús porque el servicio es, en general, deficiente. Los horarios no se cumplen, las capacidades máximas no se respetan (o sea, los pasajeros viajan como sardinas enlatadas), los buses no tienen aire acondicionado y las ventanas están trabadas, y los choferes son unos imprudentes que con cada maniobra al volante ponen en peligro las vidas de sus pasajeros. En contraste con esta situación, en muchas ciudades del mundo, la gente restringe el uso de su vehículo a las noches y fines de semana, prefiriendo durante el día la seguridad y conveniencia que ofrecen las diferentes alternativas de transporte público. Si en Nueva York toda la gente sacara su auto para ir a trabajar, no alcanzarían las calles ni los estacionamientos para tanto carro.
Para convencernos a los sodas que andamos en carro de dejar la conveniencia y comodidad de nuestro propio carrito, se nos tiene que ofrecer un servicio de calidad, y el ferrocarril es ideal para ello. Algunas consideraciones que deberán hacer las autoridades son las siguientes:
- El servicio debe de ser confiable: los horarios se tienen que respetar, lo cual no es difícil para un tren que no se ve afectado por las presas vehiculares. Pero los administradores tienen que tomárselo en serio y exigir a los maquinistas puntualidad y respeto.
- El servicio debe de ser cómodo: la capacidad máxima de cada vagón debe de ser razonable (no provocar el efecto “lata de sardinas”) y respetada en toda circunstancia. Además, los vagones deben de estar bien ventilados y mantenerse limpios.
- Dado que lo que se pretende es inducir a los conductores de carros particulares a usar el transporte público, deben de tomarse en cuenta algunas de sus necesidades. Un profesional con carro que vive en Lomas de Ayarco y trabaja en una oficina en Rohrmoser NO va a tomar el bus de Curri para llegar a la estación del tren en San Pedro. Deben de acondicionarse estacionamientos en las estaciones, con buena vigilancia, para que esa persona se atreva a dejar su carro ahí todo el día en vez de enrumbarlo hacia el casco central de San José y más allá.
- Sería interesante crear rutas de autobús que alimenten el tren. Por ejemplo, servicios desde Curridabat, partes de Tres Ríos y de las diversas zonas de Montes de Oca hasta la estación del tren en San Pedro, y servicios desde Escazú y la zona de la Sabana/Rohrmoser hasta la estación de Pavas (o a cualquier parada intermedia). Estos servicios, sin embargo, deberían de ser cómodos para atraer pasajeros, y puntuales para garantizar que se pueda tomar el tren sin contratiempos.
- No hay que caer en populismo barato; para poder ofrecer un servicio de calidad, hay que generar los recursos que lo permitan. Las tarifas no deben de ser tan altas que resulten prohibitivas, pero tampoco tan bajas que el servicio deje pérdidas. Considerando que el servicio de tren entre Pavas y San Pedro viene a ser una opción más y no la única, no tiene que ser tan barata como el transporte en autobús. La diferencia en precio debería reflejar el ahorro de tiempo y la mayor comodidad del pasajero.
Que hicieran uno de San Pedro a Multiplaza... agrego dos pares más de dedos a la petición de Tugo.
ResponderBorrar¡Qué va! para metro, con lo caro que es esa carambada y lo incompetente que es nuestro Estado para hacer obra pública. Alguna vez leí que no existe un metro que sea rentable, que todos requieren de subsidios enormes. Y la mona no está para tafetanes, o algo así decía el dicho. Pero con el tren se pueden lograr cosas muy buenas, a una fracción del costo. Por eso aplaudo la iniciativa.
ResponderBorrarMe encanta entrar acá, xq siempre están los temas que quiero discutir...jejeje. Me resulta genial la idea del Ferrocarril, realmente aún me acuerdo del paseo que hice de pequeña a Puntarenas, que éxito!.
ResponderBorrarSi cree alguien que este país no se mueve en favor de un sector, para muestra el botón, tenemos Furgones, que la verdad, más que bien lo mencionaste nos tiene las calles terrible. Que genera empleo!bueno, el tren con servicio personalizado a tu asiento (tipo avión, con asafatas y todo) sería un éxito, generador de empleo y economía para el país. De fijo aunq me queda fuera de ruta, un día viajo, solo para generar parte de la respuesta que incentive a que siga!
Saludines! ;)
Otro par de dedos aca...
ResponderBorrarDean: ¿Podés creer que mi deconecte hizo que la noticia de primera me la dieras vos? Esta sí que es una buena noticia!!!!!! ¿Es mi impresión o no hay muchas buenas noticias en este blog?
ResponderBorrarDean: ¿Podés creer que mi deconecte hizo que la noticia de primera me la dieras vos? Esta sí que es una buena noticia!!!!!! ¿Es mi impresión o no hay muchas buenas noticias en este blog?
ResponderBorrarCrucemos todos los dedos. Aunque no sean por el metro, que sean por el éxito y la expansión de esta iniciativa.
ResponderBorrarSirena, bienvenida de regreso. En efecto, no son muchas las buenas noticias, pero no es culpa de este blog sino reflejo de lo que sucede a nuestro alrededor. Existe la duda de si nuestro país y el mundo están tan mal, o si es que las noticias negativas venden más y por eso nos tienen en una estricta dieta de malas noticias. Pero no creás que no me gusta comentar las noticias positivas. Ojalá fueran más.
Ya mismo salgo para el melancólico San José con mi delantal, una palangana llena de "gallos de salchichón" y mi grito tipo Orotina: "Gaaaaalloooos, gallu e salchichón! Buenos pal calor!" // Con respecto al subte, creo que el mayor problema de construirlo en Costa Rica no es el dinero, sino la sismicidad tan rockanrolera que reina en tu país.
ResponderBorrarYuré, tu comentario me ha transportado a otras épocas y ha evocado buenos recuerdos de cuando ir al puerto en tren era algo digno de ser considerado. Ahh, las semillas de marañon tostadas al sol de Orotina, las cajetas de coco y de leche, los gallitos de salchigatón, el café con leche en botella de Coca Cola... buenos tiempos aquellos.
ResponderBorrarY tiene razón Beto, el problema no es la sismicidad, sino la ineptitud.Pero además, dejémonos de varas: ni los metros de NYC ni de Londres ni de México, con la cantidad de gente que hay en esos lugares, son autosuficientes. No podemos pensar en un metro que requiere de una inversión que puede ser la cuarta parte del PIB, y que después va a requerir de inmensos subsidios para su operación...
!Ouch! Knockout técnico de parte de don Beto. Cuenta regresiva dictada por Dean... mis gallitos de salchichón ruedan por entre los asientos del tren.
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