A veces, entre tantas noticias malas y encuestas sensacionales, se le secan a uno las ganas de hacer un comentario inteligente. Dichosamente, en esas ocasiones no falta el periodista que, involuntariamente y sin darse cuenta, acuda a nuestro rescate con alguna estupidez digna de levantarle el espíritu al más ácido de los críticos. Y esta no es la excepción.
Leía ayer estupefacto la noticia de que en Puntarenas murió un muchacho de 24 años, víctima del dengue y de la negligencia médica. Leía, como condimento adicional a la noticia, que ya van 14,218 casos confirmados de dengue en lo que va del año, y eso que apenas estamos entrando en la etapa más lluviosa de nuestro mal llamado invierno. Recordaba además la noticia que apareció apenas la semana pasada, que daba cuenta de que el dengue llegó, por vez primera, a la Gran Área Metropolitana, hazaña que podemos agradecer a nuestro gobierno que, al no hacer un combate efectivo de la propagación del dengue en las zonas costeras, permitió al mosquito reproducirse en números suficientes para poder “escalar” las montañas que nos rodean y llegar hasta donde habita el 70% de la población del país. Agregaba además La Nación la triste información que nos permite concluir que el actual gobierno es acreedor de la dudosa distinción de tener a su haber tres de los cuatro años con mayor número de casos de dengue desde que la enfermedad apareció en Costa Rica en 1993. Eso incluye al presente año 2005 aún sin haber concluido.
Ya me imaginaba escribiendo un ácido comentario criticando la incapacidad de nuestro desgobierno de turno para combatir una enfermedad que es claramente prevenible, y echándole en cara al desubicado Presidente el que hace apenas un mes dijera que el problema con el dengue es que la gente había bajado la guardia al creer que la enfermedad estaba controlada. ¿Controlada? ¿Cuando justamente el año 2003 es el que mayor número de casos registra en la corta historia del dengue en Costa Rica (19,701 enfermos), y en el 2004 hubo alrededor de 9,000 casos? Para efectos de comparación, nótese que entre 1998 y 2001 hubo un promedio de 5,760 casos anuales, mientras que entre el 2002 y el 2004 el promedio anduvo alrededor de los 13,650 casos anuales, para un aumento de casi 137%. ¡Y el baboso Presidente hablando de tener la enfermedad bajo control!
Esas eran mis cavilaciones cuando me encontré el desarrollo de una nueva Teoría del Cálculo en el reportaje de La Nación de ayer. Dice textualmente:
Y usted, estimado lector, ¿qué cree?
Leía ayer estupefacto la noticia de que en Puntarenas murió un muchacho de 24 años, víctima del dengue y de la negligencia médica. Leía, como condimento adicional a la noticia, que ya van 14,218 casos confirmados de dengue en lo que va del año, y eso que apenas estamos entrando en la etapa más lluviosa de nuestro mal llamado invierno. Recordaba además la noticia que apareció apenas la semana pasada, que daba cuenta de que el dengue llegó, por vez primera, a la Gran Área Metropolitana, hazaña que podemos agradecer a nuestro gobierno que, al no hacer un combate efectivo de la propagación del dengue en las zonas costeras, permitió al mosquito reproducirse en números suficientes para poder “escalar” las montañas que nos rodean y llegar hasta donde habita el 70% de la población del país. Agregaba además La Nación la triste información que nos permite concluir que el actual gobierno es acreedor de la dudosa distinción de tener a su haber tres de los cuatro años con mayor número de casos de dengue desde que la enfermedad apareció en Costa Rica en 1993. Eso incluye al presente año 2005 aún sin haber concluido.
Ya me imaginaba escribiendo un ácido comentario criticando la incapacidad de nuestro desgobierno de turno para combatir una enfermedad que es claramente prevenible, y echándole en cara al desubicado Presidente el que hace apenas un mes dijera que el problema con el dengue es que la gente había bajado la guardia al creer que la enfermedad estaba controlada. ¿Controlada? ¿Cuando justamente el año 2003 es el que mayor número de casos registra en la corta historia del dengue en Costa Rica (19,701 enfermos), y en el 2004 hubo alrededor de 9,000 casos? Para efectos de comparación, nótese que entre 1998 y 2001 hubo un promedio de 5,760 casos anuales, mientras que entre el 2002 y el 2004 el promedio anduvo alrededor de los 13,650 casos anuales, para un aumento de casi 137%. ¡Y el baboso Presidente hablando de tener la enfermedad bajo control!
Esas eran mis cavilaciones cuando me encontré el desarrollo de una nueva Teoría del Cálculo en el reportaje de La Nación de ayer. Dice textualmente:
“Según los últimos datos del Ministerio de Salud, hasta el 13 de agosto había 14.218 enfermos de dengue registrados en todo el país. El 77% de los casos se concentra en Puntarenas y el 37% en Limón.”De acuerdo con este cálculo, las provincias de Limón y Puntarenas acaparan el 114% de los casos, lo cual me lleva a hacer las siguientes hipótesis:
- En las otras cinco provincias, más bien hubo gente que se desenfermó de dengue, para llegar al 100%, que es la suma del total.
- Los que habitamos las otras cinco provincias somos no-humanos o sub-humanos, por ende, cuando nos enfermamos de dengue entramos restando en el cálculo.
- Los habitantes de las otras cinco provincias en realidad somos mosquitos de Aedes aegypti, de manera que los casos reportados de dengue en estas cinco provincias inflan el total pero distorsionan la realidad.
- A los periodistas de La Nación Ángela Avalos y Ronny Soto los picó el mosquito Aedes aegypti en la cabeza, y quedaron con un severo caso de diarrea mental. Olía tan feo que el Jefe de Redacción prefirió no revisar el artículo y lo publicó como venía.
- El dengue cerebral es contagioso y, aunque el Jefe de Redacción de La Nación revisó el artículo, su propia diarrea mental no le permitió percibir el error.
- Hay una mucho mayor incidencia de obesidad en las provincias de Puntarenas y Limón, y por ello sus habitantes entran en el cálculo con una ponderación mayor a la del resto de los costarricenses.
- Por regla de tres y analogía, 77 + 37 : 100 :: 70 + 30 : 87.72
- Guardando la proporción, 4 x 3 = 10.53
- Tales de Mileto y Pitágoras estaban meando fuera del tarro.
Y usted, estimado lector, ¿qué cree?
Aqui nos vale m.....! de por sí nadie lo eligió para andar de matamoscas. Eso es solo para la gente enferma...donde se ha visto que el Presidente tenga que andar limpiando casas....o sea entro por un huequito me meto por el otro y cataplum!!! Maes los que me creyeron....
ResponderBorrarSabía que podía contar con vos para sacar ese horror de cálculo a relucir!
ResponderBorrarYo lo leí y a mí tampoco me sirvieron de nada las matemáticas… aunque sí me sacó una risilla por lo bruuuuutos que son.
Hasta que al fin! dos mentiras (gubernamental y mediática) que se pueden probar matemáticamente!
ResponderBorrarTal parece que la premisa periodística es la siguiente: Hay TRES tipos de encuestadores en Costa Rica, los que saben contar y los que no.
ResponderBorrarA falta de contar con un comentario ingenioso (porque ya todo el mundo se me adelantó), te diré que lo único que lamento es que la oportunidad de este post tuyo no se presentara un día antes. La risa que me causaste hubiera sido mucho mas que suficiente para compensarme con el "goterón" con que amanecí por culpa de otro fin de semana de "juguito de uva".
ResponderBorrarJa ja ja ja ja ja ja ja!
ResponderBorrarMe encanto tu relación matemática. Aunq debo admitir que si es algo que me preocupa mucho mucho.
Dean, nuestra realidad nacional es, muchas veces, un desastre tridimensional que parodia a una caricatura bidimensional plagada de personajes unidimensionales.
ResponderBorrarJD, no podía creer lo de la Fiebre de Tutugamuchi. ¡QUÉ HORROR! Pensé que sería una broma tuya, un excelente montaje sobre el "template" de Al Día. Pero no era broma. Insisto: ¡QUÉ HORROR!
ResponderBorrarTugo, no estaba enojado, pero que les dí, les dí. Me extraña el comentario viniendo de quien hace poco me instó a ser menos medias tibias y a atreverme a mandar a la porra a alguien de vez en cuando ;-D
Bandido, Floriella, Yuré, Sole, K@ren: JA JA JA JA JA. Muchas gracias.
Oscar, me alegra saber que al final de cuentas te recuperaste del goterón, y lamento dos cosas: no haberlo publicado el día que más te hubiera ayudado, y no haber sido víctima ni partícipe de la tomadita de juguito de uva... ¡Otra vez será!