A propósito del ajuste al impuesto de la gasolina que rige a partir de hoy, quiero hacer una observación que espero mis lectores encuentren medianamente inteligente.
Según nos informa Telenoticias (y ojo, que ya no sabemos si creerles o no, porque evidentemente quien cubre los temas económicos en ese noticiero no los entiende bien), la recaudación por concepto del impuesto único a la gasolina fue de 45,400 millones de colones durante el primer trimestre de este año. Si comparamos esta cifra con los 29,200 millones recaudados en el primer trimestre del año pasado (de nuevo, la fuente es Telenoticias), tenemos que la recaudación ha crecido en un 55.48%.
Y, entonces, ¿cómo es que no hay plata para reparar las calles? La ley dice, y la Sala IV lo ha ratificado en varias ocasiones, que una porción del impuesto a la gasolina se debe de dedicar al mantenimiento de las vías. Si algo pudo haber pasado es que el gobierno no tuviera listos tantos proyectos viales como podría haber financiado con ese incremento en la recaudación, que tal vez no se lo esperaba porque nadie puede predecir con certeza los precios internacionales de los combustibles. Pero que no nos traten de ver la cara de pendejos diciéndonos que no hay plata.
Más aún, según datos del propio Ministerio de Hacienda (publicados en el web del Banco Central), la recaudación total (incluyendo aduanas, renta, ventas, consumo, etc.) creció en un 16.77% en el primer trimestre del 2005 comparado con el mismo período del 2004. A su vez, los gastos crecieron en un 12.06%, por debajo de la inflación. En condiciones normales, esto sería de aplaudir.
Lamentablemente, este aparente buen manejo de las finanzas públicas es el resultado de un gobierno que no hace nada, un gobierno que prácticamente se limita a pagar los salarios de los servidores públicos y los intereses que pesan sobre la deuda oficial, pero que no hace nada de obra y restringe mucho los programas sociales, educacionales y de salud. En otras épocas, con similares restricciones fiscales, los gobiernos priorizaban las áreas del gasto que consideraban fundamentales (ya fuera infraestructura, seguridad, educación, etc.) y restringían el gasto en las demás. Este gobierno, al no tener planes coherentes, simplemente restringe el gasto total. Y eso que este es el gobierno del señor que decía que no aceptaba los enfoques “economicistas” y que en su gestión lo social iba a tener prioridad.
Por eso, insisto, decía que alguien nos está mintiendo. Plata si hay, porque la recaudación ha crecido más que la inflación. Lo que no hay es voluntad de hacer las cosas. El Ministro de Hacienda está muy “pollito” en esto de la política, es más técnico que político, y como técnico es de los buenos. Aun conserva la “mala” costumbre de los técnicos de decir las cosas como son, sin cálculo político, y por eso no cae muy bien. Cuando él nos dice que no hay plata, de alguna manera tiene razón. No hay plata porque como el gobierno no ha priorizado el gasto, no se puede permitir un crecimiento más que vegetativo del gasto. Si lo permitiera, el déficit se dispararía y la inflación se atizaría aún más.
Sin embargo, no es del todo sincero el Ministro, sobre todo cuando le dice a la Sala IV que no puede girar los recursos para el arreglo y mantenimiento de carreteras porque los recursos no existen. Lo que pasa es que el Ministro ha violado la ley al ignorar el destino específico del impuesto a la gasolina, y pasar los fondos a la caja única del Estado. Y es muy gacho responderle a un tribunal que “los recursos no están porque violé la ley”. Por eso la cortina de humo de pedirle a la Sala IV que le diga de dónde sacar el dinero.
A pesar de todo, estoy seguro que al señor Presidente el Ministro le pinta el cuadro a todo color. No creo que el Presidente de la República no conozca la verdadera situación. Que no la entienda es otra cosa, pero en La Suiza Centroamericana apostamos a que el hombre sabe cómo están las cosas. Por eso, cuando el Presidente nos dice que no hay plata para arreglar las calles y le echa la culpa a los diputados por no aprobar el Paquetazo Fiscal, un sudor frío nos recorre la espina dorsal. El "man" nos está mintiendo.
Si a la cabeza de este gobierno hubiera una persona pensante y decidida, habría ordenado hace mucho recortar el gasto en los rubros no prioritarios según su visión de mundo, para así permitir incrementar el gasto real (por encima de la inflación) en aquellas áreas fundamentales para el éxito de su gestión presidencial. Y ojo que no es función del Ministro de Hacienda priorizar el gasto; él únicamente se debe de asegurar de mantener un equilibrio a nivel macro (el cumplimiento de una meta global de déficit), distribuyendo los recursos disponibles según las directrices que en cualquier otro gobierno giraría el Presidente.
Al final de cuentas, como siempre, lo que vivimos es el resultado de un gobierno que nunca tuvo norte ni razón de ser. Don Abel, que siempre se ha presentado como una persona sencilla, quien como candidato dijo que no quería ser Presidente de la República pero que lo hacía porque tanta gente se lo pidió, no es sino el más vanidoso de todos los presidentes que hemos tenido. Es una persona que llegó a la Presidencia simplemente por satisfacer su inflado ego y su hambre de reconocimiento, pero que lamentablemente nunca se detuvo a pensar qué haría con el poder. Esto me recuerda el cuento de aquel muchacho que quería estudiar medicina pero no era bueno en los estudios ni tenía estómago para ver sangre. Cuando un consejero vocacional le preguntó para qué quería estudiar medicina, le contestó: para que mi madre pueda decir orgullosa “este es mi hijo, el doctor”.
¿Alguien sabe en qué se parece don Abel a Hugo Spadafora? (Acepto sus respuestas en la sección de comentarios).
Según nos informa Telenoticias (y ojo, que ya no sabemos si creerles o no, porque evidentemente quien cubre los temas económicos en ese noticiero no los entiende bien), la recaudación por concepto del impuesto único a la gasolina fue de 45,400 millones de colones durante el primer trimestre de este año. Si comparamos esta cifra con los 29,200 millones recaudados en el primer trimestre del año pasado (de nuevo, la fuente es Telenoticias), tenemos que la recaudación ha crecido en un 55.48%.
Y, entonces, ¿cómo es que no hay plata para reparar las calles? La ley dice, y la Sala IV lo ha ratificado en varias ocasiones, que una porción del impuesto a la gasolina se debe de dedicar al mantenimiento de las vías. Si algo pudo haber pasado es que el gobierno no tuviera listos tantos proyectos viales como podría haber financiado con ese incremento en la recaudación, que tal vez no se lo esperaba porque nadie puede predecir con certeza los precios internacionales de los combustibles. Pero que no nos traten de ver la cara de pendejos diciéndonos que no hay plata.
Más aún, según datos del propio Ministerio de Hacienda (publicados en el web del Banco Central), la recaudación total (incluyendo aduanas, renta, ventas, consumo, etc.) creció en un 16.77% en el primer trimestre del 2005 comparado con el mismo período del 2004. A su vez, los gastos crecieron en un 12.06%, por debajo de la inflación. En condiciones normales, esto sería de aplaudir.
Lamentablemente, este aparente buen manejo de las finanzas públicas es el resultado de un gobierno que no hace nada, un gobierno que prácticamente se limita a pagar los salarios de los servidores públicos y los intereses que pesan sobre la deuda oficial, pero que no hace nada de obra y restringe mucho los programas sociales, educacionales y de salud. En otras épocas, con similares restricciones fiscales, los gobiernos priorizaban las áreas del gasto que consideraban fundamentales (ya fuera infraestructura, seguridad, educación, etc.) y restringían el gasto en las demás. Este gobierno, al no tener planes coherentes, simplemente restringe el gasto total. Y eso que este es el gobierno del señor que decía que no aceptaba los enfoques “economicistas” y que en su gestión lo social iba a tener prioridad.
Por eso, insisto, decía que alguien nos está mintiendo. Plata si hay, porque la recaudación ha crecido más que la inflación. Lo que no hay es voluntad de hacer las cosas. El Ministro de Hacienda está muy “pollito” en esto de la política, es más técnico que político, y como técnico es de los buenos. Aun conserva la “mala” costumbre de los técnicos de decir las cosas como son, sin cálculo político, y por eso no cae muy bien. Cuando él nos dice que no hay plata, de alguna manera tiene razón. No hay plata porque como el gobierno no ha priorizado el gasto, no se puede permitir un crecimiento más que vegetativo del gasto. Si lo permitiera, el déficit se dispararía y la inflación se atizaría aún más.
Sin embargo, no es del todo sincero el Ministro, sobre todo cuando le dice a la Sala IV que no puede girar los recursos para el arreglo y mantenimiento de carreteras porque los recursos no existen. Lo que pasa es que el Ministro ha violado la ley al ignorar el destino específico del impuesto a la gasolina, y pasar los fondos a la caja única del Estado. Y es muy gacho responderle a un tribunal que “los recursos no están porque violé la ley”. Por eso la cortina de humo de pedirle a la Sala IV que le diga de dónde sacar el dinero.
A pesar de todo, estoy seguro que al señor Presidente el Ministro le pinta el cuadro a todo color. No creo que el Presidente de la República no conozca la verdadera situación. Que no la entienda es otra cosa, pero en La Suiza Centroamericana apostamos a que el hombre sabe cómo están las cosas. Por eso, cuando el Presidente nos dice que no hay plata para arreglar las calles y le echa la culpa a los diputados por no aprobar el Paquetazo Fiscal, un sudor frío nos recorre la espina dorsal. El "man" nos está mintiendo.
Si a la cabeza de este gobierno hubiera una persona pensante y decidida, habría ordenado hace mucho recortar el gasto en los rubros no prioritarios según su visión de mundo, para así permitir incrementar el gasto real (por encima de la inflación) en aquellas áreas fundamentales para el éxito de su gestión presidencial. Y ojo que no es función del Ministro de Hacienda priorizar el gasto; él únicamente se debe de asegurar de mantener un equilibrio a nivel macro (el cumplimiento de una meta global de déficit), distribuyendo los recursos disponibles según las directrices que en cualquier otro gobierno giraría el Presidente.
Al final de cuentas, como siempre, lo que vivimos es el resultado de un gobierno que nunca tuvo norte ni razón de ser. Don Abel, que siempre se ha presentado como una persona sencilla, quien como candidato dijo que no quería ser Presidente de la República pero que lo hacía porque tanta gente se lo pidió, no es sino el más vanidoso de todos los presidentes que hemos tenido. Es una persona que llegó a la Presidencia simplemente por satisfacer su inflado ego y su hambre de reconocimiento, pero que lamentablemente nunca se detuvo a pensar qué haría con el poder. Esto me recuerda el cuento de aquel muchacho que quería estudiar medicina pero no era bueno en los estudios ni tenía estómago para ver sangre. Cuando un consejero vocacional le preguntó para qué quería estudiar medicina, le contestó: para que mi madre pueda decir orgullosa “este es mi hijo, el doctor”.
¿Alguien sabe en qué se parece don Abel a Hugo Spadafora? (Acepto sus respuestas en la sección de comentarios).
Esa "excusa" del señor Ministro, más que una malacrianza es una confesión abierta a un delito que se llama peculado. Que alguien le consiga un penalista antes de que siga abriendo la boquita!
ResponderBorrarSolentiname, a lo mucho, si se llegará a acusar de algo al señor Ministro le dan casa por cárcel y vacaciones en Miami.
ResponderBorrarCarola, me encanta tu sarcasmo. Cuando La Suiza Centroamericana crezca te consideraré para un puesto en el Consejo Editorial...
ResponderBorrarPues yo le voy al señor Fiscal General. Para verdades el tiempo. (espero!)
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