La última vez que revisé la Declaración Universal de los Derechos Humanos no encontré el derecho que todos los ticos creemos tener: el de andar un perol con 10 años de circulación, tremendas emanaciones de fétido humo negro, las luces traseras quemadas, y las puertas amarradas con un mecate.
Eso va para justificar dos cosas:
1. Mi apoyo a la revisión técnica vehicular.
No crean que soy masoquista. A mi me gusta tanto pagar los diez mil pesos que más o menos le clavan a uno por la revisión como a mi vecino (el dueño del taller donde antes le hacían a uno el ecomarchamo por dos mil colones más de la tarifa oficial si uno no pasaba la prueba). Pero – y las cosas hay que decirlas como son – en el año 2001 hubo en Costa Rica 438 muertes en accidentes de tránsito, mientras que en el 2004 hubo 342 muertes en similares circunstancias (ojo, ¡96 muertes menos!).
¿Qué cambió entre el 2001 y el 2004? El número de policías de tránsito NO. La red vial TAMPOCO. Ni la cantidad de kilómetros de carretera, ni su calidad cambiaron significativamente, y si lo hicieron, lo que hubo fue un deterioro, lo cual más bien contribuiría a provocar más accidentes. La cantidad de vehículos SI. Creció, al son de unos 40 a 50 mil carros importados cada año. Pero en general, un incremento en el número de vehículos va más bien asociado a un crecimiento en accidentes y muertes, sobre todo cuando no crece la red vial concomitantemente.
Dos cosas cambiaron entre el 2001 y el 2004, que explican la reducción en el número de muertes: la Sala IV finalmente permitió la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad, y RITEVE entró en funcionamiento en el 2002. Las encuestas han demostrado que el mal hábito de no usar el cinturón se va perdiendo muy lentamente, de manera la revisión técnica es definitivamente responsable, al menos en parte, de la reducción de la mortalidad en carretera.
2. Mi ambivalencia con respecto a la iniciativa de prohibir la importación de vehículos muy viejos y de bajarle los impuestos a los de tecnologías limpias.
Yo no soy uno de esos desalmados elitistas que creen que sólo los ricos deben de andar en carro. Tampoco soy uno de esos resentidos sociales que creen que andar en carro es un lujo. Yo creo que hoy en día tener carro es una necesidad, y Papá Estado no tiene por qué distorsionar los patrones de consumo de las personas por pura voracidad fiscal. Tampoco soy un libertario (si bien en muchas cosas me agrada la filosofía libertaria, no así el demagogo Movimiento Libertario de nuestro país) que cree que todo va por la libre, porque ello implicaría eliminar los impuestos a todos los vehículos, nuevos y usados, lo que equivale a darle a todo el mundo el derecho de andar una carcacha contaminante y ocasionadora de accidentes.
Si vamos a darle algo a la gente, démosle la oportunidad de aspirar a un carro nuevo o más o menos nuevo. Mi corazoncito de ambientalista de escritorio me dice que está bien que el Estado promueva, mediante su política fiscal, la utilización de vehículos “limpios”. Pero también entiendo que si simplemente se bajan los impuestos a los de tecnología limpia y se impide la importación de vehículos viejitos, estaríamos distorsionando el mercado a favor de los más pudientes. Porque no nos engañemos, no es don Perico de los Palotes de Alajuelita quien se va a comprar un Prius cero impuestos, porque aunque es un carro pequeño, es bien cariñosito aún sin impuestos.
Don Perico, que hoy fue a Casa de Autos a ver un Hyunday Excel color gris, modelo 2000, que fue carro de policía en Corea durante 5 años, podría tal vez aspirar a un Hyunday Excel cero km nuevo de agencia, si los carros nuevos no tuvieran impuestos. Porque entre comprarse ese gajo usado que cuesta tres millones y medio, y uno nuevo que cuesta en otros países 8 mil dólares (tres millones setecientos sesenta mil colones), don Perico preferiría hacer el esfuerzo de “conseguise el cuarto’e melón estra pa’strenar”. Y así andaría don Perico más seguro con doña Chinda y su marimbita en el carro, y todos los demás hijos de vecino también andaríamos más seguros y respirando un aire menos pútrido.
El punto es que estoy de acuerdo con que se bajen los impuestos a los carros de tecnología limpia. También estoy de acuerdo con prohibir la importación de carcachas, pero no si no se bajan los impuestos a los carros nuevos de tecnología tradicional de combustión, que de por si son menos contaminantes que los carros viejos de combustión. Algún hijo del paternalismo estatal por ahí me dirá que esa política acabaría con los importadores de carros usados. Y mi respuesta es, así sin vaselina: Si, y qué? Esos importadores de porquerías nunca debieron de existir, y si surgieron fue por las erradas políticas gubernamentales seguidas en nuestro país desde que en los ochentas a alguien - creo que fue en el gobierno de Oscar Arias - se le ocurrió el concepto del vehículo popular. Así que, que vea el gobierno qué hace con ellos, ya que la política que yo propongo verdaderamente beneficiaría a la inmensa mayoría, tanto a los que podrían comprar carro como a los que no, que al menos van a andar más seguros como peatones o pasajeros de bus, y respirando un aire menos contaminado.
También algún fiscalista me podría decir que esa política sería fatídica para las arcas del Estado. Dos respuestas: 1) Igual nos atornillan con el impuesto al ruedo y los impuestos a la gasolina, y ni siquiera usan la plata para lo que es. 2) No deja de tener razón, pero para que desperdicien la plata como lo han hecho durante décadas, mejor que no la tengan y vean cómo hacen para reducir otros rubros del gasto.
En todo caso, siendo que estamos en Costa Rica, nada va a pasar. El Ministro de Hacienda y el de Ambiente están de acuerdo en promover el cambio (disminuir impuestos a los vehículos de tecnología limpia y prohibir la importación de carcachas), pero los importadores de vehículos usados no. Don Federico es tan querido como una hemorroide. Y Marx era más popular en el movimiento Macartista que don Carlos Manuel entre los ambientalistas.
Cuando los importadores manden a las calles para hacer bloqueos los carros que tienen en bodega , ustedes qué creen que va a suceder? El Ministro de Seguridad no se va a aparecer, nadie va a apoyar a don Federico, y los ecologistas más bien se van a unir a los importadores, con tal de llevarle la contraria al MINAE. Y entonces don José Carballo, el jefe de los importadores, va a exigir una reunión con Ricardo Toledo y el Presidente de la República, saliendo de la cual todo será sonrisas y abrazos, y don Abel hará la siguiente declaración como viendo pal’techo:
"Mientras no me convenzan de que el TLC beneficia a todos, aquí nada pasa. He ordenado a los Ministros, que están muy chiquillos y son muy impetuosos, que echen para atrás los decretos, para que los pobrecitos importadores puedan comerse su tamalito esta Navidad”.
Y cuando el reportero de La Suiza Centroamericana pregunte: “señor Presidente, pero qué le dice a los niños asmáticos que en nuestro país son legión”, don Abel, con su mejor cara de compungido enfocará su vista frunciendo el ceño y exclamará:
M’PORTA MÍ
Eso va para justificar dos cosas:
1. Mi apoyo a la revisión técnica vehicular.
No crean que soy masoquista. A mi me gusta tanto pagar los diez mil pesos que más o menos le clavan a uno por la revisión como a mi vecino (el dueño del taller donde antes le hacían a uno el ecomarchamo por dos mil colones más de la tarifa oficial si uno no pasaba la prueba). Pero – y las cosas hay que decirlas como son – en el año 2001 hubo en Costa Rica 438 muertes en accidentes de tránsito, mientras que en el 2004 hubo 342 muertes en similares circunstancias (ojo, ¡96 muertes menos!).
¿Qué cambió entre el 2001 y el 2004? El número de policías de tránsito NO. La red vial TAMPOCO. Ni la cantidad de kilómetros de carretera, ni su calidad cambiaron significativamente, y si lo hicieron, lo que hubo fue un deterioro, lo cual más bien contribuiría a provocar más accidentes. La cantidad de vehículos SI. Creció, al son de unos 40 a 50 mil carros importados cada año. Pero en general, un incremento en el número de vehículos va más bien asociado a un crecimiento en accidentes y muertes, sobre todo cuando no crece la red vial concomitantemente.
Dos cosas cambiaron entre el 2001 y el 2004, que explican la reducción en el número de muertes: la Sala IV finalmente permitió la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad, y RITEVE entró en funcionamiento en el 2002. Las encuestas han demostrado que el mal hábito de no usar el cinturón se va perdiendo muy lentamente, de manera la revisión técnica es definitivamente responsable, al menos en parte, de la reducción de la mortalidad en carretera.
2. Mi ambivalencia con respecto a la iniciativa de prohibir la importación de vehículos muy viejos y de bajarle los impuestos a los de tecnologías limpias.
Yo no soy uno de esos desalmados elitistas que creen que sólo los ricos deben de andar en carro. Tampoco soy uno de esos resentidos sociales que creen que andar en carro es un lujo. Yo creo que hoy en día tener carro es una necesidad, y Papá Estado no tiene por qué distorsionar los patrones de consumo de las personas por pura voracidad fiscal. Tampoco soy un libertario (si bien en muchas cosas me agrada la filosofía libertaria, no así el demagogo Movimiento Libertario de nuestro país) que cree que todo va por la libre, porque ello implicaría eliminar los impuestos a todos los vehículos, nuevos y usados, lo que equivale a darle a todo el mundo el derecho de andar una carcacha contaminante y ocasionadora de accidentes.
Si vamos a darle algo a la gente, démosle la oportunidad de aspirar a un carro nuevo o más o menos nuevo. Mi corazoncito de ambientalista de escritorio me dice que está bien que el Estado promueva, mediante su política fiscal, la utilización de vehículos “limpios”. Pero también entiendo que si simplemente se bajan los impuestos a los de tecnología limpia y se impide la importación de vehículos viejitos, estaríamos distorsionando el mercado a favor de los más pudientes. Porque no nos engañemos, no es don Perico de los Palotes de Alajuelita quien se va a comprar un Prius cero impuestos, porque aunque es un carro pequeño, es bien cariñosito aún sin impuestos.
Don Perico, que hoy fue a Casa de Autos a ver un Hyunday Excel color gris, modelo 2000, que fue carro de policía en Corea durante 5 años, podría tal vez aspirar a un Hyunday Excel cero km nuevo de agencia, si los carros nuevos no tuvieran impuestos. Porque entre comprarse ese gajo usado que cuesta tres millones y medio, y uno nuevo que cuesta en otros países 8 mil dólares (tres millones setecientos sesenta mil colones), don Perico preferiría hacer el esfuerzo de “conseguise el cuarto’e melón estra pa’strenar”. Y así andaría don Perico más seguro con doña Chinda y su marimbita en el carro, y todos los demás hijos de vecino también andaríamos más seguros y respirando un aire menos pútrido.
El punto es que estoy de acuerdo con que se bajen los impuestos a los carros de tecnología limpia. También estoy de acuerdo con prohibir la importación de carcachas, pero no si no se bajan los impuestos a los carros nuevos de tecnología tradicional de combustión, que de por si son menos contaminantes que los carros viejos de combustión. Algún hijo del paternalismo estatal por ahí me dirá que esa política acabaría con los importadores de carros usados. Y mi respuesta es, así sin vaselina: Si, y qué? Esos importadores de porquerías nunca debieron de existir, y si surgieron fue por las erradas políticas gubernamentales seguidas en nuestro país desde que en los ochentas a alguien - creo que fue en el gobierno de Oscar Arias - se le ocurrió el concepto del vehículo popular. Así que, que vea el gobierno qué hace con ellos, ya que la política que yo propongo verdaderamente beneficiaría a la inmensa mayoría, tanto a los que podrían comprar carro como a los que no, que al menos van a andar más seguros como peatones o pasajeros de bus, y respirando un aire menos contaminado.
También algún fiscalista me podría decir que esa política sería fatídica para las arcas del Estado. Dos respuestas: 1) Igual nos atornillan con el impuesto al ruedo y los impuestos a la gasolina, y ni siquiera usan la plata para lo que es. 2) No deja de tener razón, pero para que desperdicien la plata como lo han hecho durante décadas, mejor que no la tengan y vean cómo hacen para reducir otros rubros del gasto.
En todo caso, siendo que estamos en Costa Rica, nada va a pasar. El Ministro de Hacienda y el de Ambiente están de acuerdo en promover el cambio (disminuir impuestos a los vehículos de tecnología limpia y prohibir la importación de carcachas), pero los importadores de vehículos usados no. Don Federico es tan querido como una hemorroide. Y Marx era más popular en el movimiento Macartista que don Carlos Manuel entre los ambientalistas.
Cuando los importadores manden a las calles para hacer bloqueos los carros que tienen en bodega , ustedes qué creen que va a suceder? El Ministro de Seguridad no se va a aparecer, nadie va a apoyar a don Federico, y los ecologistas más bien se van a unir a los importadores, con tal de llevarle la contraria al MINAE. Y entonces don José Carballo, el jefe de los importadores, va a exigir una reunión con Ricardo Toledo y el Presidente de la República, saliendo de la cual todo será sonrisas y abrazos, y don Abel hará la siguiente declaración como viendo pal’techo:
"Mientras no me convenzan de que el TLC beneficia a todos, aquí nada pasa. He ordenado a los Ministros, que están muy chiquillos y son muy impetuosos, que echen para atrás los decretos, para que los pobrecitos importadores puedan comerse su tamalito esta Navidad”.
Y cuando el reportero de La Suiza Centroamericana pregunte: “señor Presidente, pero qué le dice a los niños asmáticos que en nuestro país son legión”, don Abel, con su mejor cara de compungido enfocará su vista frunciendo el ceño y exclamará:
M’PORTA MÍ
Mi realidad es esta: solo me alcanza para comprar un carrito...94...pero no para pagar la gasolina. Me puede alcanzar para una vespita, talvez nueva, pero me alcanzan los "amigos de lo ajeno" en el semáforo de la esquina. Y seguramente alcance para tener al guila en un hospital decente, pero nunca para el asma crónica del pobre niño..
ResponderBorrary gracias por el link! Muy halagada.
ResponderBorrarLa pregunta del millón: en realidad, quién se beneficia de la nueva política? Estoy segura que la descripción de Fede será aplaudida e integrada al vocabulario de muchos sectores...
ResponderBorrarCreo que Beto propone una variante interesante, que es la de bajar los impuestos a los carros de cinco años o menos. Para elaborar sobre esa idea, yo estaría de acuerdo en hacerlo como una medida de transición, digamos durante unos 4 años, y que después de plano solo los carros nuevos queden sin impuestos. ¿Por qué? Figúrese ud. que un carro de cinco años importado hoy, va a tener 9 años dentro de 4. Ya va a ser, en palabras de Beto, un estornaco. Lo malo con los carros usados importados es que no sabemos cómo fueron usados en sus países de origen, pero es un hecho que a CR han llegado tanates de carros que en Corea y otros países fueron patrullas y taxis. Pero, ¿por qué sólo por cuatro años? Porque si los carros nuevos siguen con impuestos bajos, entonces más gente en este país podrá cambiar carro cada 4 ó 5 años, y aquellos que no pueden aspirar a un carro nuevo, tendrán opciones en el mercado de carros "usados en Costa Rica". La idea de todo esto es que Carola pueda aspirar a un carro 2000 en vez de uno 94, y que Beto pueda aspirar a uno 97 en vez de andar un 87.
ResponderBorrarY ojo, nada en contra de los 87 bien cuidados, como el de Beto. Por eso también apoyo la revisión técnica. Si el carro está bien mantenido, enhorabuena, que siga circulando. Pero la triste realidad es que la mayoría de esos gajos viejos además no reciben ningún tipo de mantenimiento. Y a esos, mejor les quitamos el motor y el carter y los echamos al fondo del Golfo de Nicoya para ayudar a regenerar el arrecife.
En este país nos especializamos en reclamar derechos, pero nunca aceptamos obligaciones. Tener un carro conlleva muchas responsabilidades. El carro se debe de mantener en buen estado para que no contamine, no provoque accidentes, y no se quede varado en el Monte del Aguacate el domingo de Resurrección cuando todo el que tiene carro en el país viene de regreso de las playas.