Yo soy creyente de que en Costa Rica tenemos un estado excesivamente grande, más hinchado que la yugular de Gloria Valerín pensando en cualquier declaración del Diputado Federico Malavassi. Sin embargo, hay un campo donde creo que necesitamos más burocracia, no menos. La Contraloría General de la República necesita de alguien que la supervise y controle. Por eso propongo la creación de la Contraloría General de la Contraloría.
Tal vez no sea necesario incrementar el número de burócratas. Estoy seguro de que si sacamos de la Contraloría a los genios de la Administración Pública que se especializan en crear procedimientos engorrosos y estúpidos diseñados para entrabarlo todo, podremos desocupar unos cinco pisos de la espantosa Pirámide de Sabana Sur y dárselos a la Contraloría General de la Contraloría. Requisito único: no contratar un solo genio de la Administración Pública, y la menor cantidad de abogados posible.
La Contraloría General de la Contraloría se encargará de abrir procedimientos administrativos y órganos directores a diestra y siniestra en contra de aquellos funcionarios de la Contraloría General de la República que únicamente sirven para abrir procedimientos administrativos y órganos directores a diestra y siniestra en contra de todos los funcionarios públicos que se atreven a tomar decisiones y en contra de las empresas que por una incomprensible estupidez se atreven a participar en las licitaciones públicas de este país.
De esta manera, tal vez algún día los funcionarios que sobrevivan en la Contraloría General de la República se dediquen a realizar una fiscalización efectiva de las actividades del Estado, sin obstruir todos los procesos de contratación. Además, y ojalá que los bochornosos actos de corrupción en las contrataciones de la Caja y del ICE no se vuelvan a repetir, pero por si acaso alguien aún quedó con ganas de intentarlo, que la Contraloría los descubra a tiempo. Porque parece que los excelsos y geniales funcionarios contralores de nuestro país no han caído en cuenta que el exceso de trámites, requisitos y entrabamientos es el mejor caldo de cultivo para la corrupción.
Yo me pregunto: ¿dónde estaba la Contraloría General de la República mientras algunos cuantos pillos estafaban a la Caja y al ICE, desfalcaban el Fondo de Compensación Social y vaciaban las arcas del Fondo Nacional de Emergencias?
Ahora resulta que la Contraloría General de la República ha impedido la contratación directa de la reparación de las 15 principales vías del país que se encuentran, en el mejor de los casos, semidestruidas. ¿Y la razón? Entre otras, que porque una de las 15 rutas fue “atendida” en el 2003, por lo que “debería estar en buen estado”. Y la Contraloría General de la República, ¿dónde estaba cuándo se autorizó el Cartel de Licitación y se refrendó el contrato para la reparación de esa vía en el 2003? ¿Dónde estaba mientras se realizaron las obras de reparación? Es que, o el defecto fue de diseño y se arrastra desde el cartel de licitación (lo que la CGR debió advertir a tiempo), o el defecto fue de construcción (por no haber seguido al pie de la letra los planos constructivos, o por usar materiales de calidad menor a la exigida). Y entonces, ¿dónde estaba la Contraloría General de la República mientras todo eso sucedía?
Mientras la Contraloría General de la República no entienda que su función, al menos en el campo de la infraestructura, es facilitar los procedimientos de contratación asegurando su transparencia y la calidad de los resultados, este país no va a salir del atolladero. Esta es condición necesaria, aunque no suficiente. Pero la Contraloría General de la República debe de entender que su función no es esperarse a que las tortas sean descubiertas (casi siempre por otros, no por ellos mismos) para abrir cuanto procedimiento administrativo y órgano director se les pueda ocurrir, sino evitar tener que llegar a esa etapa.
Y para los que no entienden lo que es el sarcasmo, les cuento que favorezco la creación de la Contraloría General de la Contraloría tanto como me gustaría que me saquen un pulmón con motosierra y sin anestesia.
Tal vez no sea necesario incrementar el número de burócratas. Estoy seguro de que si sacamos de la Contraloría a los genios de la Administración Pública que se especializan en crear procedimientos engorrosos y estúpidos diseñados para entrabarlo todo, podremos desocupar unos cinco pisos de la espantosa Pirámide de Sabana Sur y dárselos a la Contraloría General de la Contraloría. Requisito único: no contratar un solo genio de la Administración Pública, y la menor cantidad de abogados posible.
La Contraloría General de la Contraloría se encargará de abrir procedimientos administrativos y órganos directores a diestra y siniestra en contra de aquellos funcionarios de la Contraloría General de la República que únicamente sirven para abrir procedimientos administrativos y órganos directores a diestra y siniestra en contra de todos los funcionarios públicos que se atreven a tomar decisiones y en contra de las empresas que por una incomprensible estupidez se atreven a participar en las licitaciones públicas de este país.
De esta manera, tal vez algún día los funcionarios que sobrevivan en la Contraloría General de la República se dediquen a realizar una fiscalización efectiva de las actividades del Estado, sin obstruir todos los procesos de contratación. Además, y ojalá que los bochornosos actos de corrupción en las contrataciones de la Caja y del ICE no se vuelvan a repetir, pero por si acaso alguien aún quedó con ganas de intentarlo, que la Contraloría los descubra a tiempo. Porque parece que los excelsos y geniales funcionarios contralores de nuestro país no han caído en cuenta que el exceso de trámites, requisitos y entrabamientos es el mejor caldo de cultivo para la corrupción.
Yo me pregunto: ¿dónde estaba la Contraloría General de la República mientras algunos cuantos pillos estafaban a la Caja y al ICE, desfalcaban el Fondo de Compensación Social y vaciaban las arcas del Fondo Nacional de Emergencias?
Ahora resulta que la Contraloría General de la República ha impedido la contratación directa de la reparación de las 15 principales vías del país que se encuentran, en el mejor de los casos, semidestruidas. ¿Y la razón? Entre otras, que porque una de las 15 rutas fue “atendida” en el 2003, por lo que “debería estar en buen estado”. Y la Contraloría General de la República, ¿dónde estaba cuándo se autorizó el Cartel de Licitación y se refrendó el contrato para la reparación de esa vía en el 2003? ¿Dónde estaba mientras se realizaron las obras de reparación? Es que, o el defecto fue de diseño y se arrastra desde el cartel de licitación (lo que la CGR debió advertir a tiempo), o el defecto fue de construcción (por no haber seguido al pie de la letra los planos constructivos, o por usar materiales de calidad menor a la exigida). Y entonces, ¿dónde estaba la Contraloría General de la República mientras todo eso sucedía?
Mientras la Contraloría General de la República no entienda que su función, al menos en el campo de la infraestructura, es facilitar los procedimientos de contratación asegurando su transparencia y la calidad de los resultados, este país no va a salir del atolladero. Esta es condición necesaria, aunque no suficiente. Pero la Contraloría General de la República debe de entender que su función no es esperarse a que las tortas sean descubiertas (casi siempre por otros, no por ellos mismos) para abrir cuanto procedimiento administrativo y órgano director se les pueda ocurrir, sino evitar tener que llegar a esa etapa.
Y para los que no entienden lo que es el sarcasmo, les cuento que favorezco la creación de la Contraloría General de la Contraloría tanto como me gustaría que me saquen un pulmón con motosierra y sin anestesia.
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