lunes, 29 de agosto de 2005

De encuestas, pesimismo, y la labor de la prensa

No resulta difícil de explicar que en la situación actual la gente en nuestro país se sienta pesimista, tal y como lo revela la encuesta de UNIMER publicada por La Nación el día de ayer. Situaciones fuera de nuestro control, tal como el preocupante aumento de los precios internacionales del petróleo, aunado a la galopante inflación interna y la indecisión e inactividad de nuestro desgobierno de turno en todas las áreas, son suficientes para entender por qué el 81% de los costarricenses encuestados cree que el país está peor hoy que hace un año, y el 74% cree que va a estar aún peor dentro de un año. Sin embargo, los resultados de las encuestas que pretenden medir el optimismo/pesimismo ciudadano en nuestro país casi siempre son negativos. En ocasiones se vislumbran tendencias positivas; es decir, que menos gente piensa que las cosas han empeorado o va a empeorar que en la medición anterior. Pero en términos absolutos, casi siempre una mayoría importante de la población siente que las cosas andan mal y van a seguir estándolo.

Siempre me ha llamado la atención de estas encuestas que la proporción de gente que dice que su situación personal es peor que hace un año o que espera estar peor dentro de un año es bastante menor que la que cree lo mismo para el país como un todo. En el caso de esta encuesta que menciono, el 40% de la gente dice estar peor que hace un año, y el 41% cree su situación personal va a ser peor dentro de un año. Un caso interesante es el de medición realizada también por UNIMER en octubre del 2002. En uno de los momentos de menor pesimismo, el 35% de los encuestados pensaba que su situación personal/familiar iba a mejorar, mientras que el 36% pensaba que más bien iba a empeorar. Sin embargo, el 47% de los encuestados sentía que la situación del país iba ser peor un año más tarde, mientras que el 21.5% pensaban que la situación del país iba a mejorar. Lo que me llama la atención es que el pesimismo que se siente por la situación del país es mayor que el que se siente por la situación personal.

Durante mucho tiempo he buscado una explicación razonable a este fenómeno. No dudo de las encuestas; yo soy de la creencia de que las principales empresas encuestadoras son serias y profesionales, y que de su reputación depende su supervivencia comercial. Los resultados de las dos encuestas que menciono confirman que las mediciones están bien hechas. En octubre del 2002 teníamos un gobierno casi nuevo, y mucha gente (no Dean CóRnito, pero esa es harina de otro costal) le tenía fe. Teníamos tres o cuatro años consecutivos de crecimiento con inflación descendente, y eso se reflejó en las encuestas con una reducción paulatina en el pesimismo durante tres años hasta la medición de octubre del 2002. En agosto del 2005 la situación es completamente diferente. Los precios de los combustibles nos preocupan, los precios de la canasta básica nos ahogan, la pobreza crece a paso acelerado, y el gobierno simplemente no hace nada al respecto. Se avecinan elecciones, período que típicamente venía marcado por un mayor optimismo, pero ante los escándalos por corrupción y la sensación de que todos los políticos son lo mismo, el público en general no siente que las cosas vayan a cambiar para bien el próximo año. De manera que es lógico que 4 de cada 5 personas piensen que la situación ha empeorado, o que 3 de cada 4 crean que va a empeorar.

La única explicación medianamente aceptable que he logrado formular a este fenómeno de pesimismo colectivo radica en la labor que cumplen en nuestro país los medios de comunicación colectiva. De unos años para acá, han descubierto que lo negativo vende más que lo positivo, y nos han tenido en una dieta constante de malas noticias que amargan al más dulce de los ciudadanos. Tal es la creencia de los mercadotecnistas de la comunicación colectiva en esta teoría, que hasta lo positivo lo convierten en negativo.

Para muestra un botón. El jueves pasado, la Municipalidad de San José cerró una cuadra de la avenida 7 para reemplazar la carpeta asfáltica. Es rara la vez que en nuestro país vemos arreglos de carreteras, y más raro aún es que el arreglo sea profundo, y no un mero bacheo que en tres semanas de lluvia se lava. Este fue un caso de cierre de una cuadra completa para levantar la carpeta existente, compactar la base, e instalar una nueva superficie de rodamiento. En un país normal, esto no sería noticia, porque es un mero trabajo de mantenimiento. Siendo que estamos en Tiquicia y este no en un país normal, y siendo que, como ya lo dije, es rara la vez que vemos a nuestras autoridades haciendo algo por la infraestructura vial, entonces un mero acto de mantenimiento de una calle se convierte en noticia. Pero en vez de recalcar lo positivo – no sólo se arregló la calle, sino que están haciendo un trabajo profundo – La Nación se preocupó más por anunciar que se había provocado un caos vial, dejándonos con la sensación de que no se hizo nada bueno. A Dean CóRnito no le gusta verse pegado en una presa, pero cuando se da cuenta de que la presa es porque están haciendo algún arreglo, al menos sabe agradecer ese “pequeño detalle”.

Igual pasó hace unas pocas semanas, cuando fue necesario cerrar por varios días el paso por la carretera de Circunvalación entre Pavas y La Uruca, para reparar la estructura del puente sobre al Autopista General Cañas. En vez de resaltar lo positivo, se centra la atención en lo negativo (se cerró la calle, hubo más tráfico del normal en calles aledañas y rutas alternas). No importa que esos trabajos son para evitar accidentes, lo que importa es que mientras dura el cierre, las presas aumentan en otros lados.

En el periódico Al Día de hoy viene una entrevista con el Fiscal General, Francisco Dall’Anese. El tema de la entrevista es un recurso de amparo que presentó el abogado del expresidente Calderón buscando su liberación, al aducir errores en el procedimiento porque don Rafael Ángel no había sido intimado (notificado) personalmente (suponemos que de los cargos en su contra). La noticia en si es interesante, sin embargo, el énfasis de la periodista es en lo que NO sucedió, para poder destacar lo potencialmente negativo. Resulta que el recurso de amparo fue declarado “sin lugar” con el voto de 4 magistrados, mientras que otros tres “salvaron” el voto. El énfasis de la entrevista es, entonces, en que casi liberan a Calderón, y que eso hubiera creado un desastre.

Podría seguir buscando ejemplos, pero el punto está claro con los ya aportados. Los ticos nos hemos convertido en una masa inconforme y pesimista, gracias en buena medida a la dieta estricta de noticias negativas (o enfoques negativos de noticias positivas) que nos alimentan los medios de comunicación. Y no tengo la menor idea de lo que podemos hacer al respecto.

4 comentarios:

  1. Yo me entero de las noticias por la nana de mi hija. A mi, simplemente, me deprimen. Y no me habia puesto a analizar que es por ese fenomeno del que vos hablas, Dean: no es que solo dan malas noticias, es que asi nos sirven hasta las buenas!
    Y los presentadores, ay Diosito!, cuando no se la "pelan" con alguna burrada, parece que estan recitando el obituario...

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  2. Yo estoy convencido que todo lo haríamos mejor si no hubiera los periódicos y noticiarios que tenemos. Si uno no lee LN, LR, AD ni ve Telenoticias ni Repretel, hasta lindo resulta vivir en este país, a pesar de la inacción e indolencia de este gobierno.

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  3. A los medios se les olvida su responsabilidad social y el efecto que tienen sobre nosotros, los lectores.

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  4. Beto, me encantó tu comentario. Nos sentimos exactamente igual. Si los medios de comunicación nos bombardearan de buenos ejemplos y buenas noticias, el ánimo nacional sería otro y la posibilidad de llevar adelante proyectos que llevan años estancados sería real.

    JD, como siempre, me sorprendés con lo que sacás. Una vez más creí que se trataría de una broma, pero qué lamentable es reconocer que no lo es. Yo no volví a ver los telenoticieros porque realmente dan asco y lástima. Bueno, tampoco los medios escritos se salvan.

    Flory, que nana más completa tenés :-D

    Anonymous, ojalá pudiéramos los profesionales desentendernos de la realidad nacional. De veras que viviríamos contentos. A mi me da envidia ver a los extranjeros que viven en nuestro país y ni por error ven un periódico o noticiero nacional.

    Sole, tenés toda la razón. Pero, ¿hay alguien escuchando?

    Tugo, en mi opinión personal el colegio de periodistas es de los peores. He de aclarar que no creo en los colegios profesionales y nunca he pertenecido a uno (razón por la cual he sido excluido de muchas potenciales consultorías), y así y todo, creo que el colegio de periodistas es vergonzoso y vergonzante. Yo nada más recuerdo la lucha que dieron hace unos años para impedir el ejercicio del periodismo a personas que no tuviera título de periodista.

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