Hacía mucho tiempo que una columna escrita en un periódico no me impactaba tanto como la de don Jorge Guardia de hoy. Sencilla, concisa, al grano (como el nombre de otra columna del mismo diario que nunca llega al grano de nada), y tremendamente clara, certera y aguda en su análisis y su diagnóstico. Hace una crítica tan acertada de las políticas económicas (o de la ausencia de ellas) de nuestro desgobierno, que ya quisiera este autor tener la habilidad para lograrlo en un espacio tan reducido como el de una columna periodística. La única crítica que le podría hacer a dicha columna es que en el segundo párrafo se le fue la mano de espeso, y mucho me temo que buena cantidad de lectores no habrán pasado de ese punto. Y es un lástima, porque lo que sigue es una fenomenal lección de coherencia y claridad económicas, expuesta en términos que casi cualquiera podría entender.
En ese segundo párrafo don Jorge señala varias contradicciones de la política económica. Dice que hay mucha liquidez (en cristiano, mucho dinero en circulación, lo cual atiza la inflación), y sin embargo bajan las tasas de interés, lo cual resulta en una expansión del crédito, que equivale a mayor liquidez. Dice que el déficit de la balanza de pagos es elevado, y sin embargo se redujo el ritmo de la devaluación. La devaluación tiene la doble “virtud” de hacer nuestros productos de exportación más competitivos a la vez que encarece relativamente los productos de importación. O sea, que la decisión de disminuir las devaluaciones más bien contribuye a incrementar el déficit. Y apunta además que el régimen cambiario estimula la entrada de capitales extranjeros, lo cual anula la política monetaria, y hace imposible combatir la inflación. Cada vez que entra un dólar del exterior, el Banco Central lo cambia por colones, con lo cual aumenta la liquidez. Y ya dijimos al principio de este párrafo que a mayor liquidez, mayor inflación.
Lo que hallé más interesante, tal vez porque no se me había ocurrido, es la contradicción entre el hecho de que las reservas internacionales del Banco Central están en su nivel histórico más alto, y que el gobierno quiera limitarnos el uso de combustibles con el argumento de rebajar la factura petrolera. Me explico. Las reservas internacionales le cuestan dinero al Banco Central. Es como que si guardara depósitos sobre los cuales ha de pagar intereses a sus propietarios. De hecho, parte de las reservas provienen de la venta de bonos y parte de depósitos que hacen los bancos comerciales. No solo le cuesta dinero, sino que además lo obliga a poner cada vez más colones en circulación, lo cual, como ya dijimos, atiza la inflación. Siendo así, pretender reducir la factura petrolera es un sinsentido. Más bien, la factura petrolera está ayudando a que las reservas internacionales sea menores de lo que serían de otra manera. Por supuesto, el alto costo del combustible también potencia la inflación, pero entonces la solución sería rebajar los impuestos en vez de restringir el consumo. Y eso mismo dice don Jorge: el sector productivo se ve afectado por los altos precios del gas, pero el gobierno no hace nada por aliviarlo.
En otro orden de cosas, don Jorge hace ver que si bien la inflación general es alta, los precios de la canasta básica (es decir, de lo que consumen los más pobres) han aumentado a un ritmo aún mayor (16.3% versus 13 y pico). A pesar de eso, el gobierno impide la libre importación de alimentos y productos básicos (que beneficiaría a los consumidores pobres y de clase media), porque prefiere proteger “los grandes intereses de ciertos productores”.
Otro tema que aborda con precisión el Sr. Guardia es de la mal llamada reforma fiscal. El párrafo en que lo hace es digno de ser leído en el original. Dice que si bien el gobierno pregona que el paquete de impuestos es para que los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres, la fracción legislativa del PUSC exigió exonerar los capitales que permanezcan en el exterior, pero los ingresos del trabajo de fuente extranjera deben de pagar impuestos al momento de ser devengados. Los dueños de capitales casi nunca necesitan traerlos al país, por lo que podrán evitar el impuesto perennemente, mientras que los trabajadores deberán pagarlo inmediatamente que se ganan su sueldo. ¡Interesante concepto de la justicia social!
Ya lo hemos dicho antes: cuando un gobierno no tiene rumbo, quienes terminan pagando los platos rotos son quienes menos tienen. Y es tal la confusión que reina en el actual desgobierno, que las políticas económicas que impulsa contradicen los objetivos básicos. Eso es lo que don Jorge Guardia demuestra con absoluta claridad.
En ese segundo párrafo don Jorge señala varias contradicciones de la política económica. Dice que hay mucha liquidez (en cristiano, mucho dinero en circulación, lo cual atiza la inflación), y sin embargo bajan las tasas de interés, lo cual resulta en una expansión del crédito, que equivale a mayor liquidez. Dice que el déficit de la balanza de pagos es elevado, y sin embargo se redujo el ritmo de la devaluación. La devaluación tiene la doble “virtud” de hacer nuestros productos de exportación más competitivos a la vez que encarece relativamente los productos de importación. O sea, que la decisión de disminuir las devaluaciones más bien contribuye a incrementar el déficit. Y apunta además que el régimen cambiario estimula la entrada de capitales extranjeros, lo cual anula la política monetaria, y hace imposible combatir la inflación. Cada vez que entra un dólar del exterior, el Banco Central lo cambia por colones, con lo cual aumenta la liquidez. Y ya dijimos al principio de este párrafo que a mayor liquidez, mayor inflación.
Lo que hallé más interesante, tal vez porque no se me había ocurrido, es la contradicción entre el hecho de que las reservas internacionales del Banco Central están en su nivel histórico más alto, y que el gobierno quiera limitarnos el uso de combustibles con el argumento de rebajar la factura petrolera. Me explico. Las reservas internacionales le cuestan dinero al Banco Central. Es como que si guardara depósitos sobre los cuales ha de pagar intereses a sus propietarios. De hecho, parte de las reservas provienen de la venta de bonos y parte de depósitos que hacen los bancos comerciales. No solo le cuesta dinero, sino que además lo obliga a poner cada vez más colones en circulación, lo cual, como ya dijimos, atiza la inflación. Siendo así, pretender reducir la factura petrolera es un sinsentido. Más bien, la factura petrolera está ayudando a que las reservas internacionales sea menores de lo que serían de otra manera. Por supuesto, el alto costo del combustible también potencia la inflación, pero entonces la solución sería rebajar los impuestos en vez de restringir el consumo. Y eso mismo dice don Jorge: el sector productivo se ve afectado por los altos precios del gas, pero el gobierno no hace nada por aliviarlo.
En otro orden de cosas, don Jorge hace ver que si bien la inflación general es alta, los precios de la canasta básica (es decir, de lo que consumen los más pobres) han aumentado a un ritmo aún mayor (16.3% versus 13 y pico). A pesar de eso, el gobierno impide la libre importación de alimentos y productos básicos (que beneficiaría a los consumidores pobres y de clase media), porque prefiere proteger “los grandes intereses de ciertos productores”.
Otro tema que aborda con precisión el Sr. Guardia es de la mal llamada reforma fiscal. El párrafo en que lo hace es digno de ser leído en el original. Dice que si bien el gobierno pregona que el paquete de impuestos es para que los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres, la fracción legislativa del PUSC exigió exonerar los capitales que permanezcan en el exterior, pero los ingresos del trabajo de fuente extranjera deben de pagar impuestos al momento de ser devengados. Los dueños de capitales casi nunca necesitan traerlos al país, por lo que podrán evitar el impuesto perennemente, mientras que los trabajadores deberán pagarlo inmediatamente que se ganan su sueldo. ¡Interesante concepto de la justicia social!
Ya lo hemos dicho antes: cuando un gobierno no tiene rumbo, quienes terminan pagando los platos rotos son quienes menos tienen. Y es tal la confusión que reina en el actual desgobierno, que las políticas económicas que impulsa contradicen los objetivos básicos. Eso es lo que don Jorge Guardia demuestra con absoluta claridad.
muy buena la columna, poco didáctica como decís, pero pura carnita.
ResponderBorrartu aporte al ampliarla también me parece valioso, aunque no creo que la una, ni el otro, fueran necesarias para entender la devacle económica en que nos hayamos sumergidos.
se vive.
Yo soy una de las que no hubiera pasado del 2 párrafo, de no ser porque me sorprendió que el columnista (y el periódico) tuvieran una posición tan fuerte a favor de la justicia social. No sé si es porque de verdad hay una preocupación genuina o si porque los problemas sociales llevan a "social unrest" que incomoda a esos ricos que el PUSC está tratando tan descaradamente de proteger (según la columna).
ResponderBorrarLa columna va realmente al grano. Me pareció particularmente acertado cuando apunta que el gobierno adelantó su calendario. Crudo pero no por ello menos cierto.
ResponderBorrarCompletamente en otra dirección, pero no del todo sin relación con el fondo de todo este asunto, quise hacer mención acá de la gran preocupación que me ha causado la infame Katrina.
Aparte de la enorme pérdida material y, mas lamentable aun, la pérdida humana, social y cultural; hay dos factores resultantes de la catástrofe que se suman a nuestro sombrío panorama nacional.
El primero de ellos es el agravamiento de la crisis petrolera. El segundo es que, en virtud de la casi completa destrucción de los puertos de Nueva Orleans y Gulfport, inevitablemente nuestras exportaciones van a "llevar palo", con especial énfasis para la producción de banano, melón, flores...
No pinta nada bonito el asunto, verdad?
Tengo tiempo de estar siguiendole la pista a don Jorge en su columna y no se si es la edad pero ya hasta me cae bien (antiguo enemigo ideologico) y estoy de acuerdo contigo, esta columna es una joyita...lo importante es que el gOBIErNo ya llegó a mayo 2006...y ahora que hacemos?
ResponderBorrarBeto, yo diría que a este gobierno nada le importa lo que su inacción provoque. Discrepo de vos con eso de "al menos de aquí a mayo"; el daño que nos están causando tomará años reparar. El tiempo perdido nunca se recupera.
ResponderBorrarXtian, de acuerdo con que no es necesaria ni la columna de JG ni mi "ampliación" para percibir la debacle, pero a veces es bueno que alguien lo pueda exponer con tanta claridad y darle vos a los que no la tienen.
Anónima, me alegra que mi aporte te haya permitido pasar del segundo párrafo. Y con respecto a la conciencia social de JG, cut him some slack! (no te digo lo mismo de La Nación).
Oscar, tenés razón con lo de Katrina. La tragedia es lo suficientemente grande como para que nos solidaricemos con las víctimas, pero no podemos perder de vista los efectos que va a tener en nuestra economía aún sin haber tocado nuestras costas. Vos apuntás muy bien el tema de importaciones/exportaciones y el del petróleo. Dice Bush que está tomando medidas para mitigar el impacto en el petróleo (autorizando a usar las reservas gringas de petróleo), pero no creo que las abra tanto como para que el petróleo baje.
Bandido: ¿tu edad o la de Jorge Guardia? JAJAJA.