viernes, 20 de mayo de 2005

Pachucos, polos y descorteses...

Pero con teléfono

El número telefónico que me asignó el ICE fue, anteriormente, de algún negocio donde trabajaba un tal Ramiro. Es, además, muy parecido al del Merecumbé de San Eustaquio del Cuento Completo, el pueblo donde vivo. Por esas razones, todos los días tengo alguna conversación interesante. Máxime que en estos días de inseguridad total, ya no se puede contestar el teléfono como antes: “Buenas tardes, casa de la familia CóRnito”.

La conversación que más me ha divertido es la siguiente:

¡¡¡¡RIIIING!!!!

DC: ¡Aló!

Mujer Desconocida: (con voz de sorpresa porque no respondí con el nombre del negocio que esperaba). ¿A dónde hablo?

DC: (siempre celoso de resguardar mi privacidad): ¿Con quién quiere hablar?

MD: Con usted. ¿Quién es?

DC: ¿Y cómo sabe que quiere hablar conmigo si no sabe quién soy?

MD: Porque marqué su número.

DC: ¿Y cuál número cree usted que marcó?

MD: ¡Diay, el suyo!

DC: Entonces hábleme. ¿Acaso necesita saber mi nombre para hablarme?

MD: Diay, si, para saber con quién estoy hablando.

DC: Señora, ¿usted acostumbra a marcar números aleatoriamente y hablar con el primer papanatas que le conteste? ¿Qué opina su marido de eso? ¿Qué pretende? ¿Entrabar amistad con el sicópata?

MD: A hijuep... más impertinente. Juá (suena el bombazo donde cuelga).


Otra más común y no menos violenta es la siguiente:


DC: ¡Aló!

Hombre Desconocido: (con voz de sorpresa porque no respondí con el nombre del negocio que esperaba). ¿De dónde me habla?

DC: (siempre celoso de resguardar mi privacidad): Disculpe, pero fue usted quien marcó. ¿Con quién quiere hablar?

HD: ¿Pero por qué no me dice de donde me habla?

DC: De la sala de mi casa. ¿Con quién quiere hablar?

HD: ¿No es Merecumbé?

DC: No, esta es una casa particular.

HD: Diay, playo, me lo hubiera dicho desde el principio. Juá (suena el bombazo donde cuelga).

(Y yo me pregunto: ¿qué esperaba este maje, que yo contestara “Buenas tardes, no ha llamado usted a Merecumbé”?)


Todavía hay más, aunque van disminuyendo en violencia


DC: Aló.

Persona desconocida: Aló, si, Ramiro? Le llamo del Depósito de Maderas Las Heces, para averiguar por qué no nos han vuelto a comprar madera.

DC: Mire, no le sabría decir, porque no soy Ramiro.

PD: Ah. Disculpe, y don Ramiro está?

DC: Aquí no vive ningún Ramiro.

PD: ¿Cómo, ahí no es la Funeraria El Último Tapis?


Esto es cuestión de todos los días. Varias veces al día. Todos los días. Y yo me pregunto, dónde están los modales de la gente? ¿Qué pasó con aquellos que respetuosamente decían: “Buenas tardes, me podría comunicar con Ramiro?” O al menos los que decían: “¿Disculpe, no es Merecumbé? ¿No? Disculpe, me equivoqué de número!”

¡Que vivan los pachucos, polos y descorteses con teléfono!

1 comentario:

  1. Los ejemplos citados solo son superados por el imbécil que cree que está llamando a la chavala que se levantó la noche anterior: "qué mi amorsr? todo bien? le gustó lo de anoche? cuando repetimos? Papito tiene hambrrrrre..." y cuando le decimos que se equivocó de número, insiste "Porqué te ponés así conmigo? no seás pesada..." hasta que hay que colgarle antes de que empiece las respiraciones entrecortadas del pervertido en cuestión.

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