Curioso concepto de la ética tienen los diputados del PUSC. Y supongo que los de otros partidos andan parecidos, pero no han tenido la oportunidad de demostrarlo.
El domingo 1º de mayo una diputada del PUSC cuyo apellido es muy difícil de escribir, decidió ejercer su conciencia y no votar por el candidato a Presidente del Directorio Político de la Asamblea propuesto por su partido. Mi opinión sobre la gestión del repitente candidato consta en otras intervenciones (ver El Flamante Presidente Legislativo, y Atisbos del 1º de Mayo), así que no los aburro más con ese tema. Pero valga decir que, más allá de la treta electorera adoptada por los minoritarios y rebeldes con el aporte de esta diputada, que es la cara más fea del juego político pero no por ello menos válida, de esta diputada al menos podemos decir que ejerció lo que le dictó su conciencia, le guste o no al Partido. ¿Qué podemos decir en cambio de los casi 30 diputados que votaron por el ahora reelecto? ¿No fue acaso producto del cálculo político su decisión de votar por quien votaron? ¿Y en qué se diferencian entonces de esta diputada, que también lo hizo por cálculo, pensando probablemente en ejercer mayor influencia en las decisiones del Congreso?
Resulta que la decisión de doña Aída le valió la ira de su bancada, al punto de que la fracción del PUSC acordó separarla apenas un día después de su “transgresión”, y además pidieron al Tribunal de Ética de lo que queda de ese partido investigarla a fin de determinar su permanencia o no en la agrupación.
Lo curioso de todo esto es que cuando hace poco más de 15 días el Tribunal de Ética del PUSC acordó separar a otro diputado por haber recibido dineros privados para la supuesta ejecución de obras que, o no se hicieron o se hicieron con fondos públicos, y encima de todo el beato diputado no pudo dar explicaciones de lo que sucedió con los dineros recaudados (y por supuesto no devueltos a su origen), la fracción legislativa del PUSC acordó NO separar a ese diputado hasta tanto la resolución no fuera dejada en firme por el Comité Ejecutivo del Partido. Según lo reportó La Nación el pasado 13 de abril “Federico Vargas, jefe del PUSC en la Asamblea Legislativa, confirmó a La Nación que el legislador no será separado de la fracción en tanto el Comité Ejecutivo no confirme la sanción del Tribunal de Ética”.
¡Turú Tutú! Por este medio se hace saber a todos los niños de Costa Rica que su programa Chorilandia va a empezar. Conspirar para no reelegir a un pésimo funcionario es un pecado mortal, condenado con la separación de la fracción, mientras que choricear con las platas de los pobres merece el beneficio de la duda. Si usted lo adivinó, se podrá llevar sus premios en una bolsa de polietileno de Yanber. Ya saben, niños, cuando sean grandes dedíquense a estafar a la gente antes que votar por alguien de otro partido.
El domingo 1º de mayo una diputada del PUSC cuyo apellido es muy difícil de escribir, decidió ejercer su conciencia y no votar por el candidato a Presidente del Directorio Político de la Asamblea propuesto por su partido. Mi opinión sobre la gestión del repitente candidato consta en otras intervenciones (ver El Flamante Presidente Legislativo, y Atisbos del 1º de Mayo), así que no los aburro más con ese tema. Pero valga decir que, más allá de la treta electorera adoptada por los minoritarios y rebeldes con el aporte de esta diputada, que es la cara más fea del juego político pero no por ello menos válida, de esta diputada al menos podemos decir que ejerció lo que le dictó su conciencia, le guste o no al Partido. ¿Qué podemos decir en cambio de los casi 30 diputados que votaron por el ahora reelecto? ¿No fue acaso producto del cálculo político su decisión de votar por quien votaron? ¿Y en qué se diferencian entonces de esta diputada, que también lo hizo por cálculo, pensando probablemente en ejercer mayor influencia en las decisiones del Congreso?
Resulta que la decisión de doña Aída le valió la ira de su bancada, al punto de que la fracción del PUSC acordó separarla apenas un día después de su “transgresión”, y además pidieron al Tribunal de Ética de lo que queda de ese partido investigarla a fin de determinar su permanencia o no en la agrupación.
Lo curioso de todo esto es que cuando hace poco más de 15 días el Tribunal de Ética del PUSC acordó separar a otro diputado por haber recibido dineros privados para la supuesta ejecución de obras que, o no se hicieron o se hicieron con fondos públicos, y encima de todo el beato diputado no pudo dar explicaciones de lo que sucedió con los dineros recaudados (y por supuesto no devueltos a su origen), la fracción legislativa del PUSC acordó NO separar a ese diputado hasta tanto la resolución no fuera dejada en firme por el Comité Ejecutivo del Partido. Según lo reportó La Nación el pasado 13 de abril “Federico Vargas, jefe del PUSC en la Asamblea Legislativa, confirmó a La Nación que el legislador no será separado de la fracción en tanto el Comité Ejecutivo no confirme la sanción del Tribunal de Ética”.
¡Turú Tutú! Por este medio se hace saber a todos los niños de Costa Rica que su programa Chorilandia va a empezar. Conspirar para no reelegir a un pésimo funcionario es un pecado mortal, condenado con la separación de la fracción, mientras que choricear con las platas de los pobres merece el beneficio de la duda. Si usted lo adivinó, se podrá llevar sus premios en una bolsa de polietileno de Yanber. Ya saben, niños, cuando sean grandes dedíquense a estafar a la gente antes que votar por alguien de otro partido.
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